El árbol de los zuecos (1978)

 





Ficha Técnica:


  • Título original: L'albero degli zoccoli

  • Año: 1978

  • País: Italia

  • Género: Drama

  • Dirección: Ermanno Olmi

  • Fotografía: Ermanno Olmi

  • Música: Johann Sebastian Bach

  • Guion: Ermanno Olmi

  • Productora: Radiotelevisione Italiana (RAI), Italnoleggio

  • Duración: 178 minutos

  • Reparto: Luigi Ornaghi, Francesca Moriggi, Omar Brignoli, Antonio Ferrari, Teresa Brescianini, Giuseppe Brignoli, Carlo Rota, Pasqualina Brolis, Massimo Fratus, Francesca Villa



Sinopsis:


Relato en tono semidocumental sobre la vida durante el cambio de siglo (XIX-XX) de los campesinos bergamascos (Lombardía), que llevan una vida dura y sacrificada, pero llena de gran dignidad. La ambientación es solemne y serena como la música de Bach que le sirve de fondo. Obtuvo excelentes críticas. (FILMAFFINITY)



            Premios:


  • 1978: Festival de Cannes: Palma de Oro, Premio del Jurado Ecuménico

  • 1978: Premios César: Mejor Película Extranjera

  • 1979: Premios BAFTA: Mejor documental

  • 1979: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera

  • 1978: Premios del Sindicato de Críticos de Cine Franceses: Mejor film extranjero

  • 1978: Premios David di Donatello: Mejor película (ex aequo)







Versión Original


    Idioma: Italiano con subs en español (srt) e italiano

    Formato: AVI (DVDRip)

    Tamaño: 1’8 GB



Versión en Español


    Idioma: Español

    Formato: AVI (DVDRip)

    Tamaño: 950 MB








                                            Breve comentario

                                                                    by yo


No es muy conocido entre nosotros Ermanno Olmi (1931-2018), un cineasta totalmente imprevisible e inclasificable. Olmi escribe, produce, dirige, fotografía y monta numerosos cortometrajes durante la década de los cincuenta, un empleo del que sacará la ventaja de un aprendizaje y que será con lo que consiga un prestigio que le permitirá pasarse al cine comercial a principios de los años sesenta para trabajar dentro de un estilo muy personal, a medio camino entre el documental y el neorrealismo, sin emplear actores profesionales, dentro de su mentalidad católica progresista.

Aunque su prestigio raramente sobrepasó los medios cinéfilos, la película que hoy nos ocupa, “El árbol de los zuecos”, fue desde el primer momento comparada con esa obra maestra que es “Novecento”, de Bernardo Bertolucci, la trama cuenta con precisión la historia de un campesino, Batistu, que, con todo el cuidado del mundo, corta uno de los árboles de la rivera del río, toma un trozo de madera y por la noche, sin que lo adviertan sus vecinos, hace un par de zuecos a su hijo, semanas después el amo, un ser lejano del que sólo se sabe que tanto su familia como él son amantes de la música, ve el árbol cortado, se lo dice al capataz, quien no tarda en saber que ha sido Batisti y, a pesar de que tiene un hijo recién nacido, le quitan el ganado del amo y le echan de la casa, ante unos vecinos que ni protestan por la injusticia, ni se despiden de ellos.

Desde el principio, Olmi advierte en un rótulo que está interpretada por campesinos y gente del campo bergamasco, asimismo, se nos muestra como debían ser las alquerías lombardas a finales del siglo pasado, en ellas malvivían varias familias de campesinos, tanto las casas como los establos, la tierra, los árboles, parte del ganado y los aperos pertenecían al amo, al terrateniente y era a éste al que debían darse dos de cada tres partes de la cosecha. Tras una sucesión de planos fijos del campo bergamasco, en su triple calidad de guionista, director y fotógrafo, Olmi pasa a describir con la minuciosidad del documentalista que en el fondo siempre ha sido, tanto la vida tanto social como la privada de cuatro familias que habitan en una de estas alquerías a finales del siglo XIX, con una siempre muy discreta música de J. S. Bach al fondo, describe la recolección del maíz, su principal fuente de alimentación, cómo pelan las mazorcas, las desgranan, meten el grano en sacos, los cargan en carros y llevan al amo las dos terceras partes de lo recolectado, como alimentan a los animales, o se reúnen cada noche junto al fuego para contar historias.

El cineasta hace gala de una enorme maestría a la hora de articular cinematográficamente la narración y la ficción, y desciende hasta mostrarnos diferentes episodios en la vida de la comunidad: el complejo proceso que lleva del noviazgo al matrimonio entre dos jóvenes, un campesino que estafa al amo en el pesaje del grano pero cuya avaricia es capaz de arrastrarle hasta la ira y la enajenación, un abuelo que enseña a su nieta cómo cultivar tomates tempranos con los que mejorar en algo la economía familiar, una reciente viuda que trata de sacar adelante a su familia lavando ropa de sol a sol, el amo, que, delegando funciones en un rígido capataz, vive entregado a su afición musical y totalmente ajeno a las vicisitudes de sus arrendados, un pequeñuelo que camina diariamente seis kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para acudir al colegio...

Una estupenda película que desprende por todos sus poros no solo el amor y el respeto de Olmi por sus raíces, pero también un retrato veraz de la injusticia que se vivió en el campo de tantos países europeos hasta bien entrado el siglo XX, con unos caciques insensibles. Olmi atrapa el carácter campesino, su recio cristianismo, su amor por el detalle, de una forma tan bella que solo la maravillosa música de Juan Sebastián Bach puede acompañar a sus imágenes, a un relato tan inspirado.












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