EFEMÉRIDES

La Última Noche de Boris Grushenko
1975
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de La Última Noche de Boris Grushenko.
 
“La Última Noche de Boris Grushenko” (Love and Death, 1975), es considerada por el propio Woody Allen como la mejor película de su primera etapa, y no sin razón, un film claramente influenciado por la maravillosa literatura rusa del siglo XIX – y más concretamente por “Guerra y Paz” de Tolstoi. Hay un enorme cuidado en la ambientación y la puesta en escena, una clarísima intencionalidad de que nos sumerjamos realmente en esa Rusia del siglo XIX para que, de esta forma, funcionen mejor los gags, la parodia funciona mejor cuando te encuentras en un ambiente aparentemente serio, la irrupción de lo anacrónico y lo surrealista resulta más divertido cuando nos parece creíble el contexto en que se evocan, y no cuando tenemos la sensación de estar viendo algo que nadie se ha tomado en serio. Es ahí donde se nota que este filme supone la clara transición entre la primera etapa de Allen (más centrada en el humor puro y duro) y una segunda en que éste prestará más atención a la puesta en escena y a la calidad de sus filmes, es una comedia que conserva en buena parte el estilo de los films anteriores, eso está claro, pero ya hay en ella un intento serio por poner el énfasis en la historia y en unos personajes protagonistas que evolucionen, o que al menos tengan un arco narrativo más convencional.

Con “Love and Death” (increíble la traducción que se hizo al español) Woody Allen intentó en parte repetir la fórmula que tan bien había funcionado en “El dormilón”, y se apoya aún más en la excelente pareja que forma en pantalla con Diane Keaton, si en su película anterior viajaba a un futuro en parte cómico y en parte aterrador, ahora encarna a Boris Grushenko, un cobarde intelectual ruso que se ve envuelto muy a su pesar en las guerras napoleónicas, Boris está locamente enamorado de su prima Sonja (Keaton), con quien tiene unas discusiones filosóficas del más alto nivel, aunque en cuestiones sentimentales ella no le corresponde. Una disparatada comedia del genial Allen, llena de imprescindibles gags sonoros y visuales, con una brillante y efectista fotografía a cargo de Ghislain Cloquet y una banda sonora a base de clásicos como Profokiev y Mozart, un deleite sensorial, una especie de remanso de paz para nuestro espíritu.

El sexo, la guerra, la moralidad, el asesinato, Bergman, el amor, la filosofía, el surrealismo, la cobardía, los homenajes, Eisenstein, Napoleón, la madre Rusia, la mordacidad, la cinefilia, los diálogos, los personajes, Dios, el talento, los arenques, el amor ideal y la carne, la muerte, el destino de Europa, el guion, unos abrigos estrafalarios, la literatura, Diane Keaton, el tonto del pueblo, los gags, la irreverencia, la autocrítica, el absurdo, el trigo, la inteligencia, el brillo, los judíos, los monólogos mirando a cámara, el pacifismo, frases y más frases memorables, escenas aún más sublimes, los gags, el ingenio, la frescura, la risa del tío de Boris… ¿Quién nos iba a decir que detrás de algo tan aparentemente absurdo podía esconderse tanta inteligencia? Allen nos sirve las pequeñas y grandes cosas de este mundo disfrazadas de tonterías, y mientras lo hace nos divierte como pocos. Si te gustan las buenas comedias deberías apuntarte esta recomendación personal, cine del más divertido, de ese que te repara anímicamente aunque hayas pasado un día auténticamente malo, el genio del neoyorquino, con su humor único y característico, nos quiso invitar a que dijésemos entre risas, "- ¿Y qué más da todo?, habrá que disfrutar de la vida ¿no?". Pues ya sabéis, “La Última Noche de Boris Grushenko”... ese podría ser un buen comienzo. ¡¡Disfrutadla!!
 Cary Juant.

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Noche en la Ciudad
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Noche en la Ciudad.

Jules Dassin se encontraba por aquella época en un momento extremadamente delicado, la caza de brujas estaba en su apogeo y el director se hallaba en su punto de mira, el productor de la Fox, Darryl F. Zanuck, decidió alejarlo de EEUU, y así el rodaje de la fantástica película que hoy nos ocupa, “Noche en la ciudad” se trasladó a Londres. Aunque después del rodaje regresó a EEUU, sufrió inmediatamente la presión del macartismo, su nombre formó parte de las tristes listas negras y no tuvo más remedio que exiliarse a Europa, de hecho, hasta cinco años después no consiguió los apoyos necesarios para realizar esa maravilla que es “Rififi”, cuyo éxito le permitió llevar a cabo una segunda carrera cinematográfica en Europa.

La película es un poderoso relato, sombrío y desalmado, sobre la inconsciencia y desfachatez de un elemento obsesionado por encontrar el pelotazo de su vida que lo saque del fango y de los cutres arrabales de la ciudad, este personaje está interpretado de forma magistral por Richard Widmark, en un momento pletórico de su carrera artística, encarna al ruin y amoral Harry Fabian, un tipo mezquino, canalla, sinvergüenza y chanchullero. La novela que servía como material de partida, con el mismo título que la película, de Gerald Kersh, contaba con ambientes que bien conocía su autor por moverse entre pubs nocturnos y haber tenido empleo en el ámbito de la lucha libre en Londres, por otra parte, Dassin contó con la profesionalidad del director de fotografía Mutz Greenbaum, que ya había realizado dos películas de cine negro notables como “So Evil My Love” y “Gritos en la noche” y con la labor del guionista Jo Eisinger, que abordó uno de sus mejores trabajos, fue una de las plumas también presentes en el guion de otra obra mítica del cine negro estadounidense, “Gilda”.

Está fantásticamente filmada por Dassin, extrayendo de sus actores su parte más oscura y siniestra, y componiendo una atmósfera chanchullera y turbulenta en la que casi todos se mueven por el vil metal, como contrapeso, la bondad, cariño, serenidad, belleza y pureza entre la maleza de Gene Tierney. Una historia de cine negro al estilo del más genuino cine negro americano, cine negro en estado puro, no solo el increíble uso del blanco y negro, la importancia de la atmósfera conseguida, el espíritu pesimista que rodea la historia, el destino del personaje principal tatuado en su frente, la peculiaridad de la ciudad y sus bajos fondos, la presencia del antihéroe como protagonista, las cuestiones sociales siempre en primer plano, el realismo mostrado con veracidad, el romanticismo trágico o la redención final como ingredientes indispensables revelan su adscripción al género, sino también porque los implicados sabían bien cómo realizar este tipo de películas, además de que el momento en el que se realizó y las circunstancias que la rodearon eran tan oscuras, tensas y pesimistas como el alma de la película.

Cine negro rebosante de calidad con unos primeros planos de ensueño combinados con el paisaje londinense en un blanco y negro de fábula, con ambientes cargados de tensión, actores que bordan sus papeles y lo mejor de todo, un guion sin fisuras, creíble y con un final que no por esperado deja de ser de auténtico lujo, Dassin consigue que en tan sólo 95 minutos ocurran miles de cosas, que además estén interconectadas de un modo impecable y que el final de esta historia sea un punto y final soberbio a todas ellas, no deja cabos sin atar. Una única pega: el papel de Gene Tierney es pequeño para lo que a mí me hubiera gustado ver, pero esa pega no es de la película, es mía, mi adoración por Gene Tierney no tiene límites.
 Cary Juant.

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Atraco al Furgón Blindado
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Atraco al Furgón Blindado.
 
Richard Fleischer demostró ser un tipo de singular pericia y notable astucia visual para contar historias en el cine, un ejemplo de ello es “Atraco al furgón blindado”, aparentemente una modesta película de serie B que se revela como una joya, un clásico del cine policíaco capaz de aunar en una misma trama las claves del cine negro clásico, mostrando el argumento desde el punto de vista de los criminales, y el cine políticamente más conservador que se estableció como heredero de las claves estéticas del cine negro en la etapa de giro hacia la derecha de la política interior norteamericana, con la Caza de Brujas, McCarthy, etcétera. Los detalles como el empeño en mostrar el funcionamiento de las comunicaciones de la policía como ejemplo de competencia de la misma, el empeño en construir un héroe policial de una pieza, totalmente dedicado a su trabajo, sin vida privada fuera del mismo, duro como la piedra y capaz incluso de dejar tirado en el suelo con un balazo a su compañero con tal de perseguir a los atracadores, van por ese camino.

Es una de las más destacadas obras de las que el por aquel entonces primerizo Richard Fleischer rubricó para la RKO Pictures, desconocida en España durante muchos años –en algunos manuales de cine negro escritos hasta hace un par de décadas ni siquiera se las nombraba, y lo mismo puede decirse incluso de estudios centrados en la figura de Fleischer–, la justa revalorarización del cine de serie B que en los últimos tiempos se ha llevado a cabo han puesto a este título donde merece estar, como un exponente muy sólido, en algunos momentos brillante, del cine policiaco –o cine negro en sentido amplio–, y, al mismo tiempo revela el entonces incipiente talento de uno de los significados realizadores de la denominada generación de la violencia.

Lo primero que llama la atención de “Atraco al furgón blindado” es la cesión del punto de vista narrativo a Dave Purvis (William Talman), el meticuloso cerebro criminal que planea y co-ejecuta ese robo al furgón blindado que, inevitablemente, termina resultando imperfecto, Purvis es un personaje frío, calculador y cruel sobre cuya bajeza el filme no elude el menor detalle, sin que ello sea impedimento para que, a la manera del cine de gángsters, el espectador se vea implicado en su periplo por escapar del siempre acuciante cerco al que es sometido por la policía. Bien apoyado por una fotografía muy contrastada en blanco y negro (firmada por Guy Roe), Fleischer agita los postulados narrativos según una atractiva concepción visual que dosifica la intriga con ingredientes de raigambre documentalista, tan ágil en su perfil de personajes, lugares y situaciones a través de detalles que el hábil libreto expone al reconocimiento del espectador como expeditivo y contundente en la traslación visual de los episodios de acción y violencia que van concatenándose en ese cerco policial que se va cerrando cada vez más en torno al vil protagonista de la función.

Exquisita cinta del mejor cine negro de serie B, una auténtica joya montada en torno a una sencilla historia que el mismo título nos anuncia, "Atraco al Furgón Blindado", desarrollando toda una serie de personajes y situaciones de lo más características del film-noir y que no pierde un ápice de interés durante todo el metraje, ya podrían aprender muchas películas actuales, sobradas de minutos y secuencias innecesarias, del cortante y trepidante ritmo que luce esta producción de los años cincuenta. Finalmente mención especial merece la utilización de los bailes de la cabaretera Yvonne LeDoux interpretada por Adele Jergens como entreactos que incorporan no sólo a la mujer fatal, elemento esencial del género, sino también una manera de hacer que el erotismo, esencial para el género negro, se manifieste. Toda una joya de poco más de una hora de duración.
Cary Juant.

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Winchester 73
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Winchester 73.
 
Con esta película el gran Anthony Mann contribuía y establecía un nuevo paso en el género del western: dar cada vez más importancia al componente psicológico convirtiendo las historias en más difíciles y complejas pero a la vez más atractivas, y todo ello con un respeto absoluto a las claves del género y con su mitología particular. La película supuso un punto de inflexión en la carrera del director y, sobre todo, en la de un James Stewart que a partir de esta película tendría ocasión de explorar registros de mayor profundidad psicológica, fue también el inicio de una colaboración fructífera entre ambos, así como la primera vez que una estrella de Hollywood se decantaba por obtener, en lugar de su sueldo astronómico, un porcentaje de lo recaudado en taquilla (lo cual le acabaría reportando pingües beneficios al actor, amén de crear un precedente que, andando el tiempo, cambiaría radicalmente las reglas del juego en la meca del cine).

Este extraordinario western es el primero de la serie de cinco que, además de otros títulos, Anthony Mann y James Stewart rodaron juntos entre 1950 y 1955. Marcando distancias respecto a la línea seguida por John Ford pero sin desviarse de su tema fundamental, la formación de una comunidad, los westerns de Mann abundan en el retrato psicológico del protagonista, víctima de traumas del pasado y de cuentas pendientes que debe resolver a lo largo de retorcidas tramas de violencia y venganza. Para Stewart estos westerns significaron el abandono de su tradicional papel de héroe ordinario, de ciudadano americano común a la manera de Frank Capra, y su asunción de un perfil más oscuro y ambiguo, explotado después en los thrillers de Alfred Hitchcock; para Mann, que estrenó nada menos que otras tres películas el mismo año, implicó su consolidación en el género después de haberse iniciado en la serie B y en pequeñas producciones de cine negro y criminal que con el tiempo se han convertido en pequeños clásicos.

La película constituye, de entrada, un prodigio de concisión narrativa: su larga y compleja historia se narra en 89 minutos, a pesar de su duración, traza un brillante fresco de los territorios humanos y de los conflictos sociales y bélicos ligados al proceso de expansión hacia el Oeste, de la conformación de América, recurriendo a personajes arquetípicos y a convenciones del género, pero dotándolos de autonomía y vida propia al tiempo que son utilizados como espejo y mito fundacional. El hilo conductor no puede ser otro que la posesión del más cotizado rifle de repetición del mercado, el Winchester modelo 73, arma surgida tras la Guerra de Secesión y muy apreciada por todos los habitantes del Oeste, fueran cuatreros, forajidos, indios, aventureros o soldados, el guion de Borden Chase y Robert L. Richards destaca por unos diálogos tan secos y duros, a menudo no desprovistos de humor y sarcasmo (las divertidas réplicas de Lolas a Dutch y Dean, por ejemplo), como ágil, directa y contundente es la acción, al tiempo que dibuja a través de ellos el ecosistema social sobre cuya base iba a levantarse la realidad norteamericana, el personaje de Stewart, en particular, dota al héroe del Oeste de una nueva dimensión, más poliédrica, adulta e inteligente, casi depresiva y atormentada, que abre la puerta a un lado oscuro que tendrá mayor presencia en pantalla con la llegada del Nuevo Hollywood, a finales de los sesenta y principios de los setenta, una mirada más crítica y escéptica a las presuntas glorias de la epopeya conquistadora de las praderas, y más próxima a la aventura real de unos individuos desesperados que, pretendiendo procurarse una vida mejor estaban construyendo, sin saberlo, el país que en 1950 se había erigido en la mayor potencia mundial.

Para mi, entre otras razones, es por películas como ésta por las que me gusta el cine, se podrán poner mil pegas (a todas las películas se puede) pero el regusto a buen cine que deja cuando salen los créditos finales es espectacular. Cuando la ves de niño, te fijas en los buenos, los malos, indios, vaqueros... Y te encanta, cuando la ves de mayor, aprecias todos los matices, actuaciones, diálogos, tramas secundarias... Y alucinas.
 Cary Juant.

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El Pistolero
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Pistolero.
 
“El pistolero” (The gunfighter, 1950), es un Soberbio western que retrata de un modo realista y desesperanzado, aquí no tiene cabida la redención, el drama de un pistolero incapaz de romper con su delictivo pasado. Cuenta con un guion de William Bowers, William Sellers y Andre De Toth, en principio escrito para John Wayne, que aspiraba a interpretarlo, según parece no se llevó a cabo por sus diferencias con Harry Cohn de la Columbia por sentirse maltratado por él cuando empezaba su carrera, el proyecto acabó en la Fox, producido por Nunnally Johnson, quien realizó alguna que otra modificación en el guion original.

Anticipado en cierto modo por el héroe fordiano -individuos melancólicos y reflexivos condenados a la marginalidad perpetua-, “El pistolero” es uno de los filmes que inauguran el estudio de la condición pesimista y crepuscular del hombre de armas, un tipo sin futuro, sin apenas presente, un arquetipo a partir del cual germinarán algunas de las mayores obras maestras del cine del Oeste, Johnny Ringo es el precedente directo del Shane obligado a mirar desde la lejanía la felicidad del hogar ajeno, del tío Ethan restringido al exterior de los quicios de la puerta que enmarcan a su propia familia, de los elegíacos grupos salvajes de Peckinpah en búsqueda de un postrero grito de rabia, del jinete pálido encadenado a su figura de forastero errante, del William Munny que ya anciano vuelve a sentir la llamada de lo salvaje.

Este es un western de profundidad injustamente poco conocido, film de una tremenda intensidad, con un halo trágico que lo engrandece de forma sublime, una cinta del oeste con apenas disparos, el foco está en la construcción de un antihéroe que intenta escapar de sus estela de mito, un pistolero al que persigue su infame sombra de leyenda del revólver, acosándole y sumiéndolo en un espiral sin salida. El buen artesano Henry King realiza con temple y pulso esta obra de culto, potenciando los diálogos y la actuaciones, siendo su gran pilar la magnífica interpretación de un fascinante Gregory Peck. La historia nace de una conversación en una cena entre el guionista William Bowers y el afamado boxeador peso pesado Jack Dempsey, el púgil le comentó que mucha gente le quería dar un puñetazo, por ser un campeón, de esta idea deriva en el film, variando el boxeador por un pistolero cansado de su maldita fama.

La película es una desgarradora radiografía de un tipo ajado por algo de lo que una vez disfrutó pero que ahora es una losa que no le deja vivir, el relato discurre con un aire melancólico de calado, en una estremecedora introspección de los recuerdos, las ilusiones, las frustraciones, las ambiciones, las envidias, el intento de redención, el amor o la esperanza, enmarcando casi toda la acción en un entorno cerrado, un salón-bar, todo ello para ofrecernos ingeniosamente una sensación claustrofóbica, que es como se siente Ringo, encerrado dentro de alguien que ya no quiere ser.

Uno de los mejores westerns de la época, un western que es recomendable ver en versión original ya que cuenta con un doblaje al castellano nefasto, un western magistral que ayuda a engrandecer un genero olvidado injustamente hoy en día pero que nos regaló en el pasado algunas de las mejores películas de la historia del cine. Imprescindible, una pequeña obra maestra por recuperar.
Cary Juant.

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El Viento y el León
1975
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de El Viento y el León.
 
Producida por Columbia Pictures en asociación con Metro-Goldwyn-Mayer, y con un presupuesto de 4 millones de dólares, considerablemente alto para la época, el papel protagonista de “El viento y el león”, el jefe berebere conocido con el pomposo nombre de Mulay Ahmed Mohammed el-Raisuli, apodado “El Magnífico”, fue a parar al escocés Sean Connery, una vez considerados y descartados intérpretes como Omar Sharif y Anthony Quinn, sería para Connery el primero del magnífico trío de películas de aventuras que rodó consecutivamente por esa época, las otras dos serían “El hombre que pudo reinar” (The Man Who Could Be King, 1975), de John Huston (quien, curiosamente, también interviene como intérprete en “El viento y el león”), y “Robin y Marian” (Robin and Marian, 1976), de Richard Lester. Por su parte, la actriz estadounidense Candice Bergen asumió el papel de Eden Pedecaris, tras haber sido ofrecido en primer lugar a Faye Dunaway, Brian Keith obtuvo el rol del presidente Teddy Roosevelt y John Huston, ya mencionado, encarnó a su secretario de estado John Hay. El rodaje tuvo lugar íntegramente en España, en concreto en diversas localizaciones andaluzas como el Cabo de Gata en Almería, La Calahorra en Granada y la Plaza de las Américas de Sevilla.

Es sin duda la película más redonda del realizador norteamericano John Milius, responsable de por ejemplo la mediocre adaptación de “Conan, el bárbaro” ('Conan the barbarian', 1982) o de la más que interesante “El gran miércoles” ('Big Wednesday', 1978). Aquí Milius da lo mejor de sí mismo, tanto en la composición de un guion formidable basado en eventos reales acaecidos a principios del siglo XX, como en la poderosa puesta en escena. Milius se zambulle con apasionada convicción en una etapa histórica, unas circunstancias políticas y sociales y un espíritu de épica sin límites, rechazando cualquier pretensión de contar unos eventos políticamente correctos, mezclando el rapto real del playboy Ion Perdicaris (aquí transformado en una mujer, Eden Pedecaris/Candice Bergen, que es uno de los caracteres femeninos más notables que recuerdo en un filme de aventuras) con su propia visión del bandido, pirata, ladrón Mulai Ahmed er Raisuli, el director construye una peripecia de acción y aventuras en la que se dan la mano la crueldad con la compasión, el idealismo con el fanatismo, el cine de verbo con el cine de dinamismo visual y sonoro, en un difícil pero meritorio equilibrio del que nacen algunas secuencias inolvidables. La película cuenta además con la inmensa Obra Maestra absoluta de banda sonora que compuso el gran Jerry Goldsmith que aporta a la película todas las dosis de emoción, ritmo, lirismo y romanticismo que necesita el film, hay ciertos pasajes de la película en los que es la música de Goldsmith quién te lo está explicando todo como solo saben hacer los más grandes compositores.

Notable film de aventuras con aroma a cine clásico, cine atemporal para toda la familia, que suma todos los elementos para pasar unos muy disfrutables minutos. Todo un compendio de lo que se entiende por cine clásico de aventuras, y en donde se encuentran los ingredientes necesarios e imprescindibles: Acción, Aventura, toques de humor, buena banda sonora, buena fotografía,.....
Los protagonistas geniales, Sean Connery, al que le basta un gesto, una mirada, un ademán, para adueñarse completamente de la pantalla, sabe explotar al máximo un personaje que como ya comentamos antes, estaba escrito en principio para Omar Sharif y que casi cae en las manos de Anthony Quinn, Connery, que sabe leer los guiones y entender a sus personajes como pocos actores, se enfunda el traje de Raisuli y vive y respira como él, hasta el punto de que es imposible descifrar cuándo empieza el actor y termina el personaje, no interpreta, lo vive, y Candice Bergen no se queda atrás en ningún momento, aceptando con talento pero sin sumisión la supremacía moral de Connery, ofreciendo un contrapunto maravilloso y esencial en la trama de personajes, aprovechando sus muchos momentos de lucidez y su versatilidad innegable. Nada falta y nada sobra en esta película que consigue prácticamente todo lo que se propone, la recomiendo encarecidamente a todo amante del cine de aventuras.
Cary Juant.

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Sin Remisión
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de Sin Remisión.
 
La Warner es probablemente el estudio que a lo largo del tiempo más esfuerzos dedicó a la hora de ofrecer una producción de cine carcelario, desde los años 30 fueron numerosos los títulos que brindó dentro de dicha vertiente, películas dominadas por rodajes rápidos, inmediato consumo, eficacia en su desarrollo y conclusiones moralistas -el criminal nunca gana-. Esta corriente tuvo una considerable prolongación desde finales de los años 40 con la suma de otros estudios, dentro de dicho contexto, el muy interesante John Cromwell rueda para la Warner “Caged” (Sin remisión), segunda y muy valiosa contribución suya a los contornos del noir, que prolongó con dos títulos casi consecutivos más, sin duda muy interesantes, pero bajo mi punto de vista de un alcance bastante más limitado, estoy hablando de “El soborno” y “Prisionera de su pasado”, ambas rodadas en 1951, por supuesto, tampoco nos podemos olvidar de su primera contribución al género con esa fantástica película que fue “Callejón sin salida” (1947).

Todo un hito en el subgénero carcelario que se alejaba de lo políticamente correcto para denunciar la situación de las cárceles. El Hollywood de los años 50 demostraba que no siempre se ajustaba a los códigos establecidos y era capaz de hacer autocrítica de la sociedad y la administración, no solo contaba con una buena idea o una acertada denuncia, sino que tenía autenticidad para involucrar al espectador, y ofrecía uno de los mejores repartos femeninos que se recuerdan. El guion hace una dura crítica hacia un sistema penitenciario que lejos de ayudar a reeducar y reinsetar socialmente a los presos, los maltrata a la primera de cambio ofreciendo pocas posibilidades para empezar de nuevo, fomentando con ello que vuelvan a cometer crímenes que los metan de nuevo entre rejas. Se agradece también el retrato más realista de lo que podría ser una cárcel de mujeres, que sin estar exentas de culpa ni de los problemas que como criminales tienen, dejan entrever a la mujer que hay detrás con escenas como la petición de un peine antes de que le hagan la fotografía de ingreso por parte de Ellen, los trapicheos y regalos en forma de soborno como maquillaje y otros útiles femeninos y la chocante escena del rapado de cabeza.

Sin duda, uno de los aspectos más destacables de esta película es la actuación de Eleanor Parker, quien logra transmitir perfectamente la inocencia de la chica a su entrada en prisión y la lenta y gradual transformación que va sufriendo mientras está allí dentro, siendo creíble y admirable en todas sus etapas. Tampoco se queda atrás el odioso papel que hace Hope Emerson como carcelera despiadada y corrupta, una bestia ambiciosa y sin escrúpulos que machaca sin piedad a toda aquella que no pase por el aro. Junto a la anterior son los puntales principales sobre los que se sustenta la historia, ambas optaron a ganar el Oscar por sus interpretaciones en la ceremonia de ese año.

Brillante película en la que el delicado pero sólido tacto narrativo de John Cromwell otorga al conjunto un tono claustrofóbico, apesadumbrado y sombrío, sublimado por una fotografía de Carl Guthrie cercana al expresionismo, y por un espléndido guion de Virginia Kellogg de sobresaliente progreso psicológico y complejo dibujo de caracteres. Gran film, todo un clásico en un esplendoroso blanco y negro, una película impactante que debe verse y luego revisarse.
 Cary Juant.

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El Padre de la Novia
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de El Padre de la Novia.
 
Si hubo una cualidad que definió siempre a Vincente Minnelli, además de ser uno de los más inteligentes y creativos directores de musicales, fue el hecho de ser una persona que consideraba el arte como algo esencial, en los inicios del color pocos directores supieron sacarle partido como Minnelli, en películas como “Un Americano en París”, el color es un arma fundamental, haciendo de cada plano una fusión de colores de tono pastel que lo acercan a lo pictórico; es por eso que llama poderosamente la atención que decidiera rodar “El Padre de la Novia” en blanco y negro, movido quizás por el espíritu de pequeña producción que era, pese a todo, nunca renunció a darle su propio estilo.

Pero aunque Minnelli la hizo suya, realmente la fuerza de la película no residía solamente en su dirección, eran dos las cartas que jugaba con especial maestría, por un lado teníamos el rico guion que escribieron Frances Goodrichm y Albert Hackett, una de las mejores parejas de guionistas de la historia del cine, de sus manos salieron obras como “La Cena de los Acusados” o “¡Qué bello es vivir!”, desde la supuesta liviandad de la que siempre hace gala la película, con su humor blanco y familiar y su simpleza, confeccionan una obra rica en matices. Vista hoy, nos sirve como una perfecta toma de conocimiento para los costumbres de la época, la familia protagonista, es una familia típica de clase media, el padre trabaja, la madre está en casa, la hija es perfecta y es el ojo derecho del padre, los hijos son unos pequeños gamberretes y hasta tenemos a un ama de llaves, por supuesto, de color, el ambiente siempre es cordial, y se respeta al cabeza de familia, las tradiciones están siempre vigentes. Otro de los grandes aciertos del guion es en la forma de la que están organizados los sketches, el gag nunca está forzado, siempre tiene el punto y la duración justa para que la película fluya a la perfección.

Pero más allá de su guion, hay otra baza aún mayor, que es la interpretación de Spencer Tracy, Spencer tenía ese aire de hombre afable, cascarrabias pero entrañable, que tan bien supo imprimir en el papel, desde la primera escena, en la que un travelling recorre toda la casa destrozada por la fiesta hasta llegar a un hombre desabrochándose los zapatos y contándonos, como llegó hasta ahí, Tracy consigue transmitir al espectador un maravilloso aire de cercanía. Todo el peso de la película, ya sea el cómico, o el dramático, recae sobre él, la película se engrandece por el personaje pero también por el actor que lo interpreta. Ese año el Oscar al mejor actor se lo llevó José Ferrer por su trabajo en "Cyrano de Bergerac", merecido sin duda, aunque seguramente nadie se echaría las manos a la cabeza si la dorada estatuilla en aquella edición fuese a parar a las manos de Tracy por su inmensa encarnación del abogado Stanley Banks.

Una película deliciosa, una comedia sencilla, pero que pese a su sencillez no tiene reparos en ahondar en los miedos de un personaje muy bien trazado, los miedos que puede tener cualquier padre del mundo, en cualquier momento y lugar, al tener que dejar marchar a su hija. Así que no os olvidéis de prepararos un buen Martini para verla, ni de elaborar una cuidada lista de invitados para compartir estos momentos.

Cary Juant.

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Bajo la Máscara del Placer
1925
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de Bajo la Máscara del Placer.

“Bajo la máscara del placer” se basa en la novela del mismo título de Hugo Bettauer, que se publicó originalmente como folletín del diario vienés Neue Freie Presse y después como libro por las editoriales Gloriette Verlag (Leipzig, 1924) y R. Löwit (Viena, 1924). El rodaje se realizó en 38 días, trabajando hasta 16 horas al día, en unos decorados construidos en estudio, en donde transcurre toda la película. El film, aunque ambientado en Viena, evoca claramente la realidad social de la Alemania del momento, que vive bajo las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, con unos personajes pertenecientes a la clase obrera y, otros, a la arruinada clase media, que viven las terribles penurias provocadas por el paro y la pobreza, mientras otros personajes, los potentados y los especuladores, merodean en unos lugares donde el lujo y el vicio se exhiben con ostentación, una situación en la que se especifican los abusos del poder y las desigualdades sociales, que tuvieron en este film su primera representación en la pantalla, razón por la cual se ha adjetivado a esta obra como la primera película social.

De Greta Garbo hasta los más neófitos seguro que habrán oído hablar, no sucede lo mismo con George Wilhem Pabst, el director de la película, y sin duda se trata de una desgracia, pues la figura de Pabst es absolutamente reivindicable. Pasbt luchó siempre en sus películas por lanzar un mensaje contracorriente de la política del momento, en su obra observamos como es capaz de mostrar un realismo que deja en entredicho a todos los estamentos políticos, en esta misma película lo podemos observar, pero en muchas otras películas de su filmografía también encontramos esta lucha constante y división de clases, evidentemente, a la política nazi no le interesaba un tipo tan crítico y su voz fue silenciada, quedándose en el máximo ostracismo, esa es una de las razones por las que se ha olvidado, también influye que a diferencia de otros compañeros de profesión, como Fritz Lang, que se exilió a los Estados Unidos, Pabst renunció a salir del viejo continente, por tanto la historiografía norteamericana no se ha molestado en rescatar esta figura, pese a que se trata de un director más que brillante.

Película sin duda para adultos, y no lo digo por ese barniz, mezcla de supervivencia y sexualidad que impregna todo el film, sino por la madurez que, como el valor, se le supone a los adultos para entender y valorar situaciones reales como las de la Viena post bélica años 20 que nos muestra Georg Wilhelm Pabst. Porque por encima de las luces y las sombras tan propias del expresionismo alemán y entre las que Pabst se mueve con la habilidad de un maestro artesano a pesar de ser solo su tercera película, "Bajo la máscara del placer" es una obra absolutamente realista, fija su dura mirada sobre una sociedad desfigurada por los efectos de aquella "gran guerra" y donde conviven el exceso y la escasez, la saciedad y el hambre, la avaricia y la miseria absoluta, y en ese fresco de la sociedad austríaca, generalizable al conjunto de la germánica, la prostitución como escalera de Jacob por donde alcanzar las orillas de una supervivencia bajo la máscara de un placer efímero que en muchas ocasiones nace muerto y se entierra todos los días al despuntar el alba.

Pabst, sin duda uno de los maestros del cine alemán de todos las épocas, no se limita a mostrarnos la inexorable brutalidad de la vida cotidiana sino que, las colas nocturnas para comprar un escuálido trozo de carne, la languidez de los débiles cuerpos frente a semivacios platos de coles, la calle Melchior donde conviven la miseria, la orgía y el derroche, o la propia muerte de una familia cuyo único ascenso en su existencia ha sido pasar de vivir en un establo a un desván gracias a la benevolencia de su propietario, se incardinan en la trama de un asesinato por resolver, donde el director se mueve con maestría emulando por momentos a otros realizadores especializados en filmes policíacos y de suspense posteriores en el tiempo. Destacar la presencia y la belleza exótica y felina de una jovencísima Greta Garbo en un papel inolvidable para sus admiradores entre los que me cuento, a su lado palidece hasta la mismísima Asta Nielsen, actriz de nacionalidad danesa reconocidísima en el cine alemán, tal zozobra provocó la sueca en la película que inmediatamente fue fichada por Hollywood.
Cary Juant.

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En un Lugar Solitario
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de En un Lugar Solitario.
 
Humphrey Bogart estaba en la cima de su carrera cuando protagonizó “En un lugar solitario” (In a Lonely Place, 1950), era uno de los actores más icónicos de Hollywood, una incipiente leyenda, así, seguro de sí mismo, fue que con su productora Santana se animó a correr el riesgo de interpretar a una persona neurótica e insegura, el guionista Dix Steele, un hombre que pese a su integridad y honestidad también es amargo y violento, Steele no era un personaje que encajase en el perfil de héroe al uso, sin embargo, era complejo y lleno de aristas, algo muy satisfactorio para un actor. El de Dix Steele sin embargo sí es un rol muy típico en la filmografía de Nicholas Ray, Robert Ryan y James Dean desempeñaron en “La Casa en la Sombra” (On dangerous ground, 1951) y “Rebelde sin Causa” (Rebel without a Cause, 1955) respectivamente a seres descontentos con su entorno, abrasados por un fuego interior que les lleva a la ira y la violencia, Ray supo sacar partido de esos actores, como lo hace aquí con fantástico Bogart.

Película dura, oscura, una de las obras maestras del cine negro, con una sensual Gloria Grahame, la actriz con más cara de vicio que se ha visto en el cine (puro erotismo), una de las grandes "damas negras" de ese tipo de cine y que está perfecta en su papel: carnal, fría y a la vez vulnerable y cálida, como ya hemos comentado antes, le da réplica un soberbio Humphery Bogart que borda su papel de guionista un tanto venido a menos y de carácter conflictivo, cínico y un tanto agresivo, un tipo duro, seductor, cínico y atormentado.

Una película que es a su vez múltiples películas en una sola. En primer lugar es una crítica feroz contra el propio Hollywood: el protagonista es un guionista amargado que no duda en enfrentarse a los productores, directores y estrellas echándoles en cara su falta de profesionalidad. Pero también es una cinta donde aparece uno de los temas preferidos de Nicholas Ray: las dificultades de la pareja para vivir su historia de amor en un entorno hostil, en este caso, la presión de la policía, que cree que Bogart es el asesino de una camarera, no deja que esa convivencia llegue a buen termino. Por último resulta interesante observar como Ray utiliza distintos puntos de vista en la trama, no sólo el del protagonista, sino que a medida que la violencia se hace más patente, el punto de vista de Gloria Grahame cobra importancia y se alterna con el de Bogart hasta la resolución final.

Profundidad a raudales, talento por doquier en esta obra triste, sorprendente, atípica, absolutamente inolvidable, una obra maestra a todos los niveles, una apuesta segura para quién quiera deleitarse con un cine clásico de calidad, inteligente y atrevido, alejado de lo convencional o establecido.
Cary Juant.

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Rapiña
1975
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Rapiña.

Carlos Enrique Taboada fue un director famoso en México gracias sobre todo a sus películas de terror nada explícitas y sí muy sugerentes, en su momento de mayor esplendor, los años 60 y 70, fue ninguneado por el público y la prensa de entonces, gremios que preferían a los melodramas y las comedias huecas, pero hoy por hoy es elevado al nivel de los grandes maestros del cine de género latinoamericano. Las mejores y más conocidos obras de Taboada son sus cuatro películas de terror, hablamos de dos clásicos fantasmagóricos, “Hasta el Viento Tiene Miedo” (1968) y “Más Negro que la Noche” (1975), y otras dos de jovencitas tenebrosas, “El Libro de Piedra” (1969) y “Veneno para las Hadas” (1986), pero el director se paseó también con gran eficacia por el cine bélico y testimonial de la mano de “La Trinchera” (1969), sobre la Revolución Mexicana (1910-1920), y por el suspense pasional y ultra pérfido a lo Henri-Georges Clouzot de propuestas como “Vagabundo en la Lluvia” (1968), “Rubí” (1970) y “El Deseo en Otoño”(1972), trabajos siempre interesantes que se elevaron sobre la medianía de la industria cinematográfica azteca y latinoamericana en general de la época. Ahora bien, seguramente su mejor film sea la película que hoy nos ocupa, “Rapiña” (1975), obra exquisita que combina la marginalidad del cine testimonial, el dejo bucólico de enfrentamientos fratricidas del western revisionista y hasta la tensión propia del thriller claustrofóbico a cielo abierto.

Taboada nos regala una obra moral con un mensaje poderoso que se transmite alto y claro, en los primeros diez minutos, la película ya ha equiparado el valor de la vida con la cantidad de dinero que se tiene, vinculando directamente el estatus una persona con la riqueza que posee. Tiene un ritmo lento, pero usa este tiempo a su favor, profundizando en los personajes, sus motivaciones y la influencia corruptora del dinero, y el mensaje se refuerza aún más a medida que los personajes centrales se ven obligados a realizar actos inmorales posteriores para proteger sus nuevas ganancias. Interesantísima historia de como las frustraciones, la necesidad de llegar más allá de lo que el lugar en el que le tocó nacer y criarse a un hombre, pueden llevarlo convertirse en una persona vil, capaz de atentar contra los que siempre lo han ayudado. Nos relata la historia de dos campesinos indígenas analfabetos, de sus esposas, y de la forma en que los cuatro reaccionan ante un hecho que los desborda, con excelentes diálogos, y una dirección muy acertada y simple, más para nada simplista, nos cuenta las ilusiones, los anhelos, las ambiciones, y al final la tragedia de estos cuatro seres.

Una excelente historia que rasca lo más oscuro y psicológico de los personajes, y que nos muestra cómo llega a corromperse, gracias a la ambición, hasta el ser más puro; los más escondidos deseos son explorados y expuestos con un guion soberbio y muy bien llevado. Todo un gran retrato sobre la ignorancia, la pobreza y la codicia, una gran película, una pequeña joya escondida.
 Cary Juant.

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La Jungla de Asfalto
1950
Celebra con nosotros el 75 aniversario
del estreno de La Jungla de Asfalto.

Con un guion del propio Huston y Ben Maddow, basado en la novela homónima de W. R. Burnett y con un magnífico reparto, esta cinta concentra la mayoría de ingredientes propios del cine negro, a los que se añade el de el atraco como eje narrativo, representado no sólo como un acto criminal, sino como un proyecto ejecutado gracias a la suma de capacidades de un equipo de profesionales del particular sector del delito. La película es cine negro puro, el destino trágico sobrevuela todos los fotogramas, la ambigüedad campa a sus anchas y el fatalismo se pinta de blanco y negro, todos los personajes se mueven en una jungla de asfalto, en una ciudad que los hace devorarse unos a otros, los sueños pueden ser una granja en el campo, una playa lejana, algún país europeo o México como meta, pero el destino todo lo tuerce.

En el cine negro se han adaptado muchas novelas, pero en pocas ocasiones han sido capaces de reflejar tan bien como aquí ese mundo oscuro de atmósfera agobiante. Una historia de perdedores, personajes al límite, una obra de de orfebrería hecha a medida del director, una cinta oscura y sombría, donde no hay resquicio a la esperanza, un relato donde la gente sueña despierta con objetivos quiméricos. Los personajes están construidos de modo excelente, una magistral radiografía de la condición humana, en unos pocos trazos sabemos lo que sienten, transmiten sentimientos, son personajes tridimensionales, es un retrato coral sobre el mundo de los bajos fondos de una ciudad cualquiera, la cara oculta de una urbe por ella circulan metódicos ladrones, pistoleros, jugadores, un jorobado, una rubia tonta, un abogado arruinado, policías corruptos, lo mejor de cada casa, y está la maestría de Huston que es capaz de hacernos que empaticemos con ellos, que todos destilen sentimientos, que sus motivaciones de perdedores atrapados en una ciudad que les oprime, que es una prisión para ellos, ansían poder salir de ella para poder respirar.

Una de las cumbres indiscutibles del cine negro, sin duda uno de los mejores trabajos de un John Huston, todas las constantes de su cine están presentes en este extraordinario film, en el que el universo hustoniano cobra una fuerza inusitada. El soberbio y milimétrico guion de Ben Maddow y el propio Huston es un impecable y certero estudio de la condición humana por el que van desfilando una galería de personajes al borde del abismo, siempre al limite, sin presente ni futuro que se mueven entre la corrupción y la degradación moral, la desesperanza y la amargura. Una puesta en escena impecable, la magistral dirección de un inspirado John Huston que imprime a la narración un ritmo sin desmayo y que realiza un primoroso ejercicio de rigurosa caligrafía en el que destaca la soberbia dirección de actores -todos ellos excelentes- con especial mención a un gran Sterling Hayden y a la maravillosa Jean Hagen, la enfática fotografía en blanco y negro de Harold Rosson de marcado tono expresionista y la inspirada partitura de Miklos Rozsa elevan “La jungla de asfalto” a la categoría incontestable de obra maestra del cine.

En su estreno, este film fue tachado de inmoral pues era evidente la intención del director de hacernos simpatizar con los criminales, en detrimento del cuerpo policial o de una profesión a priori respetable como la de abogado. A pesar de la, tal vez forzada, auto justificación final por parte del comisario de policía, esta cinta trata de profundizar sobre unos personajes que, hasta el momento, habían sido mostrados y denunciados como simples malhechores, comprenderlos e incluso identificarse con ellos, despertó ampollas en la sociedad del momento. Sin embargo, es este punto de vista el que sigue fascinando y atrayendo a los aficionados a este género tan complejo como sugestivo.
 
 Cary Juant.

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La Huelga
1925
Celebra con nosotros el centenario
del estreno de La Huelga.
 
Con tan solo 26 años el realizador lituano Sergei Mihailovich Eisenstein creó esta excelente e influyente ópera prima, dando un vuelco perdurable al cine de su recién nacido país, pues el fulgor revolucionario que tanto había deseado Lenin para esta forma de expresión (“El cine es para nosotros la más importante de todas las artes”, decía) tomó cuerpo con tan impactante entrada en pantalla, tal ardor alcanzaría el cénit poco después con la impresionante “El acorazado Potyomkin” (1925), a la que seguirían la muy interesante “Octubre” (1927) y la notable “La línea general” (1929), en lo que supuso uno de los pocos casos en la historia del cine en los que propaganda política y excelencia artística caminaron de la mano. Maestro descomunal en el montaje como elemento conductor de emociones, con sus acciones paralelas y alegóricas nos relata una huelga en la era pre-soviética, nos exponen las duras condiciones obreras, los motivos por los que explota la huelga, las demandas y la posterior represión zarista (foco de todos los males), expuesta como raíz de lo que sucedería en 1917. Un fenomenal film realizado con la intención clara de hacer propaganda del régimen soviético, de resaltar los males del capitalismo y realzar los parabienes de una sociedad unida, monolítica contra la opresión de unos hedonistas jefes, y contra las vejaciones de las autoridades zaristas.

“La huelga” es cine en estado puro, una obra en la cuál la dimensión estética es tan fundamental como evidente, en primer lugar, por la libertad y la determinación con la que su creador despliega sus criterios, en segundo lugar, porque estos criterios son estrictamente cinematográficos. De las películas propiamente de "propaganda", ésta quizá sea la más maniquea y exagerada, los pobres obreros no pueden ser más buenos, los empresarios y sus espías-agentes no pueden ser más malos, la manera en que se retrata a los capitalistas dueños de la fábrica es casi tan paródica que creo que resultaría exagerada incluso para la mentalidad del espectador de la época, pero si prescindimos de todo esto, la película es increíblemente buena, es asombroso observar como ya en 1924 un director podía tener tan clara cuál era la fuerza del lenguaje cinematográfico. La película es una sucesión vertiginosa de metáforas visuales, construcciones de montaje, encuadres imaginativos... Los planos son poderosos y están hábilmente pensados para llamar la atención del espectador: la presentación de los "agentes infiltrados", las fotografías que cobran vida, la imagen de los brazos cruzados de los trabajadores, el tintero que cae, la matanza de ganado... La película es una sucesión inagotable de recursos de este tipo, lo que hace ver que ya en aquella época algunos genios se habían dado cuenta de que el cine era mucho más que teatro filmado.

Primera parte de su trilogía (no declarada) sobre el proletariado y la revolución rusa, de una modernidad apabullante y con un montaje vertiginoso, frenético y repleto de recursos narrativos tan acertados e innovadores que esta primera película muda de Eisenstein es, sin miedo a equivocarnos, una obra maestra del cine adelantada a su tiempo, es indescriptible el talento y la maestría de Eisenstein ya desde esta primera tentativa.

Cary Juant.

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Muerde la Bala
1975
Celebra con nosotros el 50 aniversario
del estreno de Muerde la Bala.

Richard Brooks rodó en 1975 este western, un film de amistad y de superación personal, un western tardío protagonizado por personajes en extinción, apartados a la cuneta a empujones por la presunta modernidad, individuos irreductibles aunque derrotados de antemano, su canto de cisne no será enrabietado y salvaje, como en el cine de Sam Peckinpah, sino que su victoria postrera será moral, revestida por una dignidad y una elegancia perteneciente a tiempos mejores, ya olvidados sin remedio.

El retrato de personajes es sobresaliente, la película cuida con esmero los diálogos y la personalidad de los protagonistas que participan en esa carrera de caballos: Sam Clayton (Hackamn) que mima a su montura y desprecia a quienes maltratan las suyas, el enigmático Luke Mathews (Coburn) un jugador que solo busca el dinero, el joven botarate Carbo (Vincent), la bella Miss Jones (Bergen), el mexicano del dolor de muelas (Arteaga), el gentleman inglés o el pobre infeliz que con su dolencia cardíaca a cuestas simplemente aspira a ver su nombre en los periódicos... aunque sea para anunciar su muerte. La carrera es larga, la película también, y da tiempo a comprobar que una vez más lo importante es lo que sucede durante el viaje mostrando sucesivamente el compañerismo, la rivalidad, la amistad, el egoísmo, la honradez, el engaño... la vida en suma. Una cinta de aventuras que resalta los valores humanos, una cinta humanista, como muchos la definen con acierto, dinámica, de acción continua, pero también crítica con el necesariamente victorioso sueño americano.

Hay una tendencia a despreciar títulos como “Muerde la bala” por el simple hecho de estar rodadas en una época en la que el western estaba ya de capa caída, pero Brooks era de esos que no daba puntada sin hilo y eso se nota en una película como la que nos ocupa. El bueno de Richard regresa a los escenarios que ya había recorrido unos años antes en la magistral “Los profesionales” y también retoma el espíritu de ésta, “Muerde la bala” es otra historia que apela a la amistad y a la camaradería entre compañeros que por así decirlo están condenados a entenderse, es por ello que la película desarrolla un sentido épico muy especial, Brooks apuesta por la aventura, el entretenimiento y el espectáculo, no obstante también hay espacio para el intimismo, con diálogos brillantísimos y actores que saben muy bien cómo declamarlos, también hay sitio para la ironía y el humor, no tan chabacano como el de los “spaguetti western” o del que se estilaba en los westerns paródicos de la época.

Pasó desapercibida en su estreno, pero creo que merece una revisión por parte de los buenos cinéfilos. Una película magnífica, una especie de reverso de “La carrera del siglo” de Blake Edwards, con un reparto espectacular y todos los elementos habituales del western que tanto nos gustan, con una espectacular fotografía de Harry Stradling Jr, rodada prácticamente por completo en escenarios exteriores ubicados en Nevada y Nuevo México donde los cielos se muestran luciendo con un intenso y espectacular azul. La poética delicadeza de esta aventura clásica, audaz, honesta y conmovedora en la que realidad y épica se conjugan mediante el sudor del caballo, así como la admirable integridad humana que detentan sus protagonistas, consiguen transmitir una vitalidad por completo necesaria, sanadora y reconfortante. A quién quiera pasar 131 minutos de buen cine recomiendo este western de aventuras nada pretencioso pero a la vez embaucador.
Cary Juant.

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Comentarios

  1. Oliver_Twist1/4/22 03:18

    Maravilloso, Gracias por compartir.

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  2. Anónimo8/4/22 02:32

    De verdad: no sé si felicitaros por este estupendo Blog o felicitarme yo mismo por haberos descubierto casualmente. Lo dejaremos en un fifty-fifty pero tirando a un noventa y cinco por ciento a vuestro favor.

    Me uno a Oliver_Twist en mi agradecimiento.

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  3. Anónimo8/4/22 14:35

    es interesante, gracias!!

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  4. ¡Gran trabajo en equipo, chicos!

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  5. Otra vez lo habéis vuelto a hacer.

    ¡Bien!

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  6. Gran trabajo en efemérides Gracias.

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  7. Suma y sigue. Muy requetebién.
    Gracias.

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  8. ¡Cómo me gusta esta sección!
    Saludos.

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  9. ¡Es una gran sección! Visualmente es muy atractiva, está repleta de amor por el cine clásico, sabiduría y buen hacer.

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  10. Gracias a vosotros por vuestros amables comentarios, la verdad es que así se compensa con creces el esfuerzo.

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  11. Estupendo, sin duda, el contenido: amor por el cine clásico, sabiduría y buen hacer.
    No le va a la zaga el continente: selección de imágenes y maquetación.
    Continente y contenido son un complemento de lujo para vuestro Blog.
    Enhorabuena a quienes lo hacéis posible.

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  12. Me ratifico en mi comentario anterior.
    Por cierto, soy Fabrizio, no me gusta aparecer como "anónimo".

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, por presentarte y por tus palabras de elogio, Fabrizio. Gente cómo tú, hace que nos superemos día a día. Por cierto, no es nuestro blog, es de todos los que en él participamos. Tuyo también.

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  13. Certeros y eruditos sus comentarios, señor Cary Juant. Muchas gracias. Un saludo.
    Fabrizio.

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    Respuestas
    1. Gracias a usted, Fabrizio. Muy amable.

      Saludos cordiales

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  14. Anónimo1/2/24 22:52

    Excelente sección. La descubro ahora, así que llego tarde a efemérides anteriores, pero me apunto algunas de las que se cumplen en 1924. Especialmente me apunto los cien años de pelis de Fritz Lang y de Ernst Lubitsch. Muchas gracias.

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  15. Anónimo1/2/24 22:54

    Soy el mismo de antes. Evidentemente, he cometido un error al escribir. Quería referirme a las efemérides de 2024, con mi especial interés por algunas películas de 1924 que cumplen cien años. Perdón por el lapsus.

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    1. Cary Juant1/2/24 23:08

      Hola amigo anónima, muchas gracias por tus palabras, sólo comentarte que al final de la sección Efemerides puedes ver también las correspondientes a 2023.

      Un cordial saludo

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