Lola Montes (1955)
Título original: Lola Montès
País: Francia
Director: Max Ophüls
Guion: Jacques Natanson, Annette Wademant, Max Ophüls. Novela: Cécil Saint-Laurent
Música: Georges Auric
Fotografía: Christian Matras
Intérpretes: Martine Carol, Peter Ustinov, Anton Walbrook, Oskar Werner, Ivan Desny, Lise Delamare
Productora: Coproducción Francia-Alemania; Gamma Films, Florida Films, Unionfilms
Año de producción: 1955
Duración: 01:55:33
Género: Drama, Circo, Siglo XIX, Basado en hechos reales, Biográfico
Sinopsis:
“Lola Montes”, el último film de Max Ophüls, y su primero en color, es una dramatización de la vida de la famosa cortesana y bailarina.
Reducida a atracción circense tras haber sido amante de los hombres más ricos e importantes de Europa, el rimbombante maestro de ceremonias del circo nos va desgranando su vida y su escandaloso pasado por medio de sucesivos “flashback”.
Versión: VO + Subts. español, francés e inglés
Formato: .mp4
Calidad: BRrip 1080p
Tamaño: 2.2 GB
Curiosidades varias, algunos cotilleos (de vez en cuando) y un poco de rollo de mi cosecha
Lo primero es lo primero: leed este comentario de Juan Marey en Filmaffinity…
“La condesa María Dolores Landsfeld en carne y hueso”
…y tiempo tendréis después, si os apetece, de echar un vistazo a los rollos de mi cosecha y algún que otro cotilleo.
A ello vamos.
“Lola Montes” constituyó un estrepitoso fracaso.
Tratando de paliar tal fracaso, la película fue sometida a tantos cortes y sucesivos montajes que el resultado distaba mucho de parecerse a la película original de Max Ophüls.
Tras más de dieciocho meses de restauración minuciosa “Criterion” recuperó “Lola Montes” en su formato original en CinemaScope y con el mismo montaje de su estreno en 1955, tal como el propio Ophüls la había concebido, recuperando también todo el metraje que en sucesivos montajes habían suprimido los productores.
La película muestra alternativamente la presente realidad de la protagonista (Martine Carol) y la historia de sus amores y circunstancias personales que, finalmente, la han dejado reducida a poco menos que una estática atracción de feria.
Mientras el maestro de ceremonias (Peter Ustinov) va desgranando los pormenores de la escandalosa vida de Lola, asistimos por medio de sucesivos “flashback” (aunque no en orden cronológico) a su primer matrimonio [a punto de ser prácticamente vendida por su madre a un hombre al que Lola no quiere, termina casándose con un teniente del ejército (Ivan Desny) que había sido amante de su madre (Lise Delamare) y del que se separó para convertirse en bailarina y cortesana famosa], a su relación con el Rey Luis I de Baviera (interpretado por Anton Walbrook) y sus amores con un joven estudiante (Oskar Werner) o con Franz Liszt (Will Quadflieg).
En la vida real, Lola Montes nunca llegó a actuar en un circo, como se nos presenta en la película, pero esta licencia sirvió a Max Ophüls como metáfora de la fama que caprichosamente convierte a la persona famosa en una atracción expuesta al público en un espectáculo permanente. En las escenas circenses casi nunca vemos a la protagonista de cerca. Mostrando de esta manera su insignificancia el director enfatiza el paralelismo evidente entre la vida del personaje y el culto a la fama de la sociedad contemporánea.
Con esta producción Max Ophüls nos dejó su personal canto del cisne ya que murió poco después de haberla terminado. Fue su primera película en color y también la última de una larga carrera y lejos de presentar a Lola Montes como la mujer liberal, independiente y sensual que fue, quizá debido a la represiva sociedad de los años 50 del pasado siglo nos la presenta como una mujer digna y sumisa, víctima de una sociedad machista.
Indiscutiblemente, “Lola Montes” está entre las películas visualmente más deslumbrantes de la historia del cine, lo que hace todavía más incongruente el tratamiento a que fue sometido el film tras el aparentemente desastroso estreno de 1955.
La hasta entonces producción más cara del cine europeo, el fastuoso espectáculo en CinemaScope concebido por Max Ophüls, se estrenó en París rodeado de enormes expectativas que pronto quedaron reducidas a la nada ante el monumental fracaso de público que el día del estreno llegó a abuchear a la protagonista. A regañadientes Ophüls accedió a suprimir algunas escenas y reeditar la película para conseguir mayor aceptación. Pero aún así esta versión reducida fue masacrada por los productores que la dejaron reducida a noventa y un minutos y remontaron los “flashback” en orden cronológico.
Durante muchos años esta fue la única versión que circuló por las salas de cine e incluso para su exhibición televisiva el formato panorámico se recortó por ambos lados.
Pierre Braunberger compró los derechos de la película y tras una minuciosa restauración volvió a estrenarse en 1969 con una duración de ciento cuatro minutos. Sin embargo no fue hasta 2008 cuando se presentó en el Festival de Cannes la versión definitiva de ciento dieciséis minutos, con los colores totalmente restaurados gracias a la tecnología digital.
He leído por ahí que… la película se rodó en Alemania, Austria y Francia en tres versiones diferentes (francesa, alemana e inglesa), y que los diálogos de la versión inglesa los escribió Peter Ustinov.
En el retrato de Lola Montes que en la película es un encargo de Luis I de Baviera, Lola aparece en idéntica pose que la modelo del cuadro de Ingres “La gran odalisca”.
El cuadro se pintó en 1814, por lo tanto está claro que Lola Montes nunca posó de esta guisa.
Así es como, por encargo de Luis I, la pintó Karl Stieler en 1847
Martine Carol
Nacida Marie-Louise Jeanne Nicole Mourer, el 16 de mayo de 1920 en Saint-Mandé, estudió arte dramático debutando en el teatro en 1940 y en el cine en 1943.
Considerada una de las actrices más bellas de su época, durante las décadas de 1940 y 1950 fue un verdadero “sex symbol” y la actriz más taquillera de Francia. Pero a pesar de su fama y su fortuna, su vida personal fue un cúmulo de desgracias que incluyeron un intento de suicidio y problemas con las drogas.
Incluso fue secuestrada por un famoso delincuente, Pierre Loutrel, conocido como “Pierrot le Fou” (Pierrot el Loco), si bien el secuestro no tuvo ninguna consecuencia como no fuera la rápida puesta en libertad de la actriz (al darse cuenta el secuestrador de la personalidad de la secuestrada), las públicas disculpas del “gángster” y el envío de una considerable cantidad de rosas como desagravio…
Martine Carol murió inesperadamente, a consecuencia de un ataque al corazón, en una habitación de hotel en Montecarlo, el 6 de febrero de 1967.
CUATRO BODAS Y DOS FUNERALES
La actriz se casó cuatro veces.
La primera, en 1948, con Stephen Crane, actor americano que había estado casado previamente con Lana Turner. Se divorciaron en 1953.
La segunda con Christian-Jaque, director cinematográfico francés. El matrimonio duró desde 1954 hasta 1959.
El tercer marido fue André Rouveix, un joven doctor a quien conoció en La Martinica. Se casaron a poco del divorcio de la actriz, en 1959, y se divorciaron en 1962.
La muerte de Martine Carol la sorprendió apenas unos meses después de su cuarto matrimonio con Mike Eland, un millonario hombre de negocios inglés.
Fue enterrada en el cementerio de Père Lachaise, en Paris, pero el rumor de que había sido enterrada con sus joyas fue el causante de que su tumba fuese violada. Sus restos se trasladaron entonces al cementerio “Du Grand Jas”, en Cannes.
María Dolores Eliza Rosanna Gilbert, conocida en todo el mundo por el nombre artístico de Lola Montes, nació en Grange, (Condado de Silgo, Irlanda), según algunos el 17 de febrero de 1821 y falleció en Nueva York el 17 de enero de 1861 (hay serias dudas sobre la exactitud de ambas fechas). Fue bailarina y actriz que alcanzó fama internacional como “bailarina exótica”, pero sobre todo como cortesana que contó entre sus famosos amantes al músico Franz Liszt y al Rey Luis I de Baviera.
Lo que sigue es un resumen, brevísimo, de su biografía, pues algún episodio de su novelesca vida daría por sí solo para llenar un libro.
Como en otros muchos aspectos de su vida, se han publicado datos diferentes sobre su nacimiento que, no obstante, casi todos sitúan en Grange, Condado de Silgo (Irlanda), en distintas fechas que oscilan entre los años de 1818 y 1821, aunque en la “Encyclopedia Britannica” figura que nació en Limerick (Irlanda) y que fue bautizada en la iglesia de San Pedro, en Liverpool, el 16 de febrero de 1823.
Sus padres fueron un militar de nombre Edward Gilbert y Eliza Oliver, que contaba con tan sólo quince años cuando nació Lola. En 1823 la familia se traslada a la India, donde había sido destinado el regimiento de su padre, que murió de cólera al poco tiempo de llegar. Eliza vuelve a casarse poco después con otro oficial, compañero de su marido y envía a la niña de nuevo a Escocia, a vivir con algunos familiares de su padrastro, con la intención de que la pequeña reciba allí educación.
Primero residió en Montrose, con el padre de su padrastro, también militar apellidado Graigie, y ya por aquellas fechas comenzó a dar pruebas de lo que posteriormente sería su “escandalosa” conducta cuando en una ocasión, durante la misa, llenó de flores la peluca de un “señor respetable” y en otra se paseó por las calles completamente desnuda.
Catherine Rae, hermana de su padrastro, dirigía junto con su marido una escuela en Sunderland, y allí llevaron a la pequeña Lola, que por entonces tenía ya diez años. Sus profesores quedaron impresionados con la gracia y la elegancia de la pequeña, de ojos especialmente hermosos, pero también por “la violencia y obstinación de su temperamento”, que causaba no pocos quebraderos de cabeza a su “buenísima tía”. Tales cualidades consiguieron que su “buenísima tía” (digo yo que por quitársela de encima) la enviara, sin haber pasado un año, a Bath donde podría recibir una educación “más sofisticada”.
Tan sofisticada debió de ser que, cuando Lola sólo contaba dieciséis añitos, se fugó para casarse con el teniente Thomas James con quien se traslada a Calcuta. Cinco años más tarde se separa del teniente y, de regreso en Europa, se presenta en Londres con el nombre artístico de “Lola Montes, la bailarina española”.
Su debut en junio de 1843 fue todo un éxito, pero al ser reconocida como la esposa de James se produce un gran escándalo. Esta no deseada notoriedad la obliga a poner pies en polvorosa y trasladarse al continente donde no tarda en hacerse famosa, si bien es cierto que más por su extraordinaria belleza que por su talento para la danza. La recién adquirida fama la ayuda a conocer a distintos hombres, todos ellos ricos, de quienes comienza a aceptar favores.
Para cuando conoce a Franz Liszt, con quien se estableció en París y mantuvo una larga relación, ya tiene una bien ganada fama como cortesana. El músico la introdujo en los ambientes bohemios y la sociedad literaria de la época, lo que le dio ocasión de conocer a Alejandro Dumas, padre, con quien parece que también tuvo sus más y sus menos.
En 1845, tras la muerte en un duelo del periodista Alexandre Dujarier, por entonces su amante, abandona París y se establece en Múnich donde actúa en un teatro del que es despedida dada la ínfima calidad de su espectáculo.
Ofendida por lo que considera inaceptable, ni corta ni perezosa se presenta en palacio ante el mismísimo Rey Luis I de Baviera, decidida a exigir que se haga justicia. Circula la anécdota de que el rey, impresionado por su belleza, le habría preguntado si su cuerpo era obra de la Naturaleza o del Arte, ante lo cual Lola cogiendo unas tijeras cortó su vestido y mostró al rey sus pechos desnudos. Ante tan contundente demostración, aquél mismo día Lola salió del palacio con un contrato para actuar en el mejor teatro de Múnich… y convertida en la amante del rey.
Pronto empezará a servirse de su situación privilegiada y a abusar de su poder (se dice que siempre llevaba un látigo que utilizaba con todo el mundo a la menor ocasión), lo que la hará bastante impopular entre la población local, especialmente cuando se hicieron públicos unos documentos que revelaban que esperaba obtener la nacionalidad alemana bávara para tener acceso a un título nobiliario.
A pesar de la oposición de su gobierno, Luis la convirtió en Condesa de Landsfeld en 1847. Parece ser que la relación con Lola y la intromisión de ésta en la vida política del país contribuyeron considerablemente a la caída de la popularidad del anteriormente querido rey que, bajo la presión del creciente movimiento liberal, abdicó en 1848 y Lola abandonó Baviera trasladándose a Suiza donde pensaba que el rey se reuniría con ella. No fue así y Lola, tras una breve estancia en París, regresa a Londres a finales de 1848.
Y haciendo bueno el refrán de “a rey muerto, rey puesto” pronto se casa con George Trafford Heald, un joven oficial de caballería que acababa de recibir una cuantiosa herencia. Sin embargo parece que había “olvidado” las condiciones de su divorcio con Thomas James, que no le permitían casarse de nuevo mientras James viviese. Lola es acusada de bigamia por una tía de su flamante esposo y huyendo de las consecuencias, la pareja se establece primero en Francia y posteriormente en España.
Antes de dos años, sin embargo, la relación ya estaba terminada (y la herencia también) y la “exótica bailarina”, obnubilada por la “fiebre del oro”, decide probar fortuna en Estados Unidos, donde se establece a partir de 1851.
Desde 1851 hasta 1853 actúa como bailarina y actriz en San Francisco, donde se casa con el periodista Patrick Hull trasladándose el matrimonio a Grass Valley, una pequeña ciudad minera de California. (*) Durante dos años viven en una relativa calma al final de la cual se separan. Lola permanece todavía un tiempo en la localidad donde abre un lujoso “saloon” que no tarda en ser visitado con asiduidad por los hombres más influyentes de la zona ante los cuales actúa. Su “espectáculo” es un éxito completo.
(*) Algunas cartas encontradas a su muerte indican que por entonces la idea de Lola era dar un golpe de estado para anexionarse California fundando un nuevo estado que pasaría a llamarse “Lolaland”.
Sin embargo, a pesar del éxito, o vete a saber si aprovechando el tirón, decide probar fortuna en Australia y hacia allá se encamina en junio de 1855. Llega a mediados de agosto y en el mes de septiembre ya ha conseguido su primer escándalo, o debería decir su primer éxito, al presentarse en el Theatre Royal de Melbourne con su erótico “Baile de la araña”, durante cuya ejecución se levanta la falda mostrando al público que no lleva ropa interior. Al día siguiente toda la prensa se hace eco del hecho tachando el espectáculo de “totalmente subversivo y contrario a la decencia y moral pública”. Las familias respetables dejaron de acudir al teatro que (según cuenta Michael Cannon en su libro “Melbourne After the Gold Rush”) comienza a acumular graves pérdidas.
En abril del año siguiente presenta el mismo espectáculo en Castlemaine y arma la marimorena cuando, ante una audiencia de cuatrocientos mineros enloquecidos por la visión de prácticamente todos los encantos de la actriz, la protagonista decide suspender la actuación alegando continuas interrupciones e improperios por parte del público.
Continúa su gira triunfal por tierras australianas compaginando éxitos con escándalos hasta que en mayo de 1856 regresa a San Francisco. No se libra del escándalo ni siquiera entonces, pues durante la travesía desaparece misteriosamente su representante al caer por la borda.
A su regreso a Estados Unidos las cosas habían cambiado y, sea por su envejecimiento prematuro o cualesquiera otra razón, su regreso a los escenarios es un completo fracaso.
Mujer de recursos, sin embargo, Lola se aplica como conferenciante y comienza a dar una serie de charlas sobre moralidad escritas por el Reverendo Charles Chauncy Burr que tienen tanto éxito que se anima, de nuevo, a cruzar el charco para repetir la experiencia en Gran Bretaña.
Publica también algún que otro opúsculo con consejos de belleza…
“Las artes de la Belleza, o secretos del tocador de una Dama. Con algunas indicaciones para los Caballeros sobre el arte de fascinar” Por Madame Lola Montez, Condesa de Landsfeld.
(Portada de una de las citadas publicaciones, editada en Nueva York en 1858, por Dick & Fitzgerald Publishers).
Tras sufrir un colapso esquizofrénico (**), abandona California, donde había vuelto a establecerse, y se traslada a Nueva York, donde pasa sus dos últimos años de vida en labores sociales con mujeres de las clases más desfavorecidas.
Paulatinamente su salud se va deteriorando hasta que una neumonía, agravada por la sífilis contraída años atrás, es causa de su fallecimiento a los treinta y nueve años, el 17 de enero de 1861.
(**) Confieso que no sé qué es esto de “colapso esquizofrénico”, pero como hay tantas cosas que ignoro, doy por bueno que debe de tratarse de una cosa grave y lo pongo tal como lo he leído.
Está enterrada en el cementerio de Green Wood en Brooklyn, Nueva York. En su tumba puede leerse:
«Sra. Eliza Gilbert / Muerta el 17 de enero de 1861»
Le faltaba apenas un mes para cumplir los cuarenta años.
Ninguno de sus dos hijos reclamó su cuerpo, uno porque estaba muy ocupado y el otro porque estaba en la cárcel.
Lola Montes en el cine
En 1922, dirigida por Willi Wolff y protagonizada por Ellen Richter, se estrena una película muda: “Lola Montez, die Tänzerin des Königs” ( Lola Montez, la bailarina del Rey).
En 1944 también el cine español le dedicó una película: “Lola Montes”. La dirigió Antonio Román y fue la última protagonizada por Conchita Montenegro.
George Sherman fue el director de “El enmascarado”, (Black Bart), en 1948. Los protagonistas eran Yvonne De Carlo y Dan Duryea. En esta, a pesar de que el título original y el correspondiente español se refieren al personaje al que da vida Dan Duryea, la verdadera protagonista era Lola Montes, a quien interpretaba, lógicamente, Yvonne de Carlo.
En 1975, dirigida por Richard Lester, Florinda Bolkan interpretó el personaje de Lola Montes en el film “Royal Flash”.
Lola Montes también aparece, como personaje secundario, en las siguientes películas:
“Una nación en marcha” (Wells Fargo), dirigida por Frank Lloyd en 1937. Los protagonistas eran Joel McCrea y Frances Dee y Lola Montes estaba interpretada por Sheila Darcy.
“La chica de oro” (Golden Girl), protagonizada por Mitzi Gaynor y dirigida por Lloyd Bacon en 1951, en la que estaba interpretada por Carmen D’Antonio.
Gene Tierney como “Lola Montes”
Seguro que os estaréis preguntando a cuento de qué viene ahora aquí este retrato de Gene Tierney, ¿me equivoco?
Pues veréis: a fin de ilustrar la portada de “The American Weekly” (suplemento dominical del “New York Journal”), Randolph Hearst encargó al pintor Henry Clive una serie sobre “Pin ups de la historia” en la que distintas actrices y/o “starlets” pondrían rostro a famosas “seductoras” del pasado, una de las cuales habría de ser la famosa bailarina María Dolores Eliza Rosanna Gilbert, Condesa de Landsfeld, más conocida por su nombre artistico de “Lola Montes”.
Gene Tierney, en la cumbre de su fama, poco después de haber protagonizado “Que el cielo la juzgue” y justo antes de “El filo de la navaja”, fue la elegida para, representando a Lola Montes, aparecer en la portada del “American Weekly” correspondiente al 17 de noviembre de 1946.
El oleo original pintado sobre tabla perteneció a la colección privada de Frank Sinatra y fue subastado en 1971.
Maureen O’Hara, Marion Davies y Veronica Lake posaron como Helena de Troya, la Duquesa de Devonshire y Salomé respectivamente.
“Pin ups de la historia” no fue el único encargo que con idéntico destino recibió Henry Clive. Otra serie de retratos fueron los incluidos en “Hechiceras de todos los tiempos” (Enchantresses of The Ages), “Visiones del artista” (Visions of the Artist) o “Glamour Global” (Global Glamour). Para todas estas portadas posaron, entre otras, Dorothy Lamour, Joan Crawford o Marion Davies. El poder de Hearst era tal que el negarse a posar podía suponer el fin de la carrera de la elegida tanto como ayudarla a subir o a mantenerse en la cima si aceptaba la oferta.
June Allyson, Dorothy Lamour y Alexis Smith posaron como Priscilla Allen, Cleopatra y Madame Pompadour.
Ostras Paco, en dos palabras "Espec-tacular"
ResponderEliminarMe abrumas, Cary.
EliminarEn una palabra: gracias.