Metrópolis (1927)




 


TÍTULO ORIGINAL: Metropolis
AÑO: 1927
DURACIÓN: 153 min.
PAÍS: Alemania
DIRECTOR: Fritz Lang
GUIÓN: Thea von Harbou
MÚSICA: Bernd Schultheis & Gottfried Huppertz
FOTOGRAFÍA: Karl Freund & Günther Rittau (B&W)
REPARTO: Gustav Fröhlich, Brigitte Helm, Alfred Abel, Rudolf Klein-Rogge, Fritz Rasp, Theodor Loos, Heinrich George
PRODUCTORA: U.F.A.
RESTAURACIÓN: Fundación Friedrich-Wilhelm-Murnau 




Sinopsis


En una megalópolis del año 2000, los obreros viven recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad y del que no pueden salir. Pero, incitados por un robot, se rebelan contra la clase intelectual que detenta el poder y amenazan con destruir la ciudad exterior. Freder (Gustav Frölich), el hijo del soberano de Metrópolis, y María, una muchacha de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.
(FILMAFFINITY)

Obra maestra del cine y película capital del expresionismo alemán, se trata de una visión apocalíptica de la sociedad del futuro. En su día fue una gran superproducción de la potente productora UFA, pero fue un fracaso de taquilla.
(FILMAFFINITY)

 




Restauración

La restauración de la mítica “Metrópolis” costó medio millón de euros

La restauración de la mítica película de cine mudo Metrópolis, de Fritz Lang, costó medio millón de euros y añade algunas escenas que se creían irrecuperables del original de 1927 y dan otra dimensión a la obra

En el estreno mundial de esta “nueva” versión restaurada en la Alte Oper (Ópera Antigua) de Fráncfort ante unas dos mil personas, la directora del Museo del Cine de Buenos Aires, Paula Félix-Didier, explicó hoy cómo en 2008 se produjo el hallazgo de la caja que contenía la copia del film en el archivo del museo.

Félix-Didier dijo que al ver el negativo, se dieron cuenta enseguida de que se trataba de Metropolis.

La Fundación Friedrich-Wilhelm-Murnau ha sido la encargada de la restauración, que ha exigido un proceso muy laborioso de digitalización de año y medio de duración.

La Metrópolis restaurada tiene una duración de unos 25 minutos más y la música original reeditada de Gottfried Huppertz.

El director de la Fundación, Helmut Possmann, explicó momentos antes del estreno en Fráncfort las dificultades del proceso de restauración ya que la película encontrada en el Museo del Cine de Buenos Aires estaba en un estado “lamentable”.



Antes de la proyección de la película en Fráncfort, que contó con el acompañamiento musical de la Orquesta de la localidad de Braunschweig (Staatsorchester Braunschweig), hubo una mesa redonda bajo la moderación de Christoph Amend director del semanario “Die Zeit” en la que participaron Félix-Didier y Possmann.

Gracias a la música los restauradores pudieron comprobar que el montaje hallado en Buenos Aires seguía la secuencia original y no había sido modificado, algo que ocurría con frecuencia en las distribuciones al extranjero.

Tras ochenta y tres años, vuelve un clásico del cine mudo que se puede ver en una versión casi completa respecto al original con las escenas que se recuperaron en 2008.

La versión restaurada de Metrópolis, una ciudad del futuro, se pudo ver también en el Festival de Cine de Berlín, la Berlinale, en el Friedrichstadtpalast con la recreación musical de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín.



Además, la nueva Metrópolis, una película legendaria del género de ciencia ficción que esta noche fue comparada en Fráncfort con Avatar, fue retransmitida en directo en la Puerta de Brandenburgo, donde otras dos mil personas no se dejaron amilanar por el frío y la nieve y acudieron a seguir el estreno en la gran pantalla instalada.

Pocos meses después del estreno inicial de Metrópolis, el 10 de enero de 1927 en el Ufa-Palast am Zoo de Berlín, los estudios cinematográficos alemanes UFA y los Paramount cortaron casi treinta minutos de la cinta original de dos horas y media de duración porque les pareció muy larga y por motivos ideológicos ya que los estadounidenses vieron algunas tendencias comunistas.

Las escenas cortadas se creyeron perdidas hasta que en 2008 el Museo del Cine Pablo C. Ducros Hicken de Buenos Aires descubrió la lata con el original.



La Fundación Friedrich-Wilhelm-Murnau-Stiftung de Wiesbaden, creado en 1966 para velar por la herencia cinematográfica alemana, posee los derechos sobre la película, que ahora ha recuperado escenas importantes que dan otra dimensión más compleja y profunda a la obra de Lang, al quedar destacados personajes secundarios, y no queda reducida sólo a una mera película de ciencia ficción.
La copia encontrada en Buenos Aires es similar a la cinta que presentó Lang en 1927 

Nota:
De la película Metrópolis sólo quedan copias incompletas de versiones recortadas y modificadas. Más de un cuarto de la película se da por perdido.
En la versión que tiene ante sus ojos se han intentado montar todas las partes que se conservan siguiendo la versión original.
Los intertítulos aparecen en su forma gráfica original.
El contenido de las partes perdidas se reproduce con otra escritura, siempre que sea necesario para comprender lo que sucede. Las escenas desaparecidas más cortas se señalan con pequeños fragmentos de película en negro.





DATOS DE LOS ARCHIVOS

BRRIP
MUDA CON SUBTÍTULOS EN ESPAÑOL
4,69 GB
Nº ARCHIVOS 2










Cine del Futuro

I. Las distintas versiones de una obra maestra

Metrópolis constituye uno de los casos más complejos a la par que apasionantes de toda la Historia del Cine. Pocas películas han sido tan masacradas, mutadas y mutiladas como ésta y, a la par, de pocas se puede tener una visión tan conjunta y completa de lo que el film podría haber ofrecido de no haber caído en manos inadecuadas. Quede claro que la Metrópolis, tal y como fue concebida por el genio creador de Lang (y por el ambiguo humanismo de Thea Von Harbou) sólo se ha podido ver en Alemania entre enero y mayo de 1927. El estreno en Estados Unidos en abril de ese mismo año reducía sus 170 minutos originales a 120, convirtiéndose en la versión que también se exhibiría en Alemania meses más tarde. Asimismo, este es el minutaje más común, incluso en la actualidad.



Sin embargo, versiones posteriores han ido amputando elementos y transformando diversos componentes argumentales sin la más mínima consideración a la estructura de la obra original. Varias adaptaciones de Estados Unidos reducían la duración del film a 94 minutos, cambiando el nombre de diversos personajes (en algunas copias, John Fredersen se llama, nada más y nada menos, que John Masterman) y las relaciones entre ellos (la de Fredersen con el científico Rotwang, por ejemplo, que obvia el tenso enfrentamiento entre ambos y el recuerdo de la fallecida Helm por una marciana vinculación de amo y servidor) (1). La versión más completa que se conoce es la reconstruida por el historiador Enno Patalas que, con sus 147 minutos de duración, sí puede dar una idea más cercana a lo que aquel grupo de privilegiados espectadores pudieron disfrutar en Berlín el 10 de enero de 1927.



II. Arquitectura, ritmo y narración

El porqué Metrópolis, aún a pesar de todo lo sufrido, es una pieza que conserva intacto su inquebrantable impacto se debe a dos elementos fundamentales: por un lado, el infravalorado guión de Thea Von Harbou, conscientemente impreciso y contradictorio. Por otro, la mirada geométrica, calculadora y, a la vez, pasional de un Lang en la plenitud de su talento.



Cabe decir, si comenzamos por este último punto, que Metrópolis no es un film expresionista, contrariamente a la opinión mayoritaria que la considera la última obra del movimiento. La película, concretamente, es fruto de un eclecticismo artístico y arquitectónico, los únicos enlaces que unen a Metrópolis con el expresionismo. El impresionante logro de Lang consiste en la fusión de todo ello y, asimismo, en la creación de un universo propio que, muy a pesar de tener todas las influencias ya esbozadas, posee una personalidad y una consistencia absolutamente independientes. Amén de ello, la capacidad del cineasta para dotar a todo el envoltorio escenográfico de un protagonismo absoluto revela la preocupación de Lang por la integración de todos y cada uno de los dispositivos que conforman el plano y, por consiguiente, la creación de un asombroso cosmos unitario. La misma disposición y movimiento de los actores, por ejemplo, revela la extrema obsesión de Lang por el espacio, ya que estos se encuentran distibuidos atendiendo a una lógica geométrica, potenciando las disposiciones verticales (John Fredersen, Rotwang, Slim), planificadas generalmente de perfil, en contraste con los primeros planos frontales de Freder o María, integrados en la escena con mucha menos rigide. Es decir, un cúmulo de intenciones ocultas en cada resquicio del film que dan cuerpo al apasionante imaginario del Lang alemán.



Igualmente, la capacidad del cineasta para controlar el ritmo de la película mediante un prodigioso trabajo de montaje y un exacto control de la duración de los planos, se erige en otro factor fundamental del film. La construcción narrativa de Metrópolis es laberíntica, compleja y oscura en la que hasta cinco situaciones simultáneas se ofrecen de manera alterna, generalmente estructurada en bloques de tres escisiones argumentales, cuyos personajes se van cruzando, separando y uniendo según corresponde. El ejemplo más evidente se encuentra en el tercio final: la persecución de un grupo de obreros a María, a quien toman por el robot que los ha conducido a la catástrofe, se cruza con otro grupo que ha encontrado al autómata y procede a su destrucción. La maestría de Lang para que todo el entramado resulte lógico y verosímil es, de todo punto, admirable concediendo un aspecto de frescura y emoción tan sorprendente que todo el armazón narrativo apenas queda visible.



Por su parte, el guión de Thea Von Harbou al que se aludía anteriormente, posee un conjunto de matices sobresalientes, más allá de las opiniones generalmente desfavorables recibidas a lo largo de los años.

Metrópolis, con todo lo ya dicho y lo muchísimo que quedaría por decir, con sus contradicciones, sus oposiciones, su vanguardista concepto arquitectónico, su estructura y con el inmenso talento de todos y cada uno de los miembros del equipo a las órdenes de Lang es, sin discusión alguna, una de las grandes obras de la Historia del Arte.

(1) No es único el caso de Metrópolis. Nosferatu (que no es una película de terror) de Murnau, por ejemplo, ha sufrido alteraciones más que notables, entre ellas, la reducción de sus 100 minutos originales a 64 y la modificación del nombre del Conde Orlock por el de Drácula.
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