Los ángeles perdidos (1948)

 





Ficha Técnica:


  • Título original: The Search

  • Año: 1948

  • País: Estados Unidos

  • Género: Drama

  • Dirección: Fred Zinnemann

  • Fotografía: Emil Berna (B&W)

  • Música: Robert Blum

  • Guion: Richard Schweizer, David Wechsler, Paul Jarrico. Historia: Richard Schweizer, David Wechsler

  • Productora: Coproducción Estados Unidos-Suiza; Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

  • Duración: 100 minutos

  • Reparto: Montgomery Clift, Aline MacMahon, Wendell Corey, Jarmila Novotna, Ivan Jandl



Sinopsis:


Karel, un introvertido niño checo de 9 años, superviviente del campo de concentración de Auschwitz, huye de un campo de refugiados en la Alemania de la postguerra, tratando de buscar a su madre. El chico es encontrado por un soldado americano, Steve que tratará de ayudar Karel a encontrarla. Film en tono semi-documental, rodado entre los escombros de la ciudad de Nuremberg y protagonizado por el entonces desconocido Montgomery Clift en su debut en la pantalla. (FILMAFFINITY)



                Premios:


  • 1948: Oscar: Mejor historia. 4 nominaciones

  • 1948: 2 Globos de Oro: Mejor guión y Mejor película

  • 1948: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director









    Idioma: Inglés con subs en español (srt)

    Formato: MKV (DVDRip)

    Tamaño: 1’35 GB







                            Breve comentario

                                                        by yo


En el año 1948 Zinnemann llevaba casi dos décadas en América, había nacido en 1907 en el seno de una familia judía de la ciudad de Rzeszów, entonces ubicada en el confín oriental del Imperio austrohúngaro y hoy en Polonia. Comenzó su carrera cinematográfica como ayudante de cámara en Alemania, en 1927, y en 1930 fue uno de los creadores, junto con Billy Wilder, Edgar G. Ulmer y los hermanos Curt y Robert Siodmak, de “Los hombres del domingo”, película de realización coral que mezclaba el documental y la ficción y que constituiría el canto de cisne del cine mudo alemán. Quizás porque, precisamente, la industria cinematográfica norteamericana supo afrontar mejor que la alemana el salto del mudo al sonoro, Zinnemann partió aquel mismo año hacia Estados Unidos, donde aprendería el oficio como ayudante de dirección de Berthold Viertel, director centroeuropeo de teatro y cine, afincado allí desde finales de los años veinte. Como otros realizadores europeos emigrados o refugiados en América durante los años treinta, Zinnemann contendió con el nazismo a golpe de celuloide, su primera película militante fue “Ojos en la noche”, de 1942, un thriller de serie B protagonizado por Edward Arnold, en el que un detective, al investigar un crimen, desmantela un complot nacionalsocialista. Más comprometida fue la fantástica “La séptima cruz”, de 1943, canto a la resistencia y lúcido retrato del auge y consolidación del nacionalsocialismo en la sociedad alemana, singularmente entre las clases populares. En el año 1948 rodó la película que hoy nos ocupa, “Los ángeles perdidos”, un drama post-bélico en el que se hace un fresco de como las mayores víctimas de las guerras son los niños, en este caso los miles y miles de huérfanos y familias separadas que produjo la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos fueron encerrados en campos de concentración, y al finalizar la contienda quedaron a la intemperie, sin saber a dónde ir, con el temor a que los volvieran a encerrar. Describe las terribles condiciones de vida y desesperación, siempre con un mensaje de esperanza, de los llamados niños de la guerra, pequeños que han perdido a sus padres y que han crecido y sufrido el horror de la violencia, la barbarie, la falta de cariño y educación, estigmatizándolos de por vida, una vida que transcurre entre edificios ruinosos, calles desiertas y vehículos militares.

La historia está claramente partida en dos. Por un lado está su tercio inicial, un docudrama con el centro en relatarnos como miles de niños quedaron sin familia tras acabar la Guerra, y como las fuerzas ocupantes (en este caso las estadounidenses) se organizaron para darles cobijo y al final darles un lugar al que ir, mostrándonos en este primer bloque el crudo entorno en el que nos moveremos, entre edificios derruidos, calles decrépitas, mucho vehículo militar, mucha desconfianza en los niños, chicos despojados de su inocencia que buscan su lugar en el mundo, cuando incluso han olvidado como coger una cuchara. En el segundo bloque el foco se cierra sobre el drama individual, para hacernos más empática la situación, centrándose en uno de los “ángeles perdidos”, un niño que huye de los que cree son sus enemigos (para los niños todos los militares son iguales, y los que vestían con la esvástica los recluyeron en Auschwitz), y encuentra refugio y relación paterno-filial con un soldado estadounidense, entrecruzándose esta trama con la de la madre checa del niño buscándolo por las diferentes residencias habilitadas para estos.

El aire que impregna “Los ángeles perdidos” no solo es europeo porque se rodara en Europa y el equipo procediera de este lado del Atlántico, estilísticamente es una película que entronca no solo con la estética neorrealista, sino también con su ética, al utilizar en parte de su metraje a actores no profesionales que estaban viviendo o reviviendo sus propias experiencias. Por otra parte, participa de los problemas que obsesionaban a los cineastas europeos de la época, baste recordar que es el año en que Rossellini rodó “Alemania año cero”, cruda y magnífica obra maestra protagonizada por un niño hundido en las ruinas de Berlín. “Los ángeles perdidos” no es tan amarga como “Alemania año cero”, que no deja ningún resquicio abierto a la esperanza, pero que no sea tan amarga como la película de Rossellini, no significa que sea una película blanda ni complaciente, Zinnemann impregna al espectador del miedo que sienten los niños, miedo a moverse, miedo a comer, miedo a reír o a jugar, miedo a hablar, miedo a la autoridad, un miedo tan básico y primario que algunos renunciarán a su identidad para salvar la vida, como el chico judío que adopta el nombre de un niño cristiano muerto y luego es incapaz de recordar el suyo verdadero, un miedo tan visceral que otros prefieren morir a caer en manos de un soldado, de cualquier soldado, vista el uniforme que vista. Y a través de su miedo, Zinnemann consigue que logremos atisbar parte del infierno que han debido atravesar.

Una película entrañable, de esas que ves y te acuerdas de ella para siempre. Un excelente trabajo de Zinnemann, absolutamente recomendable.










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