Un film impecable, una de las películas más atrevidas,
arriesgadas y modernas de su momento, y que todavía hoy en día
mantiene esa fuerza especial que solo el cine destinado a trascender
su época es capaz de transmitir. Otra obra maestra en el
impresionante legado de este genial dúo de artistas y que da la
razón a esa mítica frase que habla de “la magia del cine”.
Cary Juant.
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El Doctor Mabuse
27 de Abril de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de El Doctor Mabuse.

Inmediatamente después de rodar “Las tres luces” (Luis Buñuel
fue seducido para el cine, tras visionarla), llegó a manos de Fritz
Lang la novela del periodista Norbert Jacques, “Dr. Mabuse, el
jugador”, que primero se había publicado por entregas en el diario
Berliner Illustrirten; junto a su esposa, Thea von Harbou, que, por
cierto, había estado casada anteriormente con el protagonista del
film y de la mayoría de las películas alemanas de Lang, Rudolf
Klein-Rogge (Mabuse), se encarga de escribir la adaptación
cinematográfica, seguro que no imaginaron ni la una ni el otro el
carácter premonitorio que tendría en un par de décadas esta
historia de delirio de poder, de obsesión, manipulación y crimen.
El filme, dada su extensión, se rodó en dos partes, la primera,
titulada “Doctor Mabuse, el gran jugador (Dr. Mabuse der spieler)”
y la segunda “El infierno (Inferno)”. En el personaje de Mabuse
se refleja el clima de tensión de la época de la posguerra, el
protagonista es un hombres enigmático, de naturaleza despiadada,
que odia y desprecia a la humanidad, con poderes sobrenaturales para
la hipnosis y la manipulación psicológica de sus víctimas, lo
devora una ambición desmedida por dominar, someter, controlar y
eliminar los estorbos, pasando por encima y asesinando a quien oponga
resistencia, o a los que cataloga como demasiado insignificantes para
merecer la vida.

“El Dr. Mabuse” fue todo un éxito en su tiempo y marcó buena
parte de la carrera posterior de Fritz Lang. El film intenta reflejar
la decadencia de la República de Weimar, un mundo partido en dos,
donde convivían la opulencia de una aristocracia marchita, con sus
vicios, clubs nocturnos, la prostitución, las drogas, su infelicidad
existencial, con la pobreza más absoluta, provocando constantes
revueltas obreras, exponiendo un clima de tensión e incertidumbre,
sin referentes morales, un universo donde un gran criminal puede
sacar beneficio. Se critica la codicia del capitalismo, arremete
asimismo contra la soberbia y el engreimiento de las clases altas, de
una aristocracia débil, que tras su velo de lujo y bacanales
hedonistas se esconde una enorme nada, navegando sin rumbo por un mar
de frivolidad, quedando una clase pudiente distorsionada por la
corrupción moral y las más bajas pasiones. El guion es absorbente
de principio a fin y mantiene con mucha habilidad al público pegado
al asiento, inquietándolo poco a poco de manera magistral y
machacándolo al antojo del director con el maléfico y escurridizo
Doctor Mabuse, que hace y deshace según le viene en gana gracias a
la telepatía y la hipnosis que utiliza para manejar a las personas a
su antojo.

Deslumbrante clásico del cine mudo de uno de los directores más
grandes e influyentes de la historia, un film soberbio que es para
enmarcar en la historia del séptimo arte. Un gozoso espectáculo
donde un sano espíritu lúdico no está para nada reñido con el
respeto a la inteligencia y la sensibilidad del espectador, harían
bien los capos del cartel Marvel-Disney-Lucasfilm, etc, etc, etc. en
echarle un vistazo. Por cierto, el film tuvo su continuación, ya en
sonoro, con otra obra maestra del mismo director: "El testamento
del doctor Mabuse", entrados los años sesenta se intentó
retomar el éxito de esta malvada figura con "Los crímenes del
Dr. Mabuse", ya sin la dirección de Lang, nada pero que nada
que ver con sus hermanas mayores.
Cary Juant.
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Memorias de un Inquilino
20 de Mayo de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Memorias de un Inquilino.
“Memorias de un inquilino” es la primera película producida
en Japón tras la Segunda Guerra Mundial; en una época en la que la
radical censura aliada masacraba sin piedad cualquier intento que
mostrara la maldad de los vencedores, Ozu es capaz de convencer hasta
a los censores con su ternura, su dolor y su apagado canto. El Japón
inmediato a la posguerra era un país devastado que estaba luchando
por reconstruirse, tal y como documentan innumerables obras de ese
periodo como las películas que realizó en esos años Akira Kurosawa
o la magnífica “Los Niños del Paraíso” (1948) de Hiroshi
Shimizu, el filme que nos ocupa de Ozu aspiraba como muchas de esas
otras obras a mostrar el duro día a día de los japoneses de clase
obrera en ese difícil contexto.

Una película con un mensaje absolutamente universal, conmovedora,
con los planos clásicos del Ozu más reconocible y sobre todo con la
capacidad de turbar el alma del espectador. Contiene una sinceridad
que llega hasta lo más hondo del alma, desde la sencillez de Ozu,
con sus silencios, sus planos largos, capta todo cuanto sucede en el
interior y en el exterior de sus personajes, sobre todo dentro de esa
mujer que se aparta de su soledad gracias a la irrupción del niño
extraviado. No es de las más conocidas, está muy lejos de ser la
más nombrada de su filmografía, lejos de sus últimas películas en
color de su última etapa. pero sin duda es una gran película.
Entrañable, emotiva, reflexiva, maravillosa. Una película
difícil de olvidar.
Cary Juant.
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La Araña
25 de Mayo de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Araña.
“La araña” (extraña traducción
del título original, “The Web”, para reír y llorar al mismo
tiempo) es una de esas estupendas películas de cine negro que se
realizaron en los años 40, protagonizadas por detectives privados,
hombres ricos que los contratan, hermosas mujeres que los aman y la
policía que invariablemente obstaculiza sus esfuerzos para
desentrañar las pistas de intrincados misterios. Un buen y sólido
film noir de los años dorados del género, una muy atractiva
producción de la Universal International que nos revela la buena
forma fílmica que ofreció el norteamericano Michael Gordon en el
primer tramo de su carrera, aquel que finalizó de forma brusca tras
ser incluido en las listas negras del macartismo.

El guion de William Powers y Bertram
Millhauser, basado en una historia de Harry Kurnitz, resulta efectivo
lo miremos por donde lo miremos y goza además de unos diálogos
excelentes, donde cada palabra está hecha para significar algo, para
despertar inquietudes o para permitirnos comprender lo necesario,
cada personaje resulta brillantemente caracterizado, y nuestra
conexión con la historia, se consigue desde el primer minuto. Con
todos estos mimbres y la aportación de una fotografía en blanco y
negro de Irving Glassberg en la que sus claroscuros aparecen
revestidos de una extraña sofisticación, Michael Gordon demuestra
su destreza a la hora de moverse por ambientes y situaciones
dominadas por la ambivalencia e incluso lo siniestro, permitiéndonos
disfrutar de un fantástico thriller tan escasamente
conocido como digno de ser reseñado, revelador de los buenos modos
que en aquellos tiempos caracterizaron a su realizador, una de tantas
víctimas de aquel periodo tan convulso para la vida norteamericana.
Resulta indudable reconocer que el eje vector sobre el que pivota
la película reside en la fascinante composición que Vincent Price
realiza de ese magnate empresarial de turbios orígenes al que
interpreta, a través de su elegancia, sus refinados modales, o la
afilada ironía de sus diálogos, la película adquiere una vertiente
turbia de enorme calado, destacando su realizador algunos de sus
momentos o decisiones más inquietantes sobre fondos negros de
amenazadora composición, con todos estos elementos, la película
adquiere esa casi irrespirable atmósfera de negrura, al servicio de
la mente de este fascinante criminal.

Además de la composición de
Price, resulta magnífica la utilización de un Edmond O’Brian que
sabe mostrar en su registro la complejidad de una personalidad
dividida entre los principios morales que siempre ha seguido, y la
aceptación de la tentación que acepta del personaje de Price, y
junto a este, deviene, incluso sorprendente, la composición del
excelente William Bendix, en esta ocasión abandonando sus roles de
matón, para encarnar a un agente de la ley, el teniente Damico,
dotando al mismo una considerable dosis de socarronería. Unamos a
ello la belleza y elegancia de Ella Raines, una de las mejores y más
infrautilizadas actrices de los años 40 que no tuvo la suerte que
merecía por su talento, y la ambigüedad que proporciona John Abbott
a su rol de fiel y sumiso hombre de confianza del empresario, y
tendremos los ingredientes indispensables para un muy sabroso
estofado.
Guion muy bien elaborado, diálogos inteligentes, interpretaciones
portentosas, ritmo prodigioso y un final de esos que incluso hace
mejor todo lo que queda detrás, que más queréis… en una palabra,
un verbo, una película para gozar. Si el cine es una maravilla es
por cosas como poder descubrir películas como ésta, una pequeña
joya casi olvidada.
Cary Juant.
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Paula
25 de Mayo de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Paula.

Recién salido de “Gilda”, Glenn
Ford se embarcó en otro noir, esta vez a las órdenes de Richard
Wallace, aquí vuelve a enfrentarse a una hermosa mujer que tratará
de utilizarlo en su beneficio, una rubia bella, seductora, cerebral y
calculadora. Hay un asesinato de por medio, el encubrimiento del
mismo, el chantaje por parte de la “Femme Fatale” y la posterior
investigación policial; y claro, hablando de “Femmes Fatales”, a
todos se nos viene a la mente otros irresistibles y peligrosos iconos
del cine negro que conducían a la perdición a los cándidos e
incautos hombres y sin las cuales este género no sería lo mismo:
Barbara Stanwick en “Perdición”, Joan Bennett en “Perversidad”,
Rita Hayworth en la citada previamente “Gilda”, Yvonne de Carlo
en “El abrazo de la muerte”, Gloria Grahame en “Deseos
humanos”, o esa cautivadora Marie Windsor en películas como “La
fuerza del destino”, “Testigo accidental” y “Atraco
perfecto”. Centrándonos en la “Femme Fatale” que hoy nos
ocupa, Janis Carter, tuvo filmografía en gran medida mediocre en la
década de 1940, pero se merecía (como muchas de sus compañeras de
esta época) mejores papeles y una mayor exposición, como la
intrigante Paula Craig, personifica a la perfección al prototipo de
rubia sumamente peligrosa, ella es la araña en cuya tela se desliza
Glenn Ford, un ingeniero de minas sin trabajo con un pequeño
problema con el alcohol que está buscando su destino.

Escrita por Ben Maddow y basada en
una historia de John Patrick, la trama podría ser el hermano pobre
de “Perdición”, ya lo hemos visto muchas veces, el “pringadillo”
de turno que queda atrapado en las curvas y volúmenes de una
señorita de buen ver que lo arrastra a la perdición, no hay, pues,
nada nuevo bajo el sol, pero está contado con solvencia, excelente
fotografía en B/N cortesía del mago Burnett Guffey y un eficaz
plantel de actores, que se disparan diálogos que, más que diálogos,
parecen fogonazos a quemarropa, sin casi tomar aire para respirar. El
principal responsable de este film no es tanto el director Wallace,
sino más bien el guionista, el mencionado Ben Maddow, que fue
responsable de varios clásicos como “Mientras la ciudad duerme”
y que se vio obligado a trabajar con testaferros o seudónimos
durante la caza de brujas anticomunista.
Otra agradable sorpresa dentro del subgénero de películas con
mujeres fatales como telón de fondo, otra muestra más del cine
negro de antes, con unas buenas dosis de intriga y un estupendo giro
que, además, no se ha debido a ningún “volantazo” en una curva
peligrosa. Una muestra más de un cine que ya no se hace, otra buena
muestra de Cine Negro, y van… Es sin duda inferior a referentes
evidentes como “El cartero siempre llama dos veces” o
“Perdición”, por citar alguna de las obras maestras del género,
pero pienso que merece muy mucho la pena su visionado.
Cary Juant.
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El Fantasma y la Señora Muir
25 de Mayo de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Fantasma y la Señora Muir.
“El
fantasma y la Señora Muir” se inscribe dentro de esa corriente satírica
del género de fantasmas gracias, entre otras cosas, al estupendo guion
escrito por Philip Dunne, que permite a Mankiewicz adentrarse con sutil
humor en el ambiguo territorio entre la realidad y la fantasía, entre la
vida y la muerte, sin decantarse por un lado de la balanza, en una
película en la que el mar es el único y eterno testigo de esta original
historia de amor, un mar que fue memorablemente captado por la excelente
fotografía que le valió al brillante Charles Lang una nominación al
Oscar en 1948.
Una
película extraña en la obra de Mankiewicz, en la medida en que la
presencia de un fantasma pone en cuestión todos los fundamentos
racionalistas del universo del cineasta y, sin embargo, quizás por el
siempre imprescindible Rex Harrison, ese memorable fantasma enamorado,
hace posible lo que en manos de otro cineasta menos dotado hubiera sido
una parodia bastante inconsistente.

Las
actuaciones son soberbias, incluidas las de los secundarios: Rex
Harrison, ese marinero fantasma, que habla y ríe como un viejo lobo de
mar, pero también recita a Yeats; Gene Tierney, una de las actrices más
bellas que el cine ha tenido jamás, y que consigue con su exquisita y
deliciosa interpretación que también nosotros nos enamoremos de ella.
Estos dos personajes representan dos sentidos de la palabra “romántico”
(él, aventurero; ella, sentimental). El personaje de Sanders está al
margen de lo anterior; él viene del bullicio moderno de la vida urbana
para perturbar la tranquila vida rural junto al mar. Sanders interpreta a
un cínico escritor de cuentos infantiles, en un papel que guarda cierta
similitud al de “El retrato de Dorian Gray”. Como curiosidad una
jovencísima Natalie Wood da vida a la hija de Gene Tierney, en la que
fue una de sus primeras apariciones en pantalla.
“El
fantasma y la Señora Muir” es sin duda una de las cumbres del género
fantástico, aunque no podríamos adscribirla a un único género
cinematográfico porque, y este es uno de los logros de su director, la
película navega entre la comedia sofisticada, el misterio y el melodrama
romántico. Una auténtica joya de película. Maravillosa.
Cary Juant.
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Frenesí
25 de Mayo de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Frenesí.
Penúltimo film de Hitchcock escrito de forma magnífica por
Anthony Shaffer ("La huella", Mankievicz, 1972), se basa en
una novela del inglés Arthur La Bern publicada en el año 1966,
“Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square”, en la que cuenta
la historia de un veterano de guerra llamado Richard Blamey que se
convierte en un asesino en serie. El rodaje del film supuso el
reencuentro de Hitchcock con sus paisajes más queridos y con sus
lugares de infancia y juventud, de modo muy especial con el Covent
Garden, donde su padre regentó un negocio. La película se rueda en
Inglaterra, en exteriores del Covent Garden, Oxford Street, Puente de
Londres... y en los platós de los Pinewood Studios.

Es una historia de sadismo sexual combinada con una refinada
ironía inglesa, es el puro cinismo en toda regla, te hace sentir un
escalofrío a la misma vez que sueltas una carcajada. Un seductor, un
tal Bob Rusk, que estrangula a sus inocentes víctimas femeninas con
una corbata como principal sello de marca de sus propios crímenes,
un criminal elegante y de suaves maneras que comete sus asesinatos
con toda la perfección posible, un tipo al que le pone estrangular a
las rubias (tal vez como al mismo Hitch), un psicópata cruel,
frutero, listo y... amigo de las corbatas. Tiene momentos de horror y
también de comicidad tan absurda como inteligente, el relato se
desarrolla a un ritmo intenso y sostenido, combina escenas explícitas
de violencia con notables elipsis, la tradicional elegancia del
realizador da paso en esta ocasión al uso no infrecuente de imágenes
inquietantes e incluso sucias, con numerosas situaciones de un humor
negro, incluso macabro.

Se dan cita en esta película la mayor parte de las obsesiones de
Hitchcock, la figura del falso culpable, el humor/cinismo, sexualidad
enfermiza y un cierto sadismo, que no duda en recalcar al planificar
los asesinatos. Contando con un conjunto de intérpretes no
especialmente famosos consigue integrarlos lenta y progresivamente en
un guion tan sutil como efectivo, los personajes, extraordinariamente
definidos, ayudan con su eficaz interpretación a que la historia
desemboque en ese final con epílogo, al que la trama los dirige,
transitan con impecable destreza por todos los vericuetos que todos
ellos van asumiendo a nivel individual y acaban entrelazándose para
influir inconscientemente en el trágico destino de los otros.
Hitchcock encuadra, planifica y redondea en el montaje todas las
escenas con la misma efectividad y resolución, desde un cruel
asesinato hasta las geniales y divertidas escenas del inspector que
investiga el caso con su propia esposa que se cree una excelente
cocinera y le sirve todo tipo de porquerías de cocina francesa, a
cada cual más pésima de gusto.

Guion perfecto al que no le falta y no sobra ninguna secuencia,
magnifica puesta en escena, ocultando y dando la información cuando
es preciso, estupenda realización, un excepcional malo, humor negro
exquisito, manejo de la cámara excepcional… qué más queréis.
Una gran película que ha ido creciendo con los años y que
merecidamente hay que contarla como una más de las grandes obras que
podemos encontrar dentro de la filmografía de Hitchcock, y van...
Cary Juant.
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De Ilusión También Se Vive
4 de Junio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de De Ilusión También Se Vive.

“De
ilusión también se vive” (Miracle on 34th Street) fue una película
dirigida por George Seaton un cineasta que tuvo sus inicios como actor
de radio, fundamentalmente con su intervención en la serie “El Llanero
Solitario”, después pasó a escribir guiones para cine en la década de
los 30, en su mayoría comedias románticas, el primero que le fue
acreditado fue el de los hermanos Marx “Un día en las carreras” (1937).
“De ilusión también se vive” fue su cuarta película como director, el
guion lo escribió el propio director y estaba basado en una historia
creada por Valentine Davies. Como curiosidad, señalar que aunque se
desarrolla en la época de Navidad, el jefe del estudio Darryl F. Zanuck
insistió en que se estrenara en mayo, argumentando que más personas van
al cine durante el verano, el estudio promocionó el film manteniendo en
secreto el tema central de la Navidad, la “Legión Católica de la
Decencia” dio a la película una "B", "moralmente objetable en parte" de
calificación, principalmente debido al hecho que el personaje
protagonista Doris Walker es una divorciada. Ha habido cuatro remakes
del film, tres para televisión (1955, 1959 y 1973) y una para el cine
(1994), todas ellas totalmente prescindibles.
Magnífica
película de Seaton llena de aciertos, notable guion, notable dirección,
grandes interpretaciones de todo el reparto sobresaliendo un inmenso
Edmund Gwenn tan asombroso como cautivador, está maravilloso, desprende
cariño, empatía, sentimientos... absolutamente entrañable, pero, sin
duda, el mayor de los aciertos del film es rebajar el tono sensiblero
mediante el humor, en esto tienen mucho que ver unos espléndidos
secundarios liderados por un genial Gene Lockhart. Un producto familiar
lleno de buenas intenciones, rebosante de deliciosa inocencia e
ingenuidad, una oda al espíritu infantil, ese que nos hacía creer en lo
que no veíamos, ese que nos hacía soñar con la Nochebuena y sus regalos,
ese que nos hacía dar lo mejor de nosotros en pos de nuestros
semejantes. Una historia sencilla, sin ambigüedades, con humor blanco,
destilando sentimientos puros de afecto, cariño, ternura; una película
muy agradable de ver que seguro te dejará un muy buen regusto en la
memoria. Ganó el Oscar a la mejor historia original (de Valentine
Davies), al guion original (de George Seaton), y al mejor actor
secundario (Edmund Gwenn), estuvo nominada a mejor film, perdiendo
frente a “La Barrera Invisible” de Elia Kazan.

Una
fábula moral al más puro estilo Capra, que nos recuerda lo
deshumanizados que estamos, la mezquindad que nos invade, siempre
agobiados por la competitividad, el interés material y el poco tiempo
que dedicamos a ser felices y hacer feliz a los demás. Un entretenido y
divertido clásico en blanco y negro, ingenuo, sí, pero de una ingenuidad
agradable, llevadera y, por qué no, encantadora. Seguramente Hollywood
seguirá sacando infinitas copias, “recopias” y “recontracopias” de la
buena idea que esta película supo capitalizar, cerremos los ojos a ellas
para no odiar al original... que, por cierto, no merece los silbidos,
pitos, pitidos y demás demostraciones ruidosas con que sí merecen ser
castigadas sus burdas imitaciones.
Cary Juant.
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Una Mujer en la Playa
7 de Junio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Una Mujer en la Playa.

El
maestro Jean Renoir llevaba casi siete años en terreno estadounidense
tras huir de su Francia natal al alzarse el poder nacionalsocialista,
cuando bajo los auspicios de la RKO rueda el quinto y último film de su
etapa americana, el guion, de Frank Davis y el propio Renoir, se basa en
la novela "None So Blind" (1944), de Mitchell Wilson, según adaptación
de Michael Hogan. Rodada justo en los inicios de la posguerra, Renoir se
aproxima a la problemática cotidiana de quienes habían regresado del
frente completamente marcados, aunque esos traumas no se manifestasen a
simple vista, y Robert Ryan, auténtico imán sobre el que recaen todas
las emociones contenidas en el guion, encarna a esa generación de
hombres señalados por su participación en el combate y asustados ante un
futuro y una sociedad no siempre dispuestos a reconocer y premiar sus
sacrificios, sin embargo, eso no significa que la película contenga una
fuerte carga social, más bien funciona como contrapunto a una mirada
comprensiva y llena de ternura hacia esos seres que aspiran encontrar en
el amor furtivo la paz que el mundo y sus propios destinos parecen
empeñados en negarles.

Con
una economía de medios patente, pero con una dirección de actores
excelente, Renoir consigue una película muy personal, en la que la
tensión se palpa en cada momento, las rencillas del pasado, el
sentimiento de culpa, el anhelo por liberarse, los celos, y por
supuesto, el amor (o casi habría que decir pasión y deseo) confluyen en
esta fantástica historia que tiene influencias del cine psicológico que
estaba de moda en la época, pero también guarda relación con alguna de
las premisas del cine negro, como el triangulo amoroso que nos propone, o
la prototípica femme fatale, una espléndida e inigualable Joan Bennet,
una bella mujer indecisa, seductora y manipuladora. Ocupan también su
lugar los apetitos, el deseo, la pasión, el egoísmo y las profundas
frustraciones personales, el ambiente que envuelve la acción destila
erotismo, irrealidad, misterio… La iluminación y la fotografía son
excelentes, dando relevancia a la importancia que en la película tiene
lo visual, la aparición constante y como protagonista de la lluvia, el
viento, las olas, el fuego…no hacen más que acentuar la intención final
de la obra, que no es otra que la de abrumar al espectador con sus
imágenes y tenerlo bajo el dominio de su tremenda fuerza hipnótica.

Genial
film en el que todos y cada uno de los protagonistas firman notables
interpretaciones, con un papel memorable de Charles Bickford haciendo de
ciego, capaz de ser insufriblemente retorcido, sin cansarse de tirar
dardos envenenados, o muy tierno; mientras un fantástico Robert Ryan
actúa con una mezcla de cobardía y fuerza descomunal, toda una rareza
ver a Ryan interpretar a un tipo endeble, lleno de miedos, pesadillas y
marcado por un accidente naval que sufrió durante la guerra, alejado
pues de esos clásicos personajes suyos y que le hicieron enorme. Pero no
tengo más remedio que poner aparte a Peggy Butler (Joan Bennett),
posiblemente la femme fatale más utópica y bipolar jamas creada,
mostrándonos la maldad que habita en su interior, cerca de su bondad,
pareciéndonos todos sus actos lógicos y meditados, sin dejar de ser
actos espontáneos y tomados a la ligera.
Fue
una película muy machacada y cortada por la censura, pero aún así no
perdió esa magnitud erótica que transmite, posiblemente esta no fue la
primera versión que quería Renoir, pero en cualquier caso quedó
fascinante, hay algo trágicamente bello e inexplicable en este film
mutilado por políticas de estudio, es semejante a una bellísima
escultura griega que ha sido deteriorada, a la que se le ha privado de
algún fragmento, pero este hecho, lejos de disminuir su belleza, la
resalta resultando su maltrecha figura inquietantemente bella, tan bella
y evocadora como lo son los restos del naufragio que yacen en la playa
del filme aquí comentado... Recomendable es poco.
Cary Juant.
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Nanuk, el Esquimal
11 de Junio de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Nanuk, el Esquimal.

Este
largometraje supuso el nacimiento del documental propiamente dicho,
obviamente el cine mismo nació de la documentación de la realidad cuando
los Lumiere plantaron su cámara frente a su fábrica en “Salida de los
obreros de la fábrica Lumière” (1895), pero solo con la película de
Flaherty se integra a la mirada documental el elemento narrativo, la
impronta de un deseo estético y la maquinaria de la emoción de las
pasiones, solo con Nanuk el registro de la imagen en movimiento se
convierte en arte, es precisamente por eso que allí tiene nacimiento el
documental como lo entendemos hoy día. Flaherty se pasó dos años en la
región de Ungava, en el norte de Canadá, filmando con su reducido equipo
a Nanuk el esquimal (alias el Oso) y su lucha por la supervivencia
habiendo de cargar siempre con su familia en busca de alimento y
refugio, el director de Michigan ya conocía a Nanuk de sus viajes
anteriores (donde había rodado una primera versión amateur que acabaría
siendo pasto de las llamas), además, en esta ocasión se había llevado
todo el material necesario para revelar las filmaciones diarias y
proyectárselas a los esquimales en medio de los glaciares, hecho que
provocó una implicación total por parte de los nativos, que nunca habían
visto un artefacto de este tipo.

El
film fue desde su origen un gran espectáculo con el poder de quitar el
aliento a través de su mirada de un naturalismo sangrante, lo fue cuando
se estrenó en los años veinte y lo sigue siendo ahora que continúa
vigente e impresionante al llevarnos como espectadores a un mundo
mágicamente cruel y aterradoramente desconocido. Lo que Flaherty
pretende, no es mostrar un simple documental frío y desangelado, no
quiere convertirse en cronista de lo exótico, lo que pretende es entrar
en las entrañas de un pueblo, de una cultura, de un “modus vivendi”, y
comprende perfectamente que para ello debe entrar en la vida de uno de
sus miembros, porque no hay nada como la intimidad para favorecer la
comprensión y, por tanto, la identificación con algo que nos resulta, a
priori, tan lejano como extraño. En el documental escasea la épica
propiamente dicha, todo lo dulzón que puedan parecer las relaciones
familiares desaparece en cuanto Flaherty decide mostrar las duras
condiciones de Nanuk, una vida que es una lucha constante contra unos
elementos naturales que ofrecen la mayor hostilidad posible, a pesar de
ello siempre hay un momento para rebajar la tensión y dejar que un
sentido del humor tierno inunde la pantalla.
Toda
una oda al coraje, a la fuerza y la pureza de una familia haciendo
frente a la más hostil de las naturalezas que los trata con abrumadora
dureza e impiedad, un ejemplo de cine magistralmente ecologista, un
canto a la épica del ser humano, en absoluto panfletario o gratuito, del
todo necesario, y un puñetazo en los morros de tanto capitalista
arrasador e inhumano de los bienes naturales en beneficio propio que,
hoy en pleno siglo XXI, ha ganado fieramente en vigencia, verdad y
necesidad. Toda una lección de vida, un documental imprescindible, una
auténtica joya.
Cary Juant.
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El Candidato
29 de Junio de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de El Candidato.

Aunque
el nombre de Michael Ritchie no suele asociarse a la denominada
generación de la televisión, concepto en el que se encuadra a la serie
de realizadores que procedentes del mundo de la pequeña pantalla dieron
el salto al cine (Lumet, Penn, Frankenheimer...), su perfil coincide con
ese retrato generacional, durante los primeros 15 años su carrera se
desenvuelve en el medio televisivo, trabajando en episodios de
diferentes series, hasta que en 1969 accede a la dirección de su primer
largometraje para el cine, “El descenso de la muerte”, que supone su
encuentro con Robert Redford, curiosamente Ritchie terminaría su carrera
en el mundo de la televisión, lugar en el que se refugió cuando su
carrera languidecía tras una serie de títulos anodinos para la gran
pantalla. Tras esa primera oportunidad con “El descenso de la muerte”,
la relación con Robert Redford se prolongaría en su siguiente
proyecto,”El candidato” (The candidate), parece ser que Redford se
decidió a producir una película sobre el proceso electoral mientras
observaba las convenciones políticas de 1968 y cómo las campañas se
habían convertido en un circo, en un desfile televisivo y social para
recaudar fondos, en un show programado, agresivo, rozando la estupidez a
veces e incluso mezquino en su forma, pero anodino y carente de
profundidad en su fondo. Para ello, Redford como productor echó mano del
guionista Jeremy Larner, un redactor de los discursos de Eugene
McCarthy en su candidatura presidencial de 1968, Larner, que había
acabado desilusionado por la campaña y había escrito un libro sobre
ello, Nobody Knows (Nadie lo sabe), consiguió plasmar convincentemente
los entresijos y las tinieblas del entramado de negociaciones y
concesiones que conlleva una campaña electoral a la hora de colocar en
el sillón al candidato, Larner ganaría el Óscar al mejor guion.

La
película muestra una inconfundible estética de su década —tanto en la
caracterización de los actores, como en el tipo de luz y de montaje—,
aunque en este caso, esto no constituye ninguna rémora, ya que el
estilo, muy fragmentado y parecido al del reportaje, se adecúa
perfectamente a la historia. Se trata de una aguda crítica social
magníficamente compuesta, su puesta en escena, ágil y directa,
atropellada incluso en imágenes cuando es necesario, casi fea en
ocasiones, inflexible, la convierte en una mirada cruda y realista,
comprometida e inquietante, deudora o hermana del gran documental, del
que bebe tanto en lo conceptual como en lo físico, aportando secuencias
en 16 mm o la improvisada cámara en mano.

Sin
duda uno de los aspectos más destacados —incluso los miembros de la
Academia se dieron cuenta— es el guion que, con muy breves y certeros
trazos, nos informa de las estrategias de campaña, de la relación del
protagonista con su mujer, su padre, sus colaboradores, sus antiguos
colegas… Redford realiza aquí una de sus mejores interpretaciones, y el
hecho de que se encuentre en el cenit de su belleza física beneficia a
la película, ya que también nos habla del poder de la imagen en la
política, le acompaña el siempre perfecto Peter Boyle (el inolvidable
monstruo de "El jovencito Frankenstein") que, en su papel caricaturesco
de jefe de campaña es el tipo que mueve todos los hilos. También
aparecen en este magnífico reparto Melvyn Douglas, Don Porter, Allen
Garfield, Karen Carlson... e incluso Natalie Wood en un pequeño papel.
Una
estupenda película, toda una mordaz sátira política, que hoy, en esta
etapa de la historia donde la imagen y la primera impresión lo son todo,
suena tan actual como lo fue durante su estreno en los años setenta,
porque la política moderna se reduce a eso: eslóganes simplones,
colorines, luces, gestos... es puro espectáculo, simple marketing, las
ideas vienen después, si es que vienen porque lo más normal es que ni
haya ideas, hay más improvisación que planificación. Lo ideal sería que
primase ante todo, el programa, es decir el proyecto, el planteamiento
de soluciones a los conflictos y problemas sociales de toda índole, que
es lo que importa, pero por desgracia lo ideal raramente se plasma en la
realidad.
Cary Juant.
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Un Domingo Maravilloso
1 de Julio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Un Domingo Maravilloso.

Después
de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, este país, y sus
estudios cinematográficos, trataron de seguir adelante con su vida tal
como habían hecho siempre sus gentes, aunque, por supuesto, había
grandes diferencias, el nacionalismo exacerbado había dado paso a una
nación asolada y empobrecida, inquieta por su futuro. Por lo que
respecta a la industria del cine, esta siguió rodando películas, aunque
en un número mucho menor y con peores medios, si durante la guerra los
cineastas nipones habían tenido que lidiar con la censura militar
imperial, ahora aquellos mismos cineastas debían someter sus guiones a
la censura del Gobierno de Ocupación, y a las presiones de unos pujantes
sindicatos (controlados por los comunistas) que se hicieron con el
control de los estudios cinematográficos, de hecho el primer film que
rodó Akira Kurosawa tras la guerra fue “Los que hacen el mañana”, una
película de corte sindical que el director fue obligado a producir junto
a los realizadores Kajiro Yamamoto e Hideo Sekigawa, Kurosawa siempre
renegaría de ese film, y durante el resto de su vida trató de aparentar
que esa película no existía. Tras escribir el guion para una película en
la que debutaría un tal Toshiro Mifune, palabras mayores, Kurosawa se
juntó junto a un amigo de infancia, Keinosuke Uekusa, para elaborar un
nuevo guion que relataría una historia sencilla, alejada de cualquier
tono político, no sería descabellado, pues, considerar “Un domingo
maravilloso” como su verdadera primera obra de autor.

Movimiento
capital en el devenir del séptimo arte, el Neorrealismo italiano nacía
de entre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la relevancia y la
influencia de esta corriente cinematográfica se hacía notar en lugares y
cinematografías alejadas de esa Italia derruida pero con una situación
muy similar, es el caso del Japón de posguerra, Shimizu, Ozu, Yoshimura o
Mizoguchi (enamorado de la obra de Rossellini) abrazan dicha corriente
para mostrar con severa desnudez la realidad de su sociedad; "Memorias
de un Inquilino", "Mujeres de la Noche", "El Baile en la Casa Anjo" o
"Los Niños de la Colmena” serán ejemplos de ello. Como ya comentamos
anteriormente un joven Kurosawa trabaja con el dramaturgo y amigo de la
infancia Keinosuke Uekusa para una producción de Toho que se ha de rodar
en escenarios naturales por la precariedad económica, añadiendo a ello
su filmación "clandestina" a modo de documental por las calles de
Shinjuku, estos detalles acercan a la esencia neorrealista más pura la
pequeña e íntima pero no por ello menos universal epopeya de "Un Domingo
Maravilloso", Kurosawa radiografía su sociedad sin perder un ápice de
lucidez ni de marcada amargura, muestra las calles como son y la gente
como es, rodeada de miseria, pobreza, corrupción y edificios en ruinas,
es la tierra de los desamparados y derrotados, es un mundo de sombras y
lluvia incesante, de violencia e injusticia, de desgraciados que
únicamente en el delito encuentran una forma de sobrevivir a la ruina,
no obstante Kurosawa, como en la mayoría de sus films, prefiere abogar
por la esperanza y concederle algunos instantes mágicos a los
protagonistas.
Entrañable
trabajo del maestro Kurosawa, una hermosa historia de amor que posee
destellos del gran Kurosawa, sobre todo en su ritmo y dinamismo. Los
actores bordan sus papeles, Isao Numasaki y Chieko Nakakita traspasan la
pantalla con su química, transmitiendo por momentos desesperanza y en
otros son unos soñadores que creen en el futuro. Uno de los títulos
menores de Kurosawa, que en otro director sería, sin duda, una de sus
grandes obras.
Cary Juant.
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Fuerza Bruta
8 de Julio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Fuerza Bruta.

Octavo
largometraje de Jules Dassin producido por el independiente Mark
Hellinger para la Universal, un impresionante film carcelario
protagonizado por Burt Lancaster que parte de una historia de Robert
Patterson, convertida a guion por el gran Richard Brooks y que se puede
considerar como el punto de partida para la que seguramente sea la
primera obra maestra del cine penitenciario. La película sirve de guía a
otras, es precursora y marca el camino a las que vendrán posteriormente
para convertir el subgénero carcelario en imprescindible, con películas
como ”La evasión” esa otra absoluta obra maestra de Jacques Becker que
constituye el inesperado testamento de uno de los más grandes
realizadores de la cinematografía gala. Estos muros tampoco son muy
diferentes a otros que en el futuro albergarán historias similares, aquí
ya vemos cómo los reclusos son sometidos a una disciplina que traspasa
con creces todos los límites por parte de los en teoría encargados de
custodiarles, como veremos más tarde en “Brubaker”, por ejemplo. Al
igual que en la icónica “Fuga de Alcatraz” los deseos de libertad de los
prisioneros chocan de frente con las ansías de poder que exhiben sus
carceleros, lo mismo sucede en la infravalorada “Homicidio en primer
grado”, en la que el principio de acción-reacción rige las tensas
relaciones entre cautivos y funcionarios. Hay también un par de detalles
que no se deberían pasar por alto, como ese tablero de ajedrez que
preside la celda y que sólo unos años más tarde volverá a aparecer en el
“Stalag 17”, el barracón ideado por el maestro Wilder, o el cartel en
la pared de esa mujer que sirve de musa y de mucho más como sucederá
bastante después en “Cadena perpetua”.

Jules
Dassin nos da una lección en la realización, creando un film de cine
negro entre rejas, alcanzando una atmósfera opresiva que se desliza en
un “in crescendo” hasta el apoteósico tramo final. El guion es
maravilloso, con una descripción detallada de cada personaje,
conoceremos los motivos personales por los cuales cumplen condena en
dicha prisión con el continuo uso de “flashbacks”, con una portentosa
fotografía en glorioso blanco y negro a cargo de William H. Daniels que
le da a la película un tono gótico, cercano al expresionismo alemán,
abusando del negro para los momentos más dramáticos y tensos,
sencillamente magistral. Las interpretaciones son soberbias, destacando
por encima de todos Burt Lancaster y Hume Cronyn, jefe de guardias de la
prisión y encargado de hacerles la vida imposible a los presos; Burt
Lancaster nos regala uno de sus mejores trabajos, y mira que ha hecho
bastantes, creando al carismático preso Joe Collins, con un lenguaje
corporal colosal, un antihéroe al que muchos no dudan en seguir y que
tiene su zenit en el tramo final con un despliegue físico brutal.
Una
película que sin duda merece figurar en el “Olimpo” del género, una
obra maestra de Jules Dassin que años más tarde nos legó "Rififí" para
demostrarnos su absoluta maestría como creador de situaciones tensas y
contenidas que explotan en el momento oportuno. Mi recomendación más
entusiasta para invertir poco más de hora y media en una cinta que
seguramente os impresionará y tardaréis en olvidar. ¡¡¡Gran trabajo,
señor Dassin!!!
Cary Juant.
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Encrucijada de Odios
22 de Julio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Encrucijada de Odios.
Película
producida por la RKO, sin duda uno de los mejores filmes de Edward
Dmytryk, director que se manejó muy bien dentro del género negro en los
40 y que a lo largo de sus 32 películas abarcó casi todos los géneros,
además de hacerse famoso por ser uno de los diecinueve convocados que no
se presentaron a declarar en la famosa audiencia de la “Caza de Brujas”
de McCarthy. John Paxton, que ya había colaborado con el director en
películas como “Historia de un detective” (1944) o “Venganza” (1945) ,
adapta una novela que Richard Brooks escribió mientras era sargento en
el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos haciendo películas de
entrenamiento en Quantico, Virginia y Camp Pendleton, California; en la
novela, la víctima era homosexual, el “Hollywood Hays Code” prohibió
cualquier mención a la homosexualidad porque se veía como una perversión
sexual, el tema de la homofobia del libro se cambió por uno sobre
racismo y antisemitismo.

La
historia destaca por un excelente dominio del elemento espacio/tiempo,
la acción transcurre en apenas un par de días, la noche en la que tiene
lugar el asesinato, la mañana siguiente y la madrugada del día
posterior, este corto periplo será suficiente para inmiscuirnos en un
relato de corte detectivesco, típico del cine negro no solo por el mero
hecho de desarrollar un caso policial, sino también por abordar temas de
carácter social relacionados con la realidad del momento en el que el
film se rodó. Aprovechando la coyuntura del reciente final de la 2ª
Guerra mundial se nos ofrece un fresco sobre la incapacidad de muchos
militares para reintegrarse en la vida civil así como el desprecio que
sentían por estos últimos, pero fundamentalmente se ofrece un tratado
contra la irracionalidad del odio y da un toque de atención contra el
antisemitismo antropológico y curiosamente paradójico que se da entre
los vencedores cuyos valores, al menos en teoría, deberían oponerse a
los del nazismo. Visualmente la cinta es portentosa, el fabuloso uso de
la iluminación (sombras, luces directas sobre los rostros, contrastes…),
junto con el sabio manejo de los planos (contrapicados, fotografía
turbia, primeros planos…), consigue crear un ambiente de sordidez e
inseguridad, clave para que el relato adquiera sobriedad.

Otra
de las virtudes de la película es el elenco protagonista, encabezado
por los tres “Roberts” y secundado por una de las grandes “femmes
fatales” de la historia del cine, la inconmensurable Gloria Grahame, que
se convierte en el "leit motiv" que desarrolla la trama, la Grahame fue
nominada al Oscar como actriz de reparto por su sensual papel de Ginny.
Young da vida a un policía cansado tras tantos años en el cuerpo, y
sobre todo por lo que ha visto en ellos, un hombre que sabe mucho más de
lo que aparenta y que no se dejará engañar fácilmente. Ryan es un
soldado hablador e inteligente, que oculta su inseguridad y sus temores
mediante el desprecio a todos los que considera “inferiores” a él, borda
otro de esos papeles a los que nos tenía tan acostumbrados, el de un
tipo encantadoramente desagradable lleno de complejidades psicológicas y
alteraciones mentales. Y finalmente, Mitchum, con su imagen
característica de estar un tanto de vuelta de todo, es el encargado de
mover los hilos en la sombra para resolver la investigación, y salvar
así a su amigo demostrando su inocencia.
Una
pequeña obra maestra del cine negro y del thriller psicológico, social y
político. Un asesinato, un detective, varios sospechosos, “femme
fatale”, una esposa adorable... ¡Qué más queréis! Una pequeña joya para
disfrutar.
Cary Juant.
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El Solterón y la Menor
24 de Julio de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Solterón y la Menor.

Estupenda
screwball comedy dirigida por Irving Reis, un artesano que había
empezado en el mundo de la radio donde innovó con su famoso “Taller de
teatro” en la CBS, allí patrocinó a un nuevo talento llamado Orson
Welles, años más tarde volvieron a coincidir ambos en la RKO, pero
mientras el nuevo genio dirigía las magistrales “Ciudadano Kane” o “El
cuarto mandamiento”, Reis se ocupaba de filmes de segunda categoría,
aunque bueno, Reis también cuenta con algunas buenas producciones entre
las que destaca la película que hoy nos ocupa, “El solterón y la menor”,
o “Todos eran mis hijos” (con Edward G. Robinson) y “Hechizo” (con
David Niven). La película fue un proyecto personal del productor Dore
Schary, un hombre que llevaba dieciséis años en el mundo del cine, desde
que empezara como guionista en el departamento de MGM, tras ganar un
Oscar por el guion de “Forja de hombres”, empezó a producir filmes de
bajo presupuesto que dieron pingües beneficios al estudio como “Bataan” y
“La cadena invisible”, pero sus continuas divergencias con Louis B.
Mayer lo llevaron fuera de los estudios, empezando una nueva etapa en
RKO, allí intentó reverdecer los éxitos de la productora que se había
refugiado en las cintas de serie B.

Memorable
el guion de Sidney Sheldon, quien consiguió el premio Oscar por este
trabajo, magistral, ofreciéndonos una comedia llena de inteligente humor
e hilarantes diálogos. De alguna manera, puede que nos suene haber
visto cientos de veces la misma historia y con los mismos trucos, pero
funciona, y lo hace por culpa de este inteligente guion con una
inventiva de excepción y un estupendo estudio de caracteres que sabe
hurgar en el interior de unos estereotipos que conocemos pero con los
que, quizá, nunca nos hemos encontrado. E incluso podríamos decir que la
película se molesta en darnos una pequeña lección sobre dónde se halla
el verdadero amor, ah, pero no os preocupéis, lo hace siempre con la
sonrisa puesta y con un ojo mirando hacia la verdad y el otro hacia el
escepticismo que siempre pone la edad, esa señora tan peligrosa y tan
llena de insidia. Y señoras, mucho cuidado, porque aquí tenemos una
muestra del poder masculino, y qué poder, cuando alguien con la sorna
dibujada en la cara se propone caer bien, agárrense bien al brazo del
sofá porque el tipo va a tirar con fuerza hacia la pantalla y puede que
las haga partícipes de las evoluciones de la galantería; de paso, y para
los señores, aprendan cómo se puede ser irresistible mientras se pierde
el ridículo entre salto y salto, para mí, es una de las mejores
terapias que se pueden recomendar para quien necesita un poco de alegría
entre tantas seriedades sobrevenidas.

La
película cuenta con un trío de actores formidable, encabezados por unos
siempre eficientes Cary Grant y Myrna Loy y por una jovencita y precoz
Shirley Temple, que por entonces ya contaba con 19 años. Los dos
personajes femeninos son muy diferentes entre sí, Myrna Loy, la jueza es
estirada, sobria, meticulosa, controlada, altiva... siempre elegante y
siempre distante; su hermana, Shirley Temple, es todo lo contrario, poco
más que una cría, con muñecas en su habitación, doseles, velas,
cortinas, pinturas románticas... está muy bien en su papel, aunque me
cuesta olvidarla como niña prodigio de otras películas del cine clásico
de las que guardo grato recuerdo. Cary Grant es un tipo despreocupado,
con encanto, algo descarado, pero sin abandonar un cierto aire inocente,
Cary Grant es uno de mis actores favoritos de la gran pantalla, y aquí
me parece que borda su papel, hasta en aquellas ocasiones en que, por
necesidades del guion, debe comportarse como un adolescente. Encantadora
también la interpretación de Ray Collins como tío de Mirna Loy empeñado
en hacer de Cupido entre los protagonistas.
Estupenda
comedia de enredo que seguro te arrancará una sonrisa, una comedia que
se ve con agrado y que cumple a la perfección su objetivo, entretener.
No se puede esperar menos de una película donde Cary Grant no sólo se
dedica a conquistar a jovencitas sino también a nosotros, pobres
incautos, que asistimos, atónitos, a su belleza de ademanes y gestos, a
su encanto envolvente, a su irónica mirada que siempre parece
encaminarse a no tomarse a sí mismo demasiado en serio.
Cary Juant.
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Defensa
30 de Julio de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Defensa.
En
los años 70 se desarrolló por completo el concepto de “Nuevo
Hollywood”, películas que se apartaban del sistema de estudios de las
décadas anteriores y el glamour del Hollywood clásico, para buscar temas
más cercanos, duros y controvertidos que el simple entretenimiento,
sólo en medio de este contexto sociológico y cultural se puede entender
la importancia de “Defensa”, el hecho de que fuera uno de los mayores
éxitos de taquilla de 1972 y que al año siguiente recibiera tres
nominaciones al Oscar, en las categorías de mejor película, montaje y
dirección.

“Defensa”
(no me puedo imaginar quién sería el lumbrera al que se le ocurrió esta
traducción, “Deliverance” significa literalmente “Liberación”) es un
film magistral que confronta al hombre civilizado con la naturaleza en
estado salvaje, donde no sólo el río o la espesa zona selvática crea
desasosiego, sino también los habitantes igualmente silvestres de una
América profunda y endogámica, que atenaza a los personajes y al
espectador con acciones insólitas y despiadadas. Está magistralmente
dirigida por John Boorman, que sabe mantener el ritmo de la historia de
forma que no nos podamos despegar de la butaca; el guion es simplemente
espectacular, es obra de James Dickey y está basado en la novela
homónima del propio Dickey, “Deliverance”, escrita en 1970, la película
prácticamente reproduce la novela, en otro lenguaje, el audiovisual,
pero con las cargas de profundidad que han hecho de esta obra literaria y
de la película, sendos clásicos. Además de la excelente dirección de
Boorman y el fantástico guion de Dickey, hay que añadir que la música de
Eric Weissberg es sensacional y acompaña a los expedicionarios por los
tumultuosos parajes que transitan, aportando dramatismo al relato; la
fotografía de Vilmos Zsigmond es de antología, así como la puesta en
escena y el montaje. El reparto también es extraordinario, con un Jon
Voight en un papel memorable, plenamente convincente, que vive con
extrema audacia y a la vez angustia los acontecimientos, Burt Reynolds,
que siempre fue un actor muy cotizado pero mediocre, hace no obstante en
este film, el papel de su vida: resuelto, creíble, brillante.
El
año de “El Padrino” y “Cabaret” Boorman se presentó con esta joya
imperecedera, que sigue provocando sensaciones de ahogo por muchas veces
que la veas, donde no sobra ni falta un solo plano. Una de las mejores
películas de los años 70 que va a permanecer en nuestro recuerdo para
siempre, ojo, disfrutar de esta película de noche, en silencio y sin
interrupciones puede ser una de las experiencias mas desasosegantes que
se pueden sufrir con el cine. Una maravilla que seguro nos revuelve en
nuestro sofá, de matrícula de honor.
Cary Juant.
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El Beso de la Muerte
13 de Agosto de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Beso de la Muerte.

Los
años 40 son irrepetibles, los 50 también, ninguna de esas películas
volverá a hacerse jamás, se mejorarán, se remasterizarán y todos los
"an" que queráis, pero no será lo mismo, esas viejas películas están ahí
y aunque no son buenas todas las que están, si están todas las que son
buenas, y buena es sin duda "El beso de la muerte", más bien es muy
buena. Dirigida por Henry Hathaway y escrita por Ben Hecht y Charles
Lederer sobre una historia de Eleazar Lipsky, se inspiró en una historia
real del ex fiscal de distrito Lawrence Blaine, el relato fue comprado
por la 20th Century Fox como vehículo para el lucimiento de Victor
Mature, y este hace seguramente la mejor actuación de su carrera, pero
quien realmente se sale es un arrollador Richard Widmark en su debut
cinematográfico, componiendo uno de esos villanos que permanecerán para
siempre en nuestra memoria. Y aquí me detengo, me quito el sombrero,
hago una reverencia mosqueteril a los Richelieu de turno, y brindo mi
comentario a Richard Widmark, ¡va por usted, maestro!, porque su trabajo
no es solo bueno, es superior, y es tan superior que me recordó a aquel
Scarface (Paul Muni) de Hawks... haz el mal y no mires a quién, sin
remordimientos, como el que no quiere la cosa, con ese punto de locura
apenas perceptible por un brillo especial de las miradas, Widmark sale
pocos minutos en pantalla pero cuando sale se la come, su mirada y su
risa malévola de psicópata empedernido nos deja impactados, nos
inquieta, nos deja huella.

La
película nos engancha desde el principio con un inquietante suspense
que no requiere de aspavientos ni trucos para ser intenso, Hathaway no
deja que la historia pierda fuerza en ningún momento, dura lo que tiene
que durar y muestra lo que tiene que mostrar, cualquier director hubiera
caído en planos innecesarios, pero Hathaway va al grano, a lo que da
empaque a la historia, dirige todas las escenas con una fuerza
contenida, un pulso, una tensión y una sobriedad magistrales. El guion
de Ben Hetch y Charles Lederer (los mismos de la fantástica “Luna Nueva”
de Howard Hawks) es magnífico, aunque queda algo estropeado por esa
moralina ejemplarizante forzada por la manipuladora censura de la época.
La fotografía de Norbert Brodine está en la línea del mejor cine negro,
haciendo un gran uso de los claroscuros como es habitual en el género.
Otro
inolvidable clásico del genero, cine negro del bueno. Excelente
suspense (¡que largo se puede hacer un trayecto de ascensor!), la
fotografía... superior, pero Widmark es… ved la película y poned
vosotros el adjetivo. Una de esas películas clásicas para ver en el
silencio de la noche y simplemente disfrutar.
Cary Juant.
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La Senda Tenebrosa
5 de Septiembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Senda Tenebrosa.

Había
una vez un tiempo en que la receta para el éxito era tan simple como
tener una historia sólida, un director con personalidad al timón y unos
actores cumplidores, un tiempo en que el universo de las grandes
estrellas de Hollywood estaba conformado por maravillosos actores,
dotados de un carisma innato, difícil de encontrar en la actualidad, que
les hacía resultar creíbles en cualquier papel que cayese entre sus
manos, Humphrey Bogart fue uno de ellos, un tipo bajito y más bien
delgaducho, radicalmente alejado de la imagen de galán que triunfaba en
la época, que, sin embargo, protagonizó una de las historias de amor más
emblemáticas de todos los tiempos, la que vivieron Rick Blaine e Ilsa
Lund en “Casablanca”(Michael Curtiz, 1942), ahora bien, si Bogart estuvo
perfecto en su encarnación de héroe romántico en tiempos de guerra, no
cabe duda de que sus trabajos más recordados estarían enclavados dentro
del cine negro, en general, y en sus cuatro colaboraciones junto a la
actriz Lauren Bacall, en particular. La innegable fotogenia de la Bacall
llamó poderosamente la atención del director Howard Hawks, tanto fue
así que confió en ella para que coprotagonizara junto a Bogart, “Tener y
no tener” (1944), toda una obra maestra en la que la pareja derrochó
una química que traspasó la pantalla, aquello fue tan solo el comienzo
de la leyenda. Que el actor fuese 26 años mayor que la debutante actriz
no fue obstáculo para que acabaran enamorándose y pasando por el altar
un año después, formando uno de los matrimonios más unidos del mundillo
artístico, que duró hasta el fallecimiento de él en 1957. Bogart y
Bacall volverían a ser pareja cinematográfica en tres proyectos más, a
cual más inolvidable: “El sueño eterno” (Howard Hawks, 1946), “Cayo
Largo” (John Huston, 1948) y la película que hoy nos ocupa, "La senda
tenebrosa”, tal vez, la que goza de menos renombre, sin embargo, aunque
no llegara a alcanzar la categoría de absoluta obra maestra que sí
ostentan las otra tres cintas, hay que rendirse a la evidencia de que
nos hallamos ante un título realmente fascinante.

Jack
L. Warner contrató a Delmer Daves para llevar a cabo la adaptación de
“Dark Passage”, una novela de David Goodis, como vehículo para
lucimiento de la pareja del momento, Daves, un realizador que sería más
recordado por sus excelentes westerns –“Flecha rota” (1950), “El tren de
las 3:10” (1957) o “El árbol del ahorcado”(1959) son algunas de sus
mejores aportaciones– y que aquel año también filmaría otra
interesantísima historia de intriga como “La casa roja” , lejos de
plegarse a las exigencias de los productores, decidió tomar aquel
potente material y realizar una jugada tan suicida como la de no mostrar
el rostro de su estrella protagonista (Bogart) hasta una vez
transcurrida una hora de película, una licencia creativa, tan poco
explotada por aquel entonces, como la del empleo de la cámara subjetiva,
hace que el espectador viva los acontecimientos a través de los ojos de
su personaje Vincent Parry, con los diferentes personajes que
interactúan con él hablando directamente a cámara, también emplea la voz
en off de Bogart para hacernos partícipes de los pensamientos y miedos
de este hombre injustamente acusado de un asesinato, el de su esposa,
que no ha cometido, un héroe en la mejor tradición de los falsos
culpables de Hitchcock.
Llamativa,
interesante, inteligente, misteriosa, elegante, sofisticada,
enigmática, ingeniosa y rompedora producción de cine clásico,
perfectamente engarzada como si de un mecanismo de relojería se tratase.
La fotografía corre a cargo del notable Sidney Hickox ("Tener y no
tener", "Al rojo vivo"), Hickox convence realizando un esplendido
trabajo de captación de exteriores, sin olvidarnos, eso si, de unos más
que loables interiores retratados perfectamente a través de un sabio uso
de luces y sombras. El director de la música es Franz Waxman,
especializado en composiciones cinematográficas ("El crepúsculo de los
dioses", "Rebeca", "Un lugar en el sol"), sobriedad y clase definen a la
perfección la música que nos ofrece Waxman.
Un
clásico nada menor, emocionante y absorbente, repleto de momentos
memorables. Un excelente thriller que te atrapa de principio a fin y que
se constituye sin duda una de las cimas del cine negro.
Cary Juant.
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Las Aventuras de Jeremiah Johnson
10 de Septiembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Las Aventuras de Jeremiah Johnson.

Existen
películas en la historia del cine que una vez visionadas quedan
adheridas a la memoria con una frescura y viveza que consiguen perdurar
con el paso de los años en nuestro imaginario, “Las aventuras de
Jeremiah Johnson” es una de ellas. El protagonista está encarnado por
Robert Redford, que con este trabajo consiguió la madurez en su carrera
cinematográfica, una madurez paralela a la amistad que le unía desde los
años sesenta al director del filme, Sydney Pollack. El magnífico guion
es de John Millius y Edward Anhalt, basado más en las novelas “Mountain
man” de Vardis Fisher. o “Crow killer” de Raymond Thorp y Robert Bunker
que en la verdadera historia del fronterizo “comedor de hígado Johnson”,
que según cuenta la tradición, para vengar la muerte de su mujer —una
india de la tribu de “las cabezas lisas”—, mató y comió los hígados de
los mejores guerreros “crow” (cuervos) que fueron sucesivamente enviando
contra él. Fue el primer western de la historia en inaugurar el
Festival de Cannes, pasó por numerosos problemas de financiación (que
obligaron, entre otras cosas, a improvisar el reparto de secundarios,
rodar en los terrenos del propio Redford, usar como vestuario ropas
compradas en mercadillos, e incluso suprimir el catering), pero el
director consiguió su objetivo, crear una inolvidable película, llena de
belleza, sentimiento y poesía.

Pollack
consigue crear uno de los universos de ficción más ricos y pintorescos
imaginados durante el Siglo XX, navegando sobre una deliciosa partitura y
disfrutando con una fotografía con mucho más de divino que de humano,
el espectador atraviesa junto a Jeremías por todas las etapas por las
que una persona de ciudad atravesaría en un hábitat si no hostil sí,
cuando menos, extraño: inexperiencia, frustración, adaptación,
embelesamiento… No hay una escena de más ni una escena de menos, la
película nos entretiene y educa al mismo tiempo, pienso que es
conveniente revisarla de vez en cuando para mantener fresca nuestra
capacidad para emocionarnos, para acordarse de que es bueno mantener la
llama de los propios sueños o de las propias fantasías.

Una
obra muy especial, Pollack nos muestra las Rocosas en Utah de un modo
absolutamente magistral, con esos planos generales llenos de belleza, no
hay duda de que estamos ante una película muy física pero, al mismo
tiempo, llena de tintes poéticos, donde el director recupera el sentido
del paisaje como obra maestra de la naturaleza. Pollack retrata
maravillosamente pedazos de realidad, a modo de fotogramas congelados
sacados de una bobina, que desnudan el mundo y nos describen con
objetividad sin paliativos, al hombre en contacto con la naturaleza,
personajes como el entrañable y locuaz anciano Claw Bear dedicado a la
caza del oso, el bandolero errante y sin escrúpulos Del Guey, el niño
"mudito" bautizado Calehb por el propio Jeremiah e hijo biológico de una
mujer enloquecida por una triste desgracia, "su" mujer india fruto del
habitual trueque tribal, el enigmático jefe de la tribu de los Cross,
Camisa Encarnada, el ejército de caballería, cementerios indios, escenas
de luchas terribles con una jauría de lobos... conforman una sobria y
bella película, filmada con esmero y talento, por uno de esos directores
que siempre, o casi siempre acierta con lo que nos ofrece.
Un
soplo de aire fresco (de la montaña, seguro) aún cincuenta años después
de estrenarse. Maravillosa, bella... inolvidable, un ejemplo modélico
de hacer cine de aventuras, o mejor dicho de hacer cine, seguro que sus
imágenes se van a calar en tu retina y no se van a marchar en mucho
tiempo.
Cary Juant.
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Häxan
18 de Septiembre de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Häxan.
Entre
los siglos XV y XVII en Europa se instalaron una serie de procesos
judiciales englobados bajo el nombre de “caza de brujas” que derivaron
en la ejecución de entre 40 y 50 mil personas, basándose en un texto
interesantísimo, el "Malleus Malleficarum" (martillo de las brujas), un
tratado escrito por dos monjes alemanes inquisidores dominicos, de
tremenda trascendencia, por desgracia, el director, guionista y actor
(nada menos que en el papel del Diablo) Benjamín Christensen realiza una
exhaustiva investigación sobre el tema, combina narración con pasajes
filmados de manera brillantísima, mezcla la historia documentada con la
pura ficción dramática para realizar un falso documental acerca de la
apasionada, turbia y tétrica relación del ser humano con el mundo de la
superchería y la brujería desde la Edad Media, creando un genial libro
de texto en movimiento. La película estuvo perdida hasta los años
sesenta en que fue recuperada, estrenándose una nueva versión con
narración del poeta William Burroughs y una nueva banda sonora, hoy en
día nos encontramos con dos versiones, una muda y la otra narrada, la
muda es la original, la segunda es la narrada por Burroughs, supongo que
por haber escrito el poema dedicado a Hassan-i Sabbah (líder de la
secta medieval de terroristas esotéricos conocida como “Hashisheen” o
“The Assassins”).
Dividida
en siete capítulos, Christensen lleva a cabo una historia de la
brujería analizándolo desde diferentes aspectos (orígenes de las
supersticiones, análisis de los tópicos sobre brujería, características
de la represión…). Es un retrato magnífico sobre el miedo a lo
desconocido y sobre la brutalidad y la sinrazón con que se combatía
aquello que no se comprendía, algo que Christensen traslada muy
sutilmente al presente para hacernos ver que todas las barbaridades de
la Inquisición no son algo tan remoto y lejano como pudiese pensarse
sino que se repite a lo largo de la historia, siempre hay un mal
absoluto al que se achacan todos los males y que sirve como
justificación para las mayores atrocidades y para justificar la propia
existencia de los mecanismos de represión, llámese a ese mal brujería,
judaísmo, comunismo... lo cierto es que ese miedo abstracto acaba por
convertirse en una realidad que sirve como válvula de escape y justifica
las peores atrocidades.
Después
de un comienzo torpe, con varitas señalando dibujos en libros antiguos,
acompañados de multitud de rótulos informativos, la película pasa a
convertirse en una auténtica maravilla, con una fotografía espectacular,
onírica y terrorífica, y una escenografía y ambientación cuidadas hasta
el más mínimo detalle para crear una sensación de realismo y al mismo
tiempo de alucinación y pesadilla. En lo formal, la película no tiene
desperdicio, el modo en que está ficcionada la Europa de la Inquisición
es todo un prodigio, las imágenes evocan el clásico expresionismo gótico
alemán, donde la figura de Satanás resulta aterradora, con escenas de
gran brutalidad sobre todo teniendo en cuenta su año de producción, se
ven torturas, se cocinan niños, nos ofrece bacanales orgiásticas,
metafóricas masturbaciones nada solapadas con Belcebú tocando la
zambomba, o brujas meando en cubos y tirándolo en una vivienda a modo de
maldición, ceremonias de sumisión al Diablo desfilando para besarle su
peludo culo... una explosión transgresora para denunciar el sinsentido
de la intolerancia, tomando como ejemplo a la inquisición, para ellos la
fácil excusa para todos los males era la brujería, era el chivo
expiatorio mediante el cual simplemente por ser fea, vieja, tuerta,
jorobada o muy guapa eras culpable, porque eso sí, brujas son las
mujeres, los hombres son solo las víctimas de este aquelarre.
Una
de esas joyitas del cine mudo danés (pionero en tantas cosas), con
muchas similitudes en forma, contenido, estructura y mensaje con “Las
páginas del Libro de Satán” de Dreyer, rodada más o menos al mismo
tiempo, e influyendo también en otra obra del propio Dreyer, “Dies
irae”. Grotesca, salvaje, visceral, cruda, explícita, sórdida, sombría,
onírica, descarada... una cinta sorprendente, deslumbrante, atrevida en
todo momento y, por encima de todo, con una estética cautivadora.
Absolutamente magnífica.
Cary Juant.
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Los Inconquistables
24 de Septiembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Los Inconquistables.
Los norteamericanos suelen referirse a la época
histórica en que se sitúa “Los inconquistables” (Unconquered) como el
nacimiento de la libertad y de la nación, y el fin de la América
colonial, un amanecer no exento de traumas humanos en forma de continuas
guerras y violencias de muy distinta procedencia. En el año en que se
sitúa la acción, Gran Bretaña había vencido a Francia por el control del
norte del futuro país americano, el único y gran problema eran los
indios que poblaban aquellas tierras, ligados al derrotado colonizador
francés y organizados bajo el mando del jefe Pontiac, que acaudilló un
movimiento guerrero de una docena de tribus alzadas contra los ingleses,
la guerra india más recordada de aquel período, las batallas fueron
sangrientas en los fuertes que vigilaban la frontera, ocho de los cuales
cayeron en manos indias, sólo dos resistieron los ataques, y uno de
ellos fue Fort Pitt, enclavado en el emplazamiento que ocupa actualmente
la ciudad de Pittsburgh. Los puristas del devenir histórico criticarán
sin duda a DeMille por falsear la realidad histórica, pero la fidelidad
del Cine a la realidad de los hechos es la que permite el carácter de
ensoñación que tiene este medio expresivo, en su descargo cabe señalar
que el realizador siempre se rodeó de asesores reputados y prestigiosos
para preparar sus guiones, como hizo con Henry S. Noerdlinger en esta
producción de 1947. La base literaria empleada en “Unconquered” es una
novela publicada en 1933 y escrita por Neil H. Swanson, “The Judas
Tree”, el escritor reelaboró su propia historia al conocer el argumento
que DeMille y su guionista Fredric M. Frank habían elaborado a partir de
su original novelístico, y entonces sí adoptó el título con el que hoy
la conocemos (en la edición española ese título quedó en
“Inconquistable”).
El
film suma aventuras, western, drama, acción, romance, guerra... El
relato se presenta minuciosamente documentado en cuanto a armas,
construcciones, útiles domésticos, uniformes militares, vestidos, medios
de transporte, etc. Evidentemente no hay un realismo palpable ni en las
imágenes ni en lo contado (históricamente muy alejado de la realidad)
pero qué más da, que una película de dos horas y media se te pase en un
santiamén deja muy a las claras las virtudes de esta historia en la
Nueva Inglaterra del siglo XVIII: narración prodigiosa, tratamiento
exquisito de las imágenes y personajes vigorosos hasta el infinito.
En
cuanto a las maravillosas actuaciones tenemos a una Paulette Goddard
encantadora, Gary Cooper, muy Gary Cooper, de diez, Howard da Silva
repulsivo, Ward Bond en su estilo y el resto de secundarios encajan muy
bien en la historia con pinceladas de humor, amor, odio, lucha,
supervivencia, superación y patriotismo. Pero centrémonos en la pareja
protagonista, se lo merecen: Abigail Martha Hale (Paulette Goddard) es
la espita narrativa que desencadena la acción sentimental y física: su
condena por un crimen del que nunca sabremos más que lo sentenciado en
una vista pública londinense, su venta como fascinante esclava con
rasgos exóticos, los oscuros deseos que el traficante de armas Garth
proyecta sobre la joven y sobre todo la relación veladamente sexual y
abiertamente caótica que mantiene con el recto yhonesto
militar Holden (Gary Cooper) convierten a Abby-Paulette Goddard en una
heroína inolvidable, las imágenes de su delicado rostro, sometido a los
más abyectos escarnios, forman parte de esa iconografía del oeste
colonial con la humillación de una subasta pública, con el vestido
rasgado para ser sometida a latigazos, dándose un nada íntimo baño de
espuma en la casa del herrero Frazer, fregando el suelo de una sucia
taberna y como remate, maniatada por las tribus de Guyasuta (Boris
Karloff) a punto de arder en la hoguera; sin duda es uno de los
auténticos iconos del filme. Cooper ofrece de nuevo un recital de
integridad, valor, galantería y moral, es el prototipo del americano
medio, el hombre que todos quisieran tener como yerno, DeMille siempre
pensó que este animal de la escena había nacido doscientos años después
de su tiempo, que era un auténtico hombre de la frontera trasladado al
presente.
Aventura,
romance, drama, leyenda, tecnicolor, persecuciones, asedios, cascadas,
traiciones, bosques, indios, frontera, mosquetes, tomahawks, héroes
socarrones e infalibles y malos malísimos que odias desde el primer
fotograma, ¡qué más quieres! Una de esas películas que forman parte de
ese registro almacenado en la memoria y marcado a fuego desde la
infancia.
Cary Juant.
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Se Escapó la Suerte
27 de Septiembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Se Escapó la Suerte.
Una
de las primeras películas dirigidas por el gran Jacques Becker, autor
de obras maestras como “Montparnasse 19” (Los amantes de Montparnasse,
1958), o “Le trou” (La evasión, 1960), y una de las grandes influencias
de Godard y su panda. “Antoine et Antoinette” (Se escapó la suerte,
1947) tiene su referente en el Christmas in July (Navidades en julio,
1940) dirigida por Preston Sturges, y está también muy emparentada con
otra joya como “Esa pareja feliz” (1951) de Bardem y Berlanga. Su
Argumento está basado parcialmente en la comedia musical “El millón”,
dirigida por René Clair en 1931 y nos propone un alegre y entrañable
recorrido por el Paris de la posguerra a través de una humilde pareja,
que pierde un billete ganador de la lotería, y con ello, la oportunidad
de prosperar y salir de su precariedad.
Una
magnífico filme, revelador de la madurez que atesoraba el cine de
Becker ya desde sus primeros pasos como director. A partir de la
precisión de un montaje extraordinario –obra de Margueritte Renoir-, el
director articula un retablo lleno de ritmo y vitalidad. Filmada a pie
de calle, con un estilo naturalista, cercano y cálido, la película de
Becker nos sumerge en el retrato costumbrista de un París obrero, y de
unos personajes empeñados en mantenerse felices pese a la dificultad del
momento.

El
filme respira humanismo por todos los poros, ayudado por la gran labor
de sus actores, el papel de Becker por acercarse de la forma más
realista y cercana a su historia sobre el azar y los caprichos del
destino, y sobre todo por aproximarse a temas ligados con la condición
humana, como son el deseo de prosperar, o el deseo sexual. La película
recoge momentos de amable y alegre humanidad con la aparición de ese
plantel de personajes que pueblan la escalera, y las proximidades del
barrio, y que se muestran tan reales como solidarios, y amables. Ese
espíritu luminoso y alegre se transmite a lo largo y ancho del filme,
pese a las dificultades en las que se ve envuelta la pareja con la
pérdida del boleto, y cuyo destino mantiene al espectador con un nudo de
amargura. Recordemos que estamos en 1947, pero la película respira
modernidad, aunque los medios fueran limitados, los emplazamientos de
cámara, los encuadres o la disposición de los actores son una constante
pugna por contar las cosas de otra manera, por renovar el lenguaje
cinematográfico, abrirse camino para que luego otros lo allanaran y
pavimentaran.
Una
película, divertida y humana que oscila entre ambientes duros,
deprimentes y personajes que despuntan humanidad sana. La balanza se
inclina hacia un horizonte esperanzador, y ese sabor alegre y dulce es
con el que se arropa al espectador hasta en los últimos fotogramas de
esta hermosa cinta. Cine de aroma clásico, esa clase de cine cándido,
que no pasa de moda, y que reconforta y produce bienestar. Una estupenda
comedia de corte neorrealista del que puede considerarse con toda
justicia uno de los mejores directores franceses de todos los tiempos.
Cary Juant.
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En Legítima Defensa
3 de Octubre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de En Legítima Defensa.
Tras
la deslumbrante, y desoladora, “El cuervo” (Le corbeau - 1943),
Henri-Georges Clouzot retorna a la realización cinematográfica, tras el
obligado lapsus que vivió en carne propia por sufrir la acusación de
colaboracionista, realizando una estupenda película “QUAI DES ORFÈVRES”
(En legítima defensa), su cuarto film como director. Basada en una
novela del belga Stanislas André Steeman, que sirvió previamente a
Clouzot en su debut en el largometraje con “L’ASSASSIN HABITE AU 21” (El
asesino vive en el 21, 1942), “QUAI DES ORFÈVRES” es una muestra más,
de las diversas vueltas de tuerca que el extraño y valioso cineasta
francés, brindó a la sociedad francesa de su tiempo, a la que supo
retratar, poniendo siempre en primer término, la mezquindad de un mundo
en el que impera la falta de escrúpulos, el cineasta francés sabe hacer
casi física esa sensación de podredumbre moral que impera en un contexto
dominado por mediocres, seres frustrados, o personas que utilizan su
fortaleza económica con el fin de alcanzar sus objetivos, por más que
estos aparezcan revestidos de los tintes más nauseabundos. El maestro
galo del suspenso transforma brillantemente una trama clásica de novela
policíaca, nos lleva a los camerinos del music hall parisinos que apenas
dejaban espacio (ya no digamos intimidad) a sus ocupantes, nos enseña
la complicidad entre esos entrañables artistas de baja estofa y la
lascivia que despiertan las bailarinas que basan sus números en exhibir
su cuerpo más que en mostrar su (a menudo inexistente) talento, y nos
acerca a las celdas de detención del Departamento de Investigaciones
Criminales del Quai, en una mezcla de realismo social y crueldad
psicológica que se convirtió en su marca registrada.
Nos
encontramos ante una película de antihéroes: un protagonista masculino
no especialmente atractivo ni inteligente destinado a sobrellevar el
papel de cornudo y que para cometer un crimen se prepara una coartada
insostenible; un inspector de policía rudo y malhablado encarnado
magistralmente por Louis Jouvet con el original timbre de su voz, sus
curiosos interrogatorios, sus métodos poco ortodoxos y su humor socarrón
parisino; una cantante de music-hall sin talento que coquetea con
cualquiera para salir adelante, una fotógrafa que se ve obligada a hacer
fotografías eróticas para un viejo verde por subsistencia... no,
realmente Clouzot no busca ganarse las simpatías de nadie con sus
personajes, pero tampoco se recrea en sus defectos y simplemente los
retrata tal cual son. Los escenarios principales de la historia se
muestran en clave expresionista próxima al diseño visual y al empleo del
blanco y negro que por entonces hacía el cine negro americano, la noche
y la oscuridad de lugares desprovistos de ventanas o poco iluminados
(determinadas dependencias policiales, ciertos emplazamientos entre
bambalinas y en los sótanos del teatro, el salón principal del
repugnante de Brignon...) priman sobre la claridad y la luz del día.
Un
clásico poco visto, una de las grandes obras del cine francés de
posguerra, una proeza del cine negro que le valió a Clouzot el codiciado
premio al mejor director en Venecia, mucho antes de sus triunfos
internacionales con obras maestras de la talla de "El salario del
miedo", o "Las diabólicas".
Un
fenomenal vehículo de intriga y suspense que anuncia ya muchas de las
cualidades por las que el director será apreciado en años posteriores.
Cary Juant.
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Sin Sombra de Sospecha
3 de Octubre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Sin Sombra de Sospecha.
Michael
Curtiz es fundamentalmente conocido por haber dirigido uno de los
iconos de la historia del cine “Casablanca (1942)”, pero antes de llegar
a Hollywood ya contaba con una reputada carrera en su país de origen,
Hungría, sobre todo gracias a grandes producciones épico-bíblicas del
periodo silente como "La luna de Israel (1924)", obra que la Paramount
compró en Estados Unidos con el fin de ocultarla en sus archivos y que
el público no pudiese compararla con "Los diez mandamientos (1923)" de
Cecil. B. De Mille, ya que curiosamente en ambos films se incluía la
secuencia en la que se abren las aguas del Mar Rojo. El director abordó
con eficacia un montón de géneros: bélico, western, aventuras, terror y
por supuesto el noir con títulos tan interesantes como el que nos ocupa
“Sin sombra de sospecha (The Unsuspected)”.
Curtiz
huía de los estereotipos hollywoodienses y sus obras a menudo no
contaban con brillantes guiones, por lo tanto tenia que suplir esas
carencias con su hábil realización tal y como ocurre con esta película,
con una iluminación mas bien expresionista y donde los extraños ángulos
de cámara contribuyen a describir los sentimientos de los personajes
casi mas que los diálogos. El director nos demuestra su destreza
utilizando los mejores recursos del género: siluetas, reflejos, sombras
entrecruzadas, profundidad de campo, primeros planos y contrapicados...
los aplica Curtiz con maestría, logrando precisos efectos psicológicos y
dándonos pistas sabiamente conjugadas. La película está basada en una
novela de Charlotte Amstrong, con guión de Bess Meredyth (esposa de
Curtiz) y prodigiosa fotografía de Elwood Bredell, autor de obras
maestras de la talla de "The Killers”, Robert Siodmak – 1946), cuenta
con música de Franz Waxman (" Rebeca (1940)", "La ventana indiscreta
(1954)”...), con una inteligente fusión de jazz y música clásica que nos
remite a sus imágenes.
“Sin
sombra de sospecha” es sin duda una de las grandes contribuciones de
Michael Curtiz al cine negro y pienso que está a la altura de otras
grandes películas suyas que se pueden incluir asimismo fácilmente como
alguna de las grandes aportaciones a géneros como, sobre todo, el de
aventuras —El capitán Blood (1935), El halcón del mar (1940), El lobo de
mar (1941)—, pero también al western —Dodge, ciudad sin ley (1939)—.
Puede que José Luis Guarner exagerara cuando solía incluir a “The
Unsuspected” entre las mejores películas de la historia del cine, pero
sin duda es un soberbio film que merece ocupar el lugar de honor que le
corresponde dentro del así llamado cine «clásico» de Hollywood e incluso
en la filmografía de su director; una cinta a tener muy en cuenta y que
seguro os mantendrá enganchados y disfrutando de ella desde su inicio
hasta su excelente "THE END". Cary Juant.
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El Callejón de las Almas Perdidas
9 de Octubre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Callejón de las Almas Perdidas.
“El
callejón de las almas perdidas” es una obra maestra, un thriller, un
drama psicológico en el que se pone en cuestión las apariencias a partir
de una serie de oposiciones o comparaciones, la bola del vidente puede
transformarse en botella de alcohólico, la confesión ante el charlatán
ser equiparada al relato hecho en la intimidad del psicoanalista, la
lectura de las cartas del tarot es tan fiable como la reflexión
psicológica. El director de la cinta es Edmund Goulding, un cineasta de
gran calidad pero que tuvo pocos proyectos que estuvieran a su altura.
En este caso Tyrone Power es el protagonista, él fue quien impulsó la
producción y la hizo posible al aceptar él, que en 1947 era la gran
estrella masculina de la FOX, un papel de charlatán o vidente, de tipo
inquietante por lo atractivo y porque dice la verdad, porque adivina
nuestros secretos con armas que se nos antojan ilícitas.
El
film es además de una gran elegancia visual, con la estupenda
fotografía de Lee Garmes y, sobre todo, una prueba del enorme talento
del cineasta para dotar cada secuencia de identidad visual clara,
próxima al surrealismo y siempre al servicio de una mirada despiadada
sobre el mundo. En
todas las enciclopedias se habla de un final patético, con Tyrone Power
convertido en monstruo de feria que devora pollos vivos, ese plano o
esa secuencia, que sería coherente con la película, no figuró en la
versión final del film, probablemente porque el final era de
comercialidad más que dudosa y no soportable para un público incapaz de
aguantar que tanta crueldad se cebase en su héroe.
Gran, gran
película, original y fascinante, y que no ha perdido un ápice de
actualidad a pesar de los setenta y cinco años transcurridos desde su
estreno.
Cary Juant.
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Robin de los Bosques
18 de Octubre de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Robin de los Bosques.
‘Robín
de los bosques’ (Robin Hood) fue una de las primeras películas de ese
cine de acción y aventuras que llegó a su apogeo entre 1940 y 1955
gracias a intérpretes como Errol Flynn, Maureen O’Hara, Burt Lancaster,
Anthony Quinn..., largometrajes que hacían las delicias de generaciones
de jóvenes en las sobremesas de las tarde de sábado y que apuntalaron
todo un subgénero de enorme popularidad dentro del séptimo arte con
ingredientes como el carisma de sus intérpretes, la espectacularidad de
los planos, una acción trepidante y un enfoque basado en la evasión pura
y dura. Sin lugar a dudas, el actor que inauguró este modo de hacer
cine fue Douglas Fairbanks Sr., su auténtico nombre era Douglas Elton
Thomas Ulman, su padre, de ascendencia judía, era un abogado de renombre
obsesionado por el deporte y la interpretación, no solo inculcó su amor
por el teatro a Douglas desde la más tierna infancia, sino también a su
hermano Robert, que en ‘Robín de los bosques’ ejerce como técnico de
rodaje.
La
película es una auténtica superproducción, la más cara hecha hasta la
fecha, fue la primera gran producción cinematográfica rodada en torno a
la figura del mítico “Príncipe de los ladrones”, se basa libremente en
la balada de 1632 de Martin Parker, quien presentó Robin Hood como el
conde de Huntington. El desmesurado presupuesto fue gran parte destinado
a la construcción del mayor decorado edificado en Hollywood para una
película de cine mudo, se construyó un imponente castillo y un pueblo
(Nottingham) entero, hechos en el Estudio Pickford-Fairbanks en
Hollywood, en los que participaron más de cien carpinteros, diseñados
decorados por Lloyd Wright, hijo del célebre arquitecto Frank Lloyd
Wright. Fue todo un éxito, tanto de crítica, como comercial, la más
taquillera de 1922. Film
rebosante de vitalidad, un auténtico “chute” de alegría, pero sin
faltar sus buenas dosis de romance, drama o comedia. Douglas Fairbanks
demuestra porque fue el primera gran leyenda del Cine, arrollando con su
energía, electricidad, sus dotes para irradiar simpatía y vigor,
saltando, cayendo, peleando… está fantástico en ese rol de pícaro
aventurero que encarnaba con naturalidad, vitalidad y optimismo. A
destacar también el magnífico elenco de secundarios: Enid Bennett, Sam
de Grasse, Paul Dickey, Allan Hale y sobre todo a Wallace Beery en el
papel del rey Ricardo.
Otro
de los grandes clásicos del cine de aventuras, disfrutemos de este
espectáculo brillante y divertido en el que no faltan las traiciones o
los lances amorosos, y todo ello salpicado con grandes dosis de sentido
del humor. Cine con mayúsculas que solo puede gozarse en todo su
esplendor en pantallas cinematográficas de grandes dimensiones, lástima
que nos tengamos que conformar con las del televisor, pero sin duda,
vale y muy mucho la pena.
Cary Juant.
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Crónica Negra
25 de Octubre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Crónica Negra.
Antes
de morir prematuramente, Melville, un tipo que se paseaba por el mundo
con botas de cowboy y sombrero texano, pretendiendo emular a sus
admirados directores americanos, dejó el pabellón bien alto con su
última película. El film suma acción, crimen, policíaco, thriller...
desarrolla una narración austera, estilizada y depurada, exenta de
adornos y de elementos superfluos, buscando la simplificación y la
síntesis. Como ya sucediera en la extraordinaria “LE SAMOURAI” (1967),
la visión gélida de París según Melville se filtra a través de su amor
por el cine negro clásico americano, con su estilo característico de
héroes tristes sin entrar en esos modelos básicos de acción que pueden
reducirse a violencia y brutalidad, la composición de las escenas de
violencia es prácticamente como la de cualquier película de Serie B
americana, seca, dura, sin concesiones, no hay malabarismo, únicamente
trama.
Melville
nos obsequia con uno de sus temas recurrentes, los profesionales,
ladrones y policías, gente estoica que sabe lo que tiene que hacer, que
cuando ejercen son máquinas puestas al servicio de sus objetivos. La
historia intenta mostrarnos lo fina que es la línea entre lo que está
bien y lo que no, sigue el peculiar estilo Melville, un estilo seco,
áspero, en un mundo de personajes ambiguos, traidores, lealtades, pocos
diálogos y mucha acción, los personajes hablan más con su mirada, con
sus gestos, que de palabra. Los críticos de “Cahiers du Cinema”,
entusiasmados con el estilo, con la forma de hacer del director, lo
propusieron como prototipo de un movimiento que se inspira en él: la
“Nouvelle Vague”, en el film están presentes muchas de las
características que definirán al nuevo cine francés, como el rodaje en
exteriores con cámara en mano, primitivos travellings, grúas, que cada
uno se montaba como podía, (recordemos el memorable travelling final de
'Los cuatrocientos golpes' de François Truffaut, filmado desde el
maletero de un coche utilitario). Pero además en esta película llama la
atención el filtro azul que tiñe los fotogramas, tanto en escenas
diurnas como nocturnas, en la filmación del oleaje o en los atascos de
la ciudad, y el velo que se interpone entre los personajes y los
espectadores… estética que adoptará Wong Kar-Wai en 'Happy Together',
premiada en Cannes 25 años después. Grandísimo
cierre a la excelente obra del maestro, una película magnífica, como
cine negro, como cine policíaco, como thriller... y como película del
gran Melville. Pasen y vean, con la contención propia del género y un
genuino suspense apoyado en los sonidos ambientales más que en la
música, a un travesti enamorado de un “poli”
duro, a una mujer como la Deneuve alimentando pasiones con esmerados
silencios, tortuosa sensualidad y manos muy seguras a la hora de cumplir
con la ejecución que se imponga, a profesionales de armas tomar y
ladrones surgidos de la miseria humana del paro… y un comienzo
fascinante a orillas del mar, en un pueblo perdido próximo a París, bajo
una lluvia y un viento torrenciales. Melville en estado puro. Cary Juant.
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Maestra Rural
30 de Octubre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Maestra Rural.
“Maestra
rural” es una emotiva cinta sobre como una mujer que haciendo frente a
la adversidad se convierte en un referente, no solo para sus alumnos,
sino para toda la aldea en la que vive. Constituye
un buen ejemplo del cine que realizaba Mark Donskoy, en ella reivindica
a la mujer en su compromiso social a favor de los más necesitados, y
logra que su carácter y su dignidad, reluzcan con toda su fuerza.Una
de las joyas de Donskoy, donde se muestra claramente la propuesta del
cine Soviético Stalinista: calidad artística y propaganda. La primera
parte del film es maravillosa, nos muestra de una forma educativa como
la joven maestra Varenka consigue con esfuerzo ganarse el cariño de sus
alumnos. La segunda parte, con la llegada del comunismo, Donskoy nos
descubre a una Varenka apasionada por la llegada de la igualdad social
de clases. Todo el film servido bajo una calidad artística asombrosa,
aparte del carácter político del film hay que reconocer que la dirección
de Donskoy es exquisita. Como
siempre, es excelente el trabajo del fotógrafo Sergei Urusevski, con
especial relevancia a las imágenes de paisajes. Fiel al legado de los
grandes camarógrafos soviéticos realiza un montaje espectacular, es
fantástico como destaca los contraluces y los brillos de las imágenes,
realizando repetidos paralelismos y cambios en los años, con sucesión de
imágenes sobre un fotograma principal, contrapuntado todo en la música
popular rusa. Una
excelente película, cine emotivo, comprometido, todo un homenaje a
todos los maestros que llevaron a todo el enorme territorio de la URSS
el espíritu revolucionario, para el que la educación era un valor
supremo y, en ningún caso, un privilegio reservado para las élites. Cary Juant.
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Oliver Twist
30 de Octubre de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Oliver Twist.
Oliver
Twist es una de las novelas más célebres de la literatura universal,
obra de un genio de la literatura, Charles Dickens. Fue escrita entre
1837 y 1839 y se presenta en ella un cuadro de la sociedad inglesa de la
época victoriana, Dickens denuncia la precaria situación de los
orfanatos y el maltrato que se daba a los acogidos en ellos, la
delincuencia y la marginalidad de Londres y el triste papel del sistema
judicial, que no duda en castigar severamente a un pobre chico. La
novela ha tenido una larga relación con el cine, siendo adaptada en
numerosas ocasiones, de hecho, esta excelente versión 1922 creo que era
ya la quinta vez que la novela había sido llevada al cine, aunque todos
mantendremos en nuestra memoria absolutas maravillas como la versión de
David Lean de 1948, el musical de Carol Reed de 1968 o la versión de
Roman Polanski de 2005. El
director Frank Lloyd crea un Londres de principios del siglo XIX
completamente realista, todo un logro sobre todo teniendo en cuenta los
recursos que por entonces tenía, se encuentra con una tarea
prácticamente imposible, el tratar de abarcar toda la historia de
Oliver, pero lo logra asombrosamente bien, encajando casi todas las
tramas secundarias y personajes secundarios menores de la novela,
seguramente esta versión es la más fiel a la novela original de Dickens,
prácticamente todos los personajes principales y tramas secundarias se
incluyen con pocos cambios, toda una hazaña para un film de 74 minutos
de duración. Sin
duda, uno de los puntos fuertes de la película es el binomio
Coogan-Chaney. Jackie Coogan fue aquel niño inmortalizado para siempre
por “El chico”, de Charles Chaplin, su descubridor y el creador de ese
icono que tantas veces hemos visto reproducido en infinidad de lugares,
aquí hace un trabajo maravilloso, no necesita ni lágrimas, ni grandes
gestos, ni por supuesto palabras, para deleitarnos con una actuación
portentosa, por cierto, con Coogan se terminó con una rara tradición,
hasta ese momento todos los Oliver Twist habían sido interpretados por
chicas. Por otra parte, el gran Lon Chaney, el “Hombre de las mil
caras”, compone un Fagin espléndido, sórdido, miserable, malvado y
cómico que todavía conmueve por su enorme poderío actoral. Otra
espectacular joya de esa maravillosa época del séptimo arte que fue el
cine silente, con unos fantásticos decorados, que recrean de manera
expresionista y siniestra el Londres victoriano, y con unos magníficos
trajes de esos mendigos y desesperados que rondaban por las truculentas
calles de Londres, y que bien pudieron haber sido una fuente de
inspiración para “Gangs of New York”, de Scorsese. realmente se puede
arañar la mugre y oler el sumidero del agua estancada en cada
callejuela. Sin duda una excelente película, si aún no la habéis visto,
no os la perdáis, vais a disfrutar de un rato de buen cine.
Cary Juant.
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Cuerpo y Alma
6 de Noviembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Cuerpo y Alma.
Cuando
expiró su contrato con la Warner Bros, ese gran actor que fue John
Garfield, logró unirse con los productores, David Loew y Charles
Einfeld, y juntos fundaron “The Enterprise Studios”, una empresa con la
que Garfield buscaba tener un mayor control sobre sus proyectos, al
tiempo que le daba ocasión de apoyar a valiosos talentos como André de
Toth, Robert Rossen, Abraham Polonsky y otros, cuyo profundo sentido
humanístico a veces encontraba tropiezos en la gran industria. Con un
costo de 2.2 millones de dólares, “Cuerpo y alma”, fue el primer gran
éxito de “The Enterprise Studios” y, John Garfield, se abonó otro de los
inmortales títulos de su carrera, interpretando a un boxeador que
tendrá que enfrentarse a las más atrayentes tentaciones que nos ofrece
la vida: el dinero, el éxito y la seducción sexual. La película supuso
el debut en el cine del escritor Robert Rossen y es sin duda una de sus
mejores obras, tan sólo superada por esa absoluta obra maestra que es
"El Buscavidas".
El
mundo del boxeo profesional, con su sordidez, amaños y demás miserias,
ha sido llevado en múltiples ocasiones a la gran pantalla, ciertamente,
esta película no es la primera que aborda el tema, pero sí podemos
afirmar que es el clásico a partir del cual todas las posteriores se han
rodado y concebido. Como siempre el tema pugilístico es el “McGuffin”
para hablar de temas universales como el capitalismo despiadado, la
ambición, la codicia, el vender tu alma en pos del éxito monetario, la
búsqueda de la redención... Presenta el mundo de la trastienda del boxeo
como alegoría de nuestra sociedad, solo salen adelante los más crueles y
amorales, microcosmos repleto de mafiosos, violencia, vejaciones,
muertes, decadencia, y asimismo puede verse como un nuevo asalto al
Sueño americano.
Un
filme brillante se mire por donde se mire: La fotografía de James Wong
Howe es arte puro, la narración es magnífica, fantástica la habilidad
con la que se utilizan un buen número de recursos cinematográficos: el
prodigioso montaje, las sobreimpresiones y fundidos encadenados con los
que se condensa la progresión temporal en determinados momentos de la
trama, o el empleo de patines por parte de los operadores de cámara con
el fin de dotar de una mayor sensación de veracidad e inmediatez, o el
portentoso combate final que, a buen seguro, debió inspirar a Scorsese
para su “Toro salvaje”. Contribuye a redondear el trabajo un espléndido
guion de Abraham Polonsky, una veraz ambientación, que recrea garitos,
clubes, casas y barrios muy creíbles, por no hablar de la notable labor
desempeñada por todo el reparto, con mención especial para John
Garfield, un espléndido actor cuya carrera fue bruscamente frenada por
los caprichos del “macarthismo”.
Inolvidable
cinta del no lo suficientemente valorado Robert Rossen, quien logra con
esta imponente y soberbia obra maestra, uno de los retratos más lúcidos
y amargos jamás realizados sobre el casi siempre sórdido submundo del
boxeo, un espacio habitado por sanguijuelas, ratas y alimañas de la más
baja condición, que no dudan en corromper el alma y la dignidad humanas
con tal de satisfacer sus ansias de dinero y poder. Una película
especial, brillante, sin duda entre los grandes clásicos del género,
después vendrían absolutas maravillas tales como "Marcado por el odio",
"El ídolo de barro" o "Más dura será la caída " , sin olvidar a la madre
de todas "The champ" de King Vidor.
Cary Juant.
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La Barrera Invisible
11 de Noviembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Barrera Invisible.
Pienso
que ningún cinéfilo que se precie puede decir que no conoce a Elia
Kazan, que desconoce el carácter social de su cine y la capacidad para
plasmar las complejas psicologías de sus personajes, en esta película
vuelve a ahondar en la llaga y la denuncia social pasa a adquirir
naturaleza dominante. La historia, brillantemente adaptada por Moss Hart
y basada en el exitoso libro de Laura Z. Hobson, una socialista hija de
inmigrantes judíos que sufrió en carne propia toda suerte de
improperios, supuso el inicio de la colaboración de Elia Kazan y Darryl
F. Zanuck, el magnate de la Fox. Kazan lucha contra el antisemitismo,
pero sobre todo golpea al que abandera la causa de la protesta por el
antisemitismo imperante y luego no es más que un despreciable y
"educado" racista.
Estamos
ante una película política en la que la ética, los principios, juegan
un papel determinante, una película que por desgracia sigue teniendo una
absoluta actualidad, pues, si se entiende bien su sentido, el
antisemitismo norteamericano de postguerra es un símbolo de cualquier
injusticia que sufra un grupo humano o un sólo individuo; en vez de
judíos podemos poner negros, blancos pobres, comunistas, católicos,
musulmanes, latinos o españoles en Cataluña, cualquier pretexto, por
irracional que resulte, sirve para despreciar a alguien y convertirlo en
chivo expiatorio de una sociedad. No hay que interpretar, por tanto, el
film como centrado sólo en los judíos, el antijudaísmo puede ser
sustituido por cualquier otra minoría, del mismo modo que los
“gentlemen” de la película niegan que ellos o la sociedad norteamericana
alberguen ningún sentimiento antijudío, a pesar de las bromas soeces,
despiadadas o escarnecedoras, ¿no es una constante la negación de que
aquí, en nuestro país, haya algún tipo de conflicto, a pesar de la
campaña de descalificaciones y de insultos que reciben cuantos se
opongan al delirante secesionismo de opereta desde el que se reescribe
la historia, se dicta el presente y se malversan los dineros públicos?
Es lo que hay, y las buenas películas nos avisan de ello y nos permiten
comprenderlo desde la raíz, la del mal.
Kazan
hace un film de gran sobriedad, sin espacio para el sensacionalismo de
ningún tipo, sin despertar sentimientos de odio o de venganza contra
persona alguna, y con los más simples detalles e intachables argumentos,
deja profundamente sentado un álgido problema que sigue causando graves
daños morales y muchas veces físicos a incontables personas. La puesta
en escena y la fotografía son espléndidas, el guion magnífico y los
personajes muy bien perfilados, magistralmente dirigidos y soberbiamente
interpretados: la habitual credibilidad y humanidad de Gregory Peck en
uno de sus típicos roles positivos, la presencia de ese fantástico actor
que fue John Garfield, los sólidos desempeños secundarios de Celeste
Holm y Anne Revere, y sobre todo la estupenda y habitualmente poco
valorada Dorothy McGuire, una gran actriz a la que no se recuerda lo
suficiente.
Un film de notable interés, valiente y arriesgado,
sin duda no es una de las películas más interesantes dentro de la
notable trayectoria de Elia Kazan, pero sí pienso que merece mucho la
pena su visionado. Cary Juant.
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Phantom
13 de Noviembre de 1922
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Phantom.
“Phantom”
fue realizada por Murnau inmediatamente después de “Nosferatu”, y puede
confundir por su título haciendo pensar que se trata de una película
con argumento de características fantásticas, sin embargo, el guion de
la mismísima Thea Von Harbou, basado en una novela del Premio Nobel de
Literatura alemán de 1912 Gerhard Hauptmann, es un melodrama sobre
Lorenz, un ingenuo y humilde funcionario público con aspiraciones
literarias y poéticas, que se enamora perdidamente de Veronika, una
joven de clase alta que se le aparece de manera casi mágica, conduciendo
un carruaje blanco, y que el chico apenas conoce. El título original
hace referencia más bien a las ensoñaciones del protagonista, a sus
fantasmas internos que emergen en situaciones de fuerte expresividad
emocional que Murnau filma con el lirismo que le es característico.
Inevitablemente, “Phantom” recuerda a “Vertigo” (1958), la obra maestra
de Alfred Hitchcock, en la cual un atribulado James Stewart cae rendido
frente a la misteriosa belleza de una distinguida mujer, obsesión que lo
conduce a un espiral de desgracia hasta que intenta reemplazarla tras
su supuesta muerte con una ordinaria chica idéntica a su amada, la
similitud es tan notoria que es más que probable que Hitchcock -confeso
admirador de Murnau- haya tenido consciente o inconscientemente a
“Phantom” como referencia. La película estuvo desaparecida durante casi
80 años hasta que en 2002 se encontró en Moscú un negativo original de
la versión europea que fue recuperado por la Fundación Murnau de
Alemania, después, en 2005, tras un dificultoso trabajo de
reconstitución a partir de este viejo negativo encontrado, se reestrenó
la película, lo que significó un suceso importante para la memoria
histórica del cine mundial por lo que fue prontamente editada en formato
DVD en Europa y Estados Unidos.
El
film suma drama, fantasía, romance, análisis psicológico y crítica
social. Bajo la apariencia de un drama sencillo de amores imposibles,
Murnau desarrolla un profundo e impresionante análisis psicológico, por
medio de indicaciones, insinuaciones y sutiles sugerencias, describe el
descenso de un modesto funcionario municipal, inocente y simple, a los
infiernos de la maldad y la locura. Con gran maestría narrativa, lograda
mediante una impecable conjunción entre la iluminación, los decorados y
los encuadres, sumada a una eficacísima inserción de sueños,
pensamientos e interrelaciones entre lo que se dice y lo que
simultáneamente sucede, Murnau consigue hacer del cine un arte capaz de
expresarse desde todos los rincones del alma humana. Su longitud de
nueve rollos, que en la práctica divide el filme en nueve actos, es
singular para una película muda, “Phantom” tiene una duración inusual de
aproximadamente 120 minutos, el dominio narrativo de Murnau es el que
consigue que, a pesar de su larga extensión, se mantenga el interés del
espectador.
Una gran película, oscura, extraña, cautivadora. No
está a la altura de "Nosferatu" o "Amanecer", por citar dos de las
múltiples obras maestras del genio alemán, pero sin duda vale y muy
mucho la pena su visión. Cary Juant.
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La Mujer del Obispo
25 de Noviembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Mujer del Obispo.
En
1947, Samuel Goldwyn, alzado a la cúspide de su poder cinematográfico
gracias al prestigio alcanzado con esa maravilla del cine que fue “Los
mejores años de nuestras vidas”, se vio con fuerzas suficientes para
tratar de componer la producción navideña definitiva, que arrasase con
un derroche de ternura, optimismo, lloros y aplausos, no en vano, el año
anterior Frank Capra había estrenado esa joya del cine que fue ¡Que
bello es vivir!, la película de la Navidad por antonomasia. De su equipo
en “Los mejores años de nuestras vidas”, el patrón de la MGM lograría
repescar al guionista Robert Sherwood para la traslación a libreto de la
popular novela “La mujer del obispo”, firmada por Robert Nathan, en
principio iba a ser dirigida por un especialista en la comedia, William
A. Seiter, pero, cosas de la vida, Seiter fue despedido y al final fue
reemplazado por Henry Koster.
Koster, director que tuvo que huir
de la Alemania nazi cuando abofeteó a un empleado de banca que se
negaba a entregarle su dinero por ser judío, siempre fue un tipo de
elegantes puestas en escena, ya fuera en musicales y comedias o cuando
le correspondían retos como lo fue llevar a cabo la que fuera la primera
película en Cinemascope, con lo que suponía disponerlo todo para una
pantalla mucho más alargada que de costumbre, como ya comentamos
anteriormente, aquí también le correspondió arreglar un desaguisado, el
director William Seiter fue despedido por desavenencias con Goldwyn y
cuando llegó para sustituirle lo primero que hizo fue que Cary Grant y
David Niven se intercambiaran los papeles, con muy buen ojo, por cierto.
El
cineasta de origen alemán nos regala una agradable comedia navideña con
un cierto toque nostálgico y melancólico, y con una soberbia y elegante
puesta en escena. Sin duda resulta muy fácil compenetrarse con este
delicioso cuento, y con ese inexplicable y mágico sentimiento que te
envuelve cuando ayudas sin esperar nada a cambio. La película rebosa de
encanto, de manera muy sencilla se intenta transmitir valores como la
alegría de vivir, el saber valorar a las personas que tenemos al lado y
que son causa de nuestra felicidad... Hay que destacar a David Niven en
su papel de obispo, demostrando su indudable calidad interpretativa, y,
por supuesto, a Gary Grant en el papel de un ángel muy particular, el
ángel más descarado y hasta “ligón” de la edad de oro del cine,
simpático, elegante y con clase, nadie se puede resistir al ángel
“Dudley/Cary”, ni siquiera el profesor Wutheridge (un genial Monty
Woolley), a quien conquista con una botella de jerez, que se rellena una
y otra vez inagotable, y con unas historias antiguas que le permitirán
escribir su libro.
Admirable comedia con un excelente ritmo
narrativo y un muy sutil sentido del humor, una encantadora historia
capaz de producir emotividad y risas, pero también reflexión y añoranza.
Prepararos a disfrutar en vuestro sillón favorito de un entrañable
regalo navideño. Cary Juant.
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Retorno al Pasado
25 de Noviembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Retorno al Pasado.
Existen
películas que elevan la categoría del cine negro a las cotas más altas
de la excelencia y genialidad cinematográficas, una de estas películas,
tallada en sombras e intrigas, amores y crímenes, pasiones y misterio,
no es otra que la joya que el francés Jacques Tourneur trajo al mundo
del cine cinco años después de que estrenara su obra de referencia “La
Mujer Pantera” (Cat People, 1942), y que puso por título “Retorno al
Pasado”. La genialidad de Tourneur se percibe desde el primer al último
fotograma a través de un guion magistralmente adaptado y de una
fotografía que constituye una delicia visual difícil de superar. El
guion se basa en una novela de Daniel Mainwaring, quien también lo
transpone al filme y está repleto de ingeniosos giros y reflexiones
sobre el amor, la posibilidad de cambiar, la muerte y el destino, al
mismo tiempo que ayuda a definir la psicología de los personajes con una
notable profundidad.
El
film suma cine negro, drama, intriga y thriller. Presenta una trama que
se torna progresivamente compleja, en la que se dan cita los
principales características del cine negro. Las atmósferas son
opresivas, sombrías e inquietantes, en ellas palpitan la traición, la
deslealtad, el chantaje, la venganza, el fraude, la mentira y la
fatalidad. Los personajes, cada uno a su manera, encarnan
manifestaciones del mal: el gángster elegante y de trato afable es un
asesino implacable, la bellísima mujer fatal es codiciosa, destructiva y
mata sin piedad, los esbirros del gángster matan por dinero… Son
figuras oscuras, ambiguas y retorcidas, viven permanentemente
angustiados y dominados por el peso de amenazas difusas e intangibles,
el pasado siempre regresa para proyectar su sombra implacable de
fatalidad y destrucción. Desde el principio te envuelve una atmósfera
asfixiante, casi no te deja respirar, continuamente suceden cosas, el
ritmo es magnifico, la puesta en escena excelente, el guion enorme,
parte de la sencillez para adentrarse en un entretejido argumental
reforzado con “flashbacks” que acompañan al espectador a descubrir cada
parte del filme como una pieza que poco a poco va encajando con las
demás hasta formar un puzle perfectamente definido y completo.
La
fotografía constituye otra de las principales aportaciones que
confieren calidad y majestuosidad a este fantástico “filme noir”, y se
concreta en el juego de claroscuros (geniales los planos ambientados en
Nueva York), las luces y sombras (a destacar la bellísima parte en
Acapulco, donde la luminosidad del exterior contrasta con la
ambientación sombría del interior de los cafés) y los primeros planos
(irremplazable el rostro de Robert Mitchum capaz de expresar profundas
emociones con sólo un gesto, sin duda uno de sus mejores trabajos). Los
encuadres incluyen a los paisajes como unos protagonistas más de la
historia, ya que describen el entorno en el que se desenvuelven los
personajes y reflejan su estado de ánimo así como se erigen en
verdaderos marcos pictóricos para cada uno de los planos, como si se
tratara de pequeñas y sutiles postales que pretenden dejar en la memoria
del espectador la magia de cada escenario. Pero además de esto, sería
una negligencia no hacer referencia a uno de los puntos fuertes que
tiene este filme y que no podía ser otro que el reparto con el que
cuenta, en el papel protagonista está un joven Robert Mitchum que hace
gala de su dominio de las facciones para ofrecer un registro expresivo
conocidamente sobrio pero que aprovecha cualquier mínima variación para
desprender infinidad de matices que dicen mucho más que cualquier
palabra, configurando un personaje a la vez atormentado y con un
sentimiento de alegría jovial que vemos emerger en una media sonrisa.
Junto a él, se incluyen un estupendo Kirk Douglas en el papel del
mafioso Whit Sterling y una magistral Jane Greer interpretando una de
las mejores “femmes fatales” que se hayan visto y verán en el cine.
Un auténtico clásico del cine negro, una obra con mayúsculas filmada en estado de gracia por Tourneur. Una auténtica maravilla. Cary Juant.
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El Juez de la Horca
1 de Diciembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de El Juez de la Horca.
Varios
títulos del Oeste nos hablan de forma parcial o meramente anecdótica de
la existencia de un extraño personaje, el juez Roy Bean, al que se le
considera, no se sabe ciertamente por qué, “el juez de la horca”, ya que
al parecer en sus curiosos juicios llevados a cabo en el salón, que a
su vez utilizaba de vivienda, lo que si ponía eran multas y más multas,
allí despachaba bebidas, jugaba interminables partidas de póquer,
juzgaba a la gente y hablaba de Lilly Langtry, una actriz y cantante por
la que sentía una especial admiración; el juez que al parecer aplicaba
el castigo de la horca era Isaac Parker quien en una pequeña ciudad de
Arkansas llegó a enviar a la horca a ciento sesenta personas, entre 1875
y 1869, de las cuales cuatro eran mujeres. La ciudad donde ejerció de
juez de paz durante años Roy Bean se encontraba en el estado de Texas,
en una zona del desierto de Chihuahua, era una pequeña ciudad situada al
Norte de Vinegaroon, en una zona montañosa al lado de Río Grande
llamada Langtry, el juez creyó que se llamaba así en honor de la actriz,
de ahí que al salón que regentó le llamase Jersey Lilly, nombre
artístico de la actriz, y que colgase en su interior carteles anunciando
representaciones de Lilly. en realidad el nombre del lugar no se
apellidaba así por Lilly sino por la persona ligada al ferrocarril que
había hecho posible que el Southerm Pacific llegará hasta allí.
El
personaje se había hecho famoso en el cine gracias a ese fantástico
western que fue "El forajido (1940)" de William Wyler, interpretando
extraordinariamente por ese excelente actor que fue Walter Brennan,
papel que le valió el Oscar al mejor actor secundario. Las intenciones
de Huston son muy diferentes a la de Wyler, aunque en cierto modo “El
juez de la horca” puede considerarse un remake de aquélla, pero con una
mirada cínica y desmitificadora, aprovechando el nuevo rumbo que había
tomado el western con las novedades que Sam Peckinpah o el cine europeo
habían instaurado, el cine cambiaba, se adaptaba a los nuevos gustos del
público y arremetía sin piedad contra los mitos establecidos, revisando
las formas clásicas, revisión que pasaba por la desmitificación de los
géneros hasta entonces sagrados e intocables, en concreto, por lo que
respecta al género cinematográfico por excelencia, el western, las
manera clásicas de cineastas como John Ford, Anthony Mann, Delmer Daves,
Budd Boetticher o Howard Hawks, se fueron cambiando poco a poco, dando
lugar al denominado western crepuscular, esta nueva variante ahondaba en
el retrato de unos personajes que vivieron tiempos mejores, cansados de
deambular por el hostil y salvaje Oeste.
Huston
caricaturiza el Oeste, nos lo presenta poblado por excéntricos
personajes, es un fresco crepuscular sobre un mundo que agonizaba,
aventureros-forajidos debían dejar paso a la modernidad. La cinta es un
desmitificador retrato de la frontera, algo tan de moda en la década de
los 70, donde se hacia una valerosa autocrítica a la Conquista del
Oeste, arremete duramente pero con gracia contra los métodos empleados
en ‘pacificar’ las nuevas tierras. La puesta en escena bebe del
“feísmo”, es sucia, asquerosa, es el antiglamur, en Huston nada de
grandezas, de apoteosis de un periodo, de recrear un bonito mito, se
deja claro que va al grano, a contar lo que fue, o debió ser, la
estancia del juez en aquel lugar, donde se convirtió en una leyenda en
su casa-salón donde impartía justicia, por llamarlo de alguna manera.
Esta
interpretado de modo arrollador por el coloso Paul Newman en pleno
apogeo de su figura, lo compone a su aire se nota libre, desatado, su
carismática figura le daba para encandilar con su sola mirada, un titán
que anula al que se le acerca, la cámara solo tiene ojos para él, uno de
los más grandes, nos ofrece todo un recital lleno de instantes muy
divertidos, y sobre todo emotivos.
Toda una una gamberrada de
película con la que seguro vas a pasar un buen rato, se nota que Huston y
Newman se lo pasaron en grande rodando este film. Como curiosidad
indicaros que los hermanos Coen la ponen en su lista de los 5 mejores
westerns de la historia. Cary Juant.
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La Huella
10 de Diciembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de La Huella.
A
veces en el cine buscamos cosas complicadas, explosiones, tiroteos,
escenas con mil extras… pues bien, ‘La Huella’ no tiene nada de eso.
Mankiewicz hace de la sencillez su apuesta principal. En la película
solo tendremos a dos personajes: el vanidoso prepotente Andrew Wyke
(genialmente interpretado por Laurence Olivier) y el incauto pero
inteligente Milo Tindle (un jovencísimo Michael Caine a la altura de
Olivier), entre ellos dos y el endiablado divertimento que nos propone
el guion de Anthony Shaffer disfrutaremos del clásico juego del gato y
el ratón llevado hasta las últimas consecuencias. El duelo
interpretativo te absorbe de principio a fin y cuando te quieras dar
cuenta estarás metido de lleno en la película, cada nuevo juego atrae
más que el anterior y la apuesta va creciendo hasta su desenlace final.
Incuestionable
obra maestra tanto en la filmografía de Mankiewicz como en el género de
intriga policíaca, articulada en torno a la ironía, la sutileza e
inteligencia emanada de los diálogos que componen el fantástico guion
Anthony Schaffer, autor del que Hitchcock adaptó otra obra suya para
realizar otra joya del cine, "Frenesí". "La huella" propone una ácida y
lúcida visión en torno al juego con todas sus vertientes: la del
lenguaje (en sus juegos de palabras, adivinanzas, alusiones, registros
diversos según la extracción social, los interrogantes, los ingeniosos
diálogos), los trucos (encarnados en los muñecos burlones mecánicos, la
ruleta que marca el destino, la diana que esconde una caja fuerte, el
disfraz, el arma trucada y el arma de fuego real) y el divertimento
(juegos de mesa, billares, juguetes musicales, instrumentos).
Un
magnífico "tour de force" interpretativo tiene lugar entre dos de los
más destacados actores de origen británico: por una parte Lawrence
Olivier, con sus cadencias teatrales, el dominio de la palabra y de la
expresión corporal y ese porte aristocrático que siempre le caracterizó
y, por otra parte, un Michael Cane en la cumbre de su carrera, que da
vida al advenedizo, ambicioso y rampante pequeño empresario con ansias
de un veloz ascenso social que culmina seduciendo a la mujer del
aristócrata. Sublimes los dos, únicos actores en escena, rodada casi
exclusivamente en el interior de una mansión, se enfrentarán
dialécticamente durante algo más de dos horas sin rebajar un ápice el
interés por nuestra parte, al contrario, la expectación crece a medida
que se va sucediendo la trama.
Una obra maestea sin paliativos,
temas de Cole Porter como el "Anything Goes" sirviendo de
"esclarecedoras pistas", ingeniosos diálogos a la altura de los más
grandes guionistas del Holywood dorado, atmósfera psicológicamente
perturbadora, y unas actuaciones sobrepasando los límites de la más
inverosímil perfección hacen de esta cinta una de las imprescindibles de
todos los tiempos. Sentaos, relajaos y disfrutad de esta maravilla que
nos ofrece Mankiewixz, y recordad… sólo es un juego. Cary Juant.
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La Aventura del Poseidón
12 de Diciembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de La Aventura del Poseidón.
Cuando
Irwin Allen se encontraba en un momento difícil tras haber acumulado
gran éxito como productor de televisión, el best-seller de Paul Gallico
le vino caído del cielo, así que decidió comprar los derechos e invertir
lo que fuera para plasmarlo en pantalla. En realidad el autor se basó
en su propia experiencia a bordo del Queen Mary (que sirvió de escenario
parcial para el film), cuando una ola embistió la embarcación y mandó
rodando por los suelos a camareros y pasajeros unos contra otros. Allen
fichó a Stirling Silliphant y Wendell Mayes para retocar la historia ,
al veterano director británico Ronald Neame tras las cámaras y puso
cinco millones en una producción de la que se encargó la Fox. No había
sido la primera película de catástrofes, y de hecho los 70 se
distinguieron por el resurgimiento de este tipo de películas en las que
una catástrofe era el punto de referencia para desatar todo tipo de
emociones entre personas de razas, religiones y costumbres completamente
diferentes que terminarán creando un vínculo emocional en un intento
desesperado por salvar sus vidas, la única diferencia era la naturaleza
del desastre. “La aventura del Poseidón” abrió la veda por mar y es sin
duda una de las mejores películas de este subgénero que podríamos
denominar “de catástrofes”.
Neame
demuestra un gran oficio como director, otorgando absoluta credibilidad
al heterogéneo grupo protagonista al que nos describe perfecta y
brevemente en cuanto a su personalidad, modo de comportarse y
conocimientos individuales que puede aportar cada uno en una situación
límite que conlleva tensiones y debates morales. Dos de lo grandes
aciertos de la película son el escenario, convertido en un recorrido
mortal totalmente inimaginable para el grupo de los supervivientes, en
cierta forma un personaje más de la película, y por otro lado, el
personaje de Gene Hackman, un predicador con una filosofía muy curiosa y
alejada de todos los demás predicadores: Dios no te va a dar nada ni te
ayudará nunca, eres tú quién ha de conseguirlo por tus propios méritos,
arrodillarse a rezar es una pérdida de tiempo, tal actitud convierte al
personaje de Hackman en un líder muy por encima de cualquier otro,
incluso de cualquier dogma de fe, un tipo que los tiene bien puestos y
que sin renunciar a su amor a Dios hace todo lo humanamente posible por
ser alguien de valía en el mundo terrenal, bueno, ni que decir tiene que
Hackman está fantástico en su papel, como es habitual en este grandioso
actor.
En
el apartado técnico destacar la excelente fotografía, impactante y
claustrofóbica, los planos y movimientos de cámara, con el uso de cámara
en mano, primeros planos, circulares, primerísimos planos, panorámicos,
grúas, ascendentes y descendentes, un trabajo admirable e inteligente.
Los efectos visuales son sencillamente memorables, recibieron un premio
especial de la Academia. Toda la dirección artística también es
impresionante, y es que ver el interior de ese barco al revés, es algo
que no se olvida con facilidad. En la música John Williams, que también
recibió una nominación, ya empezaba a hacerse un hueco que con el paso
de los años fue haciendo cada vez más grande hasta llegar a ser lo que
ya conocéis de sobra.
Brillante película de acción y catástrofes
magistralmente dirigida por Ronald Neame y que, a partir del momento en
el que sucede la catástrofe, no da un segundo de respiro al espectador,
todo un torrente de tensión, suspense y aventura. Como ya he comentado
anteriormente, para mi gusto una de las mejores películas del llamado
subgénero “catastrofista”, posteriormente ha habido más “Poseidones”
pero qué queréis que os diga, de ellos mejor ni hablar. Cary Juant.
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La Huida
16 de Diciembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de La Huida.
“La
Huida” fue uno de los mayores éxitos de taquilla de Sam Peckinpah, el
proyecto parte del productor David Foster, que anteriormente había sido
publicista de McQueen y que adquirió los derechos de “The Getaway”,
relato poco conocido del escritor Jim Thompson. En un principio se
contactó con Peter Bogdanovich para dirigirla, pero al encontrarse
ocupado en otro proyecto se le ofreció a Peckinpah que aceptó
inmediatamente. Para el guion se propuso a un joven por entonces Walter
Hill ya que en primera instancia Jim Thompson había entregado un libreto
que no había dejado satisfecho para nada a McQueen. Por cierto, la
historia de este estupendo film de Peckinpah es bastante peculiar, el
mítico McQueen atravesaba uno de sus peores momentos a nivel profesional
y personal -se estaba divorciando-, por lo que, de rebote, aceptó
protagonizar la película de un Peckinpah que a su vez no estaba muy
convencido con McQueen, aparte de un sentido del humor bastante
“cavernícola”, los dos también compartían una necesidad porque Peckinpah
no veía más que números rojos en sus cuentas, y además se sumaba una
casualidad, el propio Peckinpah se había interesado en la novela años
atrás, lo había comentado con su autor, había pensado y trabajado en la
historia, aunque la retirada de la Productora a última hora paró el
proyecto. Tras varias broncas entre director y protagonista durante el
rodaje, la película llegó al público, que acudió a verla hasta
convertirla en el mayor éxito comercial de Peckinpah. El
film suma acción, crimen, drama, romance, road movie, thriller... Es el
clásico tema tocado por el director, unos antihéroes violentos que
actúan al margen de la ley, lacónicos, hieráticos, misóginos, de fuertes
valores, seres violentos, unos perdedores que buscan torcer su mal
destino, el protagonista, Doc, es así, un tipo de fuerte carácter y de
pocas palabras, habla más su mirada que su boca, McQueen lo encarna de
modo poderoso, irradia carisma, transmite sentimientos, sufrimos con él,
la empatía es instantánea, su lenguaje corporal es inmenso, sus
movimientos en las escenas de acción son colosales, pero es que está a
su lado la bellísima Ali MacGraw, desprende fragilidad, decisión,
dignidad y sobre todo amor, un amor incondicional por Doc, entre los dos
hay una química impresionante, se complementan de forma visceral. Estaciones
con el aire cargado, inmigrantes y soldados del Vietnam que vuelven a
casa... Y nuestra pareja pasando apuros, tras ellos mafiosos con gafas
de culo de vaso y repetidoras humeantes, y guarros, guarros de verdad
que comen en el coche pistola en mano, o los matas o te suicidas… Y
Peckinpah, incomodándonos, creando tensión e intriga. Una de sus grandes
películas, uno de los films de acción más trepidantes a la par que
románticos de la historia, por cierto, esto no es una historia de buenos
y malos, sino más bien de muy malos y menos malos. Cary Juant.
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Avanti!
17 de Diciembre de 1972
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Avanti!
Dos
años más tarde de acabar la mítica "La vida privada de Sherlock Holmes"
y dos años antes de realizar otra de sus obras maestras, "Primera
Plana", Wilder acometió el proyecto de llevar a la gran pantalla “¿Qué
ocurrió entre mi padre y tu madre?” (absurda traducción al español del
título original, “Avanti!”). Inspirada de la obra teatral homónima de
Samuel Taylor, esta fantástica película, de argumento tan imposible como
eficaz, funciona gracias a la habilidad con la que el director y
guionista va tejiendo la relación de sus protagonistas, un vínculo que
da comienzo de la forma más descabellada posible, pero que -¡oh,
milagro!-, termina haciéndose creíble a ojos del espectador. Él es
Wendell (Jack Lemmon), un americano amargado y tradicional, ella, Pamela
(Juliet Mills), una extrovertida británica entregada al hedonismo, dos
personalidades opuestas que se cruzan en Italia, donde Wendell se
traslada con motivo del fallecimiento de su padre en un accidente de
coche, será allí cuando descubra que éste tenía una amante, también
fallecida en dicha tragedia y ésta, a su vez, una hija: Pamela; a partir
de entonces se establecerá entre ellos una relación plagada de momentos
hilarantes e infinidad de enredos, todos barnizados con ese aura de
encanto de la que sólo Wilder sabía dotar sus películas.
La
película está dotada de un magnífico ritmo narrativo. El guion, rico en
sutilezas e inteligencia, incorpora la mordacidad propia de Wilder, se
apoya en una trama básica de humor negro, a la que añade ocurrencias y
lances de humor que combinan sagacidad, ironía, crítica y farsa. Apuesta
a favor del amor, la música, el buen comer, el contacto con la
naturaleza y la alegría de vivir; propone una seria reflexión sobre el
deseo, el placer, la amistad, el hedonismo, el gozo de vivir, la muerte,
que no es trágica cuando llega como colofón de una vida gozosa y plena.
Contrapone el espíritu apresurado, superficial y materialista americano
con la sensualidad vitalista italiana, se burla de la burocracia, las
prisas, la pompa y boato de las ceremonias fúnebres, la corrupción...
Juega con confusiones (de personas, llaves, géneros...), trasposición de
identidades, falsos supuestos, desapariciones misteriosas...
Wilder
aprovechó Avanti! para ironizar sobre las muy relativas preocupaciones y
virtudes norteamericanas, sobre la fragilidad de la fidelidad conyugal y
el descubrimiento de una fascinante forma de afrontar la vida ignorada
por seres humanos a los que se les limitó desde antaño su capacidad de
emoción en pro de su éxito profesional y social. Desarrolla su visión de
la complejidad del género humano a través de un grupo de personajes
unidos por circunstancias luctuosas, indaga en sus comportamientos en
relación con un entorno idílico y relativiza la importancia de las
normas de conducta en apoyo de la libertad moral, la tolerancia, la
alegría de vivir y el amor por encima de cualquier status social o
económico.
Pero,
sin duda, lo que termina de engrandecer la película es la figura de
Lemmon, quien demuestra una vez más ser un actor especialmente dotado
para la comedia, sobre todo cuando toca desenvolverse en el terreno de
la infidelidad, otra de las obsesiones de Wilder. Gran trabajo también
el desarrollado por una sensual aunque rellenita Juliet Mills, sirviendo
como contrapunto ideal al pragmático y frío hombre de negocios
norteamericano. Y todos moderados de manera sutil y cautivadora por
Carlo Carlucci (Clive Revill), el gerente de hotel más encantador y
“multifacético” que jamás haya dado el cine. Pero Avanti! también es un
homenaje al Mediterráneo (“Italia no es un país… es una emoción”, no
duda en calificar una Juliet Mills en cueros encima de una roca en medio
del mar) y a las sensaciones que nacen en el visitante foráneo.
Comedia
simpática, luminosa, soleada, una obra de arte con todas sus palabras.
Una película que como los buenos vinos, no ha dejado de crecer en
calidad y sabor. Gracias Billy, si no fuiste Dios, sí fuiste una de sus
mejores obras. Cary Juant.
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La Dama de Shanghai
24 de Diciembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Dama de Shanghai.
Pese
a resultar mutilada en la sala de montaje, “La dama de Shanghai”,
inspirada en la novela negra “If I Die Before I Wake”, de Sherwood King,
constituye uno de los títulos más fascinantes de la carrera de Orson
Welles. Según se cuenta, el proyecto surge a consecuencia de un préstamo
de 25.000 dólares que Welles había recibido del presidente de Columbia,
Harry Cohn, para financiar la puesta en escena teatral de “La vuelta al
mundo en ochenta días”, a cambio, el “enfant terrible” de Hollywood se
comprometió a dirigir una película protagonizada por la que por entonces
seguía siendo su mujer, la estrella Rita Hayworth, en realidad, ambos
estaban ya prácticamente separados, lo que tal vez venga a explicar la
“desglamourización” a la que la actriz fue sometida por parte de su ex,
quien la obligó a cortarse su famosa cabellera y teñírsela de rubio
platino.
Debido
a los recortes sufridos la trama se vuelve ininteligible por momentos,
pero da igual, vosotros sabéis que en una obra del autor de “Ciudadano
Kane”, más que lo que se cuenta, lo que de verdad importa es el modo en
que se cuenta, y ahí no hay peros que valgan, impresionante su
imaginería visual, el filme, de turbadora atmósfera expresionista, está
repleto de los primerísimos planos, las angulaciones de cámara, los
ampulosos planos secuencia y el juego de picados/contrapicados
característicos de su director. El realizador consigue crear una
atmósfera malévola, siniestra y turbia, que se apoya en una magnífica
fotografía, una música rotunda e inquietante, unas situaciones
impregnadas de misterio, unos personajes oscuros y retorcidos y un
protagonista que prodiga comentarios fatalistas y lacerantes. Welles
desarrolla una trama que con una intrincada red de engaños, traiciones,
personalidades ambiguas y relaciones imposibles que culmina en una
antológica escena de un tiroteo en un salón de espejos brillantemente
filmada por el autor.
Al
modo de un complejo vitamínico fílmico, esta genial película es un
ejemplo del cine que se hacía décadas atrás. Rita Hayworth hace una
interpretación fantástica, la mítica Gilda realiza aquí realmente su
primer papel de femme fatale, para conseguir esta transformación, Welles
da una vuelta más de tuerca, casi una herejía, cortar su famosa
cabellera pelirroja y teñirla de un rubio platino, con estos cambios y
la mano maestra del Director, la Hayworth consigue deleitarnos con una
interpretación de altura, llena de matices, pero siempre recorrida por
una maldad que no la abandona ni en los instantes de amor, pero aún así
tan fascinante que quedamos presos del delirio que su presencia provoca.
A su lado, Everett Sloane, un tiburón de dientes afilados, está
excelente en el papel de abogado rico, tullido y lleno de odio. Esta
pareja maléfica se completa con Glenn Anderrs, en una actuación
sorprendente, delirante, como hermano de Sloane que teme que llegue el
fin del mundo. Y de por último un, como siempre, fantástico Welles,
interpreta aquí a un marinero irlandés, casi un maestro de ceremonias,
que pese a lo que ha vivido en ningún momento olfatea el peligro que
encierra esta historia tan turbia y morbosa.
Una de las joyas
imperecederas del cine negro. Amputada, desigual e imperfecta, pero
decididamente genial. Un filme perfecto en su imperfecta perfección.
Cary Juant.
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La Brigada Suicida
25 de Diciembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Brigada Suicida.
Anthony
Mann es recordado sobre todo por sus espléndidos westerns, muchos de
ellos con el gran James Stewart como protagonista, pero en los inicios
de su carrera cultivó el cine negro en producciones modestas, pero muy
notables. El establecimiento de Mann como realizador coincidió con una
época en la que el cine negro había adoptado un aire semi-documental,
películas en las que se exaltaba la labor de las autoridades, cintas
dotadas de una considerable carga didáctica, destinada a presentar al
público los métodos de investigación seguidos por las fuerzas
policiales. Esta vertiente del cine negro venía a contentar a los que,
como John Edgard Hoover, director del FBI, se habían quejado por la
mitificación del gangsterismo que, en su opinión, propiciaban ciertas
producciones de Hollywood. La industria cinematográfica tomó cartas en
el asunto, produciendo un buen puñado de películas policíacas en las que
los agentes del orden asumían un positivo protagonismo, una de las más
notables fue la excelente “La brigada suicida”, película de escaso
presupuesto que guarda un lugar destacado en la historia del cine por
ser el film que unió los destinos de Anthony Mann y el mago de la
fotografía John Alton.
Con
una notable economía de medios, Mann nos ofrece una lúcida mirada sobre
el mundo de la delincuencia de finales de los 40, poniendo el énfasis
en la profunda degradación de los que viven inmersos en el delito, y
contraponiéndolo a la abnegación y rectitud de los agentes de la ley.
Aunque a determinados críticos les moleste lo que denominan como
excesivo tono propagandístico del film, lo cierto es que “La brigada
suicida” no es en absoluto una cinta maniquea, sin renunciar en ningún
momento a las características típicas del mejor film noir, y otorgando a
la vez ciertas concesiones a la política del Departamento del Tesoro de
los Estados Unidos, en forma de descripción pormenorizada de sus
métodos de actuación y su innegable buen servicio a la sociedad. Mann
consiguió realizar uno de los títulos más notables del cine negro puro,
una cuidada cinta negra que describe fielmente cómo es el submundo del
delito y el valor y el sacrificio de los que luchan contra él, porque,
si bien es cierto que muchas personas se ven empujadas a delinquir por
la miseria, la desesperación y determinadas injusticias sociales,
también lo es que la gran mayoría de los delincuentes, de todo tipo y
condición, lo son porque así es su naturaleza, y no pueden ser
considerados en ningún caso como víctimas de los fallos de la sociedad,
como postula la corrección política imperante hoy día.
“La
brigada suicida” destaca por su notable brío narrativo, así como por su
inquietante atmósfera sórdida y por su estética expresionista, ideada
por ese genio de la fotografía cinematográfica en B/N que fue John
Alton, con profusión de sombras tenebrosas parcialmente rasgadas por
ramalazos de luz que acentúa la impresión de sordidez y dota a la
película de un aire trágico. Mann consigue un resultado de calidad
suprema apoyado en esta fotografía mágica, espectacular, magnética del
maestro John Alton, es inaudito que con el único recurso del encuadre
apropiado para cada escena Alton consiga perturbarnos trasladándonos al
mundo subterráneo del hampa a través de un juego de claroscuros y luces
parpadeantes que oscurecen al contacto con el rostro de los actores,
consiguiendo una atmósfera próxima al cine de terror.
Una
fantástica película con todos los ingredientes del mejor cine negro
clásico de bajo presupuesto: fotografía de barrocos claroscuros e
impactantes contrapicados que impulsan el suspense de cada plano,
interpretaciones sobrias y enérgicas de un plantel de actores fraguados
en las trincheras de la serie B (destacando el gran Dennis O´Keefe, el
actor fetiche de Anthony Mann en su etapa noir), predominio de planos
de interior intimistas, violencia extrema exhibida sin tapujos al más
puro estilo del cine de acción… Una obra de sobresaliente calidad que
estimula la reconciliación con esas pequeñas películas que se hacían
antes y que el tiempo se ha encargado en convertir en obras de arte.
Cary Juant.
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Doble Vida
25 de Diciembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Doble Vida.
La
tragedia de William Shakespeare “Otelo” no ha tenido mucha suerte a la
hora de ser trasladada a la gran pantalla, pero a los aficionados al
teatro de Shakespeare y al séptimo arte siempre nos queda la opción de
recurrir a una película que no adapta directamente la historia del Moro
de Venecia pero sí se apoya en ella como pieza trascendental de su
argumento, la dirigió George Cukor, se titula “Doble vida (A Double
Life)” y es una maravillosa mezcla de drama, Thriller, cine negro y
teatro llevado al cine. Se aborda la personalidad patológica de un actor
teatral brillante y extremadamente exigente consigo mismo, su
perfeccionismo, rayano en lo obsesivo, lo empuja a interiorizar los
rasgos de personalidad y carácter de los personajes que interpreta,
exceso de método que se revela peligroso cuando el papel a interpretar
es nada menos que el de Otello.
Cukor
desarrolla de manera extraordinaria las funciones del mundo teatral y
el proceso de creación del actor, el mundo del teatro llevado al cine,
demostrando que conoce el teatro, sus lugares, sus espacios y su gente.
La fotografía de Milton Krasner es excelente, aunque no se puede ubicar
realmente como una película más de cine negro, sí está llena de aspectos
de puro cine negro: las sombras, los efectos de iluminación dramáticos,
las escenas nocturnas en las calles, las habitaciones estrechas,
sórdidas y oscuras que envuelven el film… Cukor quería que la fotografía
diera la impresión de lo que se siente cuando el actor esta en el
escenario, que las luces lo ciegan, era muy importante en la historia
trasportar al público al escenario y eso significaba que las luces
debían dirigirse hacia la cámara para dar esa impresión y pidió a
Krasner efectos extremos para que las escenas resultaran emocionantes y
ayudasen a desarrollar lo irreal y el terror de lo que estaba
sucediendo. Con
un reparto extraordinario del que forman parte Ray Collins, Art Smith,
Betsy Blair, Shelley Winters, la sueca Signe Hasso y Edmond O'Brien, con
música de Miklós Rózsa, fotografía del gran Milton Krasner, guion del
matrimonio Garson Kanin-Ruth Gordon y dirección del maestro Cukor, era
difícil que no estuviéramos ante una magnífica película, pero lo que la
lleva a ocupar un lugar destacado en el Olimpo de los dioses
cinematográficos es la presencia de una enormidad de actor que por esta
interpretación ganó el Oscar y el Globo de Oro. Desde la amabilidad y la
simpatía de quien cree haber recuperado a su amada, hasta la furia y la
violencia provocados por los celos y la desaforada pasión por el
teatro, pasando por el desconcierto respecto a su identidad y la
vergüenza causada por sus reacciones, la interpretación de Colman hace
gala de un despliegue sin fin de matices que nos obliga a centrar
nuestra mirada en ella durante todo el metraje y que tiene su cenit
durante la que será la última representación de la obra, en la secuencia
final del film. Todas las interpretaciones son muy brillantes, pero es
la de Colman la que domina la película con una fascinante e inolvidable
retrato de una estrella enloquecida, su descenso hacia la locura,
resulta casi hipnótico y va mas allá de simple trucos. Genial
mezcla de drama, Thriller, cine negro y teatro que nos muestra a la
perfección el talento que tenía este gran director, su buen gusto, su
estilo elegante y su excelente dirección de actores. En pie, señores, el
telón ha caído.
Cary Juant.
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Al Volver a la Vida
31 de Diciembre de 1947
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Al Volver a la Vida.
Cuando
hablamos de cine negro el nombre de Byron Haskin prácticamente ni se
nos viene a la cabeza, pero sorprendentemente este maestro de los
efectos especiales logra llevar a cabo un buen trabajo con esta
película. Byron Haskin, una de esas presencias llamadas «artesanales»
del cine clásico, que extendió su trayectoria desde la época muda hasta
bien entrados los años sesenta, abordando distintos géneros (con
preferencia por el western, la intriga, las aventuras o incluso la
ciencia ficción o el personaje de Tarzán), con un buen puñado de títulos
conocidos, como por ejemplo “La isla del tesoro” (Robert Louis
Stevenson’s Treasure Island, 1950), producción Disney con Bobby
Driscoll, “La guerra de los mundos” (The War of the Worlds, 1953) o la
dupla de 1954 “Su majestad de los mares del sur” (His Majesty O’Keefe) y
“Cuando ruge la marabunta” (The Naked Jungle), con Charlton Heston y
Eleanor Parker.
Nos
encontramos ante una entretenida propuesta de cine negro, adaptación de
la obra “Beggars Are Coming To Town” de Theodore Reeves con guion de
Charles Schnee (“Río Rojo”, “Cautivos del mal”...), que nos habla de la
redención, de las esperanzas, de la amistad, del sacrificio, de las
ansias de venganza… contado todo con un ritmo fluido, sucediendo toda la
acción en una noche. Es un film ameno, con sugestivos momentos de
tensión, con aroma a cine clásico, con una notable ambientación de cine
negro gracias a una fenomenal fotografía de Leo Tover (“La heredera” o
“Ultimátum a la Tierra”), acentuando el dramatismo del relato, relato
con un buen crescendo que se estropea un poco en su parte final, creo
que tampoco se acierta al incluir un romance metido con calzador y que
nada aporta, más parece un canon comercial a pagar, romance que te
desvía de lo importante, el choque entre los antes amigos y socios.
Lancaster
y Douglas, llegados al cine apenas un par de años antes por la puerta
grande, componen de forma soberbia sus personajes, el hombre brutal,
resentido, violento, impaciente que es Frankie (Burt Lancaster), frente
al cínico, orgulloso y manipulador Noll (Kirk Douglas), todo ello bajo
el juego de luces y sombras de la fotografía de Leo Tover y con los
acordes desesperados de la partitura de Victor Young. Por otra parte, el
Dave de Wendell Corey, el hermano de Frankie, resulta dubitativo y
contradictorio, no termina de estar bien perfilado, resultando su
psicología un tanto caprichosa, quizá a raíz de que el guion acentúa,
quizá excesivamente o demasiado esquemáticamente, sus continuas
vacilaciones ante las aspiraciones de su hermano y sus deberes con su
jefe, Kirk Douglas, un jefe que puede asesinarle… El desenlace, en el
que todas las fichas terminan en su casilla, de manera un tanto forzada,
supone toda una concesión a los tiempos del Código de Producción, pero
Haskin lo trata con fuerza y dramatismo, y con el necesario apunte
moral, la redención que salva al protagonista positivo del destino
reservado a su reverso criminal. El amor vence al crimen... A veces.
Cary Juant.
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