La espada Bijomaru (1945)
Ficha Técnica:
Título original: Meito bijomaru (名刀美女丸)
Año: 1945
País: Japón
Género: Drama, Samuráis
Dirección: Kenji Mizoguchi
Fotografía: Haruo Takeno, Minoru Miki (B&W)
Guion: Matsutaro Kawaguchi. Historia: Masamune Yotsura
Productora: Shochiku
Duración: 64 minutos
Reparto: Shotaro Hanayagi como Kiyone Sakurai. Isuzu Yamada como Sasae Onoda. Ichijirō Ōya como Kozaemon Onoda, el padre de Sasae. Eijirō Yanagi como Kiyohide Yamatomori, el maestro herrero. Kan Ishii como Kiyotsugu, el segundo aprendiz de herrero.
Sinopsis:
Japón, mediados del siglo XIX. Kiyone Sakurai, aprendiz de forjador de espadas, entrega un arma a su guardián Onoda. Tras la muerte de Onoda a manos de Naito, su hija le pide a Kiyone que forje la espada que vengará la muerte de su padre. Kiyone acudirá a su maestro para que le ayude en la creación de un arma tan importante. (FILMAFFINITY)
Idioma: Japonés con subs en español (srt)
Formato: AVI (DVDRip)
Resolución: 640x480
Tamaño: 1’22 GB
Breve comentario
by yo
“Meito Bijomaru” (La espada bijomaru) de 1945 es una de las películas menos conocidas de Mizoguchi, una obra menor que apenas ha recibido atención frente a la que muchos consideran su obra maestra del periodo de Guerra, “Genroku chushingura” (Los 47 Ronin), película que comenté ya hace unas semanas. En lo que se refiere a Bijomaru, aunque tengo que admitir que, como ya he comentado, se trata de una obra menor en la trayectoria del director Japonés, esto no le quita nada de su interés, de hecho, la condición de obra menor le viene obligada por las duras condiciones en que fue producida, un momento en que los americanos bombardeaban un día sí y otro también las ciudades japoneses, por lo que el rodaje se veía interrumpido una y otra vez, mientras que la falta de medios de producción es más que evidente. Por otra parte, tampoco es una obra en la que Mizoguchi gozó de libertad para aplicar sus temas favoritos: esa crítica de la sociedad tradicional japonesa, expresada en la opresión a la que sometían a sus mujeres.
El cine Japonés de la segunda guerra mundial estaba sometido a fuertes restricciones, de manera que todas las películas de ese periodo son ante todo obras de propaganda, la obra por tanto puede leerse en una clave claramente patriota, por la cual la historia de los dos herreros que forjan una espada mítica con la que vengar la muerte de su señor a mediados del siglo XIX, justo cuando se estaba produciendo la rebelión contra el Shogunato Tokugawa, podría interpretarse como una exhortación al pueblo japonés para que saque fuerzas de flaqueza, a pesar de las penalidades presentes. No obstante, bajo mi punto de vista, la obra admite una lectura completamente opuesta, mucho más Mizoguchiana, por un lado se tiene el hecho indiscutible de que la artífice de la venganza es precisamente una mujer y no una mujer cualquiera, sino una maestra en el uso de las armas, a la que hemos visto vencer previamente a su padre y que por tanto puede enfrentarse sin apenas ayuda al samurái que causó su muerte; por otra parte, esta historia de venganza no se convierte en una glorificación de la violencia, aunque sí en una clara denuncia del poder arbitrario que un sistema corrupto como el shogunato ejercía sobre el Japón, sino que la mayor parte de la peripecia se consume en el forjado de esa espada mítica, la cual más allá de su condición de arma, se convierte en un símil de la creación artística, nos viene a decir que si el artista no crea para sí mismo, para su propia satisfacción, para su propia superación, no hará otra cosa que crear objetos inútiles, sin alma ni significado, que se quebrarán en cuanto se intente utilizarlos, y es ahí precisamente, donde se nos muestra, quitados los disfraces, la marca del auténtico Mizoguchi.
Gracias a
Mizoguchi aprendemos que las espadas tienen espíritu, esta película
también tiene espíritu, pero de gran cine, al japonés no le hacen
falta florituras formales para extraer buen cine de las historias de
honor que nutren su filmografía: un plano fijo es suficiente para
contarnos lo que se nos tiene que contar con toda la claridad del
mundo, Mizoguchi se revela maestro a la hora de distribuir todos los
elementos (humanos y materiales) que puedan interferir en la acción
a lo largo y ancho del plano, otorgándoles su espacio justo y
dejándolos (en el caso de los personajes) salir y entrar según un
mapa de acción de absoluta precisión. Pero “La espada de
bijomaru” donde más brilla no es en los aspectos técnicos, sino
narrativos, beneficiada de unos personajes maravillosamente escritos,
la película avanza con callada elegancia a través de un guion que
apenas presenta fisuras, nos descubre ese mundo de añejas
tradiciones en el que valores como la lealtad y el honor juegan un
importante papel, y lo hace con credibilidad y conocimiento de causa.
En el fondo estamos ante una crónica de la imperfección del ser
humano, de sus debilidades y su afán de superación, sublimada
mediante una bella historia de amor hecha de gestos mínimos y
pequeños actos de fe, algo universal, en definitiva, y ello sin
descuidar el contexto histórico, que cobrará especial importancia
en el desarrollo psicológico de los personajes y en el propio
desenlace.
Puede que no se encuentre entre lo mejor de su
filmografía, pero bien merece un hueco en la videoteca de cualquier
amante del cine de Mizoguchi. Una obra menor de Mizoguchi, pero al
mismo tiempo una gran película.
La calidad de la copia es magnífica, Cary.
ResponderEliminarApenas se habla de esta película, postergada ante tantas obras magistrales de Mizoguchi. Quien la desconozca se va a llevar una excelente sorpresa.
Tienes toda la razón. Saludos Rodrigo.
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