El silencio del mar (1949)

 





Ficha Técnica:


  • Título original: Le silence de la mer (The Criterion Collection)

  • Año: 1949

  • País: Francia

  • Género: Drama

  • Dirección: Jean-Pierre Melville

  • Fotografía: Henri Decaë (B&W)

  • Música: Edgar Bischoff

  • Guion: Jean-Pierre Melville

  • Productora: Melville Productions

  • Duración: 88 minutos

  • Reparto: Howard Vernon, Nicole Stephane, Jean-Marie Robain, Georges Patrix, Ami Aaroe, Denis Sadier


Sinopsis:


Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Durante la ocupación de Francia por las tropas alemanas, un anciano y su sobrina deben compartir alojamiento y convivir con un afable oficial nazi. (FILMAFFINITY)








    Idioma: Francés con subs en español (srt)

    Formato: MP4 (1080p BRRip)

    Tamaño: 1’5 GB








                                                                                                                        Breve comentario

                                                                                                                                                                                                by yo


La segunda guerra mundial fue un acontecimiento terrible y definitivo en el camino que habrían de tomar Europa y el resto del mundo de una forma prácticamente irreversible, sin embargo, de las catástrofes también nacen grandes obras, así, tras la guerra surgieron ideas, libros, discos, cuadros y películas grandiosas. El cine se ha servido de esa guerra como medio de expresión filosófica, artística y propagandística en un montón de ocasiones, pero solo hay una película que se abstrae de la realidad exterior y colectiva para encerrar la guerra en una pequeña habitación y dejarla en manos de tres personajes. “El silencio del mar” supuso la primera sacudida a los cánones clásicos por parte de Melville, antes de adaptar el noir a sus formas y realizar sus películas más reconocidas, Melville decidió que su primera -y más modesta en cuanto en medios- producción lo metería de lleno en un jardín del que probablemente sólo él saldría bien parado, y salió, efectivamente, su debut cinematográfico es una de las cimas más altas en cuanto a puesta en escena, propuesta y narrativa.

Melville llega al tope con lo mínimo, una estancia, tres personajes en manos de tres actores que redefinen la interpretación, un reloj que no deja de sonar y una fotografía austera pero narrativa y hermosa como muy pocas, eso le basta para trasladar la guerra a una insignificante habitación olvidada en un recóndito pueblo francés. La premisa es sencilla: Un soldado alemán se ve obligado a hospedarse en casa de un anciano y su sobrina, quienes a su vez se ven obligados a hospedar al soldado, Melville traslada la ocupación alemana en Francia a una insignificante habitación, la guerra se desarrolla en un terreno donde sólo habrá un arma: el silencio, y aquí tenemos la clave que diferencia la película de Melville de cualquier otra visión cinematográfica de la guerra: no hay armas, no suenan las sirenas, no hay gritos, sangre, hambre, violaciones, ni amenaza alguna, no hay desesperación ni gloria, solo hay silencio luchando contra las palabras del soldado, la resistencia francesa es muda, intelectual, psicológica, obstinada y hostil, el discurso alemán en voz del soldado es sincero, culto, ingenuo y totalmente imposible.

La belleza que aún hoy destila la película proviene de sus imágenes, poéticas, emotivas, depositarias de una turbadora delicadeza. Aparte de los largos monólogos del oficial nazi Werner Von Ebrennac, gran admirador de la cultura francesa (Howard Vernon), o la voz en “off” del paisano francés (Jean-Marin Robain) en cuya casa se aloja el oficial, la cinta es una sinfonía de gestos y miradas, de palabras y silencios, de detalles escénicos que definen a un personaje, a una situación, recordemos, por ejemplo, los clásicos que conforman la biblioteca del paisano francés, la tétrica presencia del uniforme del oficial nazi, o la breve interpretación del alemán al órgano que le aproxima, aunque sea por unos minutos, a los propietarios de la casa, son instantes que no sólo cumplen una función narrativa, sino metafórica, como pequeña muestra de un conflicto mucho más profundo.

Gran película, gran debut, punto de influencia, original… vamos puro clásico que no cabe en una crítica y que merecería todo un libro. Nadie ha vuelto a contarnos la guerra así, y nadie lo hará.














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