Los niños del paraíso (1948)
Ficha Técnica:
Título original: Hachi no su no kodomotachi
Año: 1948
País: Japón
Género: Drama
Dirección: Hiroshi Shimizu
Fotografía: Saburo Furuyama (B&W)
Música: Senji Ito
Guion: Hiroshi Shimizu
Productora: Hiroshi Shimizu
Duración: 84 minutos
Reparto: Daisuke Iwanami, Gosho Shoichi, Shinichiro Kubota, Yoshikatsu Chiba, Yotaka Iwamoto
Sinopsis:
Un soldado y unos niños huérfanos recorren Japón durante la posguerra. Los avatares del camino les significarán tanto una aventura de supervivencia como una lección hacia la madurez. (FILMAFFINITY)
Idioma: Japonés con subtítulos incrustados en inglés y en español e inglés (srt)
Formato: AVI (DVDRip)
Tamaño: 1’05 GB
Breve comentario
by yo
Los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial dieron pie en Japón a una serie de películas de corte más realista ambientadas en las ruinas de ese país destrozado. En occidente existe un clarísimo equivalente en el neorrealismo italiano, pero no deben entenderse estas películas como una versión consciente de ese movimiento (de hecho no creo que las obras de Rossellini y De Sica hubieran podido llegar todavía a Japón), sino como un equivalente que se dio en paralelo al estar los dos países en circunstancias muy parecidas. “Los Niños del Paraíso” es una de las grandes obras asentadas en este ciclo, su responsable es Hiroshi Shimizu, uno de los directores japoneses más importantes de los años 30 y 40, que se basó en sus experiencias reales ayudando a huérfanos durante la posguerra a la hora de elaborar el argumento del film. Se beneficia enormemente de contar con actores no profesionales, niños huérfanos de verdad que se muestran en la pantalla tal cual son, en este film los niños realmente se comportan de una forma auténticamente infantil, con sus defectos y virtudes, y su apariencia tan sucia y desastrada parece genuina.
El film, avanzando bajo una banda sonora compuesta en su mayoría de canciones tradicionales infantiles, se revela tan optimista como descorazonador, con algunos momentos de humor y otros tremendamente trágicos, todo sea por representar lo más fielmente posible la realidad que viven los personajes, a veces resulta tan real que parece que estemos viendo un documental rodado por Shimizu sobre las gentes de esa época y lugar, y sobre sus deseos, pesares, recuerdos y anhelos. El director vaga por parajes desérticos, bosques, lagos, mares y selvas naturales y se centra por completo en la pandilla de críos, donde cada uno de ellos ofrece una gran interpretación, y en los problemas que van sucediéndose en la historia siempre desde el punto de vista de éstos, dejando en un segundo plano al soldado y a la chica, que encarnan, también de forma maravillosa, Shunsaku Shimamura y Natuski Masako, respectivamente, los cuales sirven de guía e inspiración a los niños.
Hay significativos y desoladores momentos magistralmente concebidos por el director e interpretados por sus actores, como aquel en el que vemos a Yoshibo mirar al mar llamando a su difunta madre, la despedida de éste con la chica en las escaleras del cementerio y por supuesto cuando es llevado a la espalda del otro chaval por toda la montaña y concluye en ese fatídico final que supone el más importante giro de la historia, una escena, además de inolvidable y desgarradora, de una belleza y una cinematografía superlativas.
Descarnada, tierna, honesta, sin metáforas ni maquillajes, sin sensiblería ni manipulación, franca y sensible a partes iguales; devastación e integridad, belleza y estilo, humanidad, también cierta ingenuidad, que entre tanta barbarie que reflejan ruinas y cementerios, se convierte sin embargo en bálsamo. Se hace muy difícil olvidarse de un film así, sólo queda proyectarlo, cuantas más veces mejor, corregir el desagravio cuanto antes, porque no podemos permitir que por más tiempo permanezca desconocido.
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