La calle sin nombre (1948)
Ficha Técnica:
Título original: The Street with No Name
Año: 1948
País: Estados Unidos
Género: Cine negro, suspense, policíaco.
Dirección: William Keighley
Fotografía: Joseph MacDonald (B&W)
Música: David Buttolph
Guion: Harry Kleiner
Productora: 20th Century Fox
Duración: 91 minutos
Reparto: Mark Stevens, Richard Widmark, Lloyd Nolan, Barbara Lawrence, Ed Begley, Donald Buka, Joseph Pevney
Sinopsis:
Stiles (Richard Widmark) es un jefe mafioso en alza que lucha por imponerse en el submundo criminal. Los archivos del FBI rebosan de historias sangrientas, pero hay un caso concreto que tiene desconcertado al inspector Briggs (Lloyd Nolan). Se trata de dos asesinatos: un ama de casa y el guardia de seguridad de un banco, abatidos ambos por el mismo arma, pero sin que exista ninguna otra conexión entre ellos. Decidido a llegar hasta el fondo del asunto, Briggs encarga a su mejor agente secreto que se infiltre en la cúpula de la tristemente famosa banda de Stiles... (FILMAFFINITY)
Idioma: Inglés con subs en español (srt)
Formato: MKV (DVDRemux)
Tamaño: 5’64 GB
Breve comentario
by yo
El policíaco semidocumental producido por la “20th Century Fox” encuentra su título seminal en la fantástica “La casa de la calle 92” (The House on 92nd Street; Henry Hathaway, 1945), la película de Hathaway abre el cine policial de posguerra y sienta las bases de producciones que por un lado son propaganda de los departamentos de seguridad estatales, pero además intrigas de impecable factura que detallan en (supuesto) tono realista las pesquisas de los agentes protagonistas, este es el caso de la estupenda película que hoy nos ocupa, “La calle sin nombre”. William Keighley es el firmante de este film, adoptando un tono similar al que ya asumiera años antes en "FBI, contra el imperio del Crimen", nos ofrece una especie de "docudrama" en la que se novelan hechos reales con la finalidad de ensalzar la labor de los agentes de la ley contra una serie de personas que tras el final de la guerra han decidido ganar dinero sin importarle si los métodos para conseguirlos son legales o no, esto es el FBI en sus primeros tiempos, las máquinas computadoras y los archivos ocupan salas como naves industriales, pero lo tienen todo bien organizado.
Tanto la planificación de un Keighley especialmente inspirado que no se conforma con el encuadre más sencillo, como la fotografía de Joseph MacDonald con un juego de luces y sombras soberbio, cine negro en estado puro, deslumbra en las abundantes escenas donde la oscuridad se rompe solo al encenderse una cerilla o una linterna, o el complejo guion original de Harry Kleiner, que se preocupa de que los malos no sean meras caricaturas y de dar empaque a los estupendos secundarios, hacen de “La calle sin nombre” un film repleto de una ambigüedad ante la que la mera lucha de las autoridades contra el crimen se va difuminando. Keighley nos ofrece aquí una de sus mejores obras, destacando sobre todo el excelente pulso narrativo que le imprime al film, un prodigioso ritmo que hace que no disminuya el interés de la cinta, provocando además momentos de suspense únicos, momentos en los que es usado como elemento dramático el silencio de una forma extraordinaria, logrando una tensión excepcional.
En el apartado interpretativo nos encontramos con algo realmente curioso, el protagonista, Mark Stevens, es bastante inexpresivo, de hecho hay varias secuencias en las que es difícil creerse sus reacciones, es uno de esos actores que no serán especialmente recordados y que, a pesar de haber rodado un buen número de films, acabó refugiándose en la televisión. En frente de él tenemos a Richard Widmark y eso sí que son palabras mayores, lo de Richard Widmark no es normal, se come cada escena, algunos pensaréis que las engulle, otros que las saborea, pedazo a pedazo, el caso es que se las zampa, de una manera u otra, sí, Richard Widmark, un tipo que era capaz de meter miedo con las caras de loco que ponía, o capaz de ser al mismo tiempo tu mejor amigo, o alguien del que no te puedes fiar, su malévola risa, casi una mueca, entraría con justicia en los anales del Cine, aquí está sencillamente sensacional dando vida a uno de esos malos que, como decía Hitchcock, son los que hacen dar valor a la película, por desgracia ya no hay villanos así.
Cine negro del bueno, del que ya no se hace, con su gama de grises, y sus claroscuros retratados maravillosamente por el gran Joseph MacDonald, uno de esos fotógrafos que sabían lo que hacían, no me extraña que MacDonald trabajase para muchos de los grandes, como John Ford, por ejemplo. Una obra injustamente olvidada, un tesoro enterrado que además tiene uno de los mejores villanos del cine, un personaje que cuando ríe parece una alimaña, un personaje que te sacude un gancho si dejas las ventanas abiertas. De obligado visionado para los amantes del cine negro y de... ¡Qué narices!, obligado visionado también para amantes del cine en general.
Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por tus siempre amables comentarios.
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