Cuatro caras del oeste (1948)

 





Ficha Técnica:


  • Título original: Four Faces West

  • Año: 1948

  • País: Estados Unidos

  • Género: Western

  • Dirección: Alfred E. Green

  • Fotografía: Russell Harlan (B&W)

  • Música: Paul Sawtell

  • Guion: Graham Baker y Teddi Sherman. Adaptación de William Brent y Milarde Brent de la novela e historia del Saturday Evening Post “Pasó por aquíde Eugene Manlove Rhodes.

  • Productora: Enterprise, Harry Sherman

  • Duración: 90 minutos

  • Reparto: Joel McCrea, Frances Dee, Charles Bickford, Joseph Calleia, William Conrad, Martin Garralaga, Raymond Largay, John Parrish, Dan White, Davison Clark.



Sinopsis:


Jefferson Davis atraca el Banco de Santa María, llevándose como botín la suma de 2.000 dólares. Antes de abandonar el local, deja un recibo en el que se compromete a devolverlos. Por su parte, el sheriff federal, Pat Garret, es famoso por haber abatido a Billy el Niño. (FILMAFFINITY)







    Idioma: Inglés con subs en inglés (contenedor) y español (srt)

    Formato: MKV (BRRip 1080p)

    Tamaño: 2’7 GB (Archivo dividido en dos partes con Winrar)







                                    Breve comentario

                                                                by yo


El western es uno de los géneros menos valorados por muchos de los que podríamos denominar como cinéfilos de la nueva ola, quienes lo delegan a un asunto de evasión trivial que está reservado a ancianitos que rememoran sentados ante el televisor sus días de infancia, cuando este tipo de películas se rodaban de forma masiva. Si muchos de estos llamados cinéfilos incluso miran de manera condescendiente películas de autores de la talla de John Ford, Anthony Mann o Delmer Daves, la serie B está relegada para ellos al mayor de los desprecios, pues bien, “Cuatro caras del Oeste” (Four Faces West, 1948) es un magnífico ejemplo de lo que estamos hablando, una película totalmente desconocida hoy en día, pero una buen muestra del alto nivel medio de calidad del género en aquella época.

Pasa por ser la mejor película del último período de la carrera de Alfred E. Green, director todoterreno y extremadamente prolífico cuya trayectoria se inició en la época muda. La película recupera a un famoso escritor de novelas de vaqueros, Eugene Manlove Rhodes, cuyas obras estaban muy en boga en la época en la que Alfred E. Green iniciaba su andadura como director, uno de esos libros, “Pasó por aquí”, es el que se adapta en este film de manera tan sencilla como modélica. Cuenta una hermosa historia de frontera, una historia de redención, la acción nos lleva a trenes, estaciones, carromatos, casas de postas, montañas, ríos, caballos, polvo, sudor, a días y a noches… y todo ello rodado con una maravillosa fotografía en blanco y negro obra de Russell Harlan, mostrándonos los parajes desolados y épicos de Nuevo Méjico.

Hay muchas películas legendarias en el western, de esas que se recuerdan siempre por sus imágenes, personajes o diálogos, pero junto a esos monumentos coexisten pequeñas joyas escondidas que atesoran el secreto del género, pureza narrativa, cierta ingenuidad en la trama y los personajes, el valor del paisaje, la tersura del estilo, la naturalidad de la actuación de los actores... por eso, y en honor de ese western esencial, inmortal, el que, al menos a algunos, nos hace latir el corazón y aviva los recuerdos de tardes de juegos de indios y vaqueros, de programas dobles de pipas en cines con suelo de madera que retumbaba cuando la grey azuzaba una buena cabalgada de los buenos o la caballería llamada por el clarín, os ofrecemos esta estupenda película, “Cuatro caras del oeste”.

La película emociona por su pureza, su simplicidad, su naturalidad, es un cuento, nada de leyendas, sino de testimonios grabados en roca de gente que “pasó por aquí”, de gente bien, aunque no aprecien del todo ciertos conceptos bienqueridos por la gente de orden estricto, sobre todo si hay dinero por medio, pero al fin y al cabo estamos en la frontera, en un país que se hace a golpes de violencia, leyes difusas y pérdidas irremediables. Y si la historia resulta espléndida, no lo es menos la puesta en escena de Alfred E. Green, aquí Green aplica a las imágenes la impronta del cine negro, trabajando las sombras como reflejo de los estados emocionales de los personajes, e incluso en las tomas diurnas la fisicidad de los negros prepondera en la fotografía excepcional de Russell Harlan, los encuadres en picado y contrapicado, para destacar un personaje por encima del otro, predominan a lo largo del film, que supone una fábula de la vieja frontera acerca de la nobleza y el respeto por encima de los demás valores.











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