Un hombre va por el camino (1949)
Ficha Técnica:
Título original: Un hombre va por el camino
Año: 1949
País: España
Género: Drama
Dirección: Manuel Mur Oti
Fotografía: Manuel Berenguer (B&W)
Música: Jesús García Leoz
Guion: Manuel Mur Oti
Productora: Sagitario Films
Duración: 81 minutos
Reparto: Francisco Arenzana, Matilde Artero, Aurelia Barceló, Pacita de Landa, Manuel Guitián, Marina Lorca, Ana Mariscal, Fernando Nogueras, Felisa Ortuondo, Julia Pachelo, Enrique Ramíre
Sinopsis:
Luis, un vagabundo que esconde un pasado trágico, se detiene en Monte Oscuro, lugar en el que sólo viven una viuda y su hija pequeña. Las habladurías de los vecinos del pueblo no tardarán en llegar, y Luis tendrá que marcharse. (FILMAFFINITY)
Idioma: Español
Formato: MKV (TVRip)
Tamaño: 1’2 GB
Breve comentario
by yo
Poeta,
dramaturgo, novelista y cineasta, el gallego Manuel Mur Oti fue una
de las figuras más rutilantes del cine español de los años
cincuenta; grandilocuente y desmesurado en sus declaraciones
públicas, transmitió a sus películas la pasión con la que se
entregó a su profesión. Su primera película como director fue el
film que hoy nos ocupa, “Un hombre va por el camino” (1949), la
historia de un Juan Nadie que, vagabundeando, termina con sus pasos
en Monte Oscuro, donde una viuda y su hija le acogen. Un absorbente
melodrama capaz de emocionar profundamente, al menos a este que les
habla, y gran parte de la responsabilidad en esa emoción la tiene la
actuación inolvidable de Fernando Nogueras, un portento de calculada
espontaneidad y pluralidad de registros que no llegó a tener el
éxito artístico para el que esta película lo catapultaba. El otro
factor cinematográfico que hace más que necesaria la contemplación
de esta película es la fotografía del maestro que fue Manuel
Berenguer, responsable de la fotografía de la mítica “Bienvenido
Mr. Marshall” o de obras tan famosas y populares como “Doctor
Zhivago” y “Rey de Reyes”, entre otra
muchas, las tierras de León, fotografiadas en un impresionante
blanco y negro que juega con las nubes, la lluvia, la niebla y el sol
como un malabarista, y el rancho en lo alto de un picacho, filmado,
recurrentemente, en contrapicado, constituyen un auténtico personaje
de la película.
Mur
Oti sienta aquí las bases de lo que sería una gran parte de su
filmografía, como la vinculación de la mujer a la tierra, el
sentimiento de culpa heredado y el uso del drama rural como alegoría
más compleja. La estructura del film tiene mucho de western, aunque
el engarce genérico esté realmente en el melodrama. La tensión
entre la mujer de la cumbre y las chismosas vecinas del pueblo del
valle, enfocada desde la estrecha moralidad de la época, pero sin
que los personajes, todos ellos católicos creyentes y practicantes,
se opongan radicalmente a ella, por más que se contraponga la
nobleza del comportamiento a la beatería y la miseria moral, sirve
de contrapunto social que permite desahogar la creciente sensación
de hallarnos en una cumbre agreste desde la que tan pronto nos parece
estar ante una relación pronta a pecar de almibarada, como ante una
relación imposible y de difícil desenlace.
Hacedme
caso, bien
haréis todos los buenos amantes del cine en rescatar esta estupenda
película con la que Manuel Mur Oti debutó en el cine.
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