EFEMÉRIDES 2022

CABARET

13 de Febrero de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de Cabaret. 

 

De las andanzas de Christopher Isherwood en Berlín durante la República de Weimar nos queda su libro de relatos, “Adiós a Berlín”, esta obra, de tintes autobiográficos, ya había sido adaptada al cine por el inglés de origen sudafricano Henry Cornelius en la estupenda “Soy una cámara”, pero sería Bob Fosse el encargado de hacer la versión más famosa, adaptando al cine el musical creado para Broadway por J. Masteroff, John Kander y Ralph Burns.

La película se rueda en escenarios reales de Berlín, Múnich, Lübeck (estación de tren) y Eutin (Castillo del barón) y en los platós de Bavaria Studios (Múnich), Bavaria Filmstudios (Grünwald) y Berlin Union-Film Studio (Berlín), en la misma época en que Coppola lanzaba a las pantallas “El padrino”, ante tamaña competencia, podría parecer que este maravilloso musical quedaría eclipsado, pero no fue así, obtuvo el Óscar al mejor director (Bob Fosse), mejor actriz (Liza Minelli), mejor actor de reparto (Joel Grey), mejor banda sonora, mejor decorado, mejor montaje, mejor fotografía y mejor sonido, arrasó con ocho premios de la Academia, frente a los tres que se llevó “El padrino”.

“Cabaret” es un musical diferente, atípico, Bob Fosse conservó intacto el encanto y el ambiente chispeante y descocado de un típico local nocturno de espectáculos, el “Kit Kat Club” es pura filosofía que invita a dejar las preocupaciones en la puerta y zambullirse en la euforia de noches llenas de música, colorido, risas, embriaguez, excesos y desinhibición.

Mientras de puertas afuera el partido nazi alemán crece como una enfermedad y gana cada vez más fanáticos adeptos, mientras en las calles se suceden las emboscadas y los asesinatos y grupos de desaprensivos marchan como legiones infernales insultando a los judíos, agrediéndolos y dejando ofensivas pintadas en los muros de sus viviendas, dentro del “Kit Kat Club” las penas se olvidan bajo ríos de alcohol, capas de maquillaje, ropas chillonas, coreografías de vértigo y canciones que hablan de felicidad, de amor, de dinero y de diversión.

Joel Grey, como maestro de ceremonias del cabaret berlinés, encarna a un personaje que destila un aura de irrealidad como pocas veces ha expuesto una obra, es como un fantasma de los deseos humanos, alguien libre y absurdo que se cuela durante unos instantes en las vidas de los berlineses prenazis portando ironía y sarcasmo con sus números musicales, prodigiosa y portentosa su actuación.

Liza Minnelli interpreta aquí el papel de su vida, la Minnelli nunca estuvo tan radiante como en este trabajo, donde compone un personaje lleno de ternura, bajo la capa de libertinaje y despreocupación que muestra en la superficie, ella nos envuelve durante toda la cinta y nos magnetiza a partir de sus ojos llenos de pasión por la vida.

Una gran película que seguro no os decepcionará: grandes interpretaciones, ingeniosos diálogos, soberbios números musicales… Una de esas películas imprescindibles de la Historia del Cine, una delicia de principio a fin.

Cary Juant.

 

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NOSFERATU

4 de Marzo de 1922


Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Nosferatu.

 

Primera adaptación a la gran pantalla de la novela «Drácula» de Bram Stoker, película de un director de enorme talento, F. W. Murnau, cineasta que nos ha legado obras absolutamente imperecederas y que decidió en 1921 trasladar al cine la terrorífica novela del irlandés Bram Stoker; al serle denegados los derechos decidió hacer una versión personal que, no obstante, conservaba el hilo histórico de la obra literaria, después daría lugar a una demanda que Murnau perdería, decidiendo los jueces que debían ser quemadas la totalidad de las copias de la película, por fortuna, varias cintas se habían vendido ya a otros países, y así pudo preservarse esta obra de arte cinematográfica. Abanderada de ese extraordinario movimiento artístico que fue el expresionismo alemán y que, cinematográficamente hablando, da comienzo en 1919 con la no menos recomendable
“El gabinete del doctor Caligari” (Robert Wiene) usa las mismas bases ya vistas en el arte pictórico expresionista, el objetivo aquí no es obtener una descripción realista de lo que sucede, sino más bien conseguir que se imponga el subjetivismo del autor, ya sea a través de los delirantes decorados con tintes cubistas usados en la obra de Robert Wiene, o ya sea a través de las retorcidas y surrealistas figuras dibujadas por la siempre amenazante sombra de Orlok (Sí, Orlok, en esta película no se llama Drácula).

Los escenarios son increíblemente perturbadores, oscuros y tétricos; deudora del espíritu gótico y del simbolismo de literatos de décadas pasadas, más que del propio Stoker, de autores como Hoffmann o Storm, todas las secuencias son realmente impactantes y de una tensión dolorosa: cada imagen es un golpe.

En Nosferatu, Murnau experimenta con un encuadre y una composición típicamente pictóricos, bebe de las fuentes de la pintura romántica alemana (Friedrich, Carus, Kersting...), existe una constante contribución de esta corriente pictórica al más fabuloso de los logros de Nosferatu, su atmósfera, una atmósfera fácilmente perceptible, pero difícilmente transportable a estas líneas, parece trascender al propio sentido de la vista, impregnando la experiencia de su visionado de un profundo olor a Cine. La cámara de F. A. Wagner permanece intencionadamente fija en la mayoría de secuencias, se hace una magistral utilización del claroscuro, el cine se aleja del teatro para acercarse a la pintura, para evocar emociones con la utilización exclusiva de la imagen, retratos aparentemente naturalistas, son capaces de generar en el espectador un desasosiego que difícilmente lograrían escenas de terror explícito.

Centrándonos en Orlok, Max Schreck (horror en alemán, ¿coincidencia?), sin duda es el mejor vampiro que ha existido, su caracterización e interpretación es inmensa y escalofriantemente perturbadora, no en vano se rumoreo durante años que Shreck era un verdadero vampiro contratado por Murnau, de hecho, la anécdota más popular contada alrededor de este actor del método es que, durante los descansos nocturnos en el rodaje (se filmaba de día teniendo en cuenta los escasos recursos de la época), Schreck desaparecía en la noche por el bosque, creyéndose (y haciendo creer a los demás que lo era) un vampiro.

El Conde Orlok interpretado por Schreck ha pasado a la historia como el vampiro por antonomasia, el monstruo que respira por su sombra, el espectro lujurioso, el astuto, el insatisfecho, el maligno y siempre sediento Nosferatu, la bestia más cruel y aterradora.

Una absoluta obra maestra llena de tensión, angustia, incertidumbre, desasosiego. Una película que ha sabido envejecer como el buen vino, revalorizándose año tras año no sólo como una referencia en el género de terror vampiresco, sino también como una referencia cinematográfica en su término más amplio; en serio, esto es cine. Por cierto, me gustan mucho más estos vampiros a la vieja escuela que los guapetones que salen ahora, con ese aire de seducción y romanticismo que el vampiro de Stoker no poseía ni de lejos.

Cary Juant.

 

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Sherlock Holmes

 7 de Marzo de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Sherlock Holmes.

 

El personaje de Sherlock Holmes no parecería un tema muy apropiado para ser utilizado en el cine, Holmes en sí mismo es un ser frío, distante y abstraído, sus supuestas aventuras se resuelven a través de la fría racionalidad en lugar de puñetazos, mamporros o tiroteos… sin embargo, ninguna otra figura literaria tiene interpretaciones tan numerosas y diversas en la pantalla. Los actores, a menudo entre los mejores de su generación, parecen disfrutar de la oportunidad de interpretar a este extraño espécimen de la humanidad, desde los primeros días del cine hasta el momento, más de un siglo después, tenemos a Sherlock Holmes saliendo de los estudios de cine y televisión como un reloj, por alguna razón los aficionados al cine seguimos queriendo más y más Holmes.

La película que hoy nos ocupa es el primer gran largometraje de Sherlock Holmes que se conserva, aunque estuvo perdido durante muchísimos años. Estrenada en los Estados Unidos por Goldwyn Pictures Corporation, la película fue lanzada el 7 de marzo de 1922, una copia de la película - un positivo incompleto en 35mm, aproximadamente 50 minutos - se guarda en el Museo Internacional de Fotografía y Cine en George Eastman House; en los años 70 fue redescubierta y, en un proceso que duró décadas, consiguió restaurarse de la mejor manera posible, se utilizaron la copia positiva incompleta conservada en la Eastman House y algunos rollos negativos recientemente encontrados, con el redescubrimiento de otros elementos la Eastman House llevó a cabo una nueva reconstrucción en 2001, el 7 de julio de 2009, la película fue lanzada en DVD por Kino International.

Basada en la obra de teatro de William Gillette, la historia bebe principalmente de “Escándalo en Bohemia” y “El Problema Final”, pero mezclando elementos de una y otra de manera muy libre.

Ahora todos pensamos en Basil Rathbone cuando nos imaginamos en la pantalla a Sherlock Holmes, pero sin que muchos lo supieran, hubo una adaptación anterior de la historia protagonizada por John Barrymore como Holmes y Gustav von Seyffertitz como el profesor Moriarty. Barrymore está simplemente magistral en su papel, su famoso perfil es perfecto para Holmes, sus ojos son sumamente expresivos y su cuerpo atlético apropiadamente elegante, uno se pregunta qué gran Sherlock podría haber sido si también tuviéramos el beneficio de su voz autoritaria. El actor alemán Seyffertitz establece el modelo para los “Moriarties” que llegarán a posteriori, además podréis encontrar a Roland Young como el Dr. Watson y William Powell como un secuaz de Moriarty haciendo los dos su debut cinematográfico. Louis Wolheim, Reginald Denny y David Torrence completan los papeles secundarios.

Este "Sherlock Holmes" sin duda no llegará a ser nunca uno de los grandes clásicos del cine, pero sí es una película muy amena y entretenida, no es de las mejores películas mudas de todos los tiempos, pero sí es una muy buena muestra de ese floreciente arte que estaba naciendo, el cine. Si eres un admirador de Barrymore, de Powell, o de las historias de “Sherlock Holmes”, no te la pierdas, vas a pasar un buen rato y disfrutar de unos agradables momentos de buen cine.

 Cary Juant.

 

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¿Qué me pasa, doctor?

10 de Marzo de 1972

 Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de ¿Qué me pasa, doctor?

 

Genial homenaje a las comedias alocadas de los años treinta de Hawks, Lubitsch, Cukor..., aunque formalmente quizás más cercana a la comedia del “gag” de los 60 (Edwards, Lewis) que, a su vez, bebía de las películas cómicas del cine silente (Lloyd, Laurel y Hardy...). La historia es la de una mujer alocada que hace caer en el abismo a un eminente musicólogo a punto de recibir un importante premio por su trabajo con unas rocas prehistóricas. Pues sí, es "La fiera de mi niña", ahora no hay un perro que entierre un hueso, tampoco hay hueso, hay piedras ígneas, y hay maletines a cuadros, muchos maletines a cuadros, persecuciones por las calles empinadas de San Francisco, puertas que se abren y se cierran sin parar...

Diálogos inteligentes, gags variados, slapstick, enredos, ritmo frenético, screwball, sátira, despiporre, todo unido por un excelente guión. "¿Qué me pasa, doctor?" combina todos los palos humorísticos para dar lugar a la comedia total, en la que la risa puede aflorar de cualquier lado. Disparata, surrealista y desternillante, seguro que te va a hacer reír a carcajadas.

Maravillosa, una de esas películas que forman parte de nuestra vida. Una obra maestra de la comedia y del cine. ¡Bravo!

Cary Juant.

 

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El Padrino

15 de Marzo de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de El Padrino.

 

Obra cumbre del cine estadounidense y, a su vez, del cine moderno, quinto trabajo de Coppola, un director de estilo inigualable aunque muy irregular. El guion, de Mario Puzo y del propio Coppola, se basa en la novela "The Godfather" (1969), de Mario Puzo, se rueda en exteriores de NYC, New Jersey, California, Las Vegas y Sicilia y en los Paramount Studios, la acción tiene lugar en NYC entre 1945 y 1958, con desplazamientos ocasionales a California, New Jersey, Las Vegas y Sicilia. En cierto modo se puede considerar que la obra constituye una versión actualizada de "El rey Lear", de Shakespeare, y también, una revisión puesta al día de de esa auténtica maravilla que Howard Hawks nos legó a todos los amantes del séptimo arte, "Scarface" (1932); la película de Coppola supuso toda una revisión, renovación y actualización del género negro, ofreciéndonos una visión desde dentro, creíble y estremecedora, del mundo de la mafia americana, a través de una saga familiar de origen siciliano.

Si el cine de gánsteres nos ha regalado muchas obras maestras a lo largo de la historia, la película de Coppola es sin duda una de ellas, después de verla seguro que tenemos la certeza de conocer los entresijos de la Cosa Nostra, más aún, de identificarnos con ese clan de malnacidos sin escrúpulos cuyo código ético se basa en la ambición, la felonía y la venganza. Recuperamos a un grandioso Brando al que apenas se entiende pero cuya recreación del “alma mater de la saga es, sencillamente, insuperable. También conocimos a Pacino antes de que fuera Pacino, cuando era un gran actor. Supimos, además, cómo era una boda siciliana, aprendimos que la cabeza de un pura sangre queda mucho más aparente sobre una sábana que disecada en la pared del salón. Entonces entendimos cómo empezó Sinatra, para qué sirven las cisternas de los váteres de mala muerte y comprendimos el significado de la palabra “vendetta”. Y que mentir mirando a los ojos de tu propia esposa es pan comido para un jefe mafioso.

Hablar sobre planos, fotografía, movimientos de cámara, encuadres, vestuario y demás sería quedarse en la más absoluta nada, tras tres horas disfrutando de este grupo de personajes que te dejan encogido en la butaca y sin parpadear ni un sólo momento. Y eso que la banda sonora se te queda grabada, genialidades como la de Nino Rota nunca pasarían desapercibidas.
Un auténtico prodigio, una de esas películas que te dejan la potente sensación de estar degustando auténtico cine desde el primer hasta el último instante. Una obra maestra del cine, así de simple; si uno ama el cine, seguramente la habrá visto, por ello, todo lo que se diga o se escriba, es poco para dar impacto a este film, pero, si aún no la has visto... ¿a qué esperas insensato?

Cary Juant.

 

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Monsieur Verdoux

 11 de Abril de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Monsieur Verdoux.

 

Octavo largometraje de Charles Chaplin, en el que interviene como guionista, director, productor, compositor de la música y protagonista. El guion parte de una primera idea de Orson Welles, que intentaba hacer una especie de documental, con Chaplin de protagonista, sobre la vida de Henry Desiré Landrú (1869-1922), francés que murió en la guillotina por el asesinato de 10 mujeres. A Chaplin le encantó la historia y la compró, la adaptó a su modo, para escribirla y dirigirla dándole su particular toque de humor.

Chaplin ya había enterrado en "El gran dictador" a aquel pequeño y enorme personaje que fue Charlot, uno de los más tiernos, románticos, cómicos, desgarradores y sutilmente críticos que han atravesado las pantallas, y de esos que el público recuerda década tras década, generación tras generación, ya hace más de cien años desde que su silueta con bombín, bigotito, traje gastado, andares patosos y bastón apareciera por primera vez, y sigue tan fresco como entonces. Chaplin era un artista de múltiples cualidades y no fue de los que se quedan encallados en un papel, cierto que no volvería a brillar como en su etapa de cine mudo y comienzos del sonoro, pero encontró la tecla para seguir adelante, conservando esos rasgos de genialidad que lo distinguirían hasta la actualidad. El genio deja aquí a un lado las comedias alegres y sentimentales (aunque siempre con su punto de tristeza y tragedia, además de crítica) para realizar este inigualable alegato acerca de la sociedad capitalista y su brutalidad.

En su estreno obtuvo una acogida fría por parte del público y suscitó apasionadas descalificaciones de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense. También la crítica le fue adversa, convirtiéndose en la obra más discutida, criticada e incomprendida de Chaplin. El paso del tiempo ha permitido descubrir la fuerza y solidez de la cinta, una obra maestra imperecedera, lúcida y amarga a la vez, una tragicomedia llena de emoción contenida, que oscila entre el melodrama, la comedia negra y hasta el slapstick que nunca olvidó Chaplin; el cinismo, la ironía, la bondad y la maldad también afloran en esta joya del cine pocas veces entendida. Una lección magistral de ritmo, montaje y estructura narrativa, una gran película, otra más de este icono del cine mundial. Inolvidable.

Cary Juant.

 

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Narciso Negro

24 de Abril de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Narciso Negro.

 

Pocas parejas de directores han tenido una relación tan fructífera como la que consiguieron el inglés Michael Powell y el húngaro Emeric Presburger en su trabajo conjunto, bajo el paraguas de su compañía de producción “The Archers” (Los arqueros), crearon algunas de las películas más innovadoras y creativas de la cinematografía no sólo británica sino mundial de los años 40 y 50. Sus películas son, ante todo, originales, cada película es distinta a las demás, maravillosamente sorprendentes, a ratos excéntricas, siempre inteligentes, raramente aburridas y casi siempre obras maestras. La película que hoy nos ocupa está escrita, producida y dirigida por ambos, es la sexta de sus producciones y se basa en una novela de la escocesa Rummer Godden ("Black Narcissus" – 1939), una autora de la que se han realizado fabulosas adaptaciones cinematográficas, como la maravillosa “El Río” (1950) de Jean Renoir, o la excelente pero algo desconocida “Hechizo (Enchantment)” (1948) de Irving Reis, en su obra la India deja una huella imborrable en el alma de las personas que, en cierto modo, las transforma en alguien diferente.

Según el minuto en el que estamos contemplando la película, podrá parecernos un drama realista, una exótica aventura con personajes que parecen sacados de "El ladrón de Bagdad", una historia de dinámica grupal del estilo de "Siete mujeres" o "La calle de la vergüenza", o un estudio de profundización psicológica sobre la represión sexual, tantos ingredientes podrían dar lugar a un caldo indigesto, pero para mi gusto los arqueros Powell y Pressburger dan en toda la diana, consiguiendo que la mezcla resulte extraordinariamente atractiva.

Todo el reparto está espléndido, pero sin embargo los personajes casi son engullidos moviéndose en torno a un avasallador diseño artístico rebosante de belleza, una de las fotografías más hermosas que haya visto en una pantalla, dándole un halo de misterio y leyenda al relato, escribir sobre esta película es viajar por una de las fotografías mejor conseguidas en la historia del Séptimo Arte, arrebata al espectador con una furia de colores que llega hasta adormecer las pupilas, sorprende saber que la película fue rodada exclusivamente en interiores de estudio y en un jardín botánico, algo que engrandece todavía más el magistral trabajo del director artístico y, sobre todo, el del genial director de fotografía Jack Cardiff, uno de más grandes de su profesión. Pero por supuesto, no se pueden dejar de lado unas interpretaciones que parecen ensayadas hasta la extenuación y que no dejan de impresionar aún con el paso de los años, es más... Deborah Kerr es más Deborah que nunca, y el atractivo David Farrar, aunque un tanto perdido entre tanto talento femenino a su alrededor, no deja en absoluto bajo el listón masculino.

Un film impecable, una de las películas más atrevidas, arriesgadas y modernas de su momento, y que todavía hoy en día mantiene esa fuerza especial que solo el cine destinado a trascender su época es capaz de transmitir. Otra obra maestra en el impresionante legado de este genial dúo de artistas y que da la razón a esa mítica frase que habla de “la magia del cine”.

  Cary Juant.

 

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El Doctor Mabuse

27 de Abril de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de El Doctor Mabuse.

 

Inmediatamente después de rodar “Las tres luces” (Luis Buñuel fue seducido para el cine, tras visionarla), llegó a manos de Fritz Lang la novela del periodista Norbert Jacques, “Dr. Mabuse, el jugador”, que primero se había publicado por entregas en el diario Berliner Illustrirten; junto a su esposa, Thea von Harbou, que, por cierto, había estado casada anteriormente con el protagonista del film y de la mayoría de las películas alemanas de Lang, Rudolf Klein-Rogge (Mabuse), se encarga de escribir la adaptación cinematográfica, seguro que no imaginaron ni la una ni el otro el carácter premonitorio que tendría en un par de décadas esta historia de delirio de poder, de obsesión, manipulación y crimen. El filme, dada su extensión, se rodó en dos partes, la primera, titulada “Doctor Mabuse, el gran jugador (Dr. Mabuse der spieler)” y la segunda “El infierno (Inferno)”. En el personaje de Mabuse se refleja el clima de tensión de la época de la posguerra, el protagonista es un hombres enigmático, de naturaleza despiadada, que odia y desprecia a la humanidad, con poderes sobrenaturales para la hipnosis y la manipulación psicológica de sus víctimas, lo devora una ambición desmedida por dominar, someter, controlar y eliminar los estorbos, pasando por encima y asesinando a quien oponga resistencia, o a los que cataloga como demasiado insignificantes para merecer la vida.

“El Dr. Mabuse” fue todo un éxito en su tiempo y marcó buena parte de la carrera posterior de Fritz Lang. El film intenta reflejar la decadencia de la República de Weimar, un mundo partido en dos, donde convivían la opulencia de una aristocracia marchita, con sus vicios, clubs nocturnos, la prostitución, las drogas, su infelicidad existencial, con la pobreza más absoluta, provocando constantes revueltas obreras, exponiendo un clima de tensión e incertidumbre, sin referentes morales, un universo donde un gran criminal puede sacar beneficio. Se critica la codicia del capitalismo, arremete asimismo contra la soberbia y el engreimiento de las clases altas, de una aristocracia débil, que tras su velo de lujo y bacanales hedonistas se esconde una enorme nada, navegando sin rumbo por un mar de frivolidad, quedando una clase pudiente distorsionada por la corrupción moral y las más bajas pasiones. El guion es absorbente de principio a fin y mantiene con mucha habilidad al público pegado al asiento, inquietándolo poco a poco de manera magistral y machacándolo al antojo del director con el maléfico y escurridizo Doctor Mabuse, que hace y deshace según le viene en gana gracias a la telepatía y la hipnosis que utiliza para manejar a las personas a su antojo.

Deslumbrante clásico del cine mudo de uno de los directores más grandes e influyentes de la historia, un film soberbio que es para enmarcar en la historia del séptimo arte. Un gozoso espectáculo donde un sano espíritu lúdico no está para nada reñido con el respeto a la inteligencia y la sensibilidad del espectador, harían bien los capos del cartel Marvel-Disney-Lucasfilm, etc, etc, etc. en echarle un vistazo. Por cierto, el film tuvo su continuación, ya en sonoro, con otra obra maestra del mismo director: "El testamento del doctor Mabuse", entrados los años sesenta se intentó retomar el éxito de esta malvada figura con "Los crímenes del Dr. Mabuse", ya sin la dirección de Lang, nada pero que nada que ver con sus hermanas mayores.

Cary Juant.

 

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Memorias de un Inquilino

20 de Mayo de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Memorias de un Inquilino.

  

“Memorias de un inquilino” es la primera película producida en Japón tras la Segunda Guerra Mundial; en una época en la que la radical censura aliada masacraba sin piedad cualquier intento que mostrara la maldad de los vencedores, Ozu es capaz de convencer hasta a los censores con su ternura, su dolor y su apagado canto. El Japón inmediato a la posguerra era un país devastado que estaba luchando por reconstruirse, tal y como documentan innumerables obras de ese periodo como las películas que realizó en esos años Akira Kurosawa o la magnífica “Los Niños del Paraíso” (1948) de Hiroshi Shimizu, el filme que nos ocupa de Ozu aspiraba como muchas de esas otras obras a mostrar el duro día a día de los japoneses de clase obrera en ese difícil contexto.

Una película con un mensaje absolutamente universal, conmovedora, con los planos clásicos del Ozu más reconocible y sobre todo con la capacidad de turbar el alma del espectador. Contiene una sinceridad que llega hasta lo más hondo del alma, desde la sencillez de Ozu, con sus silencios, sus planos largos, capta todo cuanto sucede en el interior y en el exterior de sus personajes, sobre todo dentro de esa mujer que se aparta de su soledad gracias a la irrupción del niño extraviado. No es de las más conocidas, está muy lejos de ser la más nombrada de su filmografía, lejos de sus últimas películas en color de su última etapa. pero sin duda es una gran película.

Entrañable, emotiva, reflexiva, maravillosa. Una película difícil de olvidar.

Cary Juant.

 

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La Araña

25 de Mayo de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de La Araña.

 

“La araña” (extraña traducción del título original, “The Web”, para reír y llorar al mismo tiempo) es una de esas estupendas películas de cine negro que se realizaron en los años 40, protagonizadas por detectives privados, hombres ricos que los contratan, hermosas mujeres que los aman y la policía que invariablemente obstaculiza sus esfuerzos para desentrañar las pistas de intrincados misterios. Un buen y sólido film noir de los años dorados del género, una muy atractiva producción de la Universal International que nos revela la buena forma fílmica que ofreció el norteamericano Michael Gordon en el primer tramo de su carrera, aquel que finalizó de forma brusca tras ser incluido en las listas negras del macartismo.

El guion de William Powers y Bertram Millhauser, basado en una historia de Harry Kurnitz, resulta efectivo lo miremos por donde lo miremos y goza además de unos diálogos excelentes, donde cada palabra está hecha para significar algo, para despertar inquietudes o para permitirnos comprender lo necesario, cada personaje resulta brillantemente caracterizado, y nuestra conexión con la historia, se consigue desde el primer minuto. Con todos estos mimbres y la aportación de una fotografía en blanco y negro de Irving Glassberg en la que sus claroscuros aparecen revestidos de una extraña sofisticación, Michael Gordon demuestra su destreza a la hora de moverse por ambientes y situaciones dominadas por la ambivalencia e incluso lo siniestro, permitiéndonos disfrutar de un fantástico thriller tan escasamente conocido como digno de ser reseñado, revelador de los buenos modos que en aquellos tiempos caracterizaron a su realizador, una de tantas víctimas de aquel periodo tan convulso para la vida norteamericana.

Resulta indudable reconocer que el eje vector sobre el que pivota la película reside en la fascinante composición que Vincent Price realiza de ese magnate empresarial de turbios orígenes al que interpreta, a través de su elegancia, sus refinados modales, o la afilada ironía de sus diálogos, la película adquiere una vertiente turbia de enorme calado, destacando su realizador algunos de sus momentos o decisiones más inquietantes sobre fondos negros de amenazadora composición, con todos estos elementos, la película adquiere esa casi irrespirable atmósfera de negrura, al servicio de la mente de este fascinante criminal.

Además de la composición de Price, resulta magnífica la utilización de un Edmond O’Brian que sabe mostrar en su registro la complejidad de una personalidad dividida entre los principios morales que siempre ha seguido, y la aceptación de la tentación que acepta del personaje de Price, y junto a este, deviene, incluso sorprendente, la composición del excelente William Bendix, en esta ocasión abandonando sus roles de matón, para encarnar a un agente de la ley, el teniente Damico, dotando al mismo una considerable dosis de socarronería. Unamos a ello la belleza y elegancia de Ella Raines, una de las mejores y más infrautilizadas actrices de los años 40 que no tuvo la suerte que merecía por su talento, y la ambigüedad que proporciona John Abbott a su rol de fiel y sumiso hombre de confianza del empresario, y tendremos los ingredientes indispensables para un muy sabroso estofado.

Guion muy bien elaborado, diálogos inteligentes, interpretaciones portentosas, ritmo prodigioso y un final de esos que incluso hace mejor todo lo que queda detrás, que más queréis… en una palabra, un verbo, una película para gozar. Si el cine es una maravilla es por cosas como poder descubrir películas como ésta, una pequeña joya casi olvidada.

Cary Juant.

 

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Paula

25 de Mayo de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Paula.

 

Recién salido de “Gilda”, Glenn Ford se embarcó en otro noir, esta vez a las órdenes de Richard Wallace, aquí vuelve a enfrentarse a una hermosa mujer que tratará de utilizarlo en su beneficio, una rubia bella, seductora, cerebral y calculadora. Hay un asesinato de por medio, el encubrimiento del mismo, el chantaje por parte de la “Femme Fatale” y la posterior investigación policial; y claro, hablando de “Femmes Fatales”, a todos se nos viene a la mente otros irresistibles y peligrosos iconos del cine negro que conducían a la perdición a los cándidos e incautos hombres y sin las cuales este género no sería lo mismo: Barbara Stanwick en “Perdición”, Joan Bennett en “Perversidad”, Rita Hayworth en la citada previamente “Gilda”, Yvonne de Carlo en “El abrazo de la muerte”, Gloria Grahame en “Deseos humanos”, o esa cautivadora Marie Windsor en películas como “La fuerza del destino”, “Testigo accidental” y “Atraco perfecto”. Centrándonos en la “Femme Fatale” que hoy nos ocupa, Janis Carter, tuvo filmografía en gran medida mediocre en la década de 1940, pero se merecía (como muchas de sus compañeras de esta época) mejores papeles y una mayor exposición, como la intrigante Paula Craig, personifica a la perfección al prototipo de rubia sumamente peligrosa, ella es la araña en cuya tela se desliza Glenn Ford, un ingeniero de minas sin trabajo con un pequeño problema con el alcohol que está buscando su destino.

Escrita por Ben Maddow y basada en una historia de John Patrick, la trama podría ser el hermano pobre de “Perdición”, ya lo hemos visto muchas veces, el “pringadillo” de turno que queda atrapado en las curvas y volúmenes de una señorita de buen ver que lo arrastra a la perdición, no hay, pues, nada nuevo bajo el sol, pero está contado con solvencia, excelente fotografía en B/N cortesía del mago Burnett Guffey y un eficaz plantel de actores, que se disparan diálogos que, más que diálogos, parecen fogonazos a quemarropa, sin casi tomar aire para respirar. El principal responsable de este film no es tanto el director Wallace, sino más bien el guionista, el mencionado Ben Maddow, que fue responsable de varios clásicos como “Mientras la ciudad duerme” y que se vio obligado a trabajar con testaferros o seudónimos durante la caza de brujas anticomunista.

Otra agradable sorpresa dentro del subgénero de películas con mujeres fatales como telón de fondo, otra muestra más del cine negro de antes, con unas buenas dosis de intriga y un estupendo giro que, además, no se ha debido a ningún “volantazo” en una curva peligrosa. Una muestra más de un cine que ya no se hace, otra buena muestra de Cine Negro, y van… Es sin duda inferior a referentes evidentes como “El cartero siempre llama dos veces” o “Perdición”, por citar alguna de las obras maestras del género, pero pienso que merece muy mucho la pena su visionado.

 Cary Juant.

 

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El Fantasma y la Señora Muir

25 de Mayo de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de El Fantasma y la Señora Muir.

  

“El fantasma y la Señora Muir” se inscribe dentro de esa corriente satírica del género de fantasmas gracias, entre otras cosas, al estupendo guion escrito por Philip Dunne, que permite a Mankiewicz adentrarse con sutil humor en el ambiguo territorio entre la realidad y la fantasía, entre la vida y la muerte, sin decantarse por un lado de la balanza, en una película en la que el mar es el único y eterno testigo de esta original historia de amor, un mar que fue memorablemente captado por la excelente fotografía que le valió al brillante Charles Lang una nominación al Oscar en 1948.

Una película extraña en la obra de Mankiewicz, en la medida en que la presencia de un fantasma pone en cuestión todos los fundamentos racionalistas del universo del cineasta y, sin embargo, quizás por el siempre imprescindible Rex Harrison, ese memorable fantasma enamorado, hace posible lo que en manos de otro cineasta menos dotado hubiera sido una parodia bastante inconsistente.

Las actuaciones son soberbias, incluidas las de los secundarios: Rex Harrison, ese marinero fantasma, que habla y ríe como un viejo lobo de mar, pero también recita a Yeats; Gene Tierney, una de las actrices más bellas que el cine ha tenido jamás, y que consigue con su exquisita y deliciosa interpretación que también nosotros nos enamoremos de ella. Estos dos personajes representan dos sentidos de la palabra “romántico” (él, aventurero; ella, sentimental). El personaje de Sanders está al margen de lo anterior; él viene del bullicio moderno de la vida urbana para perturbar la tranquila vida rural junto al mar. Sanders interpreta a un cínico escritor de cuentos infantiles, en un papel que guarda cierta similitud al de “El retrato de Dorian Gray”. Como curiosidad una jovencísima Natalie Wood da vida a la hija de Gene Tierney, en la que fue una de sus primeras apariciones en pantalla.

“El fantasma y la Señora Muir” es sin duda una de las cumbres del género fantástico, aunque no podríamos adscribirla a un único género cinematográfico porque, y este es uno de los logros de su director, la película navega entre la comedia sofisticada, el misterio y el melodrama romántico. Una auténtica joya de película. Maravillosa.

Cary Juant.

 

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Frenesí

25 de Mayo de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de Frenesí.

 

Penúltimo film de Hitchcock escrito de forma magnífica por Anthony Shaffer ("La huella", Mankievicz, 1972), se basa en una novela del inglés Arthur La Bern publicada en el año 1966, “Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square”, en la que cuenta la historia de un veterano de guerra llamado Richard Blamey que se convierte en un asesino en serie. El rodaje del film supuso el reencuentro de Hitchcock con sus paisajes más queridos y con sus lugares de infancia y juventud, de modo muy especial con el Covent Garden, donde su padre regentó un negocio. La película se rueda en Inglaterra, en exteriores del Covent Garden, Oxford Street, Puente de Londres... y en los platós de los Pinewood Studios.

Es una historia de sadismo sexual combinada con una refinada ironía inglesa, es el puro cinismo en toda regla, te hace sentir un escalofrío a la misma vez que sueltas una carcajada. Un seductor, un tal Bob Rusk, que estrangula a sus inocentes víctimas femeninas con una corbata como principal sello de marca de sus propios crímenes, un criminal elegante y de suaves maneras que comete sus asesinatos con toda la perfección posible, un tipo al que le pone estrangular a las rubias (tal vez como al mismo Hitch), un psicópata cruel, frutero, listo y... amigo de las corbatas. Tiene momentos de horror y también de comicidad tan absurda como inteligente, el relato se desarrolla a un ritmo intenso y sostenido, combina escenas explícitas de violencia con notables elipsis, la tradicional elegancia del realizador da paso en esta ocasión al uso no infrecuente de imágenes inquietantes e incluso sucias, con numerosas situaciones de un humor negro, incluso macabro.

Se dan cita en esta película la mayor parte de las obsesiones de Hitchcock, la figura del falso culpable, el humor/cinismo, sexualidad enfermiza y un cierto sadismo, que no duda en recalcar al planificar los asesinatos. Contando con un conjunto de intérpretes no especialmente famosos consigue integrarlos lenta y progresivamente en un guion tan sutil como efectivo, los personajes, extraordinariamente definidos, ayudan con su eficaz interpretación a que la historia desemboque en ese final con epílogo, al que la trama los dirige, transitan con impecable destreza por todos los vericuetos que todos ellos van asumiendo a nivel individual y acaban entrelazándose para influir inconscientemente en el trágico destino de los otros. Hitchcock encuadra, planifica y redondea en el montaje todas las escenas con la misma efectividad y resolución, desde un cruel asesinato hasta las geniales y divertidas escenas del inspector que investiga el caso con su propia esposa que se cree una excelente cocinera y le sirve todo tipo de porquerías de cocina francesa, a cada cual más pésima de gusto.

Guion perfecto al que no le falta y no sobra ninguna secuencia, magnifica puesta en escena, ocultando y dando la información cuando es preciso, estupenda realización, un excepcional malo, humor negro exquisito, manejo de la cámara excepcional… qué más queréis. Una gran película que ha ido creciendo con los años y que merecidamente hay que contarla como una más de las grandes obras que podemos encontrar dentro de la filmografía de Hitchcock, y van...

Cary Juant.

 

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De Ilusión También Se Vive

4 de Junio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de De Ilusión También Se Vive.

 

“De ilusión también se vive” (Miracle on 34th Street) fue una película dirigida por George Seaton un cineasta que tuvo sus inicios como actor de radio, fundamentalmente con su intervención en la serie “El Llanero Solitario”, después pasó a escribir guiones para cine en la década de los 30, en su mayoría comedias románticas, el primero que le fue acreditado fue el de los hermanos Marx “Un día en las carreras” (1937). “De ilusión también se vive” fue su cuarta película como director, el guion lo escribió el propio director y estaba basado en una historia creada por Valentine Davies. Como curiosidad, señalar que aunque se desarrolla en la época de Navidad, el jefe del estudio Darryl F. Zanuck insistió en que se estrenara en mayo, argumentando que más personas van al cine durante el verano, el estudio promocionó el film manteniendo en secreto el tema central de la Navidad, la “Legión Católica de la Decencia” dio a la película una "B", "moralmente objetable en parte" de calificación, principalmente debido al hecho que el personaje protagonista Doris Walker es una divorciada. Ha habido cuatro remakes del film, tres para televisión (1955, 1959 y 1973) y una para el cine (1994), todas ellas totalmente prescindibles.

Magnífica película de Seaton llena de aciertos, notable guion, notable dirección, grandes interpretaciones de todo el reparto sobresaliendo un inmenso Edmund Gwenn tan asombroso como cautivador, está maravilloso, desprende cariño, empatía, sentimientos... absolutamente entrañable, pero, sin duda, el mayor de los aciertos del film es rebajar el tono sensiblero mediante el humor, en esto tienen mucho que ver unos espléndidos secundarios liderados por un genial Gene Lockhart. Un producto familiar lleno de buenas intenciones, rebosante de deliciosa inocencia e ingenuidad, una oda al espíritu infantil, ese que nos hacía creer en lo que no veíamos, ese que nos hacía soñar con la Nochebuena y sus regalos, ese que nos hacía dar lo mejor de nosotros en pos de nuestros semejantes. Una historia sencilla, sin ambigüedades, con humor blanco, destilando sentimientos puros de afecto, cariño, ternura; una película muy agradable de ver que seguro te dejará un muy buen regusto en la memoria. Ganó el Oscar a la mejor historia original (de Valentine Davies), al guion original (de George Seaton), y al mejor actor secundario (Edmund Gwenn), estuvo nominada a mejor film, perdiendo frente a “La Barrera Invisible” de Elia Kazan.

Una fábula moral al más puro estilo Capra, que nos recuerda lo deshumanizados que estamos, la mezquindad que nos invade, siempre agobiados por la competitividad, el interés material y el poco tiempo que dedicamos a ser felices y hacer feliz a los demás. Un entretenido y divertido clásico en blanco y negro, ingenuo, sí, pero de una ingenuidad agradable, llevadera y, por qué no, encantadora. Seguramente Hollywood seguirá sacando infinitas copias, “recopias” y “recontracopias” de la buena idea que esta película supo capitalizar, cerremos los ojos a ellas para no odiar al original... que, por cierto, no merece los silbidos, pitos, pitidos y demás demostraciones ruidosas con que sí merecen ser castigadas sus burdas imitaciones.

 Cary Juant.

 

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Una Mujer en la Playa

7 de Junio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Una Mujer en la Playa.

 

El maestro Jean Renoir llevaba casi siete años en terreno estadounidense tras huir de su Francia natal al alzarse el poder nacionalsocialista, cuando bajo los auspicios de la RKO rueda el quinto y último film de su etapa americana, el guion, de Frank Davis y el propio Renoir, se basa en la novela "None So Blind" (1944), de Mitchell Wilson, según adaptación de Michael Hogan. Rodada justo en los inicios de la posguerra, Renoir se aproxima a la problemática cotidiana de quienes habían regresado del frente completamente marcados, aunque esos traumas no se manifestasen a simple vista, y Robert Ryan, auténtico imán sobre el que recaen todas las emociones contenidas en el guion, encarna a esa generación de hombres señalados por su participación en el combate y asustados ante un futuro y una sociedad no siempre dispuestos a reconocer y premiar sus sacrificios, sin embargo, eso no significa que la película contenga una fuerte carga social, más bien funciona como contrapunto a una mirada comprensiva y llena de ternura hacia esos seres que aspiran encontrar en el amor furtivo la paz que el mundo y sus propios destinos parecen empeñados en negarles. 

Con una economía de medios patente, pero con una dirección de actores excelente, Renoir consigue una película muy personal, en la que la tensión se palpa en cada momento, las rencillas del pasado, el sentimiento de culpa, el anhelo por liberarse, los celos, y por supuesto, el amor (o casi habría que decir pasión y deseo) confluyen en esta fantástica historia que tiene influencias del cine psicológico que estaba de moda en la época, pero también guarda relación con alguna de las premisas del cine negro, como el triangulo amoroso que nos propone, o la prototípica femme fatale, una espléndida e inigualable Joan Bennet, una bella mujer indecisa, seductora y manipuladora. Ocupan también su lugar los apetitos, el deseo, la pasión, el egoísmo y las profundas frustraciones personales, el ambiente que envuelve la acción destila erotismo, irrealidad, misterio… La iluminación y la fotografía son excelentes, dando relevancia a la importancia que en la película tiene lo visual, la aparición constante y como protagonista de la lluvia, el viento, las olas, el fuego…no hacen más que acentuar la intención final de la obra, que no es otra que la de abrumar al espectador con sus imágenes y tenerlo bajo el dominio de su tremenda fuerza hipnótica. 

Genial film en el que todos y cada uno de los protagonistas firman notables interpretaciones, con un papel memorable de Charles Bickford haciendo de ciego, capaz de ser insufriblemente retorcido, sin cansarse de tirar dardos envenenados, o muy tierno; mientras un fantástico Robert Ryan actúa con una mezcla de cobardía y fuerza descomunal, toda una rareza ver a Ryan interpretar a un tipo endeble, lleno de miedos, pesadillas y marcado por un accidente naval que sufrió durante la guerra, alejado pues de esos clásicos personajes suyos y que le hicieron enorme. Pero no tengo más remedio que poner aparte a Peggy Butler (Joan Bennett), posiblemente la femme fatale más utópica y bipolar jamas creada, mostrándonos la maldad que habita en su interior, cerca de su bondad, pareciéndonos todos sus actos lógicos y meditados, sin dejar de ser actos espontáneos y tomados a la ligera. 

Fue una película muy machacada y cortada por la censura, pero aún así no perdió esa magnitud erótica que transmite, posiblemente esta no fue la primera versión que quería Renoir, pero en cualquier caso quedó fascinante, hay algo trágicamente bello e inexplicable en este film mutilado por políticas de estudio, es semejante a una bellísima escultura griega que ha sido deteriorada, a la que se le ha privado de algún fragmento, pero este hecho, lejos de disminuir su belleza, la resalta resultando su maltrecha figura inquietantemente bella, tan bella y evocadora como lo son los restos del naufragio que yacen en la playa del filme aquí comentado... Recomendable es poco.

Cary Juant.

 

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Nanuk, el Esquimal

11 de Junio de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Nanuk, el Esquimal.

 

Este largometraje supuso el nacimiento del documental propiamente dicho, obviamente el cine mismo nació de la documentación de la realidad cuando los Lumiere plantaron su cámara frente a su fábrica en “Salida de los obreros de la fábrica Lumière” (1895), pero solo con la película de Flaherty se integra a la mirada documental el elemento narrativo, la impronta de un deseo estético y la maquinaria de la emoción de las pasiones, solo con Nanuk el registro de la imagen en movimiento se convierte en arte, es precisamente por eso que allí tiene nacimiento el documental como lo entendemos hoy día. Flaherty se pasó dos años en la región de Ungava, en el norte de Canadá, filmando con su reducido equipo a Nanuk el esquimal (alias el Oso) y su lucha por la supervivencia habiendo de cargar siempre con su familia en busca de alimento y refugio, el director de Michigan ya conocía a Nanuk de sus viajes anteriores (donde había rodado una primera versión amateur que acabaría siendo pasto de las llamas), además, en esta ocasión se había llevado todo el material necesario para revelar las filmaciones diarias y proyectárselas a los esquimales en medio de los glaciares, hecho que provocó una implicación total por parte de los nativos, que nunca habían visto un artefacto de este tipo.

El film fue desde su origen un gran espectáculo con el poder de quitar el aliento a través de su mirada de un naturalismo sangrante, lo fue cuando se estrenó en los años veinte y lo sigue siendo ahora que continúa vigente e impresionante al llevarnos como espectadores a un mundo mágicamente cruel y aterradoramente desconocido. Lo que Flaherty pretende, no es mostrar un simple documental frío y desangelado, no quiere convertirse en cronista de lo exótico, lo que pretende es entrar en las entrañas de un pueblo, de una cultura, de un “modus vivendi”, y comprende perfectamente que para ello debe entrar en la vida de uno de sus miembros, porque no hay nada como la intimidad para favorecer la comprensión y, por tanto, la identificación con algo que nos resulta, a priori, tan lejano como extraño. En el documental escasea la épica propiamente dicha, todo lo dulzón que puedan parecer las relaciones familiares desaparece en cuanto Flaherty decide mostrar las duras condiciones de Nanuk, una vida que es una lucha constante contra unos elementos naturales que ofrecen la mayor hostilidad posible, a pesar de ello siempre hay un momento para rebajar la tensión y dejar que un sentido del humor tierno inunde la pantalla.

Toda una oda al coraje, a la fuerza y la pureza de una familia haciendo frente a la más hostil de las naturalezas que los trata con abrumadora dureza e impiedad, un ejemplo de cine magistralmente ecologista, un canto a la épica del ser humano, en absoluto panfletario o gratuito, del todo necesario, y un puñetazo en los morros de tanto capitalista arrasador e inhumano de los bienes naturales en beneficio propio que, hoy en pleno siglo XXI, ha ganado fieramente en vigencia, verdad y necesidad. Toda una lección de vida, un documental imprescindible, una auténtica joya.

Cary Juant.

 

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El Candidato

29 de Junio de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de El Candidato.


Aunque el nombre de Michael Ritchie no suele asociarse a la denominada generación de la televisión, concepto en el que se encuadra a la serie de realizadores que procedentes del mundo de la pequeña pantalla dieron el salto al cine (Lumet, Penn, Frankenheimer...), su perfil coincide con ese retrato generacional, durante los primeros 15 años su carrera se desenvuelve en el medio televisivo, trabajando en episodios de diferentes series, hasta que en 1969 accede a la dirección de su primer largometraje para el cine, “El descenso de la muerte”, que supone su encuentro con Robert Redford, curiosamente Ritchie terminaría su carrera en el mundo de la televisión, lugar en el que se refugió cuando su carrera languidecía tras una serie de títulos anodinos para la gran pantalla. Tras esa primera oportunidad con “El descenso de la muerte”, la relación con Robert Redford se prolongaría en su siguiente proyecto,”El candidato” (The candidate), parece ser que Redford se decidió a producir una película sobre el proceso electoral mientras observaba las convenciones políticas de 1968 y cómo las campañas se habían convertido en un circo, en un desfile televisivo y social para recaudar fondos, en un show programado, agresivo, rozando la estupidez a veces e incluso mezquino en su forma, pero anodino y carente de profundidad en su fondo. Para ello, Redford como productor echó mano del guionista Jeremy Larner, un redactor de los discursos de Eugene McCarthy en su candidatura presidencial de 1968, Larner, que había acabado desilusionado por la campaña y había escrito un libro sobre ello, Nobody Knows (Nadie lo sabe), consiguió plasmar convincentemente los entresijos y las tinieblas del entramado de negociaciones y concesiones que conlleva una campaña electoral a la hora de colocar en el sillón al candidato, Larner ganaría el Óscar al mejor guion.

La película muestra una inconfundible estética de su década —tanto en la caracterización de los actores, como en el tipo de luz y de montaje—, aunque en este caso, esto no constituye ninguna rémora, ya que el estilo, muy fragmentado y parecido al del reportaje, se adecúa perfectamente a la historia. Se trata de una aguda crítica social magníficamente compuesta, su puesta en escena, ágil y directa, atropellada incluso en imágenes cuando es necesario, casi fea en ocasiones, inflexible, la convierte en una mirada cruda y realista, comprometida e inquietante, deudora o hermana del gran documental, del que bebe tanto en lo conceptual como en lo físico, aportando secuencias en 16 mm o la improvisada cámara en mano.

Sin duda uno de los aspectos más destacados —incluso los miembros de la Academia se dieron cuenta— es el guion que, con muy breves y certeros trazos, nos informa de las estrategias de campaña, de la relación del protagonista con su mujer, su padre, sus colaboradores, sus antiguos colegas… Redford realiza aquí una de sus mejores interpretaciones, y el hecho de que se encuentre en el cenit de su belleza física beneficia a la película, ya que también nos habla del poder de la imagen en la política, le acompaña el siempre perfecto Peter Boyle (el inolvidable monstruo de "El jovencito Frankenstein") que, en su papel caricaturesco de jefe de campaña es el tipo que mueve todos los hilos. También aparecen en este magnífico reparto Melvyn Douglas, Don Porter, Allen Garfield, Karen Carlson... e incluso Natalie Wood en un pequeño papel.

Una estupenda película, toda una mordaz sátira política, que hoy, en esta etapa de la historia donde la imagen y la primera impresión lo son todo, suena tan actual como lo fue durante su estreno en los años setenta, porque la política moderna se reduce a eso: eslóganes simplones, colorines, luces, gestos... es puro espectáculo, simple marketing, las ideas vienen después, si es que vienen porque lo más normal es que ni haya ideas, hay más improvisación que planificación. Lo ideal sería que primase ante todo, el programa, es decir el proyecto, el planteamiento de soluciones a los conflictos y problemas sociales de toda índole, que es lo que importa, pero por desgracia lo ideal raramente se plasma en la realidad.

 Cary Juant.

 

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Un Domingo Maravilloso

1 de Julio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Un Domingo Maravilloso.

 

Después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, este país, y sus estudios cinematográficos, trataron de seguir adelante con su vida tal como habían hecho siempre sus gentes, aunque, por supuesto, había grandes diferencias, el nacionalismo exacerbado había dado paso a una nación asolada y empobrecida, inquieta por su futuro. Por lo que respecta a la industria del cine, esta siguió rodando películas, aunque en un número mucho menor y con peores medios, si durante la guerra los cineastas nipones habían tenido que lidiar con la censura militar imperial, ahora aquellos mismos cineastas debían someter sus guiones a la censura del Gobierno de Ocupación, y a las presiones de unos pujantes sindicatos (controlados por los comunistas) que se hicieron con el control de los estudios cinematográficos, de hecho el primer film que rodó Akira Kurosawa tras la guerra fue “Los que hacen el mañana”, una película de corte sindical que el director fue obligado a producir junto a los realizadores Kajiro Yamamoto e Hideo Sekigawa, Kurosawa siempre renegaría de ese film, y durante el resto de su vida trató de aparentar que esa película no existía. Tras escribir el guion para una película en la que debutaría un tal Toshiro Mifune, palabras mayores, Kurosawa se juntó junto a un amigo de infancia, Keinosuke Uekusa, para elaborar un nuevo guion que relataría una historia sencilla, alejada de cualquier tono político, no sería descabellado, pues, considerar “Un domingo maravilloso” como su verdadera primera obra de autor.

Movimiento capital en el devenir del séptimo arte, el Neorrealismo italiano nacía de entre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la relevancia y la influencia de esta corriente cinematográfica se hacía notar en lugares y cinematografías alejadas de esa Italia derruida pero con una situación muy similar, es el caso del Japón de posguerra, Shimizu, Ozu, Yoshimura o Mizoguchi (enamorado de la obra de Rossellini) abrazan dicha corriente para mostrar con severa desnudez la realidad de su sociedad; "Memorias de un Inquilino", "Mujeres de la Noche", "El Baile en la Casa Anjo" o "Los Niños de la Colmena” serán ejemplos de ello. Como ya comentamos anteriormente un joven Kurosawa trabaja con el dramaturgo y amigo de la infancia Keinosuke Uekusa para una producción de Toho que se ha de rodar en escenarios naturales por la precariedad económica, añadiendo a ello su filmación "clandestina" a modo de documental por las calles de Shinjuku, estos detalles acercan a la esencia neorrealista más pura la pequeña e íntima pero no por ello menos universal epopeya de "Un Domingo Maravilloso", Kurosawa radiografía su sociedad sin perder un ápice de lucidez ni de marcada amargura, muestra las calles como son y la gente como es, rodeada de miseria, pobreza, corrupción y edificios en ruinas, es la tierra de los desamparados y derrotados, es un mundo de sombras y lluvia incesante, de violencia e injusticia, de desgraciados que únicamente en el delito encuentran una forma de sobrevivir a la ruina, no obstante Kurosawa, como en la mayoría de sus films, prefiere abogar por la esperanza y concederle algunos instantes mágicos a los protagonistas.

Entrañable trabajo del maestro Kurosawa, una hermosa historia de amor que posee destellos del gran Kurosawa, sobre todo en su ritmo y dinamismo. Los actores bordan sus papeles, Isao Numasaki y Chieko Nakakita traspasan la pantalla con su química, transmitiendo por momentos desesperanza y en otros son unos soñadores que creen en el futuro. Uno de los títulos menores de Kurosawa, que en otro director sería, sin duda, una de sus grandes obras.

Cary Juant.

 

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Fuerza Bruta

8 de Julio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Fuerza Bruta.


Octavo largometraje de Jules Dassin producido por el independiente Mark Hellinger para la Universal, un impresionante film carcelario protagonizado por Burt Lancaster que parte de una historia de Robert Patterson, convertida a guion por el gran Richard Brooks y que se puede considerar como el punto de partida para la que seguramente sea la primera obra maestra del cine penitenciario. La película sirve de guía a otras, es precursora y marca el camino a las que vendrán posteriormente para convertir el subgénero carcelario en imprescindible, con películas como ”La evasión” esa otra absoluta obra maestra de Jacques Becker que constituye el inesperado testamento de uno de los más grandes realizadores de la cinematografía gala. Estos muros tampoco son muy diferentes a otros que en el futuro albergarán historias similares, aquí ya vemos cómo los reclusos son sometidos a una disciplina que traspasa con creces todos los límites por parte de los en teoría encargados de custodiarles, como veremos más tarde en “Brubaker”, por ejemplo. Al igual que en la icónica “Fuga de Alcatraz” los deseos de libertad de los prisioneros chocan de frente con las ansías de poder que exhiben sus carceleros, lo mismo sucede en la infravalorada “Homicidio en primer grado”, en la que el principio de acción-reacción rige las tensas relaciones entre cautivos y funcionarios. Hay también un par de detalles que no se deberían pasar por alto, como ese tablero de ajedrez que preside la celda y que sólo unos años más tarde volverá a aparecer en el “Stalag 17”, el barracón ideado por el maestro Wilder, o el cartel en la pared de esa mujer que sirve de musa y de mucho más como sucederá bastante después en “Cadena perpetua”. 

Jules Dassin nos da una lección en la realización, creando un film de cine negro entre rejas, alcanzando una atmósfera opresiva que se desliza en un “in crescendo” hasta el apoteósico tramo final. El guion es maravilloso, con una descripción detallada de cada personaje, conoceremos los motivos personales por los cuales cumplen condena en dicha prisión con el continuo uso de “flashbacks”, con una portentosa fotografía en glorioso blanco y negro a cargo de William H. Daniels que le da a la película un tono gótico, cercano al expresionismo alemán, abusando del negro para los momentos más dramáticos y tensos, sencillamente magistral. Las interpretaciones son soberbias, destacando por encima de todos Burt Lancaster y Hume Cronyn, jefe de guardias de la prisión y encargado de hacerles la vida imposible a los presos; Burt Lancaster nos regala uno de sus mejores trabajos, y mira que ha hecho bastantes, creando al carismático preso Joe Collins, con un lenguaje corporal colosal, un antihéroe al que muchos no dudan en seguir y que tiene su zenit en el tramo final con un despliegue físico brutal. 

Una película que sin duda merece figurar en el “Olimpo” del género, una obra maestra de Jules Dassin que años más tarde nos legó "Rififí" para demostrarnos su absoluta maestría como creador de situaciones tensas y contenidas que explotan en el momento oportuno. Mi recomendación más entusiasta para invertir poco más de hora y media en una cinta que seguramente os impresionará y tardaréis en olvidar. ¡¡¡Gran trabajo, señor Dassin!!!

 Cary Juant.

 

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Encrucijada de Odios

22 de Julio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de Encrucijada de Odios.


Película producida por la RKO, sin duda uno de los mejores filmes de Edward Dmytryk, director que se manejó muy bien dentro del género negro en los 40 y que a lo largo de sus 32 películas abarcó casi todos los géneros, además de hacerse famoso por ser uno de los diecinueve convocados que no se presentaron a declarar en la famosa audiencia de la “Caza de Brujas” de McCarthy. John Paxton, que ya había colaborado con el director en películas como “Historia de un detective” (1944) o “Venganza” (1945) , adapta una novela que Richard Brooks escribió mientras era sargento en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos haciendo películas de entrenamiento en Quantico, Virginia y Camp Pendleton, California; en la novela, la víctima era homosexual, el “Hollywood Hays Code” prohibió cualquier mención a la homosexualidad porque se veía como una perversión sexual, el tema de la homofobia del libro se cambió por uno sobre racismo y antisemitismo.

La historia destaca por un excelente dominio del elemento espacio/tiempo, la acción transcurre en apenas un par de días, la noche en la que tiene lugar el asesinato, la mañana siguiente y la madrugada del día posterior, este corto periplo será suficiente para inmiscuirnos en un relato de corte detectivesco, típico del cine negro no solo por el mero hecho de desarrollar un caso policial, sino también por abordar temas de carácter social relacionados con la realidad del momento en el que el film se rodó. Aprovechando la coyuntura del reciente final de la 2ª Guerra mundial se nos ofrece un fresco sobre la incapacidad de muchos militares para reintegrarse en la vida civil así como el desprecio que sentían por estos últimos, pero fundamentalmente se ofrece un tratado contra la irracionalidad del odio y da un toque de atención contra el antisemitismo antropológico y curiosamente paradójico que se da entre los vencedores cuyos valores, al menos en teoría, deberían oponerse a los del nazismo. Visualmente la cinta es portentosa, el fabuloso uso de la iluminación (sombras, luces directas sobre los rostros, contrastes…), junto con el sabio manejo de los planos (contrapicados, fotografía turbia, primeros planos…), consigue crear un ambiente de sordidez e inseguridad, clave para que el relato adquiera sobriedad. 

Otra de las virtudes de la película es el elenco protagonista, encabezado por los tres “Roberts” y secundado por una de las grandes “femmes fatales” de la historia del cine, la inconmensurable Gloria Grahame, que se convierte en el "leit motiv" que desarrolla la trama, la Grahame fue nominada al Oscar como actriz de reparto por su sensual papel de Ginny. Young da vida a un policía cansado tras tantos años en el cuerpo, y sobre todo por lo que ha visto en ellos, un hombre que sabe mucho más de lo que aparenta y que no se dejará engañar fácilmente. Ryan es un soldado hablador e inteligente, que oculta su inseguridad y sus temores mediante el desprecio a todos los que considera “inferiores” a él, borda otro de esos papeles a los que nos tenía tan acostumbrados, el de un tipo encantadoramente desagradable lleno de complejidades psicológicas y alteraciones mentales. Y finalmente, Mitchum, con su imagen característica de estar un tanto de vuelta de todo, es el encargado de mover los hilos en la sombra para resolver la investigación, y salvar así a su amigo demostrando su inocencia. 

Una pequeña obra maestra del cine negro y del thriller psicológico, social y político. Un asesinato, un detective, varios sospechosos, “femme fatale”, una esposa adorable... ¡Qué más queréis! Una pequeña joya para disfrutar.

 Cary Juant.

 

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El Solterón y la Menor

24 de Julio de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de El Solterón y la Menor.

 

Estupenda screwball comedy dirigida por Irving Reis, un artesano que había empezado en el mundo de la radio donde innovó con su famoso “Taller de teatro” en la CBS, allí patrocinó a un nuevo talento llamado Orson Welles, años más tarde volvieron a coincidir ambos en la RKO, pero mientras el nuevo genio dirigía las magistrales “Ciudadano Kane” o “El cuarto mandamiento”, Reis se ocupaba de filmes de segunda categoría, aunque bueno, Reis también cuenta con algunas buenas producciones entre las que destaca la película que hoy nos ocupa, “El solterón y la menor”, o “Todos eran mis hijos” (con Edward G. Robinson) y “Hechizo” (con David Niven). La película fue un proyecto personal del productor Dore Schary, un hombre que llevaba dieciséis años en el mundo del cine, desde que empezara como guionista en el departamento de MGM, tras ganar un Oscar por el guion de “Forja de hombres”, empezó a producir filmes de bajo presupuesto que dieron pingües beneficios al estudio como “Bataan” y “La cadena invisible”, pero sus continuas divergencias con Louis B. Mayer lo llevaron fuera de los estudios, empezando una nueva etapa en RKO, allí intentó reverdecer los éxitos de la productora que se había refugiado en las cintas de serie B. 

Memorable el guion de Sidney Sheldon, quien consiguió el premio Oscar por este trabajo, magistral, ofreciéndonos una comedia llena de inteligente humor e hilarantes diálogos. De alguna manera, puede que nos suene haber visto cientos de veces la misma historia y con los mismos trucos, pero funciona, y lo hace por culpa de este inteligente guion con una inventiva de excepción y un estupendo estudio de caracteres que sabe hurgar en el interior de unos estereotipos que conocemos pero con los que, quizá, nunca nos hemos encontrado. E incluso podríamos decir que la película se molesta en darnos una pequeña lección sobre dónde se halla el verdadero amor, ah, pero no os preocupéis, lo hace siempre con la sonrisa puesta y con un ojo mirando hacia la verdad y el otro hacia el escepticismo que siempre pone la edad, esa señora tan peligrosa y tan llena de insidia. Y señoras, mucho cuidado, porque aquí tenemos una muestra del poder masculino, y qué poder, cuando alguien con la sorna dibujada en la cara se propone caer bien, agárrense bien al brazo del sofá porque el tipo va a tirar con fuerza hacia la pantalla y puede que las haga partícipes de las evoluciones de la galantería; de paso, y para los señores, aprendan cómo se puede ser irresistible mientras se pierde el ridículo entre salto y salto, para mí, es una de las mejores terapias que se pueden recomendar para quien necesita un poco de alegría entre tantas seriedades sobrevenidas. 

La película cuenta con un trío de actores formidable, encabezados por unos siempre eficientes Cary Grant y Myrna Loy y por una jovencita y precoz Shirley Temple, que por entonces ya contaba con 19 años. Los dos personajes femeninos son muy diferentes entre sí, Myrna Loy, la jueza es estirada, sobria, meticulosa, controlada, altiva... siempre elegante y siempre distante; su hermana, Shirley Temple, es todo lo contrario, poco más que una cría, con muñecas en su habitación, doseles, velas, cortinas, pinturas románticas... está muy bien en su papel, aunque me cuesta olvidarla como niña prodigio de otras películas del cine clásico de las que guardo grato recuerdo. Cary Grant es un tipo despreocupado, con encanto, algo descarado, pero sin abandonar un cierto aire inocente, Cary Grant es uno de mis actores favoritos de la gran pantalla, y aquí me parece que borda su papel, hasta en aquellas ocasiones en que, por necesidades del guion, debe comportarse como un adolescente. Encantadora también la interpretación de Ray Collins como tío de Mirna Loy empeñado en hacer de Cupido entre los protagonistas. 

Estupenda comedia de enredo que seguro te arrancará una sonrisa, una comedia que se ve con agrado y que cumple a la perfección su objetivo, entretener. No se puede esperar menos de una película donde Cary Grant no sólo se dedica a conquistar a jovencitas sino también a nosotros, pobres incautos, que asistimos, atónitos, a su belleza de ademanes y gestos, a su encanto envolvente, a su irónica mirada que siempre parece encaminarse a no tomarse a sí mismo demasiado en serio.

  Cary Juant.

 

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Defensa

30 de Julio de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de Defensa.

 

En los años 70 se desarrolló por completo el concepto de “Nuevo Hollywood”, películas que se apartaban del sistema de estudios de las décadas anteriores y el glamour del Hollywood clásico, para buscar temas más cercanos, duros y controvertidos que el simple entretenimiento, sólo en medio de este contexto sociológico y cultural se puede entender la importancia de “Defensa”, el hecho de que fuera uno de los mayores éxitos de taquilla de 1972 y que al año siguiente recibiera tres nominaciones al Oscar, en las categorías de mejor película, montaje y dirección. 

“Defensa” (no me puedo imaginar quién sería el lumbrera al que se le ocurrió esta traducción, “Deliverance” significa literalmente “Liberación”) es un film magistral que confronta al hombre civilizado con la naturaleza en estado salvaje, donde no sólo el río o la espesa zona selvática crea desasosiego, sino también los habitantes igualmente silvestres de una América profunda y endogámica, que atenaza a los personajes y al espectador con acciones insólitas y despiadadas. Está magistralmente dirigida por John Boorman, que sabe mantener el ritmo de la historia de forma que no nos podamos despegar de la butaca; el guion es simplemente espectacular, es obra de James Dickey y está basado en la novela homónima del propio Dickey, “Deliverance”, escrita en 1970, la película prácticamente reproduce la novela, en otro lenguaje, el audiovisual, pero con las cargas de profundidad que han hecho de esta obra literaria y de la película, sendos clásicos. Además de la excelente dirección de Boorman y el fantástico guion de Dickey, hay que añadir que la música de Eric Weissberg es sensacional y acompaña a los expedicionarios por los tumultuosos parajes que transitan, aportando dramatismo al relato; la fotografía de Vilmos Zsigmond es de antología, así como la puesta en escena y el montaje. El reparto también es extraordinario, con un Jon Voight en un papel memorable, plenamente convincente, que vive con extrema audacia y a la vez angustia los acontecimientos, Burt Reynolds, que siempre fue un actor muy cotizado pero mediocre, hace no obstante en este film, el papel de su vida: resuelto, creíble, brillante. 

El año de “El Padrino” y “Cabaret” Boorman se presentó con esta joya imperecedera, que sigue provocando sensaciones de ahogo por muchas veces que la veas, donde no sobra ni falta un solo plano. Una de las mejores películas de los años 70 que va a permanecer en nuestro recuerdo para siempre, ojo, disfrutar de esta película de noche, en silencio y sin interrupciones puede ser una de las experiencias mas desasosegantes que se pueden sufrir con el cine. Una maravilla que seguro nos revuelve en nuestro sofá, de matrícula de honor.

Cary Juant.

 

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El Beso de la Muerte

13 de Agosto de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de El Beso de la Muerte.

 

Los años 40 son irrepetibles, los 50 también, ninguna de esas películas volverá a hacerse jamás, se mejorarán, se remasterizarán y todos los "an" que queráis, pero no será lo mismo, esas viejas películas están ahí y aunque no son buenas todas las que están, si están todas las que son buenas, y buena es sin duda "El beso de la muerte", más bien es muy buena. Dirigida por Henry Hathaway y escrita por Ben Hecht y Charles Lederer sobre una historia de Eleazar Lipsky, se inspiró en una historia real del ex fiscal de distrito Lawrence Blaine, el relato fue comprado por la 20th Century Fox como vehículo para el lucimiento de Victor Mature, y este hace seguramente la mejor actuación de su carrera, pero quien realmente se sale es un arrollador Richard Widmark en su debut cinematográfico, componiendo uno de esos villanos que permanecerán para siempre en nuestra memoria. Y aquí me detengo, me quito el sombrero, hago una reverencia mosqueteril a los Richelieu de turno, y brindo mi comentario a Richard Widmark, ¡va por usted, maestro!, porque su trabajo no es solo bueno, es superior, y es tan superior que me recordó a aquel Scarface (Paul Muni) de Hawks... haz el mal y no mires a quién, sin remordimientos, como el que no quiere la cosa, con ese punto de locura apenas perceptible por un brillo especial de las miradas, Widmark sale pocos minutos en pantalla pero cuando sale se la come, su mirada y su risa malévola de psicópata empedernido nos deja impactados, nos inquieta, nos deja huella. 

La película nos engancha desde el principio con un inquietante suspense que no requiere de aspavientos ni trucos para ser intenso, Hathaway no deja que la historia pierda fuerza en ningún momento, dura lo que tiene que durar y muestra lo que tiene que mostrar, cualquier director hubiera caído en planos innecesarios, pero Hathaway va al grano, a lo que da empaque a la historia, dirige todas las escenas con una fuerza contenida, un pulso, una tensión y una sobriedad magistrales. El guion de Ben Hetch y Charles Lederer (los mismos de la fantástica “Luna Nueva” de Howard Hawks) es magnífico, aunque queda algo estropeado por esa moralina ejemplarizante forzada por la manipuladora censura de la época. La fotografía de Norbert Brodine está en la línea del mejor cine negro, haciendo un gran uso de los claroscuros como es habitual en el género. 

Otro inolvidable clásico del genero, cine negro del bueno. Excelente suspense (¡que largo se puede hacer un trayecto de ascensor!), la fotografía... superior, pero Widmark es… ved la película y poned vosotros el adjetivo. Una de esas películas clásicas para ver en el silencio de la noche y simplemente disfrutar.

Cary Juant.

 

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La Senda Tenebrosa

5 de Septiembre de 1947 

Celebra con nosotros el 75 aniversario 

del estreno de La Senda Tenebrosa.

 

Había una vez un tiempo en que la receta para el éxito era tan simple como tener una historia sólida, un director con personalidad al timón y unos actores cumplidores, un tiempo en que el universo de las grandes estrellas de Hollywood estaba conformado por maravillosos actores, dotados de un carisma innato, difícil de encontrar en la actualidad, que les hacía resultar creíbles en cualquier papel que cayese entre sus manos, Humphrey Bogart fue uno de ellos, un tipo bajito y más bien delgaducho, radicalmente alejado de la imagen de galán que triunfaba en la época, que, sin embargo, protagonizó una de las historias de amor más emblemáticas de todos los tiempos, la que vivieron Rick Blaine e Ilsa Lund en “Casablanca”(Michael Curtiz, 1942), ahora bien, si Bogart estuvo perfecto en su encarnación de héroe romántico en tiempos de guerra, no cabe duda de que sus trabajos más recordados estarían enclavados dentro del cine negro, en general, y en sus cuatro colaboraciones junto a la actriz Lauren Bacall, en particular. La innegable fotogenia de la Bacall llamó poderosamente la atención del director Howard Hawks, tanto fue así que confió en ella para que coprotagonizara junto a Bogart, “Tener y no tener” (1944), toda una obra maestra en la que la pareja derrochó una química que traspasó la pantalla, aquello fue tan solo el comienzo de la leyenda. Que el actor fuese 26 años mayor que la debutante actriz no fue obstáculo para que acabaran enamorándose y pasando por el altar un año después, formando uno de los matrimonios más unidos del mundillo artístico, que duró hasta el fallecimiento de él en 1957. Bogart y Bacall volverían a ser pareja cinematográfica en tres proyectos más, a cual más inolvidable: “El sueño eterno” (Howard Hawks, 1946), “Cayo Largo” (John Huston, 1948) y la película que hoy nos ocupa, "La senda tenebrosa”, tal vez, la que goza de menos renombre, sin embargo, aunque no llegara a alcanzar la categoría de absoluta obra maestra que sí ostentan las otra tres cintas, hay que rendirse a la evidencia de que nos hallamos ante un título realmente fascinante. 

Jack L. Warner contrató a Delmer Daves para llevar a cabo la adaptación de “Dark Passage”, una novela de David Goodis, como vehículo para lucimiento de la pareja del momento, Daves, un realizador que sería más recordado por sus excelentes westerns –“Flecha rota” (1950), “El tren de las 3:10” (1957) o “El árbol del ahorcado”(1959) son algunas de sus mejores aportaciones– y que aquel año también filmaría otra interesantísima historia de intriga como “La casa roja” , lejos de plegarse a las exigencias de los productores, decidió tomar aquel potente material y realizar una jugada tan suicida como la de no mostrar el rostro de su estrella protagonista (Bogart) hasta una vez transcurrida una hora de película, una licencia creativa, tan poco explotada por aquel entonces, como la del empleo de la cámara subjetiva, hace que el espectador viva los acontecimientos a través de los ojos de su personaje Vincent Parry, con los diferentes personajes que interactúan con él hablando directamente a cámara, también emplea la voz en off de Bogart para hacernos partícipes de los pensamientos y miedos de este hombre injustamente acusado de un asesinato, el de su esposa, que no ha cometido, un héroe en la mejor tradición de los falsos culpables de Hitchcock.

Llamativa, interesante, inteligente, misteriosa, elegante, sofisticada, enigmática, ingeniosa y rompedora producción de cine clásico, perfectamente engarzada como si de un mecanismo de relojería se tratase. La fotografía corre a cargo del notable Sidney Hickox ("Tener y no tener", "Al rojo vivo"), Hickox convence realizando un esplendido trabajo de captación de exteriores, sin olvidarnos, eso si, de unos más que loables interiores retratados perfectamente a través de un sabio uso de luces y sombras. El director de la música es Franz Waxman, especializado en composiciones cinematográficas ("El crepúsculo de los dioses", "Rebeca", "Un lugar en el sol"), sobriedad y clase definen a la perfección la música que nos ofrece Waxman. 

Un clásico nada menor, emocionante y absorbente, repleto de momentos memorables. Un excelente thriller que te atrapa de principio a fin y que se constituye sin duda una de las cimas del cine negro.

 Cary Juant.

 

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Las Aventuras de Jeremiah Johnson

10 de Septiembre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario 

del estreno de Las Aventuras de Jeremiah Johnson.

 

Existen películas en la historia del cine que una vez visionadas quedan adheridas a la memoria con una frescura y viveza que consiguen perdurar con el paso de los años en nuestro imaginario, “Las aventuras de Jeremiah Johnson” es una de ellas. El protagonista está encarnado por Robert Redford, que con este trabajo consiguió la madurez en su carrera cinematográfica, una madurez paralela a la amistad que le unía desde los años sesenta al director del filme, Sydney Pollack. El magnífico guion es de John Millius y Edward Anhalt, basado más en las novelas “Mountain man” de Vardis Fisher. o “Crow killer” de Raymond Thorp y Robert Bunker que en la verdadera historia del fronterizo “comedor de hígado Johnson”, que según cuenta la tradición, para vengar la muerte de su mujer —una india de la tribu de “las cabezas lisas”—, mató y comió los hígados de los mejores guerreros “crow” (cuervos) que fueron sucesivamente enviando contra él. Fue el primer western de la historia en inaugurar el Festival de Cannes, pasó por numerosos problemas de financiación (que obligaron, entre otras cosas, a improvisar el reparto de secundarios, rodar en los terrenos del propio Redford, usar como vestuario ropas compradas en mercadillos, e incluso suprimir el catering), pero el director consiguió su objetivo, crear una inolvidable película, llena de belleza, sentimiento y poesía. 

Pollack consigue crear uno de los universos de ficción más ricos y pintorescos imaginados durante el Siglo XX, navegando sobre una deliciosa partitura y disfrutando con una fotografía con mucho más de divino que de humano, el espectador atraviesa junto a Jeremías por todas las etapas por las que una persona de ciudad atravesaría en un hábitat si no hostil sí, cuando menos, extraño: inexperiencia, frustración, adaptación, embelesamiento… No hay una escena de más ni una escena de menos, la película nos entretiene y educa al mismo tiempo, pienso que es conveniente revisarla de vez en cuando para mantener fresca nuestra capacidad para emocionarnos, para acordarse de que es bueno mantener la llama de los propios sueños o de las propias fantasías. 

Una obra muy especial, Pollack nos muestra las Rocosas en Utah de un modo absolutamente magistral, con esos planos generales llenos de belleza, no hay duda de que estamos ante una película muy física pero, al mismo tiempo, llena de tintes poéticos, donde el director recupera el sentido del paisaje como obra maestra de la naturaleza. Pollack retrata maravillosamente pedazos de realidad, a modo de fotogramas congelados sacados de una bobina, que desnudan el mundo y nos describen con objetividad sin paliativos, al hombre en contacto con la naturaleza, personajes como el entrañable y locuaz anciano Claw Bear dedicado a la caza del oso, el bandolero errante y sin escrúpulos Del Guey, el niño "mudito" bautizado Calehb por el propio Jeremiah e hijo biológico de una mujer enloquecida por una triste desgracia, "su" mujer india fruto del habitual trueque tribal, el enigmático jefe de la tribu de los Cross, Camisa Encarnada, el ejército de caballería, cementerios indios, escenas de luchas terribles con una jauría de lobos... conforman una sobria y bella película, filmada con esmero y talento, por uno de esos directores que siempre, o casi siempre acierta con lo que nos ofrece. 

Un soplo de aire fresco (de la montaña, seguro) aún cincuenta años después de estrenarse. Maravillosa, bella... inolvidable, un ejemplo modélico de hacer cine de aventuras, o mejor dicho de hacer cine, seguro que sus imágenes se van a calar en tu retina y no se van a marchar en mucho tiempo. 

Cary Juant.

 

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Häxan

 18 de Septiembre de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Häxan.


Entre los siglos XV y XVII en Europa se instalaron una serie de procesos judiciales englobados bajo el nombre de “caza de brujas” que derivaron en la ejecución de entre 40 y 50 mil personas, basándose en un texto interesantísimo, el "Malleus Malleficarum" (martillo de las brujas), un tratado escrito por dos monjes alemanes inquisidores dominicos, de tremenda trascendencia, por desgracia, el director, guionista y actor (nada menos que en el papel del Diablo) Benjamín Christensen realiza una exhaustiva investigación sobre el tema, combina narración con pasajes filmados de manera brillantísima, mezcla la historia documentada con la pura ficción dramática para realizar un falso documental acerca de la apasionada, turbia y tétrica relación del ser humano con el mundo de la superchería y la brujería desde la Edad Media, creando un genial libro de texto en movimiento. La película estuvo perdida hasta los años sesenta en que fue recuperada, estrenándose una nueva versión con narración del poeta William Burroughs y una nueva banda sonora, hoy en día nos encontramos con dos versiones, una muda y la otra narrada, la muda es la original, la segunda es la narrada por Burroughs, supongo que por haber escrito el poema dedicado a Hassan-i Sabbah (líder de la secta medieval de terroristas esotéricos conocida como “Hashisheen” o “The Assassins”).
 
Dividida en siete capítulos, Christensen lleva a cabo una historia de la brujería analizándolo desde diferentes aspectos (orígenes de las supersticiones, análisis de los tópicos sobre brujería, características de la represión…). Es un retrato magnífico sobre el miedo a lo desconocido y sobre la brutalidad y la sinrazón con que se combatía aquello que no se comprendía, algo que Christensen traslada muy sutilmente al presente para hacernos ver que todas las barbaridades de la Inquisición no son algo tan remoto y lejano como pudiese pensarse sino que se repite a lo largo de la historia, siempre hay un mal absoluto al que se achacan todos los males y que sirve como justificación para las mayores atrocidades y para justificar la propia existencia de los mecanismos de represión, llámese a ese mal brujería, judaísmo, comunismo... lo cierto es que ese miedo abstracto acaba por convertirse en una realidad que sirve como válvula de escape y justifica las peores atrocidades.
 
Después de un comienzo torpe, con varitas señalando dibujos en libros antiguos, acompañados de multitud de rótulos informativos, la película pasa a convertirse en una auténtica maravilla, con una fotografía espectacular, onírica y terrorífica, y una escenografía y ambientación cuidadas hasta el más mínimo detalle para crear una sensación de realismo y al mismo tiempo de alucinación y pesadilla. En lo formal, la película no tiene desperdicio, el modo en que está ficcionada la Europa de la Inquisición es todo un prodigio, las imágenes evocan el clásico expresionismo gótico alemán, donde la figura de Satanás resulta aterradora, con escenas de gran brutalidad sobre todo teniendo en cuenta su año de producción, se ven torturas, se cocinan niños, nos ofrece bacanales orgiásticas, metafóricas masturbaciones nada solapadas con Belcebú tocando la zambomba, o brujas meando en cubos y tirándolo en una vivienda a modo de maldición, ceremonias de sumisión al Diablo desfilando para besarle su peludo culo... una explosión transgresora para denunciar el sinsentido de la intolerancia, tomando como ejemplo a la inquisición, para ellos la fácil excusa para todos los males era la brujería, era el chivo expiatorio mediante el cual simplemente por ser fea, vieja, tuerta, jorobada o muy guapa eras culpable, porque eso sí, brujas son las mujeres, los hombres son solo las víctimas de este aquelarre.  
 
Una de esas joyitas del cine mudo danés (pionero en tantas cosas), con muchas similitudes en forma, contenido, estructura y mensaje con “Las páginas del Libro de Satán” de Dreyer, rodada más o menos al mismo tiempo, e influyendo también en otra obra del propio Dreyer, “Dies irae”. Grotesca, salvaje, visceral, cruda, explícita, sórdida, sombría, onírica, descarada... una cinta sorprendente, deslumbrante, atrevida en todo momento y, por encima de todo, con una estética cautivadora. Absolutamente magnífica.

Cary Juant.

 

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Los Inconquistables

24 de Septiembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Los Inconquistables.


Los norteamericanos suelen referirse a la época histórica en que se sitúa “Los inconquistables” (Unconquered) como el nacimiento de la libertad y de la nación, y el fin de la América colonial, un amanecer no exento de traumas humanos en forma de continuas guerras y violencias de muy distinta procedencia. En el año en que se sitúa la acción, Gran Bretaña había vencido a Francia por el control del norte del futuro país americano, el único y gran problema eran los indios que poblaban aquellas tierras, ligados al derrotado colonizador francés y organizados bajo el mando del jefe Pontiac, que acaudilló un movimiento guerrero de una docena de tribus alzadas contra los ingleses, la guerra india más recordada de aquel período, las batallas fueron sangrientas en los fuertes que vigilaban la frontera, ocho de los cuales cayeron en manos indias, sólo dos resistieron los ataques, y uno de ellos fue Fort Pitt, enclavado en el emplazamiento que ocupa actualmente la ciudad de Pittsburgh. Los puristas del devenir histórico criticarán sin duda a DeMille por falsear la realidad histórica, pero la fidelidad del Cine a la realidad de los hechos es la que permite el carácter de ensoñación que tiene este medio expresivo, en su descargo cabe señalar que el realizador siempre se rodeó de asesores reputados y prestigiosos para preparar sus guiones, como hizo con Henry S. Noerdlinger en esta producción de 1947. La base literaria empleada en “Unconquered” es una novela publicada en 1933 y escrita por Neil H. Swanson, “The Judas Tree”, el escritor reelaboró su propia historia al conocer el argumento que DeMille y su guionista Fredric M. Frank habían elaborado a partir de su original novelístico, y entonces sí adoptó el título con el que hoy la conocemos (en la edición española ese título quedó en “Inconquistable”). 
 
El film suma aventuras, western, drama, acción, romance, guerra... El relato se presenta minuciosamente documentado en cuanto a armas, construcciones, útiles domésticos, uniformes militares, vestidos, medios de transporte, etc. Evidentemente no hay un realismo palpable ni en las imágenes ni en lo contado (históricamente muy alejado de la realidad) pero qué más da, que una película de dos horas y media se te pase en un santiamén deja muy a las claras las virtudes de esta historia en la Nueva Inglaterra del siglo XVIII: narración prodigiosa, tratamiento exquisito de las imágenes y personajes vigorosos hasta el infinito. 
 
En cuanto a las maravillosas actuaciones tenemos a una Paulette Goddard encantadora, Gary Cooper, muy Gary Cooper, de diez, Howard da Silva repulsivo, Ward Bond en su estilo y el resto de secundarios encajan muy bien en la historia con pinceladas de humor, amor, odio, lucha, supervivencia, superación y patriotismo. Pero centrémonos en la pareja protagonista, se lo merecen: Abigail Martha Hale (Paulette Goddard) es la espita narrativa que desencadena la acción sentimental y física: su condena por un crimen del que nunca sabremos más que lo sentenciado en una vista pública londinense, su venta como fascinante esclava con rasgos exóticos, los oscuros deseos que el traficante de armas Garth proyecta sobre la joven y sobre todo la relación veladamente sexual y abiertamente caótica que mantiene con el recto y
honesto militar Holden (Gary Cooper) convierten a Abby-Paulette Goddard en una heroína inolvidable, las imágenes de su delicado rostro, sometido a los más abyectos escarnios, forman parte de esa iconografía del oeste colonial con la humillación de una subasta pública, con el vestido rasgado para ser sometida a latigazos, dándose un nada íntimo baño de espuma en la casa del herrero Frazer, fregando el suelo de una sucia taberna y como remate, maniatada por las tribus de Guyasuta (Boris Karloff) a punto de arder en la hoguera; sin duda es uno de los auténticos iconos del filme. Cooper ofrece de nuevo un recital de integridad, valor, galantería y moral, es el prototipo del americano medio, el hombre que todos quisieran tener como yerno, DeMille siempre pensó que este animal de la escena había nacido doscientos años después de su tiempo, que era un auténtico hombre de la frontera trasladado al presente. 
 
Aventura, romance, drama, leyenda, tecnicolor, persecuciones, asedios, cascadas, traiciones, bosques, indios, frontera, mosquetes, tomahawks, héroes socarrones e infalibles y malos malísimos que odias desde el primer fotograma, ¡qué más quieres! Una de esas películas que forman parte de ese registro almacenado en la memoria y marcado a fuego desde la infancia.

 Cary Juant.

 

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Se Escapó la Suerte

27 de Septiembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Se Escapó la Suerte.

  

Una de las primeras películas dirigidas por el gran Jacques Becker, autor de obras maestras como “Montparnasse 19” (Los amantes de Montparnasse, 1958), o “Le trou” (La evasión, 1960), y una de las grandes influencias de Godard y su panda. “Antoine et Antoinette” (Se escapó la suerte, 1947) tiene su referente en el Christmas in July (Navidades en julio, 1940) dirigida por Preston Sturges, y está también muy emparentada con otra joya como “Esa pareja feliz” (1951) de Bardem y Berlanga. Su Argumento está basado parcialmente en la comedia musical “El millón”, dirigida por René Clair en 1931 y nos propone un alegre y entrañable recorrido por el Paris de la posguerra a través de una humilde pareja, que pierde un billete ganador de la lotería, y con ello, la oportunidad de prosperar y salir de su precariedad.

Una magnífico filme, revelador de la madurez que atesoraba el cine de Becker ya desde sus primeros pasos como director. A partir de la precisión de un montaje extraordinario –obra de Margueritte Renoir-, el director articula un retablo lleno de ritmo y vitalidad. Filmada a pie de calle, con un estilo naturalista, cercano y cálido, la película de Becker nos sumerge en el retrato costumbrista de un París obrero, y de unos personajes empeñados en mantenerse felices pese a la dificultad del momento.

El filme respira humanismo por todos los poros, ayudado por la gran labor de sus actores, el papel de Becker por acercarse de la forma más realista y cercana a su historia sobre el azar y los caprichos del destino, y sobre todo por aproximarse a temas ligados con la condición humana, como son el deseo de prosperar, o el deseo sexual. La película recoge momentos de amable y alegre humanidad con la aparición de ese plantel de personajes que pueblan la escalera, y las proximidades del barrio, y que se muestran tan reales como solidarios, y amables. Ese espíritu luminoso y alegre se transmite a lo largo y ancho del filme, pese a las dificultades en las que se ve envuelta la pareja con la pérdida del boleto, y cuyo destino mantiene al espectador con un nudo de amargura. Recordemos que estamos en 1947, pero la película respira modernidad, aunque los medios fueran limitados, los emplazamientos de cámara, los encuadres o la disposición de los actores son una constante pugna por contar las cosas de otra manera, por renovar el lenguaje cinematográfico, abrirse camino para que luego otros lo allanaran y pavimentaran.

Una película, divertida y humana que oscila entre ambientes duros, deprimentes y personajes que despuntan humanidad sana. La balanza se inclina hacia un horizonte esperanzador, y ese sabor alegre y dulce es con el que se arropa al espectador hasta en los últimos fotogramas de esta hermosa cinta. Cine de aroma clásico, esa clase de cine cándido, que no pasa de moda, y que reconforta y produce bienestar. Una estupenda comedia de corte neorrealista del que puede considerarse con toda justicia uno de los mejores directores franceses de todos los tiempos.

 Cary Juant.

 

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En Legítima Defensa

3 de Octubre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de En Legítima Defensa.

 

Tras la deslumbrante, y desoladora, “El cuervo” (Le corbeau - 1943), Henri-Georges Clouzot retorna a la realización cinematográfica, tras el obligado lapsus que vivió en carne propia por sufrir la acusación de colaboracionista, realizando una estupenda película “QUAI DES ORFÈVRES” (En legítima defensa), su cuarto film como director. Basada en una novela del belga Stanislas André Steeman, que sirvió previamente a Clouzot en su debut en el largometraje con “L’ASSASSIN HABITE AU 21” (El asesino vive en el 21, 1942), “QUAI DES ORFÈVRES” es una muestra más, de las diversas vueltas de tuerca que el extraño y valioso cineasta francés, brindó a la sociedad francesa de su tiempo, a la que supo retratar, poniendo siempre en primer término, la mezquindad de un mundo en el que impera la falta de escrúpulos, el cineasta francés sabe hacer casi física esa sensación de podredumbre moral que impera en un contexto dominado por mediocres, seres frustrados, o personas que utilizan su fortaleza económica con el fin de alcanzar sus objetivos, por más que estos aparezcan revestidos de los tintes más nauseabundos. El maestro galo del suspenso transforma brillantemente una trama clásica de novela policíaca, nos lleva a los camerinos del music hall parisinos que apenas dejaban espacio (ya no digamos intimidad) a sus ocupantes, nos enseña la complicidad entre esos entrañables artistas de baja estofa y la lascivia que despiertan las bailarinas que basan sus números en exhibir su cuerpo más que en mostrar su (a menudo inexistente) talento, y nos acerca a las celdas de detención del Departamento de Investigaciones Criminales del Quai, en una mezcla de realismo social y crueldad psicológica que se convirtió en su marca registrada. 
 
Nos encontramos ante una película de antihéroes: un protagonista masculino no especialmente atractivo ni inteligente destinado a sobrellevar el papel de cornudo y que para cometer un crimen se prepara una coartada insostenible; un inspector de policía rudo y malhablado encarnado magistralmente por Louis Jouvet con el original timbre de su voz, sus curiosos interrogatorios, sus métodos poco ortodoxos y su humor socarrón parisino; una cantante de music-hall sin talento que coquetea con cualquiera para salir adelante, una fotógrafa que se ve obligada a hacer fotografías eróticas para un viejo verde por subsistencia... no, realmente Clouzot no busca ganarse las simpatías de nadie con sus personajes, pero tampoco se recrea en sus defectos y simplemente los retrata tal cual son. Los escenarios principales de la historia se muestran en clave expresionista próxima al diseño visual y al empleo del blanco y negro que por entonces hacía el cine negro americano, la noche y la oscuridad de lugares desprovistos de ventanas o poco iluminados (determinadas dependencias policiales, ciertos emplazamientos entre bambalinas y en los sótanos del teatro, el salón principal del repugnante de Brignon...) priman sobre la claridad y la luz del día. 
 
Un clásico poco visto, una de las grandes obras del cine francés de posguerra, una proeza del cine negro que le valió a Clouzot el codiciado premio al mejor director en Venecia, mucho antes de sus triunfos internacionales con obras maestras de la talla de "El salario del miedo", o "Las diabólicas". 
Un fenomenal vehículo de intriga y suspense que anuncia ya muchas de las cualidades por las que el director será apreciado en años posteriores.

Cary Juant.

 

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Sin Sombra de Sospecha

3 de Octubre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Sin Sombra de Sospecha.

 

Michael Curtiz es fundamentalmente conocido por haber dirigido uno de los iconos de la historia del cine “Casablanca (1942)”, pero antes de llegar a Hollywood ya contaba con una reputada carrera en su país de origen, Hungría, sobre todo gracias a grandes producciones épico-bíblicas del periodo silente como "La luna de Israel (1924)", obra que la Paramount compró en Estados Unidos con el fin de ocultarla en sus archivos y que el público no pudiese compararla con "Los diez mandamientos (1923)" de Cecil. B. De Mille, ya que curiosamente en ambos films se incluía la secuencia en la que se abren las aguas del Mar Rojo. El director abordó con eficacia un montón de géneros: bélico, western, aventuras, terror y por supuesto el noir con títulos tan interesantes como el que nos ocupa “Sin sombra de sospecha (The Unsuspected)”. 
 
Curtiz huía de los estereotipos hollywoodienses y sus obras a menudo no contaban con brillantes guiones, por lo tanto tenia que suplir esas carencias con su hábil realización tal y como ocurre con esta película, con una iluminación mas bien expresionista y donde los extraños ángulos de cámara contribuyen a describir los sentimientos de los personajes casi mas que los diálogos. El director nos demuestra su destreza utilizando los mejores recursos del género: siluetas, reflejos, sombras entrecruzadas, profundidad de campo, primeros planos y contrapicados... los aplica Curtiz con maestría, logrando precisos efectos psicológicos y dándonos pistas sabiamente conjugadas. La película está basada en una novela de Charlotte Amstrong, con guión de Bess Meredyth (esposa de Curtiz) y prodigiosa fotografía de Elwood Bredell, autor de obras maestras de la talla de "The Killers”, Robert Siodmak – 1946), cuenta con música de Franz Waxman (" Rebeca (1940)", "La ventana indiscreta (1954)”...), con una inteligente fusión de jazz y música clásica que nos remite a sus imágenes.

“Sin sombra de sospecha” es sin duda una de las grandes contribuciones de Michael Curtiz al cine negro y pienso que está a la altura de otras grandes películas suyas que se pueden incluir asimismo fácilmente como alguna de las grandes aportaciones a géneros como, sobre todo, el de aventuras —El capitán Blood (1935), El halcón del mar (1940), El lobo de mar (1941)—, pero también al western —Dodge, ciudad sin ley (1939)—. Puede que José Luis Guarner exagerara cuando solía incluir a “The Unsuspected” entre las mejores películas de la historia del cine, pero sin duda es un soberbio film que merece ocupar el lugar de honor que le corresponde dentro del así llamado cine «clásico» de Hollywood e incluso en la filmografía de su director; una cinta a tener muy en cuenta y que seguro os mantendrá enganchados y disfrutando de ella desde su inicio hasta su excelente "THE END".

Cary Juant.

 

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El Callejón de las Almas Perdidas

9 de Octubre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de El Callejón de las Almas Perdidas.

 

“El callejón de las almas perdidas” es una obra maestra, un thriller, un drama psicológico en el que se pone en cuestión las apariencias a partir de una serie de oposiciones o comparaciones, la bola del vidente puede transformarse en botella de alcohólico, la confesión ante el charlatán ser equiparada al relato hecho en la intimidad del psicoanalista, la lectura de las cartas del tarot es tan fiable como la reflexión psicológica. El director de la cinta es Edmund Goulding, un cineasta de gran calidad pero que tuvo pocos proyectos que estuvieran a su altura. En este caso Tyrone Power es el protagonista, él fue quien impulsó la producción y la hizo posible al aceptar él, que en 1947 era la gran estrella masculina de la FOX, un papel de charlatán o vidente, de tipo inquietante por lo atractivo y porque dice la verdad, porque adivina nuestros secretos con armas que se nos antojan ilícitas.

El film es además de una gran elegancia visual, con la estupenda fotografía de Lee Garmes y, sobre todo, una prueba del enorme talento del cineasta para dotar cada secuencia de identidad visual clara, próxima al surrealismo y siempre al servicio de una mirada despiadada sobre el mundo.
En todas las enciclopedias se habla de un final patético, con Tyrone Power convertido en monstruo de feria que devora pollos vivos, ese plano o esa secuencia, que sería coherente con la película, no figuró en la versión final del film, probablemente porque el final era de comercialidad más que dudosa y no soportable para un público incapaz de aguantar que tanta crueldad se cebase en su héroe.

Gran, gran película, original y fascinante, y que no ha perdido un ápice de actualidad a pesar de los setenta y cinco años transcurridos desde su estreno.

Cary Juant.

 

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Robin de los Bosques

18 de Octubre de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Robin de los Bosques.


‘Robín de los bosques’ (Robin Hood) fue una de las primeras películas de ese cine de acción y aventuras que llegó a su apogeo entre 1940 y 1955 gracias a intérpretes como Errol Flynn, Maureen O’Hara, Burt Lancaster, Anthony Quinn..., largometrajes que hacían las delicias de generaciones de jóvenes en las sobremesas de las tarde de sábado y que apuntalaron todo un subgénero de enorme popularidad dentro del séptimo arte con ingredientes como el carisma de sus intérpretes, la espectacularidad de los planos, una acción trepidante y un enfoque basado en la evasión pura y dura. Sin lugar a dudas, el actor que inauguró este modo de hacer cine fue Douglas Fairbanks Sr., su auténtico nombre era Douglas Elton Thomas Ulman, su padre, de ascendencia judía, era un abogado de renombre obsesionado por el deporte y la interpretación, no solo inculcó su amor por el teatro a Douglas desde la más tierna infancia, sino también a su hermano Robert, que en ‘Robín de los bosques’ ejerce como técnico de rodaje. 
 
La película es una auténtica superproducción, la más cara hecha hasta la fecha, fue la primera gran producción cinematográfica rodada en torno a la figura del mítico “Príncipe de los ladrones”, se basa libremente en la balada de 1632 de Martin Parker, quien presentó Robin Hood como el conde de Huntington. El desmesurado presupuesto fue gran parte destinado a la construcción del mayor decorado edificado en Hollywood para una película de cine mudo, se construyó un imponente castillo y un pueblo (Nottingham) entero, hechos en el Estudio Pickford-Fairbanks en Hollywood, en los que participaron más de cien carpinteros, diseñados decorados por Lloyd Wright, hijo del célebre arquitecto Frank Lloyd Wright. Fue todo un éxito, tanto de crítica, como comercial, la más taquillera de 1922. 
Film rebosante de vitalidad, un auténtico “chute” de alegría, pero sin faltar sus buenas dosis de romance, drama o comedia. Douglas Fairbanks demuestra porque fue el primera gran leyenda del Cine, arrollando con su energía, electricidad, sus dotes para irradiar simpatía y vigor, saltando, cayendo, peleando… está fantástico en ese rol de pícaro aventurero que encarnaba con naturalidad, vitalidad y optimismo. A destacar también el magnífico elenco de secundarios: Enid Bennett, Sam de Grasse, Paul Dickey, Allan Hale y sobre todo a Wallace Beery en el papel del rey Ricardo. 
 
Otro de los grandes clásicos del cine de aventuras, disfrutemos de este espectáculo brillante y divertido en el que no faltan las traiciones o los lances amorosos, y todo ello salpicado con grandes dosis de sentido del humor. Cine con mayúsculas que solo puede gozarse en todo su esplendor en pantallas cinematográficas de grandes dimensiones, lástima que nos tengamos que conformar con las del televisor, pero sin duda, vale y muy mucho la pena.

Cary Juant.

 

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Crónica Negra

25 de Octubre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de Crónica Negra.

 

Antes de morir prematuramente, Melville, un tipo que se paseaba por el mundo con botas de cowboy y sombrero texano, pretendiendo emular a sus admirados directores americanos, dejó el pabellón bien alto con su última película. El film suma acción, crimen, policíaco, thriller... desarrolla una narración austera, estilizada y depurada, exenta de adornos y de elementos superfluos, buscando la simplificación y la síntesis. Como ya sucediera en la extraordinaria “LE SAMOURAI” (1967), la visión gélida de París según Melville se filtra a través de su amor por el cine negro clásico americano, con su estilo característico de héroes tristes sin entrar en esos modelos básicos de acción que pueden reducirse a violencia y brutalidad, la composición de las escenas de violencia es prácticamente como la de cualquier película de Serie B americana, seca, dura, sin concesiones, no hay malabarismo, únicamente trama. 
 
Melville nos obsequia con uno de sus temas recurrentes, los profesionales, ladrones y policías, gente estoica que sabe lo que tiene que hacer, que cuando ejercen son máquinas puestas al servicio de sus objetivos. La historia intenta mostrarnos lo fina que es la línea entre lo que está bien y lo que no, sigue el peculiar estilo Melville, un estilo seco, áspero, en un mundo de personajes ambiguos, traidores, lealtades, pocos diálogos y mucha acción, los personajes hablan más con su mirada, con sus gestos, que de palabra. Los críticos de “Cahiers du Cinema”, entusiasmados con el estilo, con la forma de hacer del director, lo propusieron como prototipo de un movimiento que se inspira en él: la “Nouvelle Vague”, en el film están presentes muchas de las características que definirán al nuevo cine francés, como el rodaje en exteriores con cámara en mano, primitivos travellings, grúas, que cada uno se montaba como podía, (recordemos el memorable travelling final de 'Los cuatrocientos golpes' de François Truffaut, filmado desde el maletero de un coche utilitario). Pero además en esta película llama la atención el filtro azul que tiñe los fotogramas, tanto en escenas diurnas como nocturnas, en la filmación del oleaje o en los atascos de la ciudad, y el velo que se interpone entre los personajes y los espectadores… estética que adoptará Wong Kar-Wai en 'Happy Together', premiada en Cannes 25 años después.


Grandísimo cierre a la excelente obra del maestro, una película magnífica, como cine negro, como cine policíaco, como thriller... y como película del gran Melville. Pasen y vean, con la contención propia del género y un genuino suspense apoyado en los sonidos ambientales más que en la música, a un travesti enamorado de un “poli
duro, a una mujer como la Deneuve alimentando pasiones con esmerados silencios, tortuosa sensualidad y manos muy seguras a la hora de cumplir con la ejecución que se imponga, a profesionales de armas tomar y ladrones surgidos de la miseria humana del paro… y un comienzo fascinante a orillas del mar, en un pueblo perdido próximo a París, bajo una lluvia y un viento torrenciales. Melville en estado puro.

Cary Juant.

 

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Maestra Rural

30 de Octubre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Maestra Rural.

 

“Maestra rural” es una emotiva cinta sobre como una mujer que haciendo frente a la adversidad se convierte en un referente, no solo para sus alumnos, sino para toda la aldea en la que vive.

Constituye un buen ejemplo del cine que realizaba Mark Donskoy, en ella reivindica a la mujer en su compromiso social a favor de los más necesitados, y logra que su carácter y su dignidad, reluzcan con toda su fuerza.
Una de las joyas de Donskoy, donde se muestra claramente la propuesta del cine Soviético Stalinista: calidad artística y propaganda. La primera parte del film es maravillosa, nos muestra de una forma educativa como la joven maestra Varenka consigue con esfuerzo ganarse el cariño de sus alumnos. La segunda parte, con la llegada del comunismo, Donskoy nos descubre a una Varenka apasionada por la llegada de la igualdad social de clases. Todo el film servido bajo una calidad artística asombrosa, aparte del carácter político del film hay que reconocer que la dirección de Donskoy es exquisita.

Como siempre, es excelente el trabajo del fotógrafo Sergei Urusevski, con especial relevancia a las imágenes de paisajes. Fiel al legado de los grandes camarógrafos soviéticos realiza un montaje espectacular, es fantástico como destaca los contraluces y los brillos de las imágenes, realizando repetidos paralelismos y cambios en los años, con sucesión de imágenes sobre un fotograma principal, contrapuntado todo en la música popular rusa.

Una excelente película, cine emotivo, comprometido, todo un homenaje a todos los maestros que llevaron a todo el enorme territorio de la URSS el espíritu revolucionario, para el que la educación era un valor supremo y, en ningún caso, un privilegio reservado para las élites.

Cary Juant.

 

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Oliver Twist

30 de Octubre de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Oliver Twist.


Oliver Twist es una de las novelas más célebres de la literatura universal, obra de un genio de la literatura, Charles Dickens. Fue escrita entre 1837 y 1839 y se presenta en ella un cuadro de la sociedad inglesa de la época victoriana, Dickens denuncia la precaria situación de los orfanatos y el maltrato que se daba a los acogidos en ellos, la delincuencia y la marginalidad de Londres y el triste papel del sistema judicial, que no duda en castigar severamente a un pobre chico. La novela ha tenido una larga relación con el cine, siendo adaptada en numerosas ocasiones, de hecho, esta excelente versión 1922 creo que era ya la quinta vez que la novela había sido llevada al cine, aunque todos mantendremos en nuestra memoria absolutas maravillas como la versión de David Lean de 1948, el musical de Carol Reed de 1968 o la versión de Roman Polanski de 2005.

El director Frank Lloyd crea un Londres de principios del siglo XIX completamente realista, todo un logro sobre todo teniendo en cuenta los recursos que por entonces tenía, se encuentra con una tarea prácticamente imposible, el tratar de abarcar toda la historia de Oliver, pero lo logra asombrosamente bien, encajando casi todas las tramas secundarias y personajes secundarios menores de la novela, seguramente esta versión es la más fiel a la novela original de Dickens, prácticamente todos los personajes principales y tramas secundarias se incluyen con pocos cambios, toda una hazaña para un film de 74 minutos de duración.
 
Sin duda, uno de los puntos fuertes de la película es el binomio Coogan-Chaney. Jackie Coogan fue aquel niño inmortalizado para siempre por “El chico”, de Charles Chaplin, su descubridor y el creador de ese icono que tantas veces hemos visto reproducido en infinidad de lugares, aquí hace un trabajo maravilloso, no necesita ni lágrimas, ni grandes gestos, ni por supuesto palabras, para deleitarnos con una actuación portentosa, por cierto, con Coogan se terminó con una rara tradición, hasta ese momento todos los Oliver Twist habían sido interpretados por chicas. Por otra parte, el gran Lon Chaney, el “Hombre de las mil caras”, compone un Fagin espléndido, sórdido, miserable, malvado y cómico que todavía conmueve por su enorme poderío actoral.

Otra espectacular joya de esa maravillosa época del séptimo arte que fue el cine silente, con unos fantásticos decorados, que recrean de manera expresionista y siniestra el Londres victoriano, y con unos magníficos trajes de esos mendigos y desesperados que rondaban por las truculentas calles de Londres, y que bien pudieron haber sido una fuente de inspiración para “Gangs of New York”, de Scorsese. realmente se puede arañar la mugre y oler el sumidero del agua estancada en cada callejuela. Sin duda una excelente película, si aún no la habéis visto, no os la perdáis, vais a disfrutar de un rato de buen cine.

Cary Juant.

 

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Cuerpo y Alma

6 de Noviembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Cuerpo y Alma.


Cuando expiró su contrato con la Warner Bros, ese gran actor que fue John Garfield, logró unirse con los productores, David Loew y Charles Einfeld, y juntos fundaron “The Enterprise Studios”, una empresa con la que Garfield buscaba tener un mayor control sobre sus proyectos, al tiempo que le daba ocasión de apoyar a valiosos talentos como André de Toth, Robert Rossen, Abraham Polonsky y otros, cuyo profundo sentido humanístico a veces encontraba tropiezos en la gran industria. Con un costo de 2.2 millones de dólares, “Cuerpo y alma”, fue el primer gran éxito de “The Enterprise Studios” y, John Garfield, se abonó otro de los inmortales títulos de su carrera, interpretando a un boxeador que tendrá que enfrentarse a las más atrayentes tentaciones que nos ofrece la vida: el dinero, el éxito y la seducción sexual. La película supuso el debut en el cine del escritor Robert Rossen y es sin duda una de sus mejores obras, tan sólo superada por esa absoluta obra maestra que es "El Buscavidas". 

El mundo del boxeo profesional, con su sordidez, amaños y demás miserias, ha sido llevado en múltiples ocasiones a la gran pantalla, ciertamente, esta película no es la primera que aborda el tema, pero sí podemos afirmar que es el clásico a partir del cual todas las posteriores se han rodado y concebido. Como siempre el tema pugilístico es el “McGuffin” para hablar de temas universales como el capitalismo despiadado, la ambición, la codicia, el vender tu alma en pos del éxito monetario, la búsqueda de la redención... Presenta el mundo de la trastienda del boxeo como alegoría de nuestra sociedad, solo salen adelante los más crueles y amorales, microcosmos repleto de mafiosos, violencia, vejaciones, muertes, decadencia, y asimismo puede verse como un nuevo asalto al Sueño americano.

Un filme brillante se mire por donde se mire: La fotografía de James Wong Howe es arte puro, la narración es magnífica, fantástica la habilidad con la que se utilizan un buen número de recursos cinematográficos: el prodigioso montaje, las sobreimpresiones y fundidos encadenados con los que se condensa la progresión temporal en determinados momentos de la trama, o el empleo de patines por parte de los operadores de cámara con el fin de dotar de una mayor sensación de veracidad e inmediatez, o el portentoso combate final que, a buen seguro, debió inspirar a Scorsese para su “Toro salvaje”. Contribuye a redondear el trabajo un espléndido guion de Abraham Polonsky, una veraz ambientación, que recrea garitos, clubes, casas y barrios muy creíbles, por no hablar de la notable labor desempeñada por todo el reparto, con mención especial para John Garfield, un espléndido actor cuya carrera fue bruscamente frenada por los caprichos del “macarthismo”. 

Inolvidable cinta del no lo suficientemente valorado Robert Rossen, quien logra con esta imponente y soberbia obra maestra, uno de los retratos más lúcidos y amargos jamás realizados sobre el casi siempre sórdido submundo del boxeo, un espacio habitado por sanguijuelas, ratas y alimañas de la más baja condición, que no dudan en corromper el alma y la dignidad humanas con tal de satisfacer sus ansias de dinero y poder. Una película especial, brillante, sin duda entre los grandes clásicos del género, después vendrían absolutas maravillas tales como "Marcado por el odio", "El ídolo de barro" o "Más dura será la caída " , sin olvidar a la madre de todas "The champ" de King Vidor.

Cary Juant.

 

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La Barrera Invisible

11 de Noviembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de La Barrera Invisible.

 

Pienso que ningún cinéfilo que se precie puede decir que no conoce a Elia Kazan, que desconoce el carácter social de su cine y la capacidad para plasmar las complejas psicologías de sus personajes, en esta película vuelve a ahondar en la llaga y la denuncia social pasa a adquirir naturaleza dominante. La historia, brillantemente adaptada por Moss Hart y basada en el exitoso libro de Laura Z. Hobson, una socialista hija de inmigrantes judíos que sufrió en carne propia toda suerte de improperios, supuso el inicio de la colaboración de Elia Kazan y Darryl F. Zanuck, el magnate de la Fox. Kazan lucha contra el antisemitismo, pero sobre todo golpea al que abandera la causa de la protesta por el antisemitismo imperante y luego no es más que un despreciable y "educado" racista.

Estamos ante una película política en la que la ética, los principios, juegan un papel determinante, una película que por desgracia sigue teniendo una absoluta actualidad, pues, si se entiende bien su sentido, el antisemitismo norteamericano de postguerra es un símbolo de cualquier injusticia que sufra un grupo humano o un sólo individuo; en vez de judíos podemos poner negros, blancos pobres, comunistas, católicos, musulmanes, latinos o españoles en Cataluña, cualquier pretexto, por irracional que resulte, sirve para despreciar a alguien y convertirlo en chivo expiatorio de una sociedad. No hay que interpretar, por tanto, el film como centrado sólo en los judíos, el antijudaísmo puede ser sustituido por cualquier otra minoría, del mismo modo que los “gentlemen” de la película niegan que ellos o la sociedad norteamericana alberguen ningún sentimiento antijudío, a pesar de las bromas soeces, despiadadas o escarnecedoras, ¿no es una constante la negación de que aquí, en nuestro país, haya algún tipo de conflicto, a pesar de la campaña de descalificaciones y de insultos que reciben cuantos se opongan al delirante secesionismo de opereta desde el que se reescribe la historia, se dicta el presente y se malversan los dineros públicos? Es lo que hay, y las buenas películas nos avisan de ello y nos permiten comprenderlo desde la raíz, la del mal.

Kazan hace un film de gran sobriedad, sin espacio para el sensacionalismo de ningún tipo, sin despertar sentimientos de odio o de venganza contra persona alguna, y con los más simples detalles e intachables argumentos, deja profundamente sentado un álgido problema que sigue causando graves daños morales y muchas veces físicos a incontables personas. La puesta en escena y la fotografía son espléndidas, el guion magnífico y los personajes muy bien perfilados, magistralmente dirigidos y soberbiamente interpretados: la habitual credibilidad y humanidad de Gregory Peck en uno de sus típicos roles positivos, la presencia de ese fantástico actor que fue John Garfield, los sólidos desempeños secundarios de Celeste Holm y Anne Revere, y sobre todo la estupenda y habitualmente poco valorada Dorothy McGuire, una gran actriz a la que no se recuerda lo suficiente.

Un film de notable interés, valiente y arriesgado, sin duda no es una de las películas más interesantes dentro de la notable trayectoria de Elia Kazan, pero sí pienso que merece mucho la pena su visionado.

Cary Juant.

 

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Phantom

13 de Noviembre de 1922

Celebra con nosotros el centenario

del estreno de Phantom.


“Phantom” fue realizada por Murnau inmediatamente después de “Nosferatu”, y puede confundir por su título haciendo pensar que se trata de una película con argumento de características fantásticas, sin embargo, el guion de la mismísima Thea Von Harbou, basado en una novela del Premio Nobel de Literatura alemán de 1912 Gerhard Hauptmann, es un melodrama sobre Lorenz, un ingenuo y humilde funcionario público con aspiraciones literarias y poéticas, que se enamora perdidamente de Veronika, una joven de clase alta que se le aparece de manera casi mágica, conduciendo un carruaje blanco, y que el chico apenas conoce. El título original hace referencia más bien a las ensoñaciones del protagonista, a sus fantasmas internos que emergen en situaciones de fuerte expresividad emocional que Murnau filma con el lirismo que le es característico. Inevitablemente, “Phantom” recuerda a “Vertigo” (1958), la obra maestra de Alfred Hitchcock, en la cual un atribulado James Stewart cae rendido frente a la misteriosa belleza de una distinguida mujer, obsesión que lo conduce a un espiral de desgracia hasta que intenta reemplazarla tras su supuesta muerte con una ordinaria chica idéntica a su amada, la similitud es tan notoria que es más que probable que Hitchcock -confeso admirador de Murnau- haya tenido consciente o inconscientemente a “Phantom” como referencia. La película estuvo desaparecida durante casi 80 años hasta que en 2002 se encontró en Moscú un negativo original de la versión europea que fue recuperado por la Fundación Murnau de Alemania, después, en 2005, tras un dificultoso trabajo de reconstitución a partir de este viejo negativo encontrado, se reestrenó la película, lo que significó un suceso importante para la memoria histórica del cine mundial por lo que fue prontamente editada en formato DVD en Europa y Estados Unidos.

El film suma drama, fantasía, romance, análisis psicológico y crítica social. Bajo la apariencia de un drama sencillo de amores imposibles, Murnau desarrolla un profundo e impresionante análisis psicológico, por medio de indicaciones, insinuaciones y sutiles sugerencias, describe el descenso de un modesto funcionario municipal, inocente y simple, a los infiernos de la maldad y la locura. Con gran maestría narrativa, lograda mediante una impecable conjunción entre la iluminación, los decorados y los encuadres, sumada a una eficacísima inserción de sueños, pensamientos e interrelaciones entre lo que se dice y lo que simultáneamente sucede, Murnau consigue hacer del cine un arte capaz de expresarse desde todos los rincones del alma humana. Su longitud de nueve rollos, que en la práctica divide el filme en nueve actos, es singular para una película muda, “Phantom” tiene una duración inusual de aproximadamente 120 minutos, el dominio narrativo de Murnau es el que consigue que, a pesar de su larga extensión, se mantenga el interés del espectador.

Una gran película, oscura, extraña, cautivadora. No está a la altura de "Nosferatu" o "Amanecer", por citar dos de las múltiples obras maestras del genio alemán, pero sin duda vale y muy mucho la pena su visión.

Cary Juant.

 

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La Mujer del Obispo

25 de Noviembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de La Mujer del Obispo.

 

En 1947, Samuel Goldwyn, alzado a la cúspide de su poder cinematográfico gracias al prestigio alcanzado con esa maravilla del cine que fue “Los mejores años de nuestras vidas”, se vio con fuerzas suficientes para tratar de componer la producción navideña definitiva, que arrasase con un derroche de ternura, optimismo, lloros y aplausos, no en vano, el año anterior Frank Capra había estrenado esa joya del cine que fue ¡Que bello es vivir!, la película de la Navidad por antonomasia. De su equipo en “Los mejores años de nuestras vidas”, el patrón de la MGM lograría repescar al guionista Robert Sherwood para la traslación a libreto de la popular novela “La mujer del obispo”, firmada por Robert Nathan, en principio iba a ser dirigida por un especialista en la comedia, William A. Seiter, pero, cosas de la vida, Seiter fue despedido y al final fue reemplazado por Henry Koster.

Koster, director que tuvo que huir de la Alemania nazi cuando abofeteó a un empleado de banca que se negaba a entregarle su dinero por ser judío, siempre fue un tipo de elegantes puestas en escena, ya fuera en musicales y comedias o cuando le correspondían retos como lo fue llevar a cabo la que fuera la primera película en Cinemascope, con lo que suponía disponerlo todo para una pantalla mucho más alargada que de costumbre, como ya comentamos anteriormente, aquí también le correspondió arreglar un desaguisado, el director William Seiter fue despedido por desavenencias con Goldwyn y cuando llegó para sustituirle lo primero que hizo fue que Cary Grant y David Niven se intercambiaran los papeles, con muy buen ojo, por cierto.

El cineasta de origen alemán nos regala una agradable comedia navideña con un cierto toque nostálgico y melancólico, y con una soberbia y elegante puesta en escena. Sin duda resulta muy fácil compenetrarse con este delicioso cuento, y con ese inexplicable y mágico sentimiento que te envuelve cuando ayudas sin esperar nada a cambio. La película rebosa de encanto, de manera muy sencilla se intenta transmitir valores como la alegría de vivir, el saber valorar a las personas que tenemos al lado y que son causa de nuestra felicidad... Hay que destacar a David Niven en su papel de obispo, demostrando su indudable calidad interpretativa, y, por supuesto, a Gary Grant en el papel de un ángel muy particular, el ángel más descarado y hasta “ligón” de la edad de oro del cine, simpático, elegante y con clase, nadie se puede resistir al ángel “Dudley/Cary”, ni siquiera el profesor Wutheridge (un genial Monty Woolley), a quien conquista con una botella de jerez, que se rellena una y otra vez inagotable, y con unas historias antiguas que le permitirán escribir su libro.

Admirable comedia con un excelente ritmo narrativo y un muy sutil sentido del humor, una encantadora historia capaz de producir emotividad y risas, pero también reflexión y añoranza. Prepararos a disfrutar en vuestro sillón favorito de un entrañable regalo navideño.

Cary Juant.

 

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Retorno al Pasado

25 de Noviembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Retorno al Pasado.

 

Existen películas que elevan la categoría del cine negro a las cotas más altas de la excelencia y genialidad cinematográficas, una de estas películas, tallada en sombras e intrigas, amores y crímenes, pasiones y misterio, no es otra que la joya que el francés Jacques Tourneur trajo al mundo del cine cinco años después de que estrenara su obra de referencia “La Mujer Pantera” (Cat People, 1942), y que puso por título “Retorno al Pasado”. La genialidad de Tourneur se percibe desde el primer al último fotograma a través de un guion magistralmente adaptado y de una fotografía que constituye una delicia visual difícil de superar. El guion se basa en una novela de Daniel Mainwaring, quien también lo transpone al filme y está repleto de ingeniosos giros y reflexiones sobre el amor, la posibilidad de cambiar, la muerte y el destino, al mismo tiempo que ayuda a definir la psicología de los personajes con una notable profundidad.

El film suma cine negro, drama, intriga y thriller. Presenta una trama que se torna progresivamente compleja, en la que se dan cita los principales características del cine negro. Las atmósferas son opresivas, sombrías e inquietantes, en ellas palpitan la traición, la deslealtad, el chantaje, la venganza, el fraude, la mentira y la fatalidad. Los personajes, cada uno a su manera, encarnan manifestaciones del mal: el gángster elegante y de trato afable es un asesino implacable, la bellísima mujer fatal es codiciosa, destructiva y mata sin piedad, los esbirros del gángster matan por dinero… Son figuras oscuras, ambiguas y retorcidas, viven permanentemente angustiados y dominados por el peso de amenazas difusas e intangibles, el pasado siempre regresa para proyectar su sombra implacable de fatalidad y destrucción. Desde el principio te envuelve una atmósfera asfixiante, casi no te deja respirar, continuamente suceden cosas, el ritmo es magnifico, la puesta en escena excelente, el guion enorme, parte de la sencillez para adentrarse en un entretejido argumental reforzado con “flashbacks” que acompañan al espectador a descubrir cada parte del filme como una pieza que poco a poco va encajando con las demás hasta formar un puzle perfectamente definido y completo.

La fotografía constituye otra de las principales aportaciones que confieren calidad y majestuosidad a este fantástico “filme noir”, y se concreta en el juego de claroscuros (geniales los planos ambientados en Nueva York), las luces y sombras (a destacar la bellísima parte en Acapulco, donde la luminosidad del exterior contrasta con la ambientación sombría del interior de los cafés) y los primeros planos (irremplazable el rostro de Robert Mitchum capaz de expresar profundas emociones con sólo un gesto, sin duda uno de sus mejores trabajos). Los encuadres incluyen a los paisajes como unos protagonistas más de la historia, ya que describen el entorno en el que se desenvuelven los personajes y reflejan su estado de ánimo así como se erigen en verdaderos marcos pictóricos para cada uno de los planos, como si se tratara de pequeñas y sutiles postales que pretenden dejar en la memoria del espectador la magia de cada escenario. Pero además de esto, sería una negligencia no hacer referencia a uno de los puntos fuertes que tiene este filme y que no podía ser otro que el reparto con el que cuenta, en el papel protagonista está un joven Robert Mitchum que hace gala de su dominio de las facciones para ofrecer un registro expresivo conocidamente sobrio pero que aprovecha cualquier mínima variación para desprender infinidad de matices que dicen mucho más que cualquier palabra, configurando un personaje a la vez atormentado y con un sentimiento de alegría jovial que vemos emerger en una media sonrisa. Junto a él, se incluyen un estupendo Kirk Douglas en el papel del mafioso Whit Sterling y una magistral Jane Greer interpretando una de las mejores “femmes fatales” que se hayan visto y verán en el cine.

Un auténtico clásico del cine negro, una obra con mayúsculas filmada en estado de gracia por Tourneur. Una auténtica maravilla.

Cary Juant.

 

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El Juez de la Horca

1 de Diciembre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de El Juez de la Horca.

 

Varios títulos del Oeste nos hablan de forma parcial o meramente anecdótica de la existencia de un extraño personaje, el juez Roy Bean, al que se le considera, no se sabe ciertamente por qué, “el juez de la horca”, ya que al parecer en sus curiosos juicios llevados a cabo en el salón, que a su vez utilizaba de vivienda, lo que si ponía eran multas y más multas, allí despachaba bebidas, jugaba interminables partidas de póquer, juzgaba a la gente y hablaba de Lilly Langtry, una actriz y cantante por la que sentía una especial admiración; el juez que al parecer aplicaba el castigo de la horca era Isaac Parker quien en una pequeña ciudad de Arkansas llegó a enviar a la horca a ciento sesenta personas, entre 1875 y 1869, de las cuales cuatro eran mujeres. La ciudad donde ejerció de juez de paz durante años Roy Bean se encontraba en el estado de Texas, en una zona del desierto de Chihuahua, era una pequeña ciudad situada al Norte de Vinegaroon, en una zona montañosa al lado de Río Grande llamada Langtry, el juez creyó que se llamaba así en honor de la actriz, de ahí que al salón que regentó le llamase Jersey Lilly, nombre artístico de la actriz, y que colgase en su interior carteles anunciando representaciones de Lilly. en realidad el nombre del lugar no se apellidaba así por Lilly sino por la persona ligada al ferrocarril que había hecho posible que el Southerm Pacific llegará hasta allí.

El personaje se había hecho famoso en el cine gracias a ese fantástico western que fue "El forajido (1940)" de William Wyler, interpretando extraordinariamente por ese excelente actor que fue Walter Brennan, papel que le valió el Oscar al mejor actor secundario. Las intenciones de Huston son muy diferentes a la de Wyler, aunque en cierto modo “El juez de la horca” puede considerarse un remake de aquélla, pero con una mirada cínica y desmitificadora, aprovechando el nuevo rumbo que había tomado el western con las novedades que Sam Peckinpah o el cine europeo habían instaurado, el cine cambiaba, se adaptaba a los nuevos gustos del público y arremetía sin piedad contra los mitos establecidos, revisando las formas clásicas, revisión que pasaba por la desmitificación de los géneros hasta entonces sagrados e intocables, en concreto, por lo que respecta al género cinematográfico por excelencia, el western, las manera clásicas de cineastas como John Ford, Anthony Mann, Delmer Daves, Budd Boetticher o Howard Hawks, se fueron cambiando poco a poco, dando lugar al denominado western crepuscular, esta nueva variante ahondaba en el retrato de unos personajes que vivieron tiempos mejores, cansados de deambular por el hostil y salvaje Oeste.

Huston caricaturiza el Oeste, nos lo presenta poblado por excéntricos personajes, es un fresco crepuscular sobre un mundo que agonizaba, aventureros-forajidos debían dejar paso a la modernidad. La cinta es un desmitificador retrato de la frontera, algo tan de moda en la década de los 70, donde se hacia una valerosa autocrítica a la Conquista del Oeste, arremete duramente pero con gracia contra los métodos empleados en ‘pacificar’ las nuevas tierras. La puesta en escena bebe del “feísmo”, es sucia, asquerosa, es el antiglamur, en Huston nada de grandezas, de apoteosis de un periodo, de recrear un bonito mito, se deja claro que va al grano, a contar lo que fue, o debió ser, la estancia del juez en aquel lugar, donde se convirtió en una leyenda en su casa-salón donde impartía justicia, por llamarlo de alguna manera.

Esta interpretado de modo arrollador por el coloso Paul Newman en pleno apogeo de su figura, lo compone a su aire se nota libre, desatado, su carismática figura le daba para encandilar con su sola mirada, un titán que anula al que se le acerca, la cámara solo tiene ojos para él, uno de los más grandes, nos ofrece todo un recital lleno de instantes muy divertidos, y sobre todo emotivos.

Toda una una gamberrada de película con la que seguro vas a pasar un buen rato, se nota que Huston y Newman se lo pasaron en grande rodando este film. Como curiosidad indicaros que los hermanos Coen la ponen en su lista de los 5 mejores westerns de la historia.

Cary Juant.

 

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La Huella

10 de Diciembre de 1972

 Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de La Huella.


A veces en el cine buscamos cosas complicadas, explosiones, tiroteos, escenas con mil extras… pues bien, ‘La Huella’ no tiene nada de eso. Mankiewicz hace de la sencillez su apuesta principal. En la película solo tendremos a dos personajes: el vanidoso prepotente Andrew Wyke (genialmente interpretado por Laurence Olivier) y el incauto pero inteligente Milo Tindle (un jovencísimo Michael Caine a la altura de Olivier), entre ellos dos y el endiablado divertimento que nos propone el guion de Anthony Shaffer disfrutaremos del clásico juego del gato y el ratón llevado hasta las últimas consecuencias. El duelo interpretativo te absorbe de principio a fin y cuando te quieras dar cuenta estarás metido de lleno en la película, cada nuevo juego atrae más que el anterior y la apuesta va creciendo hasta su desenlace final.

Incuestionable obra maestra tanto en la filmografía de Mankiewicz como en el género de intriga policíaca, articulada en torno a la ironía, la sutileza e inteligencia emanada de los diálogos que componen el fantástico guion Anthony Schaffer, autor del que Hitchcock adaptó otra obra suya para realizar otra joya del cine, "Frenesí". "La huella" propone una ácida y lúcida visión en torno al juego con todas sus vertientes: la del lenguaje (en sus juegos de palabras, adivinanzas, alusiones, registros diversos según la extracción social, los interrogantes, los ingeniosos diálogos), los trucos (encarnados en los muñecos burlones mecánicos, la ruleta que marca el destino, la diana que esconde una caja fuerte, el disfraz, el arma trucada y el arma de fuego real) y el divertimento (juegos de mesa, billares, juguetes musicales, instrumentos).

Un magnífico "tour de force" interpretativo tiene lugar entre dos de los más destacados actores de origen británico: por una parte Lawrence Olivier, con sus cadencias teatrales, el dominio de la palabra y de la expresión corporal y ese porte aristocrático que siempre le caracterizó y, por otra parte, un Michael Cane en la cumbre de su carrera, que da vida al advenedizo, ambicioso y rampante pequeño empresario con ansias de un veloz ascenso social que culmina seduciendo a la mujer del aristócrata. Sublimes los dos, únicos actores en escena, rodada casi exclusivamente en el interior de una mansión, se enfrentarán dialécticamente durante algo más de dos horas sin rebajar un ápice el interés por nuestra parte, al contrario, la expectación crece a medida que se va sucediendo la trama.

Una obra maestea sin paliativos, temas de Cole Porter como el "Anything Goes" sirviendo de "esclarecedoras pistas", ingeniosos diálogos a la altura de los más grandes guionistas del Holywood dorado, atmósfera psicológicamente perturbadora, y unas actuaciones sobrepasando los límites de la más inverosímil perfección hacen de esta cinta una de las imprescindibles de todos los tiempos. Sentaos, relajaos y disfrutad de esta maravilla que nos ofrece Mankiewixz, y recordad… sólo es un juego.

 Cary Juant.

 

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La Aventura del Poseidón

12 de Diciembre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de La Aventura del Poseidón.


Cuando Irwin Allen se encontraba en un momento difícil tras haber acumulado gran éxito como productor de televisión, el best-seller de Paul Gallico le vino caído del cielo, así que decidió comprar los derechos e invertir lo que fuera para plasmarlo en pantalla. En realidad el autor se basó en su propia experiencia a bordo del Queen Mary (que sirvió de escenario parcial para el film), cuando una ola embistió la embarcación y mandó rodando por los suelos a camareros y pasajeros unos contra otros. Allen fichó a Stirling Silliphant y Wendell Mayes para retocar la historia , al veterano director británico Ronald Neame tras las cámaras y puso cinco millones en una producción de la que se encargó la Fox. No había sido la primera película de catástrofes, y de hecho los 70 se distinguieron por el resurgimiento de este tipo de películas en las que una catástrofe era el punto de referencia para desatar todo tipo de emociones entre personas de razas, religiones y costumbres completamente diferentes que terminarán creando un vínculo emocional en un intento desesperado por salvar sus vidas, la única diferencia era la naturaleza del desastre. “La aventura del Poseidón” abrió la veda por mar y es sin duda una de las mejores películas de este subgénero que podríamos denominar “de catástrofes”.

Neame demuestra un gran oficio como director, otorgando absoluta credibilidad al heterogéneo grupo protagonista al que nos describe perfecta y brevemente en cuanto a su personalidad, modo de comportarse y conocimientos individuales que puede aportar cada uno en una situación límite que conlleva tensiones y debates morales. Dos de lo grandes aciertos de la película son el escenario, convertido en un recorrido mortal totalmente inimaginable para el grupo de los supervivientes, en cierta forma un personaje más de la película, y por otro lado, el personaje de Gene Hackman, un predicador con una filosofía muy curiosa y alejada de todos los demás predicadores: Dios no te va a dar nada ni te ayudará nunca, eres tú quién ha de conseguirlo por tus propios méritos, arrodillarse a rezar es una pérdida de tiempo, tal actitud convierte al personaje de Hackman en un líder muy por encima de cualquier otro, incluso de cualquier dogma de fe, un tipo que los tiene bien puestos y que sin renunciar a su amor a Dios hace todo lo humanamente posible por ser alguien de valía en el mundo terrenal, bueno, ni que decir tiene que Hackman está fantástico en su papel, como es habitual en este grandioso actor.

En el apartado técnico destacar la excelente fotografía, impactante y claustrofóbica, los planos y movimientos de cámara, con el uso de cámara en mano, primeros planos, circulares, primerísimos planos, panorámicos, grúas, ascendentes y descendentes, un trabajo admirable e inteligente. Los efectos visuales son sencillamente memorables, recibieron un premio especial de la Academia. Toda la dirección artística también es impresionante, y es que ver el interior de ese barco al revés, es algo que no se olvida con facilidad. En la música John Williams, que también recibió una nominación, ya empezaba a hacerse un hueco que con el paso de los años fue haciendo cada vez más grande hasta llegar a ser lo que ya conocéis de sobra.

Brillante película de acción y catástrofes magistralmente dirigida por Ronald Neame y que, a partir del momento en el que sucede la catástrofe, no da un segundo de respiro al espectador, todo un torrente de tensión, suspense y aventura. Como ya he comentado anteriormente, para mi gusto una de las mejores películas del llamado subgénero “catastrofista”, posteriormente ha habido más “Poseidones” pero qué queréis que os diga, de ellos mejor ni hablar.

 Cary Juant.

 

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La Huida

16 de Diciembre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de La Huida.

 

“La Huida” fue uno de los mayores éxitos de taquilla de Sam Peckinpah, el proyecto parte del productor David Foster, que anteriormente había sido publicista de McQueen y que adquirió los derechos de “The Getaway”, relato poco conocido del escritor Jim Thompson. En un principio se contactó con Peter Bogdanovich para dirigirla, pero al encontrarse ocupado en otro proyecto se le ofreció a Peckinpah que aceptó inmediatamente. Para el guion se propuso a un joven por entonces Walter Hill ya que en primera instancia Jim Thompson había entregado un libreto que no había dejado satisfecho para nada a McQueen. Por cierto, la historia de este estupendo film de Peckinpah es bastante peculiar, el mítico McQueen atravesaba uno de sus peores momentos a nivel profesional y personal -se estaba divorciando-, por lo que, de rebote, aceptó protagonizar la película de un Peckinpah que a su vez no estaba muy convencido con McQueen, aparte de un sentido del humor bastante “cavernícola”, los dos también compartían una necesidad porque Peckinpah no veía más que números rojos en sus cuentas, y además se sumaba una casualidad, el propio Peckinpah se había interesado en la novela años atrás, lo había comentado con su autor, había pensado y trabajado en la historia, aunque la retirada de la Productora a última hora paró el proyecto. Tras varias broncas entre director y protagonista durante el rodaje, la película llegó al público, que acudió a verla hasta convertirla en el mayor éxito comercial de Peckinpah.


El film suma acción, crimen, drama, romance, road movie, thriller... Es el clásico tema tocado por el director, unos antihéroes violentos que actúan al margen de la ley, lacónicos, hieráticos, misóginos, de fuertes valores, seres violentos, unos perdedores que buscan torcer su mal destino, el protagonista, Doc, es así, un tipo de fuerte carácter y de pocas palabras, habla más su mirada que su boca, McQueen lo encarna de modo poderoso, irradia carisma, transmite sentimientos, sufrimos con él, la empatía es instantánea, su lenguaje corporal es inmenso, sus movimientos en las escenas de acción son colosales, pero es que está a su lado la bellísima Ali MacGraw, desprende fragilidad, decisión, dignidad y sobre todo amor, un amor incondicional por Doc, entre los dos hay una química impresionante, se complementan de forma visceral.


Estaciones con el aire cargado, inmigrantes y soldados del Vietnam que vuelven a casa... Y nuestra pareja pasando apuros, tras ellos mafiosos con gafas de culo de vaso y repetidoras humeantes, y guarros, guarros de verdad que comen en el coche pistola en mano, o los matas o te suicidas… Y Peckinpah, incomodándonos, creando tensión e intriga. Una de sus grandes películas, uno de los films de acción más trepidantes a la par que románticos de la historia, por cierto, esto no es una historia de buenos y malos, sino más bien de muy malos y menos malos.

Cary Juant.

 

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Avanti!

17 de Diciembre de 1972

Celebra con nosotros el 50 aniversario

del estreno de Avanti!


Dos años más tarde de acabar la mítica "La vida privada de Sherlock Holmes" y dos años antes de realizar otra de sus obras maestras, "Primera Plana", Wilder acometió el proyecto de llevar a la gran pantalla “¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?” (absurda traducción al español del título original, “Avanti!”). Inspirada de la obra teatral homónima de Samuel Taylor, esta fantástica película, de argumento tan imposible como eficaz, funciona gracias a la habilidad con la que el director y guionista va tejiendo la relación de sus protagonistas, un vínculo que da comienzo de la forma más descabellada posible, pero que -¡oh, milagro!-, termina haciéndose creíble a ojos del espectador. Él es Wendell (Jack Lemmon), un americano amargado y tradicional, ella, Pamela (Juliet Mills), una extrovertida británica entregada al hedonismo, dos personalidades opuestas que se cruzan en Italia, donde Wendell se traslada con motivo del fallecimiento de su padre en un accidente de coche, será allí cuando descubra que éste tenía una amante, también fallecida en dicha tragedia y ésta, a su vez, una hija: Pamela; a partir de entonces se establecerá entre ellos una relación plagada de momentos hilarantes e infinidad de enredos, todos barnizados con ese aura de encanto de la que sólo Wilder sabía dotar sus películas.

La película está dotada de un magnífico ritmo narrativo. El guion, rico en sutilezas e inteligencia, incorpora la mordacidad propia de Wilder, se apoya en una trama básica de humor negro, a la que añade ocurrencias y lances de humor que combinan sagacidad, ironía, crítica y farsa. Apuesta a favor del amor, la música, el buen comer, el contacto con la naturaleza y la alegría de vivir; propone una seria reflexión sobre el deseo, el placer, la amistad, el hedonismo, el gozo de vivir, la muerte, que no es trágica cuando llega como colofón de una vida gozosa y plena. Contrapone el espíritu apresurado, superficial y materialista americano con la sensualidad vitalista italiana, se burla de la burocracia, las prisas, la pompa y boato de las ceremonias fúnebres, la corrupción... Juega con confusiones (de personas, llaves, géneros...), trasposición de identidades, falsos supuestos, desapariciones misteriosas...

Wilder aprovechó Avanti! para ironizar sobre las muy relativas preocupaciones y virtudes norteamericanas, sobre la fragilidad de la fidelidad conyugal y el descubrimiento de una fascinante forma de afrontar la vida ignorada por seres humanos a los que se les limitó desde antaño su capacidad de emoción en pro de su éxito profesional y social. Desarrolla su visión de la complejidad del género humano a través de un grupo de personajes unidos por circunstancias luctuosas, indaga en sus comportamientos en relación con un entorno idílico y relativiza la importancia de las normas de conducta en apoyo de la libertad moral, la tolerancia, la alegría de vivir y el amor por encima de cualquier status social o económico.

Pero, sin duda, lo que termina de engrandecer la película es la figura de Lemmon, quien demuestra una vez más ser un actor especialmente dotado para la comedia, sobre todo cuando toca desenvolverse en el terreno de la infidelidad, otra de las obsesiones de Wilder. Gran trabajo también el desarrollado por una sensual aunque rellenita Juliet Mills, sirviendo como contrapunto ideal al pragmático y frío hombre de negocios norteamericano. Y todos moderados de manera sutil y cautivadora por Carlo Carlucci (Clive Revill), el gerente de hotel más encantador y “multifacético” que jamás haya dado el cine. Pero Avanti! también es un homenaje al Mediterráneo (“Italia no es un país… es una emoción”, no duda en calificar una Juliet Mills en cueros encima de una roca en medio del mar) y a las sensaciones que nacen en el visitante foráneo.

Comedia simpática, luminosa, soleada, una obra de arte con todas sus palabras. Una película que como los buenos vinos, no ha dejado de crecer en calidad y sabor. Gracias Billy, si no fuiste Dios, sí fuiste una de sus mejores obras.

 Cary Juant.

 

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La Dama de Shanghai

24 de Diciembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de La Dama de Shanghai.

 

Pese a resultar mutilada en la sala de montaje, “La dama de Shanghai”, inspirada en la novela negra “If I Die Before I Wake”, de Sherwood King, constituye uno de los títulos más fascinantes de la carrera de Orson Welles. Según se cuenta, el proyecto surge a consecuencia de un préstamo de 25.000 dólares que Welles había recibido del presidente de Columbia, Harry Cohn, para financiar la puesta en escena teatral de “La vuelta al mundo en ochenta días”, a cambio, el “enfant terrible” de Hollywood se comprometió a dirigir una película protagonizada por la que por entonces seguía siendo su mujer, la estrella Rita Hayworth, en realidad, ambos estaban ya prácticamente separados, lo que tal vez venga a explicar la “desglamourización” a la que la actriz fue sometida por parte de su ex, quien la obligó a cortarse su famosa cabellera y teñírsela de rubio platino.

Debido a los recortes sufridos la trama se vuelve ininteligible por momentos, pero da igual, vosotros sabéis que en una obra del autor de “Ciudadano Kane”, más que lo que se cuenta, lo que de verdad importa es el modo en que se cuenta, y ahí no hay peros que valgan, impresionante su imaginería visual, el filme, de turbadora atmósfera expresionista, está repleto de los primerísimos planos, las angulaciones de cámara, los ampulosos planos secuencia y el juego de picados/contrapicados característicos de su director. El realizador consigue crear una atmósfera malévola, siniestra y turbia, que se apoya en una magnífica fotografía, una música rotunda e inquietante, unas situaciones impregnadas de misterio, unos personajes oscuros y retorcidos y un protagonista que prodiga comentarios fatalistas y lacerantes. Welles desarrolla una trama que con una intrincada red de engaños, traiciones, personalidades ambiguas y relaciones imposibles que culmina en una antológica escena de un tiroteo en un salón de espejos brillantemente filmada por el autor.

Al modo de un complejo vitamínico fílmico, esta genial película es un ejemplo del cine que se hacía décadas atrás. Rita Hayworth hace una interpretación fantástica, la mítica Gilda realiza aquí realmente su primer papel de femme fatale, para conseguir esta transformación, Welles da una vuelta más de tuerca, casi una herejía, cortar su famosa cabellera pelirroja y teñirla de un rubio platino, con estos cambios y la mano maestra del Director, la Hayworth consigue deleitarnos con una interpretación de altura, llena de matices, pero siempre recorrida por una maldad que no la abandona ni en los instantes de amor, pero aún así tan fascinante que quedamos presos del delirio que su presencia provoca. A su lado, Everett Sloane, un tiburón de dientes afilados, está excelente en el papel de abogado rico, tullido y lleno de odio. Esta pareja maléfica se completa con Glenn Anderrs, en una actuación sorprendente, delirante, como hermano de Sloane que teme que llegue el fin del mundo. Y de por último un, como siempre, fantástico Welles, interpreta aquí a un marinero irlandés, casi un maestro de ceremonias, que pese a lo que ha vivido en ningún momento olfatea el peligro que encierra esta historia tan turbia y morbosa.

Una de las joyas imperecederas del cine negro. Amputada, desigual e imperfecta, pero decididamente genial. Un filme perfecto en su imperfecta perfección.

 Cary Juant.

 

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La Brigada Suicida

25 de Diciembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de La Brigada Suicida.


Anthony Mann es recordado sobre todo por sus espléndidos westerns, muchos de ellos con el gran James Stewart como protagonista, pero en los inicios de su carrera cultivó el cine negro en producciones modestas, pero muy notables. El establecimiento de Mann como realizador coincidió con una época en la que el cine negro había adoptado un aire semi-documental, películas en las que se exaltaba la labor de las autoridades, cintas dotadas de una considerable carga didáctica, destinada a presentar al público los métodos de investigación seguidos por las fuerzas policiales. Esta vertiente del cine negro venía a contentar a los que, como John Edgard Hoover, director del FBI, se habían quejado por la mitificación del gangsterismo que, en su opinión, propiciaban ciertas producciones de Hollywood. La industria cinematográfica tomó cartas en el asunto, produciendo un buen puñado de películas policíacas en las que los agentes del orden asumían un positivo protagonismo, una de las más notables fue la excelente “La brigada suicida”, película de escaso presupuesto que guarda un lugar destacado en la historia del cine por ser el film que unió los destinos de Anthony Mann y el mago de la fotografía John Alton. 
 
Con una notable economía de medios, Mann nos ofrece una lúcida mirada sobre el mundo de la delincuencia de finales de los 40, poniendo el énfasis en la profunda degradación de los que viven inmersos en el delito, y contraponiéndolo a la abnegación y rectitud de los agentes de la ley. Aunque a determinados críticos les moleste lo que denominan como excesivo tono propagandístico del film, lo cierto es que “La brigada suicida” no es en absoluto una cinta maniquea, sin renunciar en ningún momento a las características típicas del mejor film noir, y otorgando a la vez ciertas concesiones a la política del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, en forma de descripción pormenorizada de sus métodos de actuación y su innegable buen servicio a la sociedad. Mann consiguió realizar uno de los títulos más notables del cine negro puro, una cuidada cinta negra que describe fielmente cómo es el submundo del delito y el valor y el sacrificio de los que luchan contra él, porque, si bien es cierto que muchas personas se ven empujadas a delinquir por la miseria, la desesperación y determinadas injusticias sociales, también lo es que la gran mayoría de los delincuentes, de todo tipo y condición, lo son porque así es su naturaleza, y no pueden ser considerados en ningún caso como víctimas de los fallos de la sociedad, como postula la corrección política imperante hoy día. 

“La brigada suicida” destaca por su notable brío narrativo, así como por su inquietante atmósfera sórdida y por su estética expresionista, ideada por ese genio de la fotografía cinematográfica en B/N que fue John Alton, con profusión de sombras tenebrosas parcialmente rasgadas por ramalazos de luz que acentúa la impresión de sordidez y dota a la película de un aire trágico. Mann consigue un resultado de calidad suprema apoyado en esta fotografía mágica, espectacular, magnética del maestro John Alton, es inaudito que con el único recurso del encuadre apropiado para cada escena Alton consiga perturbarnos trasladándonos al mundo subterráneo del hampa a través de un juego de claroscuros y luces parpadeantes que oscurecen al contacto con el rostro de los actores, consiguiendo una atmósfera próxima al cine de terror. 
 
Una fantástica película con todos los ingredientes del mejor cine negro clásico de bajo presupuesto: fotografía de barrocos claroscuros e impactantes contrapicados que impulsan el suspense de cada plano, interpretaciones sobrias y enérgicas de un plantel de actores fraguados en las trincheras de la serie B (destacando el gran Dennis O´Keefe, el actor fetiche de Anthony Mann en su etapa noir), predominio de planos de interior intimistas, violencia extrema exhibida sin tapujos al más puro estilo del cine de acción… Una obra de sobresaliente calidad que estimula la reconciliación con esas pequeñas películas que se hacían antes y que el tiempo se ha encargado en convertir en obras de arte.

Cary Juant.

 

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Doble Vida

25 de Diciembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Doble Vida.



La tragedia de William Shakespeare “Otelo” no ha tenido mucha suerte a la hora de ser trasladada a la gran pantalla, pero a los aficionados al teatro de Shakespeare y al séptimo arte siempre nos queda la opción de recurrir a una película que no adapta directamente la historia del Moro de Venecia pero sí se apoya en ella como pieza trascendental de su argumento, la dirigió George Cukor, se titula “Doble vida (A Double Life)” y es una maravillosa mezcla de drama, Thriller, cine negro y teatro llevado al cine. Se aborda la personalidad patológica de un actor teatral brillante y extremadamente exigente consigo mismo, su perfeccionismo, rayano en lo obsesivo, lo empuja a interiorizar los rasgos de personalidad y carácter de los personajes que interpreta, exceso de método que se revela peligroso cuando el papel a interpretar es nada menos que el de Otello.
 
Cukor desarrolla de manera extraordinaria las funciones del mundo teatral y el proceso de creación del actor, el mundo del teatro llevado al cine, demostrando que conoce el teatro, sus lugares, sus espacios y su gente. La fotografía de Milton Krasner es excelente, aunque no se puede ubicar realmente como una película más de cine negro, sí está llena de aspectos de puro cine negro: las sombras, los efectos de iluminación dramáticos, las escenas nocturnas en las calles, las habitaciones estrechas, sórdidas y oscuras que envuelven el film… Cukor quería que la fotografía diera la impresión de lo que se siente cuando el actor esta en el escenario, que las luces lo ciegan, era muy importante en la historia trasportar al público al escenario y eso significaba que las luces debían dirigirse hacia la cámara para dar esa impresión y pidió a Krasner efectos extremos para que las escenas resultaran emocionantes y ayudasen a desarrollar lo irreal y el terror de lo que estaba sucediendo.


Con un reparto extraordinario del que forman parte Ray Collins, Art Smith, Betsy Blair, Shelley Winters, la sueca Signe Hasso y Edmond O'Brien, con música de Miklós Rózsa, fotografía del gran Milton Krasner, guion del matrimonio Garson Kanin-Ruth Gordon y dirección del maestro Cukor, era difícil que no estuviéramos ante una magnífica película, pero lo que la lleva a ocupar un lugar destacado en el Olimpo de los dioses cinematográficos es la presencia de una enormidad de actor que por esta interpretación ganó el Oscar y el Globo de Oro. Desde la amabilidad y la simpatía de quien cree haber recuperado a su amada, hasta la furia y la violencia provocados por los celos y la desaforada pasión por el teatro, pasando por el desconcierto respecto a su identidad y la vergüenza causada por sus reacciones, la interpretación de Colman hace gala de un despliegue sin fin de matices que nos obliga a centrar nuestra mirada en ella durante todo el metraje y que tiene su cenit durante la que será la última representación de la obra, en la secuencia final del film. Todas las interpretaciones son muy brillantes, pero es la de Colman la que domina la película con una fascinante e inolvidable retrato de una estrella enloquecida, su descenso hacia la locura, resulta casi hipnótico y va mas allá de simple trucos.


Genial mezcla de drama, Thriller, cine negro y teatro que nos muestra a la perfección el talento que tenía este gran director, su buen gusto, su estilo elegante y su excelente dirección de actores. En pie, señores, el telón ha caído.

Cary Juant.

 

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Al Volver a la Vida

31 de Diciembre de 1947

Celebra con nosotros el 75 aniversario

del estreno de Al Volver a la Vida.

 

Cuando hablamos de cine negro el nombre de Byron Haskin prácticamente ni se nos viene a la cabeza, pero sorprendentemente este maestro de los efectos especiales logra llevar a cabo un buen trabajo con esta película. Byron Haskin, una de esas presencias llamadas «artesanales» del cine clásico, que extendió su trayectoria desde la época muda hasta bien entrados los años sesenta, abordando distintos géneros (con preferencia por el western, la intriga, las aventuras o incluso la ciencia ficción o el personaje de Tarzán), con un buen puñado de títulos conocidos, como por ejemplo “La isla del tesoro” (Robert Louis Stevenson’s Treasure Island, 1950), producción Disney con Bobby Driscoll, “La guerra de los mundos” (The War of the Worlds, 1953) o la dupla de 1954 “Su majestad de los mares del sur” (His Majesty O’Keefe) y “Cuando ruge la marabunta” (The Naked Jungle), con Charlton Heston y Eleanor Parker. 
 
Nos encontramos ante una entretenida propuesta de cine negro, adaptación de la obra “Beggars Are Coming To Town” de Theodore Reeves con guion de Charles Schnee (“Río Rojo”, “Cautivos del mal”...), que nos habla de la redención, de las esperanzas, de la amistad, del sacrificio, de las ansias de venganza… contado todo con un ritmo fluido, sucediendo toda la acción en una noche. Es un film ameno, con sugestivos momentos de tensión, con aroma a cine clásico, con una notable ambientación de cine negro gracias a una fenomenal fotografía de Leo Tover (“La heredera” o “Ultimátum a la Tierra”), acentuando el dramatismo del relato, relato con un buen crescendo que se estropea un poco en su parte final, creo que tampoco se acierta al incluir un romance metido con calzador y que nada aporta, más parece un canon comercial a pagar, romance que te desvía de lo importante, el choque entre los antes amigos y socios.

Lancaster y Douglas, llegados al cine apenas un par de años antes por la puerta grande, componen de forma soberbia sus personajes, el hombre brutal, resentido, violento, impaciente que es Frankie (Burt Lancaster), frente al cínico, orgulloso y manipulador Noll (Kirk Douglas), todo ello bajo el juego de luces y sombras de la fotografía de Leo Tover y con los acordes desesperados de la partitura de Victor Young. Por otra parte, el Dave de Wendell Corey, el hermano de Frankie, resulta dubitativo y contradictorio, no termina de estar bien perfilado, resultando su psicología un tanto caprichosa, quizá a raíz de que el guion acentúa, quizá excesivamente o demasiado esquemáticamente, sus continuas vacilaciones ante las aspiraciones de su hermano y sus deberes con su jefe, Kirk Douglas, un jefe que puede asesinarle… El desenlace, en el que todas las fichas terminan en su casilla, de manera un tanto forzada, supone toda una concesión a los tiempos del Código de Producción, pero Haskin lo trata con fuerza y dramatismo, y con el necesario apunte moral, la redención que salva al protagonista positivo del destino reservado a su reverso criminal. El amor vence al crimen... A veces.

Cary Juant.

 

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